Capítulo 8
Esposa en la Sombra
Nada más de verla, Jessica se dio cuenta de que Tiffany no estaba ahí para disculparse.
Se hallaba de pie en el centro de la habitación y miraba a su alrededor con los ojos entrecerrados.
“Te ha ido muy bien, querida” comentó mientras miraba la ropa de Jessica con desprecio. “Es extraño cómo salen las cosas a veces. Es la primera vez que estoy aquí. ¿Lo sabías?” le preguntó mientras se acercaba a la chimenea.
“No”
“Traté de convencer a Taeyeon de que me invitara, pero siempre ponía una excusa”
“¿Y qué excusa tienes para ven ir ahora?” preguntó Jessica, alzando la barbilla.
“¿Es que necesito alguna para ver a mi prima?” hizo una pausa. “No te mandé el regalo de boda porque no sabía qué regalarle a quien le había tocado la lotería. Has sido muy lista” se acercó a un sofá y se sentó. “O tal vez fuera idea de esas brujas, su abuela y su tía. Llevaban años intentando obligarlo a casarse contra su voluntad. ¿Les ofrecí la ocasión que necesitaban? ¡Qué ironía!” se echó a reír.
“Tiffany, ¿cómo pudiste hacer una cosa así?” preguntó irritada.
“¿Y por qué no iba a hacerlo? ¿Es que Taeyeon creía de verdad que iba a consentir que me desechara como si fuera un trapo? Nadie me trata así. Sabía la importancia del acuerdo con el tío Juhyun y cuánto daño le haría que no se produjera. Así que decidí darle una lección. Sabía que no rechazaría mi invitación”
“¿Cómo pudiste implicarme a mí, a tu prima, como acabas de decir?”
Tiffany se encogió de hombros despreocupadamente. “Porque sabía que eras la última mujer del mundo que a Taeyeon le resultaría atractiva, por lo que, cuando lo encontraran en tu habitación, se sentiría ridículo. Un toque final perfecto”
“Estás loca” afirmó Jessica con voz ahogada.
“Taeyeon me ha hecho sufrir. Y quería que también sufriera, que se diera cuenta de lo que había perdido al cortar nuestra relación”
“Pero no podía continuar. ¿Qué habría pasado si Nichkhun lo hubiera descubierto?”
Tiffany volvió a encogerse de hombros. “Se habría divorciado de mí, naturalmente, y yo habría quedado libre para casarme con Taeyeon”
“Si ya has dicho todo lo que tenías que decir, será mejor que te vayas”
“Creo que me quedaré un rato para que charlemos. Me muero por saber si te gusta la vida de casada. ¿Hace realidad Taeyeon hasta la más pequeña de tus fantasías?” la recorrió de arriba abajo con la mirada. “No pareces extasiada, prima”
“Piensa lo que quieras. De todos modos, no voy a hablar contigo de la relación con mi marido”
Aunque había sabido que tendría que volver a ver a su prima, pensó que lo haría en presencia de otras personas, no a solas. Le sorprendió que Taeyeon no hubiera dado órdenes de que no se la admitiera en su mansión, pero tal vez fuera porque no había creído que tendría la desfachatez de invitarse ella misma.
Dio gracias porque no fuera a regresar hasta el día siguiente, pues se imaginaba cuál sería su reacción si se encontraba a su antigua amante en el salón.
Sintió un profundo dolor. Se había esforzado en no imaginarse a Tiffany y Taeyeon como amantes, pero la expresión de deleite de los ojos de su prima indicaba que no se había olvidado de lo que había sido compartir su cama y su cuerpo. Y que recordaba todos los detalles íntimos sobre él, qué sentía cuando la besaba, la acariciaba, la poseía con pasión, algo que ella nunca conocería. Y que no quería conocer. Se dio cuenta asimismo de que no estaba manejando bien la situación y de que Tiffany estaría disfrutando de su consternación.
Casi se sintió aliviada cuando Shinyong llamó a la puerta y entró con el café y un gran surtido de galletas y tartas.
“¡Qué delicia!” exclamó Tiffany. “Me estás mimando”
‘Como siempre lo han hecho’ pensó Jessica. ‘Todos te han hecho creer que podías tener lo que quisieras y preocuparte únicamente de ti misma. Y que, hicieras lo que hicieras, te sería perdonado.’
‘Y yo también lo hice, a pesar de que la abuela Eunhye y la madrina me advirtieron que tuviera cuidado porque, aunque yo siempre estuviera de tu parte, no tenía ninguna garantía de que tú fueras a estarlo del mío’
‘Tal vez por eso la abuela me dejó a mí Casa Bianca. Porque sabía que algún día necesitaría poner distancia entre las dos’
“Shinyong, asegúrese de que el chófer de la madam esté bien atendido”
“He venido conduciendo yo” dijo Tiffany.
Shinyong se retiró discretamente mientras Tiffany hablaba del contenido calórico de los dulces.
“Debo tener cuidado con mi figura por Nichkhun. Una mujer debe tener siempre el mejor de los aspectos para su marido, ¿no te parece?”
Tiffany no volvió a mencionar el tema de su matrimonio y se dedicó a hablar de sí misma.
“Es una pena que no pases más tiempo en Seúl. Te enseñaría un mundo nuevo. Pero, de momento, enséñame tu casa. Todo, incluyen do los dormitorios”
Jessica respondió sin alterarse. “Llamaré a Shinyong, que conoce mucho mejor la historia de la casa que yo”
Tiffany hizo un puchero. “Preferiría que me la contaras tú, la dueña de toda esta magnificencia y de su dueño” se levantó. “¿Quién lo hubiera dicho?”
‘Yo no, desde luego’ se dijo Jessica. Y volvió a preguntarse por qué estaba Tiffany allí.
Taeyeon no podía creerse lo que había hecho. Era ridículo y le hacía dudar de su cordura.
Había enviado las flores por la mañana. Había reservado una mesa para comer en el restaurante de un exclusivo hotel y una suite para tomar el café. Y había hablado con ella y le había sonreído y acariciado su cuerpo con la mirada. Era hermosa, y y estaba más que dispuesta. Y era exactamente lo que necesitaba después de todas las horas que había trabajado para finalizar el proyecto Blanc&Eclare. Y era un final glorioso tras tantas semanas de abstinencia.
Pero llegó un momento en que se dio cuenta de que no iba a suceder. No fue consciente de haber tomado la decisión ni de por qué lo había hecho, pero supo con certeza que, al acabar la comida, no se produciría una consumación entre sábanas de seda, sino que pondría una excusa para marcharse.
Había visto la sorpresa reflejada en el rostro de ella, su incredulidad al percatarse de que la prometida seducción no se produciría. Al salir del hotel, no había dejado de insultarse a sí mismo.
Como le había dicho a su secretaria que no volvería al despacho, lo lógico era irse al penthouse. Pero, sin saber por qué, allí estaba, conduciendo hacia Incheon.
‘Estoy loco’ pensó con amargura. ¿Qué recibimiento lo esperaba allí? Aparcó el coche en la orilla de la carretera.
Se imaginó la cara de Jessica, pálida y tensa y evitando su mirada. Así había sido desde la boda y no sabía qué h
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