Capítulo 26: ALIADAS
#3 "Sweet Reckoning" (SinRin Ver.)Presioné mi cuerpo contra el suyo.
Me tomó por los hombros e intentó alejarme, gentilmente, negando, pero mis manos insistían en tocarla.
Nada más en el mundo existía en ese momento. Solo nosotras. Nada más importaba. La quería. La amaba.
―No ―dije cuando intentó agarrar mis manos. Rápidamente cubrió mi boca con mano y habló bajo contra mi oído.
―Cá-llate. ―E incluso eso era y.
Quería que su mano en mi boca fueran sus labios. Dejé de intentar pegarme a ella, y concentrarme en su mano. Presioné mis labios contra su palma, mirándola mientras lo hacía. Su respiración era entrecortada. Tomé uno de sus dedos y lo besé lentamente. Se alejó y pasé mi lengua lentamente por la punta de su dedo.
―Ah, demonios ―susurró. Había un brillo en sus ardientes ojos, y alejó su mano de la mía.
―Por favor ―urgí. Levanté las manos y jalé mi cola de caballo suelta, dejándola caer y que el cabello cayera a mi alrededor.
―Te voy a atar si no te comportas ―me advirtió.
―Ah, eso te gustaría, ¿no?
En un destello me agarró, girándome y estrellando mi espalda en las enormes puertas del centro de entretenimiento, haciendo un sonido fuerte, besándome fuerte y presionando todo su cuerpo contra el mío. Le di la bienvenida a sus manos y boca caliente. Caminamos hacia el sillón, donde caímos y me besó con una pasión que eliminaba todo pensamiento. Yacía en una nube de felicidad, mi cabeza un sobresalto de satisfacción, mi cuerpo en su elemento contra ella. Ella era todo lo que necesitaba.
―Estamos a punto de tener compañía ―dijo, pero no dejó de besarme, besando mi cuello, tocándome en todos lados.
¿Compañía? Pero eso no significa que teníamos que detenernos, ¿o sí? Eso solo estaría mal.
Hubo una cadena de toques insistentes en la puerta, pero Yerin le murmuró a quien sea que estuviera ahí, que se fuera. Sus manos se encontraban arriba en mi camisa, vibrando contra mi piel, haciéndome jadear y gemir.
―¡Ya! ―gritó una voz femenina conocida―. Abre la maldita puerta.
―Ocupado. ―Yerin mordió mi labio inferior con un mordisco, y un estremecimiento me recorrió.
―Cuantos más mejor ―dijo Sowon. Su voz no sonaba completamente bien.
Hicimos una pausa y nos miramos. Intentaban detenernos.
―Solo ignóralas ―dije. Agarré su camisa y la halé, levantándome para besar la piel en su pecho.
Gimió, y me besaba de nuevo.
―No dejes a esa desagradable tomar ventaja de ti, hija de Pharzuph.
¡Eunha! El enojo me movió e intenté sentarme, pero Yennie me empujó hacia abajo. Grité en dirección a la puerta:
―A quién llamas desagradable, tú…
Yennie estampó su mano contra mi boca y yo forcejeé con ella.
Y ahí estaba la voz moderada de Yuju que habló, pareciendo aclarar la cabeza de Yerin por el segundo que le tomaría apalancarla de mí y traerla de regreso a sus sentidos.
―Abre ―fue todo lo que Yuju tuvo que decir.
Yerin se levantó abruptamente, estremeciéndose mientras me daba otra mirada yaciendo ahí, todavía queriéndola. Luego recargó su cabeza contra el centro de entretenimiento por un largo momento antes de ir a la puerta. Yo no me podía mover.
Escuché a las cuatro invitadas entrando y me sentí furiosa con ellas por entrometerse. Parecían molestas con Yerin, todas haciendo señas demasiado rápido para mí, pero reconocí precaución y estúpida.
Lo que sea.
Agarré la cerveza de la mesa de café y la bebí toda. Todas venían a la sala. Sus voces eran entusiasmadas, pero cuando me giré para mirar, sus caras estaban serias.
Yerin miró la botella vacía en mi mano y endureció su mandíbula.
―¡Alguien ponga algo de música! ―dijo Nayeon, llegando al privado en el que me senté.
―¡Ecsacto! ―arrastré las palabras―. He estado intentando decir eso.
Nayeon presionó sus labios juntos como si intentara no reírse, pero no sabía qué era lo divertido.
Alguien abrió las cortinas, dándonos una súper vista de la ciudad. Música fuerte llegó, y las hermanas se pararon frente a la pared hecha completamente de vidrio, bailando para que todo Las Vegas las viera. No eran muy buenas con las apariencias, considerando que desde el ángulo correcto fuera del hotel, cualquier Duque sería capaz de vernos claramente con su visión extendida.
