Tres: Una vez que me enamore

Miyeon P.O.V

—No quiero imaginarme estar con alguien. — Continuó hablando, entonces miro el suelo con una sonrisa sin dejar de prestarle atención. — Quiero estar con alguien que amo de verdad, y el hecho de imaginarme con alguien más, me hace pensar que estoy engañando a mi futuro amor. — Si creía que los ojos de Shuhua demostraban inocencia, entonces tenía razón... Shuhua era una chica llena de inocencia. Creía que pensar en otra persona era infidelidad al amor de su vida.

—Es verdad.— pude decir, intentando ponerme en sus zapatos. — Supongo que si de verdad amas a alguien no tendrías por qué imaginarte con alguien más.— Logré ver una curvatura en sus labios, mostrando esa linda sonrisa. —Fue un gusto conocerte Miyeon, pero me temo que mi abuela me debe estar esperando. —Por un momento sentí tristeza, no quería dejar de estar en su compañía.

—Pero si quieres puedes venir a cenar. —Mi rostro se iluminó, fue una sorpresa. —Creo que me agradas, mi abuela ya te conoce y... — volvió a rascar su cuello. —Y me gustaría poder pasar mi tiempo aquí con alguien más que no sea mi vieja abuela, no me ubico tanto aquí. — Pequeñas carcajadas salieron de mi boca —¿A las 7 te parece? —preguntó, asumiendo que yo estaría de acuerdo.

—Nos vemos. — Dije cuando salió de la puerta de mi casa. No necesitamos muchas palabras para comprendernos.

Entonces me senté en el sofá y procesé todo lo que acababa de pasar, ¿Qué estás haciendo Cho Miyeon? ¡Vamos Miyeon, solo iré a cenar junto a su abuela! Además, solo es atracción física y nada más! Debo dejar de hablar conmigo misma.

—

Decidí dar una vuelta por el supermercado local para llevar helado, ¿Era lo menos que podía hacer, verdad? Llevar el postre a una cena a la que fui invitada a última hora.

Toque lentamente la antigua puerta de Yoonje, no era la primera vez que estaba aquí, ya que varias de las cenas de profesores se hacían en la casa de Yoonje, entonces ese hermoso rostro me abrió la puerta, claro que esta vez vestía distinto, llevaba una polera color amarillo pastel y unos jeans ajustados negros que la hacían ver más delgada aún, su pelo estaba tomado en una cola de caballo bastante desordenado. Yo igual había decidido dejar mi vestido de lado, ya que luego del atardecer se volvía más frío con la briza marina, ahora llevaba unos jeans ajustados, botas y un sweater blanco. Nos veíamos bastante parecidas a nuestra propia manera.

—Miyeon. — sonrió muy cordialmente.

—Hola Shuhua. — Respondí con una sonrisa similar.

Caminamos al comedor donde me encontré con mi colega ordenando algunas revistas. —Hola Miyeon, me alegra que Shuhua se hiciera amiga de ti cariño. — La señora Yoonje siempre ha sido una buena amiga, pese a la diferencia de edad, ella era como una madre para mí, ya que mis padres vivían muy lejos. Ella me ha ayudado mucho, sobre todo cuando recién llegué aquí.

Nos sentamos en la gran mesa, Yoonje había cocinado pescado con ensaladas, una comida típica local.

—Si hubiera sabido que había pescado habría traído vino. — Comenté ya que todos sabemos que no hay mejor acompañante para un pescado que un delicioso vino blanco, entonces Yoonje me sorprendió poniendo la botella en la mesa. Por supuesto que tendría todo bajo control.

—Querida, la vieja Yoonje siempre está preparada, un delicioso vino de colección y un saludable vaso de agua para mi pequeña Shu. – Ví como la menor se sonrojaba al escuchar su sobrenombre. Me pregunté si alguna vez Shuhua había bebido alcohol, probablemente sí, ya que los jóvenes de hoy en día suelen hacer de todo.

La mesa estuvo llena de conversaciones, desde viejas historias de Yoonje hablando de sus tiempos de gloria como jugadora de voleibol, historias de Shuhua comentando cómo iban sus entrenamientos (En esta casa aman el deporte) y yo comentando cómo iban mis clases como profesora de literatura.

—Mi Shuhua aquí, es una muy buena lectora – comentó Yoonje, orgullosa. — Si no fuera tan buena en voleibol probablemente la obligaría a estudiar el triple. – Yo reí a la forma en que Yoonje trataba a Shuhua, era como si para la abuela, su nieta aún tuviera 5 años.

