¿Suerte?
El Último de Nosotros.Regresé al helicóptero. Y lo vi. La camilla aun seguía allí. La llevé hasta Chaerin y la coloqué debajo de ella con cuidado. Le coloque nueva ropa y yo igual me cambie. La anterior estaba cubierta de su sangre. Guardé en la mochila los suministros que había encontrado: Calmantes, antibióticos y gasas. La sujeté con una cuerda a la camilla y la jalé con el caballo. Era hora de buscar otro lugar a donde ir.
-Vamos a estar bien Chae.
**
Habian pasado dos días y chaerin aun seguía inconsiente. A veces murmuraba cosas. Lo que más murmuraba era mi nombre. Me partía el corazón. Lo unico que podía hacer era arrullarla entre mis brazos para que se calmara.
El invierno había comenzado, descidí salir al bosque para buscar algo de comer… solo me quedan dos latas de comida.
-A ti no te puedo matar. –Le digo a un conejo que apareció justo frente a mí.
Seguí avanzando entre los arboles con el arco en mi mano, tenía la esperanza de encontrar algo para comer. Cuando Chaerin despertara necesitaría mucha comida para recuperar sus energías.
-Pero… a ti sí. –Justo frente a mí había un ciervo. –Lo siento amigo. –Preparé el arco y solté la flecha.
-¡Demonios! –El ciervo corrió adentrándose más al bosque. -Algo que tengo que mejorar... mi puntería.
Corrí detrás de él, pero fue inútil era más rápido que yo.
-¿Qué comeré ahora? –Baje la mirada. –Un momento… -En el suelo había manchas de sangre.
Comencé a seguir el rastro de sangre con mucho cuidado, al parecer estaba herido y lo más probable es que muriera con otra flecha.
-¿Cómo sigues vivo? –Las manchas de sangre eran cada vez más grandes. -¡Por fin! –El cadáver del ciervo estaba tirado a solo unos metros de mí.
Estaba por tomar algo de carne del ciervo cuando escuche unos ruidos detrás.
-¿Quién es? –Apunté con el arco al lugar de donde provino los ruidos.
-Hola… solo queremos hablar. –Dos hombres aparecieron.
-Un movimiento y les meto una flecha entre ceja y ceja.
-Soy Donghae. Este es mi amigo Siwon. –Los hombres tenían los brazos al aire.-Somos parte de un grupo. Mujeres… niños… Estamos muy hambrientos.
-Yo igual, estoy muy hambrienta. –En ningún momento deje de apuntarles.
-Bueno, podríamos ofrecerte algo… por un poco de esa carne. –El hombre bajo los brazos. -¿Qué necesitas? Munición, armas, ropa…
-¡Medicina! –Lo interrumpí. -¿Tienen antibióticos?
-Claro, claro en el campamento. –Se acercó a mí. –Podrías venir con nosotros…
-No voy a seguir a nadie. –Retrocedí unos pasos. –Tu amigo puede ir. Si vuelve con lo que necesito… les doy la carne. Si aparece con alguien más…
-Me metes una entre ceja y ceja. –Donghae apunto a su cabeza con una sonrisa.
-Así es.
-Dos frascos de penicilina y una jeringa. –Donghae le dijo a Siwon. –Y rápido.
Siwon se marchó corriendo.
-Me quedaré el fusil. –Le dije a Donghae.
-Claro, toma. –Lo arrojó a mis pies. -Atrás. –Ahora le apuntaba con el fusil.
-Seguro que tarda un poco –Donghae estaba temblando. -¿Te importa si… me pongo a resguardo del frio?
-Está bien, pero llevemos el ciervo. –Baje el arma. Donghae arrastró el ciervo dentro de una cabaña que había cerca.
Al llegar a la cabaña junto unos trozos de madera y encendió una pequeña fogata.
-¿Sabes? No deberías andar sola.
-No me gusta la compañía. –Le respondí mientras miraba por la ventana esperando a su amigo.
-Ya. ¿Cómo te llamas? –Él me sonrió.
-¿Por qué quieres saberlo? –Lo miré levantando una ceja.
-Mira, comprendo que no es fácil confiar en extraños. –suspiro. –Quien sea que necesite los antibióticos… está claro que… te importa mucho, ya verás que todo saldrá bien.
-Ya veremos.
Nos pusimos de pie al escuchar unos ruidos que provenían de fuera.
-¿Qué demonios? –Un infectado entró y venia corriendo a mi dirección, estaba por dispararle hasta que Donghae lo hizo.
-¿Tienes otra arma? –Le apunte con el fusil.
-Perdona. –Levantó las manos al aire. –Me gustaría que me devolvieras mi fusil. –Dijo al escuchar más infectados cerca.
-No, ya tienes la
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