―Ven aquí. ―La voz de Nayeon era seductora mientras encorvaba un dedo hacia mí, y fui.
No tuve que hacer mucho, ya que Nayeon bailó a mi alrededor, rozándose contra mí, escabulléndose todo el camino hacia el suelo y de regreso arriba sin esfuerzo con sus manos contra los lados de mi cuerpo. Puse mis manos debajo de mi cabello y lo levanté, moviendo mis caderas al ritmo. Cuando miré hacia Yerin parada en la barandilla con las otras chicas mirando. Vi aún el fuego en sus ojos.
Eunha fue hacia la barandilla, tomó la mano de Sowon, y la haló. Bailó con ella y eso fue, de lejos, la cosa más sensual que hubiera visto. Sowon seguía pareciendo como si quisiera besarla, pero ella se mantuvo a tres centímetros de distancia de su boca y cruelmente se giró, llevando su cabello a su rostro. Nayeon apareció detrás de Sowon, y las gemelas bailaron con ella en medio. Sus movimientos eran tan parecidos que juro que debieron coreografiarlo. Si estas dos hermanas ponían su mirada en un chico con una relación, él no tendría mucha elección.
Yerin apretó un botón en la pared, y electrónicamente las cortinas comenzaron a cerrarse. El segundo en que estuvieron cerradas, el baile se detuvo, y las gemelas se alejaron, dejando a Sowon parada con sus brazos abiertos a los lados, en una forma “¿qué pasó con eso?”.
Me reí tanto que casi me caí. Se acercó y estiró sus nudillos hacia mí. Perdí el primer intento, pero eventualmente fui capaz de golpear su puño con el mío.
―¿Alguien quiere un trago? ―pregunté fuertemente sobre el sonido de la música.
―¿Qué has tenido? ―preguntó Sowon.
Abrimos las puertas de la nevera y encontramos que tristemente se nos acabaron las botellas de licor. Pero había bastante vino y cerveza.
―Toma, Sowon ―dije―. Sé que quieres festejar. ―Intenté lanzarle la botella de cerveza, pero se cayó y se rompió, haciendo un ruido sibilante por todo el piso. Como todo lo demás, era desordenado en mis ojos y merecía una risa. Sowon negó con la cabeza e hizo tsk por un lado de su boca.
―Yo agarro la mía esta vez. ―Se estiró y sacó una, girando la parte superior y lanzando la tapa a Yerin, quien la pateó un lado.Yuju levantó la botella rota y la lanzó lejos, luego lanzó una toalla en el punto.
Busqué a Chaeyeon, pero no se encontraba con ellas. Quería preguntarles dónde se encontraba, pero algo inexplicable me contuvo de hablar.
Eunha tomó una botella en miniatura de vino. Ella, Sowon y yo levantamos nuestras bebidas para decir salud, y antes de que mi boca se llenara con el primer trago, la botella fue sacada de mi mano. Tragué y jadeé.
―Oye ―grité―. Dame eso… ―La mano de Yerin cubrió mi boca y me dio una mirada dura. Quería hacer un berrinche. ¿Por qué estaba siendo tan grosera?
Solo nos queríamos relajar antes… ¿antes de qué?
Eunha bufó, demasiado divertida por la pelea entre Yerin y yo. ¿Se reía de mí? Rabia por todas las cosas que alguna vez me dijo me hizo arremeter contra ella, pero brazos fuertes me atraparon por detrás. Yerin aún me tenía fuerte por la cintura, y la pateé, queriendo pelear también con ella. Mi única satisfacción era la pura sorpresa en su cara y el hecho de que ya no se reía.
―Cálma-te ―gruñó Yerin en mi oído. Me tranquilicé, pero aún respiraba pesadamente.
Todas se pararon ahí y nos miraron. Sowon tomó el brazo de Eunha y la jaló lejos de mí. Yerin pateó la nevera para cerrarla e hizo ese movimiento de cortar garganta hacia las otras, señalándome. Subió por los escalones al nivel de la habitación que dominaba la suite. Parecía angustiada. ¿Se encontraba enojada conmigo? No debíamos haber peleado por… ¿por qué peleábamos? ¿Por qué me encontraba tan molesta?
La música sonaba, sacudiendo aún más mis pensamientos. Por un momento me sentí perdida y confundida, y todo lo que quería era a Yerin. Subí las escaleras y me paré frente a ella, recargándome en el barandal. Me miró sin sonrisa.
Pasé mis manos por su cuello y hacia abajo por sus brazos. Se congeló y cerró los ojos. Alguien tomó mi brazo.
Nayeon me jaló hacia abajo en su regazo en la cama y negó con la cabeza hacia mí. ¿De qué se trataba eso? ¿Por qué sus ojo
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