Después de muchas conversaciones Yoonje comenzó a sentir la fuerza del vino y Shuhua decidió acostarla un rato en su habitación, haciendo que quedemos las dos solas en el comedor.

—Lástima.— Comenté —Estoy segura de que el helado le hubiera encantado. — Al haber dicho eso, los ojos de Shuhua se iluminaron. Tal vez le gustan mucho las cosas dulces.

—¿Helado? — Preguntó casi como sorprendida.

—Sí, tu abuela lo puso en el refrigerador. — Entonces la delgada chica corrió al refrigerador, de inmediato sonreí, ella sacó dos cucharas y luego quitó una manta del sofá. Se quedó parada frente a mí con todo eso en sus manos y aquella sonrisa que era tan pegajosa.

—¿Te gustaría ir a la playa?

Y así fue como terminamos las dos sentadas en la arena, con una manta sobre nuestras piernas mientras comíamos a cucharadas el helado de chocolate.

—Extrañaba esto. — comentó Shuhua.

—Es imposible no extrañar un lugar tan hermoso como este. — Respondí, realmente la brisa en tu rostro y la imagen de las olas chocando contra la playa eran una de las imágenes más bellas. Además la gente era muy amable y acogedora. Un lugar completamente único.

—¿Qué te gusta hacer? — preguntó Shuhua, yo sonreí pues hace mucho nadie me preguntaba ese tipo de cosas. No sé si es porque dejé de conocer gente nueva o porque ya nadie se interesaba en mi vida.

—Me gusta leer, aunque pueda que eso ya lo sepas, me gusta enseñar, me encanta dar clases, me gusta escribir y me gusta mucho nadar ¿Qué hay de ti? — Miré su perfil delicadamente y me llevé una cucharada de helado a la boca.

—Me gusta tomar fotografías, me gustaría tener un estudio cuando sea mayor, poder viajar por el mundo a tomar fotografías, escribir sobre ellas quizá... luego de eso me gustaría enseñarle a los jóvenes como jugar voleibol. Algo como lo que hace mi abuela. — Sonreí al escuchar los sueños de una chica tan joven, entonces decidí molestarla un poco.

—Creí que a Yeh Shuhua no le gustaba soñar – Su mirada ahora se fijó en mí con una sonrisa molestosa.

—Me da miedo. — Confesó. —Cuando mi mamá murió tuve mucho miedo, tengo sueños. — Aclaró un poco nerviosa y nostálgica. —Es solo que temo pensar mucho en ellos y que no se hagan realidad, que no tenga el tiempo suficiente para cumplirlos. — Instintivamente puse mi mano sobre la suya — No tienes que tener miedo Shuhua, todo pasa por algo y pese a lo triste que fue tu pasado, debes mirar adelante y vivir por tus sueños, dejar que sean infinitos.— Comenté, intentando que mis palabras le ayude a dejar de pensar de esa forma.

Ella no dijo nada, pero pude ver que su mirada cambió, estaba más frágil, acaricié su espalda y ella recostó su cabeza en mi hombro.

—Esto. —Dijo.

—¿Hmm? — Murmuré, un poco confundida.

—Esto que estamos haciendo ahora. — Seguía sin entender a lo que se refería, entonces me miró directamente a los ojos. El cuerpo entero se me detuvo.

—Una vez que me enamore, estar así con alguien… Es una de las cosas que quiero hacer. — No pude evitar sonreír a lo que dijo. Me sentí privilegiada.

—¿Qué hay de ti? — Preguntó.

—No sé si pueda hacerlo ahora. — Confesé, mis ideas estaban completamente fuera de lugar.

—¿Y eso por qué? — Su mirada era confusa y nuevamente con esa inocencia que tanto la caracteriza.

—Una de las cosas que siempre he querido hacer, es besar a alguien bajo las estrellas frente al mar, pero supongo que tendré que seguir soñando hasta que eso pase algún día. —Nunca pensé que yo sería capaz de confesar algo así, sobre todo con alguien que conocía hace tan poco, ni menos que me sentiría tan atraída a ella.

Entonces sentí un par de labios en los míos, al principio quede paralizada, si bien nuestros labios solo se tocaron por una milésima de segundos, mi corazón ya había explotado en un millón de formas posibles

—¿Para qué soñar si puedes hacerlo? — preguntó y suspiré inmediatamente. Shuhua era más atrevida de lo que pensaba.

Entonces ahora fui yo la que tomó la iniciativa y acabé con la distancia entre nuestros labios.