Capítulo 12: Sueño dentro de un Sueño.
#3 "Sweet Reckoning" (SinRin Ver.)La habitación se quedó inmóvil mientras sus palabras rodaban en mi cabeza. Tuve esa sensación distante que provenía de los sueños; primero la comprensión de que el cuerpo de papá se había ido para siempre, y luego las palabras increíbles que acababa de pronunciar; dándole voz a un sueño que había enterrado hacía mucho tiempo.
―No podemos. ―Negué con la cabeza. No era posible. Si hubiese un vacío, ya lo habríamos pensado. Papá no se daba cuenta del mayor problema―. Tengo que permanecer virgen. La Espada…
―No. Tienes que permanecer pura de corazón, Eunbi ―dijo papá―. ¿Qué es más puro que comprometerse enamorados?
―Pero… ―Miré en dirección a Yerin.
Mis entrañas se retorcieron ante el terror en su rostro a la vez que retrocedía.
―No. ―Su voz fue baja―. No funcionará.
Quise extender mi mano hacia ella, pero se alejó otro paso. Su rostro se endureció en una máscara que conocía demasiado bien, ocultando toda emoción.
―Lo siento, Duque Belial ―le dijo a mi padre―. No puedo casarme.
No dije nada, pero mi corazón se rompió en un millón de pedazos a la vez que su rechazo se estrellaba contra mí.
―¡No seas estúpida, Yennie! ―dijo Eunha―. No hay tiempo para esto. ¡Si eso puede salvarlas, tienes que hacerlo!
―El Duque Astaroth será capaz de ver el vínculo del matrimonio ―señaló Yerin, frustrada.
―Bueno, verá el vínculo de amor entre ustedes dos de todos modos ―contrarrestó. El padre de las gemelas era el único Duque que podía ver los vínculos de las relaciones. Tendríamos que evitarlo a toda costa.
Yennie empujó los dedos a través de su cabello y apartó el rostro. Parecía lista para salir corriendo, los músculos de su espalda tensos.
Obviamente, estar casada nunca había estado en el primer plano en la mente de Yerin, pero su reacción todavía quemaba como un baño de ácido. Si me amaba, ¿por qué no querría dar este paso? Sí, éramos jóvenes, pero no éramos normales. Sí, estas eran circunstancias peligrosas, pero la parte romántica de mí quería que ella lo quisiera todo, peligroso o no.
―Amiga, vamos… ―empezó Sowon.
―No la presiones ―dije―. Si no quiere hacerlo, no debería tener que hacerlo.
―Eunbi… ―Yerin seguía dándonos la espalda, cabizbaja. Odiaba verla así. En especial con una habitación llena viéndonos.
―Está bien ―dije―. Fue una mala idea.
Papá observó cómo nuestra conversación se desarrollaba, silencioso por encima de nosotras.
―No es una mala idea ―dijo Nayeon, luego miró a Yerin―. En serio, Yennie, ¿por qué diablos no?
―Nayeon… ―empecé, pero ella negó y me interrumpió.
―¡Eso es una mierda! ¿Cuál es el problema?
Yerin ahora se dio la vuelta, sus ojos tormentosos.
―Ella no puede atarse a una tipa como yo y esperar salir blanca como la nieve. No funcionará.
Aspiré una bocanada de aire, sorprendida.
―Te ama ―susurró Nayeon―. Y la amas. No vas a manchar su alma, cariño.
Ella sacudió la cabeza.
―Mi pasado tiene que ser tomado en cuenta.
―Tu pasado está en el pasado ―dije, permaneciendo en calma―. Y no va a… contagiarme o algo así. Sabes que no funciona de esa manera.
Su mandíbula se apretó a la vez que miraba la pared.
Empecé a moverme justo cuando la forma ingrávida de mi padre bajó hacia Yerin y la rodeó. Yennie se quedó inmóvil, como si escuchara. ¿Qué le estaba diciendo papá? Seguía escuchando y sacudiendo la cabeza. Parecieron conversar por horas. Ahora Yerin hizo un cabeceo de aceptación casi imperceptible. Quise detener su conversación silenciosa. Por todo lo que sabía, papá podía estar amenazándola, como una vez había hecho cuando quiso que Yennie permaneciera alejada de mí. ¿Había pasado de usar todo su poder para mantenernos apartadas, a querer que nos casemos?
―Necesito algo de tiempo a solas ―dijo Yerin. Sin mirar hacia atrás, abandonó la habitación. Dejé que mi audición especial la siguiera hasta que se detuvo en la terraza exterior.
Miré a las otras tres Neph. Sowon alzó su ceja perforada.
Me giré hacia mi padre y le hablé telepáticamente.
Más vale que no lo hayas amenazado.
Intenté razonar con ella y tranquilizarla.
Pero… si esto era una posibilidad desde el principio, ¿por qué no me lo dijiste?
Supuse que te darías cuenta tú sola. Esto era lo que esperaba que sucediera entre la hija de Alocer y tú.
Espera. ¿Había querido que me casara con mi amiga Yuju? ¡Ugh! Le di la espalda, irritada. La enorme forma del espíritu de papá se movió en frente de mí.
Supe que la hija de Pharzuph tendría reservas. Intenté retirarme y darles a ustedes dos espacio, pero ahora ya no hay tiempo. Le dije que si te ama, tiene que casarse contigo.
―Diablos, sin presiones, papá ―le dije en voz alta.
A veces las personas tienen que ser presionadas para hacer lo correcto, me dijo solamente a mí, sin ningún arrepentimiento.
―Tengo que hablar con Yennie. ―Me alejé de papá y pasé a las otras. Di un par de giros equivocados, la casa de Sowon es enorme, y cuando llegué a las puertas traseras, Yerin estaba entrando. Debió haberme escuchado. Para mi alivio, extendió su mano y tomó la mía, llevándome por un tramo de escalera alfombradas y dentro de una cueva de oscuridad.
―Esta es mi habitación preferida ―dijo en voz baja.
Ajusté mi vista y vi que era un mini teatro con cuatro fila de asientos. Las paredes estaban cubiertas con carteles de películas antiguas y fotos de actrices pin-up de hace mucho tiempo cuando era considerado poco atractivo ser delgada.
La habitación era evocadora e íntima. Tomamos asiento en la fila del fondo, sin soltar nunca nuestras manos.
―Mira ―empecé―. No sé lo que papá te dijo, pero no dejes que te presione. No tienes que hacerlo. Encontraré una manera de esconderme de Pharzuph.
Pareció resignada.
―No puedes esconderte para siempre de él.
―Sí, pero no quiero que esa sea nuestra única razón para casarnos.
Bajó sus ojos a nuestras manos, dejando que mechones de cabello oscuro ocultaran su cara.
Intenté convencerme de no desanimarme, pero fue difícil. Hablar de matrimonio como una propuesta de negocio o un medio para un fin… era deprimente. Sí, en cierto punto nos mantendría a salvo, pero nuestros corazones tenían que estar en ello o sería una farsa, no un arreglo nacido del amor.
Empecé a ponerme de pie.
―Voy a decirle que no.
Los ojos de Yerin se lanzaron hacia arriba, salvajes, y sostuvo mis manos con más fuerza.
―¿No quieres casarte?
Me volví a se
Comments