Cap.7

Viento y Tierra // Jaeyong

VII

 

Los cabellos rojos se empañaban de sudor tibio cada vez que Taeyong golpeaba violentamente la espada contra el tronco y ésta, en respuesta, rebotaba toscamente. Como consecuencia, mordía sus labios, produciendo heridas que no emitían dolor alguno y sólo impulsaban su desesperada rabia. Entonces lo volvía a intentar, una y otra vez, obteniendo el mismo resultado mísero. Las únicas pruebas de su infranqueable constancia, eran las ampollas frescas que cubrían sus palmas rosadas. Pero no había más, la espada le seguía resultando pesada, los golpes continuaban siendo débiles y los días seguían pasando sin ser lo suficiente factibles. Sin embargo, a pesar de lo exhausto de su apariencia, no se rendía.

Así que volvió a tomar la espada, apretó los dedos con firmeza e identificó su objetivo. No se permitiría volver a fallar.

—La estás sosteniendo mal –Antes de que Taeyong pudiera advertirlo, la suave voz de Yoon Oh se posaba sobre uno de sus oídos. –Debes tomarla con firmeza, desde la parte inferior del mango, sin apretar demasiado –Las manos del general se posaron sobre las del príncipe, tomándolas con gentileza y ubicándolas en el lugar correcto del mango.

—N-no necesito…

—Shh. Presta atención –Yoon Oh le interrumpió. Taeyong volvió la vista a sus manos y contempló como éstas encajaban a la perfección. Se sintió nervioso en el sentido cómodo de la situación –Mantén la espada lejos del abdomen –El general lo guiaba, moviendo al mismo tiempo sus brazos junto a los de Taeyong. Su aliento tibio hacia cosquillas la mejilla ruborizada del príncipe –Sube los brazos hasta que la espada apunte el cielo y la cabecilla del mango quede a la altura de los ojos. Usa la mano derecha para guiarla y la izquierda para darle fuerza. Antes de atacar, lleva el pie izquierdo detrás del derecho…-El corazón de Taeyong palpitaba frenético. Fue difícil para él mover las piernas y a la vez, evitar el contacto corporal con Yoon Oh. Quería apartarse, pero había algo más que lo mantenía dócil –Bien. Ahora impulsa la pierna izquierda hacia adelante. No encojas los brazos, debes mantenerlos extendidos… –Los dos se movieron en conjunto, como si fueran un solo cuerpo. Eran firmes y a la vez, flexibles –Eso es todo, mi príncipe –susurró Yoon Oh, demasiado cerca. Taeyong pudo sentir el aliento tibio acariciando su cuello –Sólo repítelo hasta que se haga una costumbre.

El general finalmente se separó de él, sin una mínima muestra de emoción. Por un momento, el príncipe sintió una pizca de decepción ¿Sólo él se había puesto tan nervioso? Taeyong sonrió, sintiendo lastima de su patética actitud.

—No vuelvas a tocarme –murmuró.

—Te entrenaré.

—No necesito tu ayuda –Taeyong apretó la espada. Las ampollas ardieron por primera vez.

—Lo sé –aceptó Yoon Oh –Tómalo como una oportunidad…sólo, utilízame.

 

***

 

El arma irradió su mágica luz cuando el general la levantó sobre su cabeza. Tenía una belleza innegable, era bastante filosa y fina, semejante a un suave pétalo de sakura. Yoon Oh siempre había querido manejarla, pero pensó que las manchas de la guerra no eran dignas de ella. La espada, pertenecía a su madre.

En Cielo, las esposas de grandes guerreros, tenían el deber de proteger a sus familias y con ello, si se requería, al reino entero. Jamás la había visto empuñarla, así que desconocía las habilidades de combate de la señora Jung. No obstante, Yoon Oh solía imaginarla galopando un pegaso, vestida de la radiante armadura plateada, dejando que el viento arrastrara sus cabellos rubios mientras levantaba la espada con elegancia y determinación. Tal vez su padre la había conocido de esa manera, en medio de una cruel guerra.

Ahora, tantos años después, él era quien portaba la reliquia familiar que más atesoraba. Al sujetarla entre sus manos, podía sentir la energía cálida de esa hermosa mujer, como un aura invisible que podía protegerlo. Estaba listo para hacer uso de ella y enseñar todo lo que sabía a Taeyong.

—Al combatir, un guerrero oculta su alma. Si siente miedo, pena o felicidad, nadie debe saberlo –Yoon Oh se posicionó frente al príncipe. Sus ojos se mantenían firmes, abstractos e ilegibles; escudriñando el cuerpo entero de su adversario –Si titubea, sólo un segundo, entonces estará perdido. –El general atacó, deteniendo el arma cuando ésta se encontró con el delgado cuello ajeno –No titubee, mi príncipe.

