Capítulo 27: Galaxia
#3 "Sweet Reckoning" (SinRin Ver.)Al mismo tiempo Yerin y Yuju se quedaron quietas, sus ojos lejos mientras escuchaban.
Oh, no. ¿Qué están escuchando?
Los ojos de YErin recorrieron el suelo, aterrizando en la bolsa de lona en el armario. Corrió hacia ella, desabrochándola y sacando mi mochila.
―Aquí está tu bolso. Prepárate ―dijo bruscamente. Pero con sus manos me señaló: “¡Oculta la empuñadura! El hijo de Shax se acerca”.
¡Marek! Eso no es bueno. Posiblemente sea un aliado, pero no puedo correr ningún riesgo.
Pensé rápido. Tan discretamente cómo fue posible quité la bolsa de caramelos de mi mochila y la puse en la basura. Después tomé algunas servilletas del carrito del servicio a la habitación y las tiré encima. Asco.
Cuando llamaron a la puerta, cayó mi estómago. Yerin indicó que me sentara en la cama. Me senté con la mochila en mi regazo mientras ella abría la puerta. Para mi horror, Marek entró, acompañado de un susurrador. Marek es más alta que Yennie, cerca de la altura de Sowon. Me preguntaba si antes era amistoso, parecía que sí comparado con Caterina, pero su rostro ahora no mostraba ninguna amabilidad. Sus ojos eran como hielo mientras empujaba las mangas de su camisa negra de vestir.
Se detuvo frente a mí, y yo deseaba estar vestida en lugar de usar esa estúpida bata. Mis amigas Neph se ubicaban en un semicírculo tenso a nuestro alrededor.
―Nos volvemos a encontrar ―dijo Marek. Sin preguntar, me quitó mi bolso y empezó a agitarlo, lanzando afuera mi ropa interior y blusas.
―¡Oye! ―le dije, tratando de parecer indignada―. ¿Qué estás haciendo?
Cuando se vació la bolsa y examinó todos los bolsillos, miró alrededor de la habitación.
―¿Qué tomaste de la bolsa antes de que llegara?
―¿Qué? Nada…
―¡Escuché un sonido! Como… arrugando algo. ¿Qué era?
No, no, no.
―Oh ―dije―. Solo unos caramelos que ya no quería.
Se giró y registró el suelo hasta que sus ojos se detuvieron en el bote de basura. ¡No! Sin dudarlo lo tomó.
―Asco, hombre ―dijo Sowon, pero Marek estaba decidido.
El pánico brilló como meteorito que se precipitaba en mi interior. Todas se acercaron, rostros endurecidos como si estuvieran listas para pelear.
Marek sacudió la comida fuera de la bolsa de caramelos y comenzó a hacer lo que nadie de ningún control de seguridad de aeropuerto ha hecho antes. Desgarró la bolsa abierta y volcó el contenido en el escritorio. Brinqué de la cama y me abalancé hacia la empuñadura expuesta, pero era demasiado tarde. El susurrador siseaba encima de nosotros mientras Marek me empujaba hacia atrás, arrancando pedazos de caramelos que había pegado a él. Yerin dio un paso adelante, pero Yuju la sujetó con una mano en el hombro. Esperaba que Marek y el susurrador pensaran que Yerin estaba enfadada por lo que escondí de ella, y no por el hecho de que el hijo de Shax estaba tomando posesión de él.
Marek no pareció advertir nada de esto. No actuó asombrado o satisfecho o… nada. Con naturalidad abrió la solapa de cuero para revelar el divino metal reluciente que estaba debajo.
―Amigo ―dijo Sowon―. ¿Qué es eso? ¿Qué vas a hacer con él?
El susurrador se había pegado al techo lo más lejos posible de la empuñadura.
Marek cerró la solapa de cuero sobre la empuñadura y la deslizó a su bolsillo antes de responder a Sowon.
―No te preocupes por eso.
Observé las ruedas girando en la mente de Yerin. Se veía dispuesta a atacar. Le di una pequeña inclinación de cabeza, y Yuju caminó ligeramente frente a ella, como si le indicara que no hiciera un movimiento. Por mucho que quería saltar sobre Marek y tomar de vuelta la empuñadura, sabía que era un momento crucial. Aun no podíamos dar muestras de que todos éramos aliadas. Necesitaba ser la única amenaza hasta que tuviéramos reunidas a todos los Duques. Después las chicas Neph podrían tomar la empuñadura por la fuerza. Si tratamos de tomarla ahora, el susurrador saldría volando y nos delataría. Entonces nos veríamos atrapadas en desventaja.
Todavía podríamos recuperarla. Teníamos que hacerlo.
Marek vio a Yerin y movió la cabeza hacia mí.
―Ella la tuvo todo el tiempo. ¿Sabías que nunca debes confiar en una cara bonita? No la pierdas de vista.
―No lo haré ―dijo Yerin, sus ojos alcanzando los míos―. Especialmente ahora.
Marek se giró y dirigió a la puerta, parecía hablar al aire mientras decía:
―La tengo. ―Y salió de la habitación con el susurrador detrás de él.
Todos nos quedamos ahí, aturdidos. Esto cambiaba todo. Por un lado, mi culpa ahora estaba demostrada. Perdí mi mayor ventaja. ¿Qué iba a hacer sin la empuñadura? De repente me sentí pequeña, frágil, e inútil. Mi respiración se dificultaba, se aproximaba un ataque de pánico.
