1 Nuevos Alumnos.

Las vacaciones llegaron a su fin y un nuevo año escolar esperaba. El instituto arribaba el regreso del alumnado así como de las nuevas caras, aquellos de nuevo ingreso y los transferidos de otras instituciones y lugares.  Una ceremonia de bienvenida se llevaba a cabo en el patio central para ello, por supuesto los que ya conocían el sitio se dedicaban a buscar con sus miradas a los nuevos allegados.

Dos amigas casi inseparables se encontraban hablando sobre el tema.

—Veo caras lindas, tal vez este sea el año. –Daba miradas sin fijarse en un solo punto, pasando así desapercibido el acoso visual que empleaba.

—Siempre dices lo mismo y a la hora de la hora nada.

—No encuentro alguien interesante, todos son comunes.

—O más bien ambicionas muy alto.

Las dos chicas tenían notas normales, ni muy altas ni muy bajas, a veces la menor solía vérselas negras pero alcanzaba a arreglárselas. Ellas se convirtieron en amigas al llegar al instituto desde que las pusieron a compartir habitación, desde ese primer momento se llevaron bien, comenzaron a asistir a todas las fiestas del campus, motivo por el que rápidamente se hicieron conocidas, no podían quejarse de carecer de popularidad.

Luego de la ceremonia de bienvenida y de saludar a sus conocidos, se dirigieron a sus habitaciones para acomodarse. Una vez que terminaron de instalar sus pertenencias, se sentaron en la cama perteneciente a la mayor.

—Cada año traes más cosas. –Del pequeño closet de la habitación, el setenta por ciento de este contenía las pertenencias de su amiga.

—Mi papá me compra muchas cosas cada que voy a casa, tengo que traerlas conmigo para sentirlo cerca.

—Típico de ti,  lo extrañas el primer día y el resto del año te olvidas de él.

—La vida escolar es dura. –No niega que apenas y piensa en su padre.

Alguien llama a la puerta interrumpiéndolas.  

—Adelante.

Entro una mujer de unos 32 años que llevaba una carpeta con varios documentos. —Señoritas buen día. –Les sonrió y la mayor se arrepintió de invitarla a pasar.

—Lo era hasta antes de su visita. –La menor le echó en cara. —¿Qué se le ofrece?

—No se asusten o si, les traigo noticias. –Formo una sonrisa de satisfacción implantándoles miedo.

—No, nos separara. –Ambas se abrazaron.

—Ya sé que son novias y que se van a casar. –Hizo que se separaran al instante.

—NO SOMOS NOVIAS.

—Respondiendo al mismo tiempo convence de lo contrario. Como sea no vengo a debatir con ustedes y lo recalco, no voy a debatir ni discutir.  –Tomo aire para dejarles caer la noticia. —Tienen compañera nueva.

—¿Qué?

—¡Es imposible! –Formo una equis con sus manos. —Las habitaciones son de dos. Solo hay dos camas.

—Así comparten. –Les giño el ojo y las vio hacer cara de enojo. —En breve colocaran una litera.

—¡Nos negamos!

—Ahora. –Abrió la puerta dejando pasar a dos hombres quienes llevaban la litera.

Las dos chicas solo negaban ante la realidad.

—Hablare con el director. –Se levantó dispuesta a hacerlo.

—De hecho él lo manda. –Saco una hoja de entre todo lo que traía. —Aquí está la hoja sellada y firmada.

La tomo entre sus manos y leyó confirmando. —¿Por qué está pasando esto?

—Yo conozco gente que tiene habitación para ella sola ¿Por qué no las ponen ahí? –Pregunto la más baja.

—Básicamente tienes razón Tae, sucede que tenemos líos en la administración y por el momento a los nuevos los están colocando en donde sea hasta que se haga un inventario de las habitaciones y todo eso, cosa que seguramente no va a suceder pronto.

—Injusticia. –Protesta la otra.