Taeyong contenía la respiración. Su posición seguía siendo la misma. Yoon Oh ni siquiera le había dado tiempo para moverse o reaccionar ante el ataque.

—O-otra vez –tartamudeó. –Lo haré mejor.

—No me pierda de vista, su alteza.

El príncipe apretó los dientes.

La ubicación fue la misma. Ambos frente a frente, sujetando sus espadas con igual firmeza, observándose detenidamente y agudizando un poco más los sentidos. No obstante, fue Taeyong quien atacó primero. Arremetió el arma con torpeza, dejándose arrastrar por el peso y deteniéndose a tropezones. Yoon Oh lo esquivó con bastante sencillez, lo suficiente rápido y preciso como para apuntarle con el filo de la hoja en la zona media de la espalda.

—Sin emociones –advirtió el general –Oculte lo que siente y actúe con prudencia, jamás precipitadamente.

Yoon Oh retiró el arma.

—Una vez más.

El entrenamiento se extendió hasta los primeros minutos del atardecer. El resultado seguía siendo el mismo, si Taeyong se movía a la izquierda, Yoon Oh aparecía por la derecha, listo para hundir la afilada espada en la pálida piel. La ventaja era bastante evidente: un príncipe dedicado al estudio y un soldado forjado en el combate. No obstante, era esa diferencia lo que Yoon Oh apreciaba. Admiraba la valentía aguerrida de Taeyong, no se rendía, incluso cuando su cuerpo delataba agotamiento. A pesar de los deseos de venganza, Yoon Oh sabía que Taeyong jamás estaría completamente corrompido. Los ideales y principios del príncipe seguían siendo los mismos.

—Descanse, su majestad –ordenó el general –Necesitará el doble de energías para mañana.

Taeyong pareció dudar. Yoon Oh comprendió que algo inquietaba al príncipe cuando éste comenzó a mordisquearse los labios.

—Necesito curar esto…

El general sonrió, ajeno a la expresión bochornosa del príncipe. Por primera vez, en mucho tiempo, se tomaron de las manos.

 

***

 

Otros tantos días pasaron, Mark tachaba cada uno de ellos en su pequeña libreta. Diecinueve días en total, lejos de casa, ajenos a la guerra. Catorce días de duro entrenamiento.

—Ya es momento –Yoon Oh se acercó a Mark. Tenía dos enormes vasos llenos de licor –No se lo digas a tu madre, me matará si se entera.

Mark asintió con un poco de duda.

—¿Cuándo nos iremos? –preguntó. Su expresión cansada se reflejó en el interior del vaso –Taeyong ya está listo.

El general suspiró. Miró hacia el fondo negro del bosque y bebió del alcohol. Mark lo imitó.

—Debe ganarme primero. Si lo hace, tendrá oportunidad contra Yukhei.

Mark estuvo de acuerdo. Sabía de sobra que Wong Yukhei era un guerrero aguerrido. Ambos tenían la misma edad, pero era Mark quien seguía siendo un aprendiz, mientras que Yukhei ya era un respetado sub general. Incluso Yoon Oh le había ofrecido sus respetos.

—¿Cuándo le dirás? –Mark cambió de tema. Su bebida seguía intacta, el sabor no había sido de su completo agrado.

—Supongo que ya es momento ¿Verdad? –Yoon Oh se levantó –Pero antes, deberíamos dormir. El príncipe prometió cortar mi cuello con mi propia espada. Debería estar un poco lúcido para cuando lo haga ¿No crees?

Ambos rieron.

La madrugada llegó lenta.

 

***

 

Taeyong contratacó. Se había vuelto más ligero y rápido. Podía detener la espada de Yoon Oh, hacer que retrocediera y se defendiera. Sus combates, con el tiempo, se habían vuelto más equitativos; aunque, al final, Yoon Oh resultaba ser victorioso. Pero no esa vez, decidió el príncipe. Se aferró a la espada con determinación y avanzó con velocidad hasta encontrarse frente al general –quien recién se recuperaba del anterior ataque. El resultado fue inminente, el arma de Yoon Oh cayó a un costado, dejando al adversario indefenso y adolorido. Taeyong le apuntó el cuello.

—Puedo matarte ahora –amenazó. Yoon Oh asintió, no parecía perturbado –¿Crees que no lo haré?

El general negó sin muestras de titubeo.

—Adelante –el general avanzó. La punta del arma penetró la piel de su cuello y delató la sangre escarlata –Soy su enemigo, mi señor.

El príncipe palideció. Las palabras de Yoon Oh no sonaban vacilantes o suplicantes, más bien, se oían con una lógica abrumadora que lo invitaban a hundir la espada hasta que le partiera el cuello y lo dejara muerto. Parecía una sugerencia tentadora…su venganza se podría ver realizada, sin embargo, Taeyong se apartó. Él no quería hacerlo,… aún no.

