Cap.3

Viento y Tierra // Jaeyong

III

 

Pudo oírlo –cuando su cabeza rebotó contra los barrotes y la sangre brotó de su frente –la tenue voz de su padre, exigiéndole que despertara. Sonrió cansado, lamentando que sus párpados pesaran más que antes. Por más que persistiera, él no abría los ojos. Eso sería todo, no tenía más fuerzas para seguir luchando. Sentía desfallecerse, poco a poco, mientras las continuas golpizas seguían aterrizando contra su cuerpo anestesiado. Sobrevivir, ya no parecía una opción factible.

Taeyong deseó morir.

Estaba listo para decir adiós a todo lo que amaba: su tierra, su padre, los bastos valles multicolor, el olor húmedo del barro, la risa escandalosa de Yuta, los paseos largos con Johnny,…su vida, antes de Yoon Oh. Este último, siendo la razón principal de tanta desdicha. Si no lo hubiera conocido, piensa en cierto momento, cuando una espada golpea su espalda;…quizá todo estaría mejor. Y ese “quizá” logra elevarse, flotando junto a tantos momentos que compartió con el soldado de sonrisa cálida, hoyuelos infantiles y ojos azules.

Los recuerdos lo lastimaban, más que cualquier otra cosa.

Sin embargo, al quedar finalmente inconsciente, soñó con Jung Yoon Oh –con ese Jung Yoon Oh que creyó conocer y que, realmente, nunca existió. Lo encontró descansando bajo la sombra de un gigantesco roble, dejando que la suave brisa acariciara su rostro. Taeyong esbozó una aliviadora sonrisa, reconociendo la identidad tranquila de su amante; sin armaduras o expresiones rígidas que lo distorsionaran. Así que se acercó a él, buscando refugio en su cálida compañía, deseando no despertar nunca y quedarse con el consuelo de esa utopía. Después de todo, lejos de todo resentimiento, en algún lugar de su cuerpo o alma, aún añoraba a Yoon Oh.

Aunque al despertar, el rencor seguiría estando vivo, latiendo con más fuerza cada segundo.

 

***

 

Su cuerpo dolía, cada hueso y músculo, de pies a cabeza. Podía palpar la sangre, pegajosa y maloliente, secándose sobre su piel sucia. Ni siquiera era capaz de imaginar su apariencia, sólo sabía que estaba en un estado de putrefacción, igual o peor a un animal que está siendo devorado. El príncipe que antes fue, estaba enterrado bajo la orina, las manchas escarlatas y el polvo metálico. Su dignidad, ya no existía en ningún rincón de esa celda.

—Déjame ayudarte –escuchó la voz de Yoon Oh, susurrándole frente al rostro.

Quería apartarlo, evitar que lo tocara; pero su estado era tan miserable, que lo único que hizo, fue quedarse quieto y sumiso.

Entonces sintió la suavidad de un trapo, húmedo y tibio, limpiándole el rostro con bastante delicadeza. Las heridas comenzaron a quemarle, fundiendo un tortuoso calvario en cada centímetro de músculo; recordándole que aún estaba vivo. Poco a poco, su consciencia retornaba, mostrándole el mismo panorama dónde seguía preso. Fue ahí cuando lo vio, a un joven soldado que cuidaba de él. No era Yoon Oh, pero tampoco alguien que conocía. Se encontró así mismo algo decepcionado y se recriminó por ello –por pensar que Yoon Oh le brindaría un mínimo de consuelo.

No tuvo que observar mucho, para darse cuenta que el desconocido, era alguien bastante joven, quizá unos cinco o cuatro años menor. Tenía el típico cabello rubio ondulado y los profundos ojos azules, que representaban a los miembros de nobles familias ancestrales. Comenzó a pensar si el rey Qian, había decido finalmente, tratarlo como un ser viviente; enviándole un sanador de sangre noble. Fuese cual fuese la razón, dejó que el extraño muchacho curara sus heridas; necesitaba mantenerse fuerte para seguir sobreviviendo durante el resto de las siguientes horas.

—Me temo que no pude hacer mucho –musitó el joven soldado, mostrando una afectuosa sonrisa que Taeyong prefirió evitar ver –No soy lo suficiente bueno haciendo esto…A propósito, soy Mark.

Lo ignoró. Deseaba que se fuera y lo dejara tranquilo.

No obstante, Mark se sentó junto a él.

—¿Por qué haces esto? –Cuestionó el príncipe, sintiéndose más irritado –¿Es una orden del rey?

—Se supone que debo mantenerte vivo –se detuvo unos segundos meditando lo que diría a continuación –No fue el rey. Es…sólo, alguien más.

Yoon Oh, pensó con amargura, ignorando todas las razones por las que le enviaría ayuda.