—El sistema siempre es así querida Tiffany, las dejo tengo que dar más de estos avisos a otras habitaciones, sean amables con la muchacha, es de nuevo ingreso. –Se fue sonriendo, le encantaba dar malas noticias.

—Es una Bruja. –Murmuro Tiffany.

—Es culpa de la administración. –Taeyeon miraba a los hombres que colocaban la litera y se llevaban la otra cama.

—Permiso. –Se despedían.

—Adiós. –Les dijo Tiffany con fastidio. –Se llevaron mi cama.

—Te dejaron una litera.

—¿Qué tiene eso de bueno? Tae Tae otra compañera.

—Lo sé, una tercera. Tiffany yo no te quiero compartir. –Formo un puchero en sus labios.

—Yo tampoco. –Fue y la abrazo.

Entre el cálido abrazo la tercera entro a la habitación. —Perdonen si estoy interrumpiendo. –Las miro extrañada.

Ellas se soltaron y giraron su rostro casi en cámara lenta, dándole mirada asesina hasta que vieron su adorable rostro, se trataba de una chica muy linda a lo que quedaron estupefactas por unos segundos.

—¿Se encuentran bien? –Las miraba con confusión.

—Pasa. –Invito Tiffany al instante.

—Adelante. –Continúo Taeyeon dándole su  mejor sonrisa.

—Acomódate donde quieras. –Tiffany había captado la acción de su amiga y no se iba a dejar.

—Bienvenida. Si quieres la cama libre puedes tomarla. –Taeyeon ofreció su cama para ganarse puntos.

—Me señalaron que era la litera, yo no quiero molestarlas.

—Esta es mi cama, te la dejo, nosotras ya nos conocemos así que es más factible que uses la cama a la litera.

—Con que se conocen bastante bien. –Ella mal interpreto las palabras de Taeyeon.

Tiffany maldijo internamente a su amiga por lo dicho. — Hwang Tiffany. –Se presentó y le regalo su famosa eye smile.

—Kim Taeyeon. –Ya que no podía competir con eso, se atrevió a estrechar su mano con la de la nueva.

—Lee Sunkyu. –Jalo su mano ya que no era soltada. —Llámenme Sunny por favor, mi nombre no me agrada del todo. –Se rasco un poco la nuca.

—A mí tampoco mi nombre coreano, oh, tenemos tanto en común. –Hizo un pequeño giño.

—Te muestro el campus. –Se ofreció la mayor tomando ventaja y aferrándose a uno de sus brazos.

—Estaría encantada. –Sonrió por primera vez.

—Vamos. –Tiffany abrazo el otro brazo de Sunny.

Ella como pudo se soltó de ambas. —¿Permiten que me instale antes?

—Claro bonita. –Se atrevió a llamarla Taeyeon.

—Estaremos afuera esperándote. –Jalo a la baja y la saco de la habitación. —¿Qué fue eso Kim Taeyeon?

—Lo mismo pregunto Tiffany Hwang. –Se cruzó de brazos.

No tenían que responderse, como se conocían muy bien ya sabían lo que sucedería.

—GUERRA. –Dijeron al unísono.

Su nuevo objetivo estaba claro, conquistar a la chica nueva. Increíble que les gustara a ambas e increíble que por primera vez se estuvieran enfrentando, rivales de amor.

En un lugar lejano.

La oscuridad de la noche con la luna siendo la única iluminación, el reflejo entraba por la ventana y ella se guardaba la imagen llenándose de nostalgia, alguien a su lado suspiro con tristeza, por lo que le fue a abrazar por la espalda.

—Tu aroma es agradable, la voy a extrañar. –Le dice.

—Para ya.

—Tú primero y no te pongas triste. –La soltó y regreso al sofá de la habitación.

La menor se dio vuelta y recargo en la pared, la miro fijamente con los ojos que le caracterizaban.

—¿De verdad quieres hacerlo? A ese mundo no perteneces.

—Voy a volver cuando tu hayas tomado las riendas aquí y no puedan obligarme a lo que no quiero.