—No lo malentiendas –se apresuró en aclarar su decisión –Te necesito para llegar a mi reino.

Yoon Oh recogió su espada en completo silencio. Taeyong esperó a que él diera la orden de seguir practicando, pero no lo hizo. Parecía estar pensando en otro tipo de cosas, como si realmente no le importara el hecho de que podría haber muerto o peor, como si ignorara la victoria de Taeyong. La impaciencia del príncipe comenzaba a crecer.

—¡Yoon Oh! –gritó Mark. Taeyong lo vio corriendo desde el interior del bosque –¡Es Yukhei, están a un día de aquí!

Se estremeció. Finalmente los habían encontrado.

Volteó a ver a Yoon Oh, esperando encontrar alguna respuesta, pero sólo advirtió una sonrisa ilegible. La misma sonrisa de aquella vez, cuando lo entregó a manos del enemigo…

Estaba volviendo a suceder. Yoon Oh lo estaba traicionando, otra vez… pero ahora, él podía defenderse.

—¡Maldito! –Gritó Taeyong. La espada volvió a hundirse en el cuello ajeno. Escuchó a Mark gritar en algún lado, pero el mundo se redujo sólo a ellos. –Lo hiciste de nuevo…

—Debes irte con Mark… –interrumpió Yoon Oh. La calma seguía visible en sus rasgos faciales –Pero antes,… supongo que debes saber la verdad –Yoon Oh lo enfrentó. Taeyong observó como la derrota se reflejaba en los ojos azules del general. Él no lo había traicionado, pero tampoco entendía lo que estaba sucediendo.

De alguna manera, se sintió aliviado.

—Yoon Oh, no es momento, debemos marcharnos –Mark se acercó. Estaba paranoico y bastante agitado.

Taeyong comprendió la situación y bajó el arma. Sin embargo, Yoon Oh mantenía la vista fija en él.

—No quise traicionarte –continuó el general. Estaba claro que no se movería. –El rey conocía de nuestra relación,…siempre lo supo. –La voz de Yoon Oh flaqueó, sus defensas comenzaban a desmoronarse. Mientras tanto, Taeyong, lucía taciturno. Sabía a dónde llegaría, podía predecir la explicación, no obstante, él deseaba oírlo. Necesitaba escucharlo de la boca de Yoon Oh –Era la vida de tu padre y la tuya o tu captura. Sabía que el rey te mataría de todas formas, así que le dije que te entregaría. Pedí un mes a cambio, mientras tanto, pensaría en una forma de salvarte. Sin embargo, ese día, el rey envió a su ejército. Él sólo me utilizó…

Las lágrimas del príncipe cayeron furiosas, se sentía más molesto que antes.

“(…)confía en el amor que te tengo”… las palabras comenzaban a encajar en el contexto de ese trágico día. Yoon Oh se lo iba a decir.

Taeyong no quería creerle.

—¡Debiste decirlo entonces! ¡¿Por qué no lo hiciste?! –gritó furioso, buscando una excusa para seguir negando esa verdad.

—¡ELLOS TE MATARÍAN, DEBÍA MANTENERTE VIVO! –Finalmente, Yoon Oh se rompió. El silencio pareció una eternidad, sólo un mero consuelo para sanar un poco de las heridas. Taeyong quiso acercarse, pero Yoon Oh había cambiado de expresión. –Y ahora debe irse, mi príncipe. Hoy cumpliré con las dos promesas que hice: cuidar y desaparecer de tu vida.

Taeyong deseó negarse y aferrarse para siempre a Yoon Oh. Sin embargo, no lo hizo. Las heridas seguían frescas, al igual que todo el dolor y la tristeza contenida. Miró por última vez a Yoon Oh y se giró, Mark lo estaba esperando, debían irse lo más pronto posible.

Nada había cambiado, ellos eran diferentes y no volverían a ser los de antes.

 

***

 

 

—Mi príncipe, mi amado y precipitado príncipe –Yoon Oh se acercó. Sus pies levitaron mágicamente y su capa de ceda se arrastró en el aire con sutileza –No dejaré que nada nos pase. Te cuidaré como si fueras mi propio rey. Confía en el amor que te tengo ¿Lo harás, me entregarás tu mano en la oscuridad?

—Sí, lo haré

 

 

 

// El siguiente, es el último capítulo~ así que ya falta más que poco para concluir esta pequeña aventura ;; gracias por todo. 

 

 

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CoffeAndChill #1
Tremenda alegría me produce ver una historia en español por estos lugares. Incluso si solo es uno en un millón. Ya había leído oníricas en wattpad y ahora verlo aquí... wow. Tienes una forma de escribir que me encanta y apasiona.
Por favor, continúa escribiendo... deseo tanto ver como progresa esto. Taeyong con su dolor y rencor, Jaehyun con su culpa y remordimiento. El angst me llama (; ahre