-¿Soo? Oh dios… Ha pasado tanto tiempo desde que te llamé por última vez.

-¡Fany! ¡Estoy tan feliz de escucharte! ¿Cómo están Taengoo y los bebés?

-Jiwoong y Michelle están tan grandes, los dejaste en pañales la última vez que viniste de visita, han crecido tanto. Y Kim sigue dándome problemas justo como hace veinte años. ¿Cómo está Kyung Ho y la pequeña?

-Oh todos estamos bien, Fany. Kyung Ho está preparando su nueva película y Taehee está en sus clases de piano.

-Me alegra escucharlo. Pero te llamo por asuntos importantes. Soo, Tae y yo lo hemos estado pensando y creo que es hora de volver. Girls’ Generation necesita reunirse.

-Wow, Tiff… No sé qué decirte, es un evento grande, las chicas y yo hemos hablado sobre eso y no sabíamos si ustedes estarían dispuestas a volar hasta acá.

-Lo estamos, es hora de volver. Esta vez libres, sin managers, ni empresas, solo nosotros y los fans.

-¡No puedo creer que esté pasando! Les avisaré a las demás, estarán tan emocionadas.

-Tae y yo volaremos pronto, el Olimpic Stadium debe extrañarnos. Nos vemos pronto, Soo.

-Fany, ¿Qué hay de Jessica?

-Jessica es parte de Girls’ Generation también. Y si está dispuesta volverá con nosotros.

Antes de que se dieran cuenta ya el verano había empezado y Taeyeon y Tiffany se encontraban en un vuelo de primera clase rumbo a Seúl con sus gemelos a bordo. Habían pedido desalojar su vieja pent-house en Gangnam y mandado a sacar de la bodega el viejo BMW de Taeyeon. De repente se sentían como viajando atrás veinte años en el tiempo con la excepción que ahora venían con equipaje extra en forma de unos inquietos gemelos.

Jessica en contra de todas las probabilidades había aceptado participar en la reunión del grupo, argumentando que le vendría bien para promocionar su empresa, pues el prestigio de la marca había nacido gracias a que tenía a las ocho mujeres más bellas de Asia modelando sus productos.

Taeyeon no estaba de acuerdo con la idea, pero poco podía hacer ante la terquedad de su esposa y la pelirroja en parte tenía razón, puesto que cuestionarla todo el tiempo sobre su relación con Jessica no era la salida más saludable. Tiffany había demostrado a través de los años serle fiel a su mujer y Taeyeon no tenía motivos para dudar de ella. Tendría que volver a soportar a Jessica Jung respirando sobre su nuca de nuevo como en los viejos tiempos.  

Después de instalarse en el viejo pent-house y jugar a las escondidas con los niños fueron al café en el que siempre se reunían a ver a las chicas. Juntas las nueve después de diez años sin estar todas bajo un mismo techo, se sentían emocionadas y nostálgicas por ver a sus hermanas de nuevo.

La gente reconocía por las calles el lujoso auto de la líder, y se preguntaban curiosos si la promiscua cantante había vuelto al país, a Taeyeon no le importaba lo que tuvieran para decir los retrógrados coreanos, ella solo quería volver a ver a sus miembros y estar en el país que la había visto nacer, dinero y éxito ya había tenido demasiado a lo largo de su vida.

Se sentaron en un salón apartado del público a esperar a las demás, se besaban para matar el tiempo y compartían miradas cómplices mientras bebían soju, se sentían jóvenes de nuevo y llenas de ilusión, nada igualaba la magia que significaba estar en el escenario rodeada de sus demás miembros, y aunque solo pudieran revivir el sentimiento una vez más, sería más que suficiente, pues no pretendían volver al pesado estilo de vida que ser una idol conllevaba, sino reunirse con sus fans a celebrar viejos tiempos y hacer las paces con un país que les había dado la espalda a pesar de haberle entregado todo.