Tomé algo positivo, tratando de reducir mi ritmo cardiaco. Todavía teníamos la sorpresa de nuestra alianza Neph, por más pequeña que pudiera ser. Y tal vez otros Neph se nos unan cuando vean que estamos dispuestas a luchar. No puedo pretender que una enorme fracción de mi confianza ha desaparecido con la empuñadura, junto con la esperanza de que Marek pudiera terminar siendo un aliado, pero no quiero que las demás se sientan tan afligidas como yo.
Vamos a recuperarla, señalé.
Pude decir, por la fiereza en los ojos de todas que estaban de acuerdo.
Después las dos Y’s ensancharon sus ojos al mismo tiempo.
Yuju señaló: Shax le dijo a Marek que eliminara la empuñadura.
Él dijo: Sepúltala en el desierto si es necesario, agregó Yerin, moviendo rápido sus manos.
¡No! ¡Tenemos que recuperarla!
El teléfono de Yerin sonó con un texto. Lo leyó y deslizó el celular nuevamente a su bolsillo.
―En la cumbre en una hora. Una de nosotras tiene que vigilar la puerta todo el tiempo para que no escape.
―Estoy en eso ―dijo Sowon. Fue a la puerta y se apoyó contra ella, cruzando los brazos.
―Nos quedaremos con ella mientras se prepara ―dijo Nayeon, conduciéndome al baño.
Quería que regresara la sensación positiva de paz. Si las iba a dirigir en la batalla, necesitaba tener esa esperanza. Mientras me empujaba en mi pantalón nuevo de cuero negro, la camiseta negra, y una americana de cuero corta, corrí a través del pasaje en mi mente, recordándome el arsenal que tenía a la mano. Me dije que la Espada de la Justicia era solo un apoyo, realmente no la necesito, pero ¡mierda! ¡La quiero! Ha sido mi única arma tangible.
Por el momento subí la cremallera de las botines de cuero negro y me levanté, mi confianza titubeaba de atrás hacia adelante. Las gemelas me observaron, un poco boquiabiertas por mi elección de vestuario. Eunha tenía una media sonrisa impresionada cuando me miró.
Agarré mis cabellos en una coleta alta y fui al espejo para maquillarme. Los demonios podrían etiquetarme como una mercenaria del cielo, pero esta noche no estaría usando alas blancas. Oscurecí alrededor de mis ojos con delineador gris y sombra plateada, ruboricé mis mejillas, y pasé un labial rojo sobre mi boca. El efecto en general era aún más poderoso de lo que esperaba. Sobre la camiseta coloqué el regalo de Yennie, el collar turquesa, el único toque de color que estaba usando.
Sowon entró en el baño en un traje de falda marrón y blusa blanca de manga tres cuartos. Secó su cabello y se puso un poco de laca en aerosol, moviendo pedazos de aquí y allá tratando de lograr un look desordenado pero con estilo. Eunha le quitó la laca en aerosol y roció la parte posterior de su cabeza, haciendo lo mismo con la parte de enfrente. La vi visiblemente relajado bajo su toque.
Una mancha azul llamó mi atención en el espejo, y vi hacia arriba encontrando a Kaidan inclinado contra el marco de la puerta con sus manos en los bolsillos. A diferencia de Sowon, ella llevaba un traje de pantalones ajustados junto a una blusa azul cobalto de escote mostrando la piel pálida de sus hombros, eso hacía que el zafiro de sus ojos resaltara. Tuve que tragar. Pasó una mano a través de su cabello mientras me miraba.
“Voy a beber esta noche, sólo lo suficiente para ocultar el vínculo”, ella me señaló y yo asentí.
Quería besarla de nuevo. Un último beso. Ella debía estar pensando lo mismo porque estaba lista para mí cuando di la vuelta y fui hacia ella, dirigiendo mis manos a sus suaves hombros expuestos.
Su boca era delicada, sabía a buorbón dulce. Tal vez estaba equivocada, pero no me importó si alguno de nuestras amigas Neph estaban observando o cómo se sentían acerca de esto. La única cosa que hizo que me apartara fue el miedo a que los susurradores volaran. Detrás de mí escuché retirarse a las gemelas y Sowon, encendiendo la televisión del baño y subiendo el volumen antes de dejarnos solas.
Yerin me empujó contra el lavabo, besándome profundamente.
Quería decirle que la amaba, pero me sujetó y no me dejaba moverme un centímetro lejos de ella. Dejé mi mente abierta, reflejando el rosa en mi aura emocional sólo lo suficiente para que ella lo viera. Me tomó entre sus brazos.
Cuando me dejó, descansó su frente contra la mía, respirando fuerte. Sabía que estaba asustada. Pude verlo en sus ojos. Levanté mi mano e indiqué: Vamos a ganar esto. Ella contempló el piso entre nosotros, deslizando la lengua sobre sus labios. Cuando levantó nuevamente sus ojos, tiró de mi coleta, haciendo que las capas de mi cabello cayeran pesadamente sobre mis hombros.
―Ahora estás lista ―anunció, inspeccionándome con reconocimiento de sus ojos oscuros.
Asentí. Necesitábamos su ingenio lo suficientemente claro para ser capaz de luchar
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