III

Kyungsoo no supo como se dieron las cosas para cuando llegó a la cocina al día siguiente y en su comedor estaba sentado un hombre que no había visto antes, era alto y moreno, con ojeras muy pronunciadas bajo los ojos y manos rasposas. No recuerda su ropa ni el peinado que tenía, solo recuerda el color de sus ojos, negro.

Su madre lo miró antes de que diera un paso dentro y lo invitó a sentarse frente al hombre.

Tenía una mirada cálida y tranquilizadora, muy diferente a la que tenía su propio padre.

-Hola, ¿Te llamas Kyungsoo, cierto?.. mucho gusto.-

Le extendió la mano y el pequeño la tomó un poco dudativo, mirando primero a sus padres para asegurarse que tenía el permiso.

-u-umm… Do Kyungsoo, Señor…-

-Tienes muy buenos modales…. – sonrió de lado aquel hombre.- Yo soy Kim Jongin, el padre de Kai…-

Kyungsoo abrió los ojos de par en par.

-jajajaja… seguramente Kai no te habló de mi…- tomó de la taza de te frente a el.- pero no lo puedo culpar, el no habla de muchas cosas en particular..- miró su reflejo sobre el líquido verdoso, cavilando unos instantes antes de que Kyungsoo se acomodara mejor en la silla.

Iba a cumplir 11 años y aún no podía tocar el piso con los pies cuando se sentaba.

-¿Y…y…ka…- tragó un poco de saliva y miró hacia otro lado, evitando esa comprensiva mirada del Sr. Kim.- ¿Hicimos algo malo?...-

Todas las preguntas se reducían a esa única cuestión..

Pero el padre de Kai negó y se cruzó de brazos, sin cambiar su gesto de calma.

-No, Kyungsoo, no hicieron nada malo. Vine para pedirle a tus padres y a ti disculpas… por lo que Kai hizo…-

La nueva pregunta era ¿Qué hizo? Kyungsoo tenía 10 años 7 meses. Kyungsoo sabía porque las plantas eran verdes y nos