Seohyun había llegado de primera, puntual como siempre, se abrazaron con felicidad y les contó lo bien que le iba en el teatro, había hecho varias temporadas en Broadway y ambas habían ido a ver cada obra que actuó en Estados Unidos, pero había vuelto a Corea y ahora estaba en planes de fundar su propio teatro, llevaba cinco años casada con Park Chanyeol, ex-integrante de EXO, otra noticia que había arrebatado el país. Se habían enamorado mientras grababan una película. El altoro alegraba sus días y le componía canciones, habían empezado a planificar para tener su primer hijo pronto. Ambas estaban muy felices de ver a la maknae, pues era con quien compartían más durante su tiempo activas.

-¡Unnies! ¡Han vuelto! ¡Las extrañé tanto!- Se lanzó sobre ellas en un eufórico abrazo.

-Y nosotros a ti, Seohyunnie. ¿Cómo va la vida de casada?- Le respondió Tiffany devolviendo el gesto.

-Bueno ya sabes, casarse con uno de los hombres más codiciados del país no ha sido fácil. La prensa no nos ha dado un respiro. Pero él es maravilloso. Cuando las veía a ustedes me preguntaba si yo alguna vez sería capaz de conocer ese tipo de amor tan maravilloso, ahora sé que sí.

La siguiente en llegar fue Hyoyeon, quien saludó a Seohyun frotando sus nudillos en la cabeza de la menor y abrazó a la pareja.

-¡Qué toda Corea se entere que el TaeNy ha vuelto!- Gritó en tono burlesco. –Tae, Tiff. Es un placer volver a verlas.

-¿Qué tal te trata la vida, Hyo?- Preguntó entre risas Taeyeon.

Hyoyeon había fundado un estudio de baile que había rápidamente adquirido mucha fama y prestigio, se negaba a entrar en una relación seria con alguien porque pensaba que eso significaba privarse de muchos de los excesos a los que estaba acostumbrada, sin embargo se divertía mucho con Min, y aunque se esforzara mucho en tratar de negarlo, la quería.

-Ser la dueña y fundadora de la mejor academia de baile del país no ha sido fácil- Dijo con tono altivo –Pero por lo demás no puedo quejarme.

La siguiente en atravesar la puerta fue Im Yoona, preciosa como siempre, los años le pasan sin dejarle una sola huella.

-¡Unnies!- Gritó corriendo hacia ellas, abrazándolas con calidez y emoción –Me hicieron tanta falta.

-Yoon, no has cambiado absolutamente nada desde la última vez que te vimos- Le sonrió Tiff -¿Cómo está André?

-Se quedó en casa viendo Buscando a Nemo con Theo, les encanta esa película.

Yoona se había casado con el panadero francés que le vendía todas las mañanas cruasanes rellenos de chocolate. André bromeaba siempre con que se había casado con el solo para que le preparara postres y panes, Yoona le decía que en parte tenía razón puesto que la había enamorado a través del estómago y no del corazón. Habían tenido un precioso niño de risos rubios y risa de cocodrilo que le encantaba ver dibujos animados y comerse las chispas de chocolate que su papá le ponía a las galletas. Yoona seguía actuando en dramas y modelando para famosas marcas, el encanto de la adorable mujer no se había ido con el tiempo. Seguía ayudando a fundaciones y participando en la política del país, André seguía haciendo panes solo porque le gustaba, pues no había necesidad alguna.

-Ah, pero si ha vuelto nuestra pareja favorita- Dijo desde la puerta cierta candente morena –Tanto tiempo y no se dignan en volver a visitar a sus viejas amigas, que pena.

-¡Yul! El tiempo pasa y tú sigues estando igual de caliente, dime tu secreto, a Taeyeon le encantaría que lo pusiera en práctica- Saludo con gracia Tiffany.

-Taeyeon no tiene tanta suerte- Respondió mientras depositaba calurosos besos en ambas.

