Taeyeon estaba sentada en su escritorio mirando distraídamente en sus redes sociales. Había pocos momentos en los que tenía algo de calma para el ocio, así que intentaba aprovecharlos cuando podía.

Algo le llamó la atención. “Se cumplirán diez años de la separación del legendario grupo de chicas Girls’ Generation” Leyó en la pantalla e su McBook. El titulo la descolocó por completo. Se recostó en el espaldar de su silla pensando en qué momento habían pasado diez años; parecía ayer cuando jugaba sobre el escenario con otras ocho chicas. Se permitió a sí misma divagar entre los recuerdos. Habían construido juntas  tantos momentos… Taeyeon los atesoraba todos. Cuando habían ganado su primer premio y la pequeña cantante no tenía idea de cómo ser una líder, cuando una canción pegadiza las catapultó a ser el grupo más exitoso de Corea, y desde ahí, todo era una mancha borrosa de conciertos y no saber en qué país dormirían esa noche, de premiaciones, de entrevistas. Un frenesí histérico que se alargó hasta el final. Taeyeon solía añorar con nostalgia esos tiempos en los que solo se trataba de ella y sus ocho hermanas en la cima el mundo.

Hacia tanto tiempo que no se comunicaba con ellas,  a veces lamentaba la manera en la que las cosas habían terminado, pero a pesar de todo ella sabía que el lazo se mantenía intacto. Una idea un tanto alocada le cruzó la cabeza.

-¡Taetae! ¡Hice el almuerzo! – La interrumpió una voz desde la cocina.

Había solo una cosa que Taeyeon no estaba dispuesta a abandonar en su vida. Ella podía dejar su carrera de idol, su vida en Corea, a sus miembros… Pero no a Tiffany. Nunca a Tiffany. Así que cuando sus huesos se sentían ya demasiado cansados, y diez años sobre el escenario se sentían como demasiado tiempo, los miembros decidieron que era hora de parar. Ya habían perdido a Jessica y todas estuvieron de acuerdo en que Girls’ Generation debía terminar de manera bonita,  así que se embarcaron en una gira de despedida por todo el mundo y anunciaron su retirada del mundo del K-Pop.

Tiffany decidió que era hora de volver a Estados Unidos, a su hogar. Taeyeon no dudó en seguirla. Porque a diferencia de la pelirroja, su hogar estaba donde Tiffany estaba.

La noticia de que tras la separación de SNSD, dos de los miembros se irían a vivir juntas a Los Ángeles básicamente confirmó lo que se había comentado bajo la mesa durante décadas. Taeyeon y Tiffany estaban saliendo.

Ellas habían discutido y reconocían el peligro que irse juntas significaba. La prensa coreana había empezado a esparcir los rumores como pólvora, esperando el momento adecuado para encender el fuego y causar una explosión. Todo el mundo esperaba qué después de Soshi, Kim Taeyeon empezara una carrera solitaria que sería quizás muy exitosa. Pero la pequeña líder empacó un par de maletas, tomó a su cachorro y se fue detrás de su única verdadera ilusión. Tiffany  Hwang.

Había algo que Taeyeon quería hacer, y para poder lograrlo tenía que dejar Corea e irse a la madre patria de su novia. La rubia quería casarse con Tiffany y eventualmente formar una familia. Había vivido diez años peleando contra su propia naturaleza para esconder su cada vez más evidente amor hacia la americana. Ya había tenido suficiente. Así que poco le importó lo que la prensa coreana tuviera qué decir, y dos meses después de haberse instalado en L.A, le pidió matrimonió a Tiff.

En la boda solo estaban los familiares más cercanos de ambas, sus miembros y uno que otro amigo. Pasaron una noche mágica en una playa privada de California, Tiffany había insistido en entrenar a Ginger y Prince para qué llevaran las flores y los anillos. Taeyeon la había dejado organizar todo a su gusto, pues solo quería que su chica fuese feliz en una noche qué sentía había esperado toda su vida. Hasta fue capaz de sonreírle a Jessica y compartir una charla casual, pues sabía que Tiffany odiaba la manera en que ambas se llevaban.

Taeyeon se sentía al fin completa, porque sentía que había esperado diez años para darle validez a su amor, y al fin podría decir la mandona y sonriente pelirroja era suya por siempre.

Habían intentado por todos los medios que la prensa coreana no se enterara del suceso, pero de alguna manera fotos de la noche terminaron colgadas en todas las páginas de prensa rosa y en cada canal de entretenimiento, los medios se las estaban comiendo vivas.  Si la noticia de que se habían ido a vivir juntas a Estados Unidos había impactado a Corea, esto los puso completamente boca abajo.

Dos de las más queridas miembros del grupo insignia de Corea habían contraído matrimonio, en contra de todas las tradiciones del país asiático. Los conservadores coreanos no dudaron en arremeter contra las dos amantes, criticando su “sucia forma de vida” y la decisión de Taeyeon de dejar el país que le había dado todo. Taeyeon y Tiffany habían cruzado una línea que nunca nadie antes se había atrevido cruzar.

Ambas se sentían un poco más a salvo lejos de todo el escándalo, pero aun así sus teléfonos recibían llamadas de miles de números tratando de conseguir una exclusiva o sacar algo de información, sus redes sociales se inundaban de muchos mensajes de odio y en pocas cantidades comentarios de fans internaciones que argumentaban haberlo sabido desde siempre y las felicitaban con euforia. En el grupo de chat de Soshi todas estaban frenéticas por saber que estaba pasando, parecía que se avecinaba una guerra civil.

Tiffany y Taeyeon estaban en su sala de estar preguntándose qué iban a hacer ahora, cualquier intención de volver a Corea estaba completamente anulada. El país silenciosamente las había exiliado.

Tiffany le había quitado el móvil a Taeyeon, conociendo lo susceptible que era su ahora esposa a los comentarios de odio. Taeyeon se lo había entregado, solo por complacerla. Puesto que había luchado y sufrido tanto por su amor hacia Tiffany, que muy poco le importaba si el mundo entero se venía contra ellas, lo único que quería hacer, era amar a Tiffany por el resto de su vida.

Así que en un espontaneo arranque de valentía, tomó su teléfono de las manos de la pelirroja que automáticamente se lanzó encima de ella a quitárselo, Taeyeon la paró con una ligera sonrisa.

“Confía en mí, Phany-ah”

Taeyeon colocó su mano izquierda sobre la de Tiffany, de manera que saltaban a relucir los lujosos anillos de matrimonio. El de Tiffany era un opulento diamante rosa, y el de Tae era un pequeño zafiro más sutil, contrastaban y se complementaban a la perfección. Taeyeon sacó una foto de la imagen y lo subió a todas sus redes sociales con la descripción en un mejorado inglés que decía, “El amor, siempre gana al final”.

Le devolvió el teléfono a su esposa y prosiguió a hacerle el amor sobre el sofá, como manera de celebrar que de una forma u otra, ya no tenían que esconderse más. Atrás habían quedado las relaciones falsas y las actuaciones, eran libres de amarse la una a la otra sin temores, sin tapujos, parecía que todo, caía finalmente en su lugar.