Capítulo 8.- Perdón

Tú eres el cielo que jamás podré tocar

El letrero enorme colgado -con una animación muy al estilo "Jean Carlo"- le indicó que había llegado, las manos empezaron a sudarle y el pánico comenzó a recorrerle, con un profundo respiro se paro en la entrada. Soltó el aire lentamente y empujo la puerta de cristal.

Sus ojos vagaron por el local, no había cambiado nada y eso le hacia sonreír con nostalgia, busco con su mirada aquella mesa, la usual, donde siempre se sentaba con su hermana mayor para reír por las payadas que se les ocurría.

Volvió a sonreír nostálgica ante los recuerdos y sin más, conecto con aquellos ojos castaños. Trago en seco y con paso titubeante avanzo en su dirección.

Cada paso que daba le parecía una eternidad, algunas persona le observaron y otras seguían envueltos en sus conversaciones, el ruido era sofocante al igual que el oxígeno a su alrededor y el pulso no hacía más que acelerarse cada vez más. Sabía que aquellos ojos castaños, no le abandonaban y cuando estuvo delante de ella. Todo se congelo.

—Taeyeon... —fue el susurro estremecedor que abandonó su hermana mayor, la escaneaba de pies a cabeza, percatándose de su delgadez, sus ojeras, su piel pálida y de los nervios que no la abandonaban ni un instante.

—Hola —fue lo que salió de sus propios labios temblorosos, bajo la mirada, de repente se sentía una extraña delante de ella y ese sentimiento de vacío flotaba poco a poco.

Sin siquiera esperarlo, unos brazos la envolvieron por completo, tensándola en el acto, dejándola inmóvil y con los pensamientos desconectados, aquel contacto tan cálido le llenaba el interior de alegría, pero también de tristeza contenida y sin siquiera planearlo, sus ojos se cristalizaron, el nudo en su estómago subió hasta su garganta, casi asfixiándola y sus labios temblaron.

Y se quedó ahí, de pie, recibiendo aquel abrazo que no correspondió porque simplemente sus funciones no daban señal. Su hermana se aparto, mirándola fijamente a los ojos con lágrimas en los suyos, Taeyeon trato de bajar aquel nudo para no desmoronarse en ese momento.

—Mi pequeña —era lo que su hermana decía mientras acariciaba su mejilla con afecto.

Solo el ruido de los demás comensales era lo que podían escuchar, porque ellas se habían quedado en silencio, simplemente observándose, una buscando una explicación en la mirada de la otra y la otra, solo tratando de evitar que sus lágrimas no cayeran y tratando de ocultar su dolor.

Ambas se sentaron, aun en silencio y uno de los camareros al fin se acercó a aquella mesa silenciosa, con una amable sonrisa les entrego la carta-menú del local y se retiró unos minutos para que ellas pudieran verificar que es lo que pedirían.

No miraron el menú, simplemente seguían observándose la una a la otra, con miles de sentimientos e incógnitas revoloteando en su interior.

—¿Qué es lo que pasó? —Rompió el silencio Hyoyeon, sus ojos reflejaban la preocupación absoluta.

Taeyeon trago, apartando la mirada de su hermana y decidió que era más interesante ver a las personas a su alrededor que verla fijamente. Se encogió de hombros y volvió a tragar.

—Taeyeon... por favor, háblame —imploro la mayor y en ese momento, la menor le observo con pánico, era difícil hablarlo con alguien más que no fuera Tiffany y aún cuando era su hermana, ya había perdido por completo la confianza en ella.

En ese momento el camarero apareció, con aquella amable sonrisa que a todos los clientes les ofrecía y levanto sus pedidos para luego marcharse. A pesar de ser una heladería, podían encontrarse de todo y eso era suficiente para que le encantara ese lugar a Taeyeon.

—¿Ya no confías en mí?—Aquella pregunta salió hiriente y Taeyeon bajo la vista hacia la mesa.

Con un suspiro cansado, Taeyeon comenzó a jugar con sus manos debajo de la mesa. Sus pensamientos iban a mil, eran tan rápidos que la cabeza comenzaría a dolerle en cualquier momento, pero se planteó una cosa, alzando la vista, observó a su hermana detenidamente. ¿Qué le detenía para contarle?

