Y siempre en aquellas noches tan desanimadas volvía a escuchar aquella voz, cantando esa melodía que la hacía estremecer. De alguna manera se sentía reconfortante, no se sentía sola, a pesar de que todo el trayecto de su trabajo hasta su hogar dijeran lo contrario. Eran aquellos momentos en donde se detenía para ella el tiempo, ubicada debajo de ese balcón, sintiendose unida estrechamente en sentimientos con la melodía. Su día había sido pésimo, pero el sonido la relajaba y le aseguraba lo contrario. Poco se imaginaba Qri que con música hacia un llamado a su alma gemela, su amor destinado, y que este todas las noches se detenía debajo de su balcón para oír su canto.