Capitulo 1
En el velo de la noche. (Version Taeny)Era el año de 1742, Ciudad República se encontraba en un momento de auge económico que sería impensable para un poblando tan pequeño como era aquella ciudad. Las calles estaban infestadas de plebeyos felices al servicio de sus amos los nobles, pues aquella ciudad era destacada por la gran cantidad de personas en cuyas venas corría sangre azul. Todos los sirvientes de aquellos nobles vivían con los lujos que jamás podrían tener laborando para alguien más en la capital, pero definitivamente, los que tenían más privilegios ante todos eran los que le servían al gran Conde Hwang, cuya sangre era la más pura entre los nobles y quien poseía el mayor estatus social en toda Ciudad República. Sin duda alguna, si querías vivir decentemente, debías estar a sus órdenes y jurarle lealtad. Poseía una gran mansión de color verde olivo, bajo su mando habían más de trescientos hombres y mujeres trabajando, sirvientes, costureras, cocineras, artesanos, caballeros, pastores, y más clases de personas habitaban en ese lugar y le daban el mantenimiento justo para que estuviese siempre reluciente.
En una pequeña habitación rosa dentro de la gigantesca mansión se podía apreciar a una niña de escasos cinco años sentadita en un escritorio a su altura, su pelo negro brillaba con una intensidad cegadora y delataba su sangre real, ya que los Hwang eran las únicas personas con el pelo así de negro, utilizaba un vestidito rosa hecho a la medida a mano de una costurera de la misma casa, sus verdosos ojos estaban metidos dentro de un libro de historia que su tutor le había ordenado leer. Para ella la historia que en esos momentos analizaba le era más que interesante: Hace muchos años atrás, cuando el ser humano vivía en una época llamada “La Edad del Oriente” los hombres tenían el don de poder manejar algún elemento natural; ya fuese agua, tierra, fuego o aire. En ese entonces a los seres que poseían aquella habilidad se les llamaba “maestros”. La pequeña niña se sorprendió tanto que le era difícil aceptar tal verdad, pues en su época aquello era más que imposible, un ser humano ordinario jamás podría haber manejado algún elemento inanimado, sin embargo, la pequeña no dejaba de serlo y, al ver que estaba escrito en un libro que su mentor le dio, dejó de dudar y lo aceptó como una verdad.
La pequeña de ojos verdes siguió concentrada en su lectura hasta que un ruido en su ventana la alarmó, era como si alguien la tocase desde afuera. Algo asustada, la pequeña heredera del linaje Hwang dejó su libro en su escritorio, se bajó de la silla y se encaminó hasta su ventanal, con cuidado, corrió la cortina con el corazón palpitándole a mil por hora, cuando la tela dejó de impedirle la visión lo que vio afuera de su habitación la dejó asombrada. Había una niña en su balcón, su tez era morena, usaba ropa de los sirvientes de la casa del agua, sus ojos tenían un hermoso tono azul mar, estaba peinada de una manera poco agraciada y su voluptuosa pansita se asomaba entre sus ropas denotando que le quedaban pequeñas, en sus mejillas y rodillas se podía apreciar algo de lodo, pero eso no le impedía mostrar el notorio sonrojo que poseía. La pequeña Hwang pensó que aquello que veía era una ilusión, pero al ver que aquella niña tocaba el cristal de su ventana para que le abriese supo que no era producto de su mente. Casi al instante de que escuchó el repicar del cristal, abrió su ventana para dejar entrar a aquella niña que había llegado a su balcón.
— ¡Hola! — Saludó la morena con energía.
— Eh... Buenos días. — Le correspondió la noble con un saludo formal.
— ¿Quién eres? — Interrogó la niña de ojos azules.
— Me llamo Tiffany Hwang, ¿y tú? — Cuestionó la heredera.
— Me llamo TaeYeon, mucho gusto, Tiffany. — Se presentó la pequeña niña metiéndose en la habitación de la heredera Hwang. — ¡Wow! ¡Esto es genial! ¡Tu cuarto es tan grande como la habitación de mi mami, papi y mis tíos juntos!
— Oye... ¿cómo llegaste hasta aquí arriba? — Se interesó la pequeña al recordar que su habitación estaba en el tercer piso.
— Ah, el agua me ayudó como siempre. — Expresó TaeYeon observando todo a su alrededor. — ¿Sabes? Eres una niña muy bonita, Tiffany.
— G-Gracias...
— ¡TaeYeon~~~! ¡¿Cuándo piensas bajar a jugar?! — Se escuchó la voz de un tercer niño.
— ¡Calla, Minho! — Chilló la morenita con un puchero. — ¡Oye, aquí arriba hay una niña! ¿Te parece que juegue con nosotros?
— ¡No! ¡Suficiente tenemos contigo! — Se quejó el pequeño Minho típico a esa edad.
— ¡Pues tu opinión no me importa, tonto! — Le respondió TaeYeon mientras le sacaba la lengua a la distancia como si en serio la pudiese ver. — ¿Tu qué piensas, Key?
— ¡Endre más seamos, mejod! — Dijo el hermano menor de Minho con su vaga pronunciación de la "r".
— ¡Listo! Tiffany, ¿vienes a jugar? — Ofreció la pequeña TaeYeon mientras sonreía de oreja a oreja.
— Eh... No creo que mi papá me... — Pero no la dejaron terminar, pues antes de que culminara, la pequeña morena se había aventado desde su ventana. — ¡TaeYeon!
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