Ella tampoco lo comprendía, en el pasado podía contarle hasta su secreto más vergonzoso, pero ahora, ¿Qué había cambiado?

Arrugó su entrecejo, inundada en sus pensamientos y supo en ese momento que ella era la que había cambiado, no los demás y era ella quien desconfiaba de todos ahora, incluso de su única hermana. Mordió su labio y volvió a bajar la vista.

Suspiro nuevamente y dijo—. Lo siento... —su tono bajo apenas fue escuchado por la mayor—. Hablarlo me es difícil —agregó—. Yo... —calló un segundo—, es doloroso —alzó la vista, dejando a su hermana ver sus orbes opacados por los recuerdos.

Antes de que Hyoyeon pudiera decir algo, el camarero volvió con sus órdenes, dejándoselas en la mesa y alejándose. Ambas se enfrascaron en el helado delante de ellas, pero todo residía al meollo del asunto.

—Te enamoraste... —soltó Hyoyeon en afirmación y eso detuvo al instante a la menor, quien no aparto la vista del helado—, o ¿Fueron los problemas en casa? —Le seguía viendo fijamente y los músculos de Taeyeon se tensaron.

Todo, absolutamente todo estaba relacionado, pero más que nada, fue la ignorancia de sus padres, del abandono de las únicas personas que ella creía nunca la dejarían y ellas fueron las causantes de su dolor, de ese dolor que la atormentaba. Su barbilla tembló sutilmente y los ojos volvieron a cristalizarse.

—Fueron ellos, ¿Cierto? —Soltó. Taeyeon se sentía pequeña en su asiento, estaba claro que Hyoyeon sabia más de lo que ella pensaba y eso la asustaba—. Perfecto —soltó con ironía—. No solo te hirieron, si no que te destrozaron —decía con dolor.

Volvieron al silencio, el nudo cada vez era más insoportable de contener.

—Y-yo... —su boca se secó al decir aquellas palabras y comenzó a jugar con la cuchara dentro del helado—. Lo siento —repitió, eso era lo único que podía decir para disculparse por sus actos suicidas.

Las manos de Hyoyeon se estamparon en la mesa en un golpe seco, la asusto y al instante conecto con aquellos ojos, la chispa de la furia crecía en ellos y Taeyeon tuvo que recargarse en el respaldo de la silla donde se encontraba. Ese golpe había llamado la atención de varias personas, que seguían atentas a los movimientos de la mayor.

—¡Deja de disculparte! —Le espetó con rabia—. Tú no eres culpable —le increpó y sus ojos se inundaron de lágrimas. Taeyeon se quedó sin reacción al verla desmoronarse delante de ella—. T-tú... —tartamudeó—, mi pequeña hermana... —su voz rota decía—. Has sufrido tanto y yo... —se señaló a ella misma—. Me aleje —dijo culpable—. No se... —trató de controlarse—, que habría hecho si en aquellos intentos de suicidio te hubiera perdido. —Sintió un golpe directo al corazón con aquello—. Habría muerto contigo —sollozó.

El corazón de Taeyeon palpitaba incansablemente y sus ojos desbordaban las lágrimas silenciosamente, resbalándole por las mejillas. No esperaba que su hermana se sintiera de aquella manera, en realidad, no esperaba que alguien llorara si ella moría.

—Hyoyeon... —musitó.

—¿Por qué callaste? ¿Por qué no gritaste como te sentías? ¿Por qué lo guardaste todo para ti? —Le recriminó. Taeyeon bajo la vista empañada por las lágrimas, el helado, era lo menos importante ahora—. ¿Por qué no les dijiste a mamá y a papá que te hacían daño? —Pidió. Limpió las lágrimas que no dejaban de escurrirle por los ojos y pasó saliva para calmarse—. La Sra. Rodríguez me dio el diagnóstico del psicólogo. Ella. La única persona que se preocupó y estuvo al pendiente de ti —trató de que su voz saliera correctamente—. Una depresión —espetó y sonrió tristemente—. El mundo se me callo al instante, me sentí perdida y fría al saber que querías matarte.

Taeyeon limpió sus propias lágrimas y se atrevió a alzar nuevamente su rostro. No sabía que pensar, no sabía que decir y mucho menos podía controlar todos esos sentimientos que la descontrolaban. Las manos de Hyoyeon se volvieron puños y aquellos ojos húmedos por las lágrimas, lanzaban chispas de odio.

