No me dejes
El Último de Nosotros.Abrí los ojos. Los huesos y músculos me dolían demasiado. La cabeza me pesaba y me dolía el costado. A mi lado Dara me observaba con una sonrisa.
-Pensé que iba a morir.
-No digas eso.
Dara me miraba bastante enojada. No pude evitar sonreir.
-¿Cuánto tiempo? ¿Cuánto…?
-¿Cuánto tiempo estuviste inconsciente? Dos días. ¿Tienes sed?
Asentí en silencio. Ella se puso de pie y me acercó una botella con agua.
-Bebe despacio. –Me indicó mientras apoyaba su mano en mi espalda para ayudarme a incorporarme.
El agua estaba fría y revitalizante. Vaya que la necesitaba.
-Con calma. –Dara me susurró.
-Gracias.
-Por nada.
-Me imagino que debes tener hambre. Minzy y Bom consiguieron bastante comida.
Asentí de nuevo.
-Pero primero debes darte un baño, la herida fue suturada pero puede haber riesgo de infección.
Dara me acercó un traste con agua y un trapo.
-Si… si necesitas ayuda… estaré afuera. –Me ofreció jabón.
-No te preocupes.
Dara salió y cerró la puerta. Me quite la playera y miré mi herida, lucía bastante bien. Comencé a frotarme con el trapo.
Terminé y me coloqué de nuevo la playera. Iba a ponerme de pie cuando escuche que alguien golpeo la puerta.
-¿Ya estas vestida?
Era Bom.
-Ya, pasa.
Entró con un plato de plástico lleno de barritas de cereal. En la otra mano sostenía una lata de comida.
-Come.
Con desesperación tomé las barritas del plato.
-Me alegra ver que estas bien.
Levanté mi vista para mirar a Bom.
-Hayi… Hayi te salvó.
-¿Quién es Hayi?
-Una enfermera que encontramos en el hospital.
-¿Y dónde está ahora?
-Arriba con Dara y Minzy.
Asentí en silencio. Me propuse a ponerme de pie.
-¿Necesitas ayuda?
-No.
-Vamos con los demás, no confió en ellos.
-Chae… -Bom negó con la cabeza. –Debes de dejar de ser tan desconfiada.
Salí de la habitación, no había nadie.
-Por aquí, sígueme.
Bom salió de la habitación y comenzó a subir las escaleras.
-Están en la azotea.
Al llegar hasta arriba vi a todos sentados en un círculo conversando. Dara se puso de pie y se acercó a mí.
-¿Te sientes mejor? –Vi la preocupación dibujarse en su rostro.
-Algo.
Una joven se acercó a mí.
-Veo que estas mucho mejor.
-Gracias… Gracias por salvarme.
-Dale las gracias a tus amigas, ellas me salvaron a mí y a ti.
La chica sonrió.
-Aunque te sientas mejor, es preferible que guardes reposo. Y no hagas esfuerzo, las suturas pueden romperse.
Dara me apretó la mano.
-Está bien.
**
Nos quedamos hasta el anochecer en la azotea. Todos comenzaron a retirarse hasta que me quedé sola. Miré las estrellas.
-Son hermosas verdad. –Escuche una voz detrás de mí.
-Sí.
Era Dara.
-Te… te dispararon por mi culpa… Lo siento.
Giré para mirarla.
-No fue tu culpa. –Me puse de pie y me acerqué a ella. –Hiciste un muy buen trabajo.
Ella comenzó a llorar y me abrazó. Le devolví el abrazo.
-No llores. Estoy bien.
-Casi… casi mueres. –Dijo entre sollozos.
-Mírame. –La tomé por la barbilla. –No voy a morir. Hice una promesa de llevarte con las luciérnagas y la cumpliré.
-Cierto. –Ella bajó la mirada. –Amber te prometió una gran recompensa… cuando me entregues a las luciérnagas… ya no volveré a verte… ni a las demás.
Ella se apartó de mí.
¿Qué pasaba ahora? ¿Ya no quería ir con las luciérnagas? Teddy había muerto tratando de llevarla. Pero… ¿Ahora que iba a pasar? No quería que se fuera. Dara era parte de mi equipo ahora. No, no iba a dejar que la alejen de mí. La recompensa qu
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