La morena era ahora MC de su propio programa de variedades, que tenía uno de los ratings más altos de la televisión, seguía modelando y actuaba una que otra vez. Los rumores siempre habían sido ciertos, llevaba una larga relación con una actriz poco conocida, por cuestiones de legalidad no se habían casado, pero ambas eran felices y planeaban irse a vivir a Holanda pronto, donde se casarían y adoptarían hermosos bebés. Yuri se consideraba a sí misma la mujer más suertuda del mundo cuando se levantaba por las mañanas y observaba a la mujer arreglarse con apuro para irse al estudio, era feliz.

-Ni siquiera se les ocurra empezar a comer sin mí, sucias depredadoras- Entró con gracia Sooyoung en la habitación, corriendo a abrazar al par de esposas.

-Todos aquí valoramos nuestras vidas lo suficiente como para comernos tu comida, Shikshin- Rio Hyoyeon.

Sooyoung era profesora de actuación en Eiwa Women’s University y actuaba de vez en cuando en cine independiente, se había casado con Kyung Ho al año de la separación de SNSD y habían tenido una hija casi al instante. La preciosa Taehee tenía nueve años y era la más inteligente de su clase, había heredado el humor y el apetito de su madre, y el cabello negro azabache de su papá. Sooyoung decía que era la combinación perfecta.

-Wow, hace mucho tiempo no estaba con tantas tetas en una misma habitación- Suspiró Sunny caminando lentamente hasta la mesa –Hola, bola de estúpidas.

No se molestó en saludar efusivamente a Taeyeon y Tiffany, puesto que ella también se había ido a vivir a Los Ángeles después de la ruptura del grupo, había ido a cuidar de sus abuelos y tratar sus cansados y magullados huesos. Sunny se había lastimado su rodilla severamente. Un par de meses más sobre la tarima y no habría sido capaz de volver a caminar. Desde ese momento decidió tomarse la vida un poco más lento y abrió un restaurante de lujo de comida coreana en Hollywood, eso y los ahorros que tenía le servían de sustento. Se había casado con un aburrido corredor de bolsa estadounidense llamado Phillip, pero se amaban con tranquilidad y paciencia, lo único que la pequeña Sunkyu necesitaba. Pero el destino se encargó de traerle un poco de inquietud a su vida cuando nació el pequeño tornado que era Laurent, un pequeño pelinegro que se parecía mucho a su papá y no dejaba de moverse ni un minuto del día, Sunny lo amaba más que nada en el mundo.

Todas reconocieron lo gélido que se tornó el ambiente cuando la puerta volvió a sonar y una princesa fría cruzó la habitación hasta la mesa.

-Vamos, no creerían que me perdería esto. Puede que los años hayan pasado y Kim me odie más que nunca, pero ustedes son mis hermanas también, no duden de mí.

Sunny corrió a abrazarla y se le unieron Yoona y Seohyun. A la Ice Princess se le derritió un poco de su hielo, porque a pesar de haber dejado el grupo por el bien de su cordura y por conservar su cabeza en su lugar, las amaba a todas y cada una, con la excepción de la aburrida bajita que se creía la dueña del mundo, y lo era. Pues era dueña de Tiffany Hwang.

Parecía que el tiempo no había hecho efecto y las nueve exitosas mujeres que estaban en ese café de Seúl volvían a ser las niñas con ganas de comerse el mundo que hace veinte años habían sido. Bromeaban y se reían muy alto, jugaban y se imitaban las unas a las otras, cuando estaban las nueve a Taeyeon se le olvidaba lo mucho que odiaba a Jessica Jung y disfrutaba de la compañía de sus amigas, porque aunque odiaba la idea, las nueve se complementaban perfectamente, lo que a algunas le faltaba a otras le sobraba, no por nada habían logrado conquistar Corea, Asía y el mundo entero con su encanto.

La noche se pasó entre mucha cerveza, risas y comida. Habían acordado hacer un corto viaje a Jeju Island para compartir con todas las familias y acordar correctamente los detalles de la reunión, se abrazaron con la promesa del pronto re encuentro y todas volvieron a casa con sus familias. SNSD había vuelto.