—Ellos tienen la culpa —soltó fríamente—. Ellos te descuidaron, te dejaron, te lastimaron y se olvidaron de tu existencia —dijo con odio—. Te dieron el peor castigo y eso no puedo concebirlo —espetó—. Si tan solo... —la impotencia pintaba matices en su voz—, hubieran dejado esa mierda de orgullo, esa hipocresía, el miedo al "que dirán" que tanto les atormenta —cerró los ojos y apretó su mandíbula—. Tu estarías bien... —volvió a verla de pies a cabeza—. Y no estarías así.

Nuevamente cayeron en el silencio, solo los ruidos a su alrededor florecían, pero ellas, no decían absolutamente nada, el ambiente era triste, frustrado y culposo. Taeyeon miraba fijamente sus manos y su hermana, respiraba profundamente para calmarse.

—Me enamoré de una de mis compañeras del Instituto —comenzó Taeyeon—. No sabía nada al respecto del amor y caí ante el... —su mirada era vacía—. Las discusiones en casa me atormentaban todas las noches cuando mamá y papá estaban ya en casa, discutían por absolutamente todo, se culpaban entre ellos y omitían el hecho de que yo estuviera ahí —dijo—. Me olvidaba de todo con ella, era mi escape, ella me brindo aquel apoyo y cariño que no tenia de mi familia, ella se volvió la persona más preciada para mí —suspiró.

Hyoyeon, prefirió guardar silencio, escuchar lo que su hermana tenía que contarle y morderse el labio al ver que aquellos ojos que en el pasado rebosaban de vida, ahora parecían opacos en soledad.

—Cuando aquel sentimiento me atormento, quise contarte, pero entonces... —tragó y la observó fijamente con dolor—. Ya no respondiste —dijo—. Revele a mis padres mi secreto, lo hice porque habían descubierto nuestro romance y aun sabiendo el miedo a decir la verdad, los enfrente —sonrió irónica—. Arriesgue todo para que ella me dejará y obtuve el repudio de mamá, y papá en se mismo día. Todo cambio, ellos me ignoraron a tal grado de no existir ante ellos, comenzaron a trabajar más, a viajar y dejaron a la Sra. Rodríguez a mi cuidado.

Suspiro profundamente, necesitaba respirar, todo aquello la sofocaba.

—No sé... —se encogió de hombros—. Todo se volvió negro para mí, a nadie le importaba y el primer pensamiento suicida apareció —sonrió de una manera que estremeció a Hyoyeon. La observó—. Solo quería dejar el dolor que me carcomía, total, a nadie le importaría si seguía con vida o no...

Hyoyeon se sacudió en su lugar del pánico, no era agradable escuchar todas aquellas palabras de su hermana menor, de aquella joven alegre que ella recordaba, Taeyeon había cambiado tanto en tan poco tiempo y eso la perturbaba. Seguía escuchándola, atenta a cada una de sus palabras, derramando lágrimas de sufrimiento por su pequeña hermana. Realmente no se imaginaba cuanto sufrimiento pudo haber pasado ella sola.

Taeyeon le había contado todo, incluyendo la heroica hazaña de Tiffany, pero siempre callando el nombre de Ji Eun.

Todo parecía ahora estar en orden, ahora ambas estaban calmadas, el helado delante de ellas estaba completamente derretido y ninguna quiso ordenar algo más, afuera el sol comenzaba a bajar y el local comenzaba a recibir estudiantes que lo frecuentaban.

—Deberíamos irnos —dijo Hyoyeon y Taeyeon simplemente asintió a su pedido. Se pusieron de pie y dejando el pago de los helados en la mesa, avanzaron lentamente a las puertas de cristal que las sacaría de la heladería.

El viento golpeó sus rostros cuando salieron y un largo respiro por parte de Taeyeon, le dijo que era libre. Cerró los ojos y sintió que todo estaba bien.

Ambas caminaron en silencio, primero era una dirección desconocida, pero inconscientemente sus pies las dirigían a casa, envueltas en un agradable silencio. Cuando estuvieron afuera, Taeyeon cayó en la cuenta de que Hyoyeon se había ido con ella y le entro desconcierto, no quería que su padre le gritara algún improperio, pero fue sorprendida por la mayor cuando le tomo la mano y la encamino a la entrada, abriendo la puerta e ingresando.