—Regresa porque yo si te voy a esperar.

—Te lo prometo.

—Casi amanece ve preparándote para tu escape, yo distraeré a sus perros.

—Gracias. –Le dio un fuerte abrazo en señal de despedida.

—Adiós Jessica.

El amanecer marcaria su escape casi mortal de aquella mansión para ir al mundo real, con personas ordinarias y con vidas normales. Claro que el escape no estaría fácil.

Instituto.

La tarde entera estuvieron mostrándole los alrededores a Sunny, ambas luchaban por su atención que ya hasta se notaban descaradas. Sunny se lo tomaba con diversión y le agradaba la atención que recibía, era perfecto para ella.

Al regresar a la habitación ambas se ausentaron unos segundos para precisar puntos importantes.

—Es perfecta, la quiero para mí. Ella si es interesante, y tú como buena amiga tienes que dejármela. –Exigió Tiffany.

—Tú eres quien debe quitarse de en medio, yo la toque primero al estrechar mi mano, me pertenece.

—Pequeña ventaja invalida, estrechar la mano es de amigos. Yo le coquetee todo el tiempo.

—Las dos lo hicimos como acosadoras profesionales y –Se calla al darse cuenta de sus palabras.

La menor hizo lo mismo. —Dios, somos acosadoras, se va a asustar.

—Hagamos esto bien, es decir, no compitamos por ella tan feo, hagámoslo con dignidad.

—Tienes razón, prohibido el coqueteo descarado y bajo.

—Dejemos que todo fluya por sí solo. Portémonos normales.

—Trato hecho. Al final es ella quien va a escoger a una de las dos. –Se dieron un pequeño abrazo sellando su pequeño pacto.

Regresaron a la habitación y la chica ya estaba en pijama, unos pans y una camiseta de manga larga de algodón, incluso con esas fachas se veía linda. Le sonrieron y también se pusieron el pijama, justo para ir a la cama relámpagos se escucharon.

—NO. NO. –Tiffany cubrió sus oídos y apretó sus ojos.

—¿Qué le pasa? –Pregunto Sunny alarmada.

—Es un trauma de niña, fobia a las tormentas eléctricas, relámpagos y esas cosas infantiles. Hasta a veces llama a su papá.

Tiffany casi estrangula a Taeyeon por la jugada baja, se detuvo gracias a que escucho la dulce voz de Sunny.

—Si quieres puedes dormir conmigo, quizás la compañía te ayude a no tener miedo.

—SI. –Salto a la cama y lo aprovecho al punto de abrazarse a ella.

Sunny sonrió un poco. –Pareciste niña pequeña. Eres muy dulce Tiff.

Taeyeon estaba que se moría desde su cama. –Buenas noches. –En su tono no pudo ocultar su frustración.

A la mañana siguiente se dieron cuenta que las primeras clases no las compartían, las tres se dirigieron a distintas aulas.

Tiffany estando en el salón de clases, se mantenía pensando en su noche perfecta durmiendo con la chica nueva, Sunny tenía una calidez única y extraña si se lo preguntaban, su piel era caliente o era ella quien se encontraba en ese estado. Oh no esos pensamientos ertidos seguro cambiaron el color de su piel, se puso las manos en las mejillas unos segundos para disimular y lo único que hizo fue llamar la atención.

—¿Qué haces?

—¡Siwon!

—¿Te sientes mal?

—Tengo frio. –Excusa rápida.

—Bueno anoche llovió.

—Demasiado. –Sonrió al recordarlo.

—Y hubo truenos ¿Dormiste con Tae?

—NO. –Hasta hace mala cara.

—No me refiero a la forma en que estás pensando, me refiero a que

—Ya dije que no. Dormí con la nueva. –Quito las manos de sus mejillas y sonrió. –Tenemos nueva compañera.

—¿En serio? Que pesado, las habitaciones son para dos.

—La nuestra ya no. –Se