Taeyong no volvió a preguntar.

 

***

 

Desconocía como transcurría el tiempo. No obstante, lo sentía lentamente eterno.

Había momentos en los que creía que era de noche. Podía imaginar a las estrellas parpadear, la luna brillar y el frío acentuarse delicadamente en un manto de azul oscuro. Vislumbraba las farolas del reino, las luciérnagas volando y los grillos cantando; a su padre, sentado frente a la fogata, mientras los aldeanos reían libremente. Escuchaba las canciones que Yuta interpretaba, sobre hadas y niños perdidos; acompañado del sonido lírico de un arpa, sólo siendo interrumpido por la espada que Johnny afilaba con constancia.

Y, había, en otros breves momentos, que sentía la tibieza de una tarde fresca. Igual de amena que la noche o la mañana. Igual de distante y anhelante, alejándose más de los únicos recuerdos que parecían borrarse mientras más pensaba en ellos.

Era una eternidad sin colores, sin sonidos,…sin vida. Una eternidad cruel.

A veces, cuando Mark venía a entregarle comida o a sanar sus heridas; Taeyong consideraba preguntarle sobre la hora o el día. Sin embargo, sus labios quedaban rígidos, apretados contra sí, incapaces de moverse. Desconfiaba de Mark, de lo que era, de su labor, de lo que traía y de lo que decía. Jamás podría creerle, incluso si la verdad parecía demasiado lógica. Por lo que, tampoco preguntaba.

—Son cinco días –mencionó Mark, cuando lo atrapó tratando de mirar por la única rendija que había –Cinco, desde que llegaste. Tres, desde que comenzó la guerra.

Taeyong se estremeció.

Sólo cinco días, pero el príncipe ya se sentía viejo y cansado; apenas podía moverse.

La eternidad era cruel, demasiado lenta y engañosa.

Así que Taeyong se tocó, por primera vez desde el día de su captura, su pequeña cabeza rapada. El cabello seguía ausente, apenas raspando sus palmas con las nacientes hebras. El dolor de los cortes seguía ahí, presente y palpitante.

Sólo cinco días…

—Es rojo –susurró el soldado –tu cabello, está creciendo rojo…

La observación no causó sorpresa en el príncipe.

—En Tierra, el cabello de un nativo, es del mismo color que el sentimiento que prevalezca en su alma –Taeyong contempló sus manos, pálidas y sucias. –El rojo es la ira, el coraje y la venganza.

El azabache, significó el vacío.

 

***

 

—Tragedia o fatalidad –meditó Yoon Oh, mientras admiraba a los astros moverse por el extenso cielo oscuro –Eso representa en mi nación…Pero yo creo que, significa misterio, algo especial y sublime –Yoon Oh suspiró profundamente, antes de girarse y encontrarse con el perfil ruborizado de Taeyong. Se mantuvo contemplándolo durante unos segundos, con la expresión cálida y tranquila –Para ellos, eres un ser fatal. Para mí, una criatura misteriosa y sublime…Ya no te sientas vacío.

Taeyong confío aquella vez, sin titubeos, preso de las palabras.

—He dejado de sentirme de esa forma –confesó, seguro de sí mismo.

Yoon Oh tomó su mano derecha, apretándola con delicadeza firmeza.

Silencio, perfecto y confortante.

—Estarás bien ahora.

Taeyong, confiaba en Yoon Oh.

Esa noche, el príncipe le entregó una parte de su alma, esa parte hueca que necesitaba ser llenada. Así que, por vez primera, besó las suaves mejillas y se encontró con un par de sorprendidos ojos azules. Ambos rieron, contemplándose, sin darse cuenta que el tiempo pasaba rápido y sigiloso.

Si Taeyong, pudiera borrar alguna parte de su vida, sería ese momento. No cuando conoció a Yoon Oh. No cuando Yoon Oh lo traicionó. Sino, cuando decidió que podría confiar ciegamente en él, entregarle su mano en la oscuridad y caminar a su lado; sin temor o duda.

Ahora, su alma se sentía el doble de vacía, apenas sobreviviendo de los pedazos de calor que producía la rabia.

Esperaba que Yoon Oh pudiera ver el nuevo color que lo cubría. Un rojo oscuro, que reflejaba la traición, el odio y lo imperdonable.

 

 

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
CoffeAndChill #1
Tremenda alegría me produce ver una historia en español por estos lugares. Incluso si solo es uno en un millón. Ya había leído oníricas en wattpad y ahora verlo aquí... wow. Tienes una forma de escribir que me encanta y apasiona.
Por favor, continúa escribiendo... deseo tanto ver como progresa esto. Taeyong con su dolor y rencor, Jaehyun con su culpa y remordimiento. El angst me llama (; ahre