—Hyoyeon —dijo nerviosa, mirando en todas direcciones que su padre no saliera y le gritara algo.

—Ven, vamos —le mostró una sonrisa y Taeyeon se quedó sin habla. Hacia tanto que no veía aquella sonrisa cariñosa que solo su hermana mayor podía darle.

Por un momento Taeyeon sintió calma, todo estaba tranquilo y pensó que sus padres, tal vez aún no habían llegado del trabajo. Se dejó guiar por la mayor a través del pasillo, dirigiéndola al despacho de su padre, se estremeció y por reflejo se detuvo, pero nuevamente fue halada por su hermana. Tragó cuando la puerta fue abierta, eran intrusas en ese lugar, el lugar que a su padre no le gustaba que perturbaran.

Todo estaba completamente oscuro, pero de pronto y en algún lugar de la habitación, una potente luz fue disparada hacia una de las paredes, imágenes comenzaron a reproducirse y al instante cayó en la cuenta de que se trataba de un proyector.

Sus manos comenzaron a sudar y soltó la mano de su hermana para secarse las propias en sus jeans. Las imágenes le hacían latir el corazón rápidamente, los recuerdos la golpeaban, pues eran imágenes preciadas, imágenes de aquellos momentos más felices de su vida, de cuando era una niña y no había nada en el mundo que la dañara, pues estaba bajo el manto protector de aquellas dos personas que la sostenían en la imagen mostrada.

Trago saliva y humedeció sus labios, sus ojos se comenzaban a humedecer con cada una de las imágenes, con cada recuerdo que su mente le traía de regreso y una sutil sonrisa nostálgica comenzó a tirar de sus labios. Todo aquello la hacía conmover y lanzarse a llorar como una infante.

Un video comenzó a reproducirse, era ese en especial, ese donde por primera vez en su vida, había conocido el mar, la alegría desbordaba de su pequeño rostro y en el de su hermana mayor también, las sonrisas estampadas en el rostro de sus padres le hicieron soltar la primera lagrima, el video seguía reproduciéndose y en él, Taeyeon corría por la arena siendo seguida por su padre, riendo a carcajada limpia y siendo atrapada para luego ser lanzada al aire por el mismo.

Su interior la sacudió y no pudo más con sus lágrimas. Aquel video llego a su fin, mostrando a su padre mientras le daba un beso en la mejilla para abrir paso a otro, en este su madre le peinaba mientras ella hacía una rabieta porque no le gustaba usar dos coletas, eso le saco una risita.

—¿Recuerdas esos momentos? —Escucho y aquel nudo en su estómago creció. Asintió con la cabeza y continúo con la vista fija en las imágenes. Eran los recuerdos más valiosos de su vida, recuerdos a los cuales le gustaría volver.

Videos siguieron reproduciéndose, así como imágenes de ella y su hermana de niñas, haciendo caras graciosas a la cámara, caras sorprendidas cuando su padre les llevaba algún regalo o aquellos mimos que su madre les daba.

Hasta que las grabaciones se detuvieron en uno de sus cumpleaños, en su cumpleaños número once, ese fue el último video y fiesta que tuvo. Ella, una niña que no comprendía los problemas matrimoniales, que no sabía absolutamente nada de ello, fue afectada inconscientemente por ellos.

Los problemas empezaron cuando su padre le fue infiel a su madre con su propia secretaria, al ser descubierta la infidelidad, las discusiones empezaron, los arrebatos y los gritos, todo delante de las menores, dañando psicológicamente a ambas, cada una tenía una manera de autodefensa, cada una trataba de manejar la situación a su manera, pero de las dos, la más afectada fue Taeyeon. El cambio tan radical que hubo en el matrimonio fue tal, que ellas mismas en ocasiones los veían como extraños, ya no había mimos o cariños de su parte y pareciese que ya no amaban a sus hijas.

Hyoyeon, la mayor de las dos, tuvo que madurar rápido, fue ella quien dio cariño a Taeyeon y la protegía cuando sus padres empezaban con sus peleas, la distraía o le cantaba, ella comenzó a hacer el rol de madre para la menor.

