Zuhause
Minkyul DrabblesHyomin entró en la habitación. Había visto a Qri desde la puerta de entrada, estaba sentada en una cama, apoyándose en una pared y abrazándose las piernas mientras miraba viejos libros y recuerdos de su infancia en la casa, Hyomin la observó, nunca había visto a la mujer rubia con una expresión tan serena y eso por algún motivo le causaba intranquilidad.
No tuvo que llamarle la atención, Qri dejó lo que miraba y le dedicó una sonrisa triste como bienvenida.
- Gracias por entregarle al CEO los cambios del MV
Hyomin negó con la cabeza. ¿Qué podía decirle?, ella misma había estado en esa misma situación, lastimarse en los ensayos era algo muy doloroso y tener la responsabilidad de líder era muy difícil de ejecutar estando con el tobillo doblado. Así que con la experiencia que tenía ayudó a la rubia en lo que pudo. Ahora se encontraba cuidándola en su casa.
- Así que esta es tú casa - intentó cambiar de tema para distraer a la rubia - Es muy bonita, y acogedora - volteaba a mirar a todos lados- Nunca antes antes había estado en la habitación de nadie .. - sus palabras se detuvieron al instante cuando vio como la rubia estiraba su brazo para cogerle la mano.
Qri acarició suavemente el brazo de la joven que tenía delante, entrelazó sus dedos con delicadeza y poco a poco llevó la mano de Hyomin a su mejilla, notó la piel caliente y reconfortante de la cantante y se convenció, por fin, de que por mucho que lo intentara no había marcha atrás.
- También es mi primera vez- sonrió triste- nunca invité a nadie cuando vivía aquí.
Hyomin sintió el calor del cuerpo de Qri, su boca se secó, quería decir algo, algo que golpeaba con violencia sus entrañas, algo que nacía de muy dentro de su conciencia, pero sus palabras murieron en su garganta cuando los labios suaves y cálidos de Qri besaron la palma de su mano. Por primera vez en 25 años sintió el peso de su edad, se sintió tímida y torpe como una adolescente, impotente se avergonzó de si misma y en un arrebato impropio se dejó llevar por sus sentimientos. Acarició con la yema de sus dedos la boca de la mujer del lunar en la nariz y lentamente la besó. No importándole nada más, solo saborear a la mujer que tanto amaba y la cual no puso ninguna resistencia.
Esa noche sería muy larga.
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