Pasado
El Último de Nosotros.Chaerin había cerrado sus ojos… Me apresure a colocar mi cabeza sobre su pecho.
-Aun… aun sigues viva…
La besé en los labios.
-Tienes que resistir… por favor…
Miré a mí alrededor. No había nadie, el caballo estaba justo delante de nosotras.
-¿Qué hago? –Dejé a Chaerin recostada y me puse de pie. La nieve estaba comenzando a caer. –El mapa… -Me acerque a Chaerin y revisé sus bolsillos. –Una tienda departamental cerca… ahí.
Miré a Chaerin. Ella era un poco más alta que yo… y pesada… y el caballo…
-Lo siento amigo… no puedo llevarte conmigo… -Levanté a Chaerin por detrás, entrelazando los dedos sobre su pecho. –Vamos… -Con cuidado comencé a arrastrarla. –Necesito buscar refugio. –Al momento de avanzar el caballo me seguía.
-Buen chico.
**
Me tomó bastante tiempo llegar a la tienda. Pero lo logre.
-Espérame un momento más Chaerin. –La recosté de nuevo y entré a la tienda. El lugar estaba vacío. Los locales estaban cerrados.
-Alguno tiene que estar abierto. –Revisé cada uno hasta que por fin encontré uno que no tenía candado. Una heladería. –Perfecto. –Regresé por Chaerin y con cuidado la metí dentro. –El caballo. –Salí y él estaba esperando fuera, lo tomé por correa y lo jalé para adentro. –Muy bien chico.
Debe de haber algo. –Revisaba con desesperación unas cajas. –Servirá. –Tomé una cinta aislante.
-Tranquila Chae. –Me arrodillé a Chaerin que estaba inconsciente sobre el suelo. –Voy a ponerte de lado. –La giré con mucho cuidado, ella se quejó. –Demonios. –Cuando levanté su playera tenía un agujero del lado derecho de su abdomen, la sangre no dejaba de salir.
-Vas a estar bien… aguanta. –Saqué de mi mochila un trapo y se lo coloqué en la herida, con la cinta aislante se lo fijé al cuerpo. –Eso nos dará algo de tiempo. -La giré de nuevo. –Buscaré algo para coserte.
Me puse de pie y levanté la puerta.
–Cuida de ella amigo… -Cerré.
-Y ahora ¿A dónde voy? –El centro comercial era enorme. –Una farmacia, eso necesito. –Subí al segundo piso.
-Farmacia Weston’s. Suena prometedor. –Entré a la farmacia en busca de medicamentos y algo para coser a Chaerin.
-¿Pero qué…? Se han llevado todo. –La farmacia estaba completamente vacía, aun así decidí revisar el lugar.
Me acerqué a la puerta de la bodega y miré por el cristal de la misma.
-Botiquín. –Quise abrir la puerta pero tenía seguro. -¿Cómo demonios entro? –Revisé los cajones que estaban cerca de la caja registradora. – ¿Una nota?
ATENCION LEEME
El farmacéutico me ha atacado. Le he dado un buen golpe, esta inconsciente y encerrado en la tienda de muñecas de al lado. Por favor búsquenle ayuda.
-¡Claro! El farmacéutico debe tener la llave.
Salí de la farmacia y entre a la tienda de muñecas, lo único que necesitaba era la llave de la bodega.
-Si vas a saltarme encima, hazlo de una vez. –El lugar estaba todo macabro, lleno de muñecas de porcelana.
-Debe ser una maldita broma. –El farmacéutico estaba adherido a la pared lleno de protuberancias producidas por el hongo.
-No resucites… No resucites. –Revisé con cuidado sus bolsillos en busca de la llave. –La llave.
-Bien, ahora voy por ese botiquín.
Salí a toda prisa de la tienda de muñecas y me dirigí a la bodega de la farmacia.
-Sí, el botiquín. –Lo abrí. –No… no… ¡NO! -El botiquín estaba vacío. –Necesito medicamentos… –Las lagrimas amenazaron con volver a salir. –Vamos Dara… no pierdas la fe… -Salí de la farmacia y seguí recorriendo el centro comercial.
Al subir me fijé de un agujero en el techo, algo había entrado por ahí.
-Un helicóptero militar… -Justo frente a mí había un helicóptero. –Ahí debe de haber algo…
Me acerqué con mucho cuidado al helicóptero, cerca había un cadáver con uniforme militar.
-Justo lo que necesito. –Abrí el botiquín que estaba a su lado, solo había vendas. –Ahora revisaré el helicóptero.
El helicóptero estaba enfrente, colgando de cables…
-Maldición… -Para llegar a él tenía que saltar. -¿Y si no hay nada? –La puerta estaba abierta, solo tenía que dar un salto. –Solo un saltito… sé que puedo. –Tomé impulso y salté. –Mierda… -El helicóptero se ladeo, con fuerza me sujete de los asientos. –Estoy bien… estoy bien… -Al abrir los ojos miré el botiquín. –Qué este aquí… que este aquí… -Lo abrí con prisa. Dentro habían jeringas, gasas, alcohol y… las herramientas para suturar… -Ya te tengo… -Abracé el botiquín con fuerzas. –Ya te tengo. –Comencé a llorar. –Chaerin… -Me puse de pie y salté de nuevo fuera del helicóptero.
-Ya casi… ya casi… -Corrí hasta donde deje a Chaerin, el pecho me dolía por el esfuerzo. –Estoy aquí… -Me acerqué a ella y abrí el botiquín. –Muy bien, estoy lista. –Saqué la aguja y el hilo. –Está bien… lo he hecho antes… -Mi mano temblaba. –Tranquila… tranquila… -Suspiré y comencé a coser la herida. –Listo, listo… -Al terminar coloqué una gasa sobre la herida. –Ahora por favor… lucha… lucha por vivir mi amor… -Me acurruqué a su lado, abrazándola para darle calor. –Quédate conmigo… Tú no me dejes… -Lloré hasta quedarme dormida.
----Flashback----
Me encontraba en un camión rumbo a mi nuevo hogar, una zona de cuarentena en Boston. La entrada al lugar esta resguardada por militares.
-Las luciérnagas nos salvaran… -Leí en voz baja lo que estaba escrito en el muro de la zona, cerca estaban escaneando a un hombre.
-¡Infectado! –Uno de los militares gritó cuando el escáner emitió un pitido.
Sin pensarlo dos veces lo colocaron de rodillas y le dispararon en la cabeza. El autobús por fin entró a la zona de cuarentena y abrió sus puertas para que bajemos.
-Bueno… no necesito a nadie… puedo cuidarme sola.
Entré al edificio que estaba justo enfrente de mí cuando dos hombres me taparon el paso. Uno de ellos me tomó por el cuello.
-¡Déjenme! ¿Qué quieren? –Intentaba zafarme de su agarre, pero era inútil.
El otro comenzó a revisar mi mochila.
-¡Oye aléjate o te las veras conmigo
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