Sus padres cayeron en el error de guardar las apariencias a costa de su familia, a costa de la propia felicidad de las menores, a costa de todo, para ellos era muy importante que los siguieran viendo como la familia modelo que presumían ser, como la familia que todo mundo quiere ser, pero esa farsa solo era cuando estaban fuera porque dentro de las cuatro paredes de aquella casa, las máscaras caían.

Conforme crecían, cada una formaba su carácter, sus actitudes, su personalidad. Solo ellas sabían con quienes podían ser ellas mismas.

Lamentablemente, el orgullo, la prepotencia, las habladurías y la sociedad, fue lo que más importo para los progenitores de estas hermanas, en ningún instante se detuvieron a pensar en sus hijas, en el sufrimiento que ellos mismos les estaban ocasionando, en la soledad en las que las habían dejado, en la protección que les habían quitado. Incluso, cuando sus hijas dijeron su más grande secreto, ellos actuaron de una manera errónea.

Corrieron a la mayor de sus hijas, pero a la menor... con ella no fueron capaces de hacerlo, muy en el fondo de ellos, justo donde el frío de sus actitudes no toca, ahí, aún quedaba ese amor que quería renacer y proteger a sus hijas. Fueron presos del pánico al saber que la menor había intentado quitarse la vida en reiteradas ocasiones, la culpa los invadió por completo al haberse desconectado y perdido, ¿Qué habría pasado si ella hubiera muerto? Era la pregunta que les carcomía, pero en lugar de acercarse a ella, prefirieron darle una buena lección. Golpearla.

Acudieron al psicólogo de la menor, enterándose de viva voz los síntomas que presentaba y la barbaridad en la que estaba sumergida, la culpa los volvió a golpear y el pánico en ellos creció, la depresión era mortal y su hija había probado que la vida ya no le importaba. Ellos eran los únicos culpables de todo, ellos habían ocasionado eso, ellos y nadie más, habían logrado que su hija menor se sintiera sola y desprotegida, eso, desde que era una niña.

Las lágrimas los hizo sus prisioneros, al imaginar a la menor inerte. En ese momento tomaron la mejor decisión que nunca antes habían tomado. Terapia de pareja, querían enmendar el error que habían cometido, querían de alguna manera, sanar todo el daño que habían ocasionado, querían saber cómo manejar los problemas que su hija pudiera ocasionarse a si misma.

Estuvieron tomando las terapias, comprendiendo mejor la situación, dándose cuenta que el pasado ya no podía regresar para enmendar su error, pero lo que si podían hacer, era mejorar como personas y aceptar a sus hijas, ese era el primer paso que ellos deberían de dar.

—Hermosos recuerdos, ¿No? —Aquella áspera y profunda voz, le erizó la piel y un sollozo involuntario salió de sus labios. El proyector se había apagado y la luz se había encendido, tras ella estaban aquellas dos personas que la habían abandonado.

Limpio sus lágrimas en vano, pues no dejaban de fluir, se sentía nuevamente sofocada y solo quería escapar.

—Es una pena que solo queden en recuerdos —habló deshecho—. Todo hubiera continuado así de perfecto y feliz, hubiéramos sido una familia muy unida —realmente estaba arrepentido—. Realmente repudio haber destrozado esa felicidad —espetó—. Destroce lo único más importante en mi vida... —los ojos de su padre estaban húmedos y Taeyeon llevo una mano a su boca—. Mi familia —reveló.

Su madre estaba a su lado, con las lágrimas cayéndole por las mejillas.

—Ambos —Taeyeon seguía observándolos, su padre tomo la mano de su madre y volvió a hablar—. Lamentamos no ser precavidos con nuestros problemas, fuimos egoístas en solo pensar en nosotros mismo y nunca en su felicidad —cerró los ojos con fuerza y soltó un sonoro suspiro—. Sé que no fuimos o somos los mejores padres, sabemos que no estuvimos a su lado cuando más necesitaban de nuestra protección, cuando más débil y solas se sintieron... —miro a Hyoyeon con culpa y después a Taeyeon con miedo—. Nos destrozaste cuando estuviste al borde de la muerte Taeyeon —le reveló.

—Fue realmente horrible enterarnos de aquello —la voz de su madre tembló—. Pensé que te perdía —y se desmorono en ese momento, su esposo la sostuvo entre sus brazos para tratar de calmarla y las hermanas, ellas, no paraban de llorar—. Han pasado por tanto solas... —se lamentó la mujer—. Sé que es demasiado tarde para evitar su dolor o incluso prevenirlo, para protegerlas... —soltó con la voz rota—, pero solo nos queda implorar y rogar su perdón —se alejó de su esposo y camino hasta sus hijas. Tomó las manos de la menor y le miró con arrepentimiento—. Mi niña —soltó un sollozo y una de sus manos se dirigió hasta su mejilla, acariciándola.

Todo parecía una maldita cinta cinematográfica, o al menos eso pensaba Taeyeon. Miles de sensaciones la inundaban, ver a sus padres tan vulnerables y expuestos, la estremecía y su corazón latía dolorosamente.

—Lamento todo el daño que te hemos ocasionado, lamento el no haberme dado cuenta de la ayuda que pedias silenciosamente y sobre todo, del amor que pedías —sollozó nuevamente—. Por favor... perdónanos —imploró la mujer con su rostro bañado en lágrimas. Su padre que estaba atrás de su madre, camino hasta ella y tomo una de sus manos libres.

—Perdónanos por favor —y se dejó caer de rodillas delante de ella, dejándola completamente atónita ante la humillación que su propio padre se estaba dando por conseguir su perdón—. Perdona a estos padres egoístas —suplicó.

Ambos rostro mostraban el arrepentimiento que expresaban, Taeyeon seguía sin poder reaccionar, todo era como un golpe de emociones y resentimientos, todo resurgía. Se quedó observando a sus progenitores y observó a su hermana mayor, quien seguía llorando a moco tendido a su lado, no comprendía porque se dirigían a ella en particular y porque no le pedían perdón a su hermana también.

Se mordió la lengua y alejó los pensamientos de su mente, ahora solo le quedaba tomar una decisión, pero realmente ella no sabía que responder. Aquellas miradas culposas y desoladas, la conmovieron y sus propias lágrimas no querían cesar.

Un impulso -desde lo más profundo de su corazón- la hizo actuar, alejó las manos de sus padres y ayudó a su padre a ponerse en pie, puso sus manos en las mejillas de sus padres, empapándose de las lágrimas y les sonrió tiernamente, se abrazó a ellos con fuerza y soltó un sollozo. Ambos mayores, la abrazaron también, sollozando junto con ella.

Hyoyeon no podía dejar de verlos y sin siquiera esperarlo, Taeyeon la había halado para unirse al abrazo, el corazón les latía emocionado y no era para menos, el perdón había sido otorgado con aquel abrazo y no hubo necesidad de palabras para decirlo. Se mantuvieron así por unos largos minutos, llorando y sopesando todo, sintiendo algo de libertad con todo.

Pasaron el resto del día juntos, tratándose al fin como debía ser, como una familia, hablando de todo y nada, riendo un poco de los recuerdos.

¿Por qué a Hyoyeon no le pidieron perdón?

¿Es esa la pregunta que se formulan? Pues la respuesta es bastante simple. Sus padres la localizaron a ella primero, a ella también le imploraron su perdón y pidieron ayuda para llegar a la menor, porque ellos no sabían cómo llegar y es así como el cuadro familiar está completo.

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Comments

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ashleyurdiales24 #1
Chapter 12: no recordaba lo preciosa que es esta historia, ame como fue el final y simplemente toda la historia, supo desenvolver muy bien mis pensamientos y sentimientos conforme iba leyendo, muy corta pero dejando mucho en su paso ,gracias por comparyir tan bella historia ✨
Skyth06
#2
Chapter 12: Belleza de historia ❤️
popilin1643
#3
Chapter 12: Yo creo que reaccionaría igual a Taeyeon XD
Aleja_byun96 #4
Chapter 12: Espera ¿Qué? ¿Ya acabó? omg... oh bueno muchas gracias por compartirnos esta bella historia <3
Skyth06
#5
Chapter 11: Waaa muchisimas gracias fue un gran cap!!!
Skyth06
#6
Chapter 10: xD el papá directo xD
Skyth06
#7
Chapter 9: Hyo <3
dani_ela
#8
Chapter 3: Suena genial, esta noche me la leo toda <3
roguecr #9
Chapter 8: cada capitulo se pone mas interesante xd esta muy bueno y ojala pronto se de una oportunidad con Fanny
Skyth06
#10
Chapter 8: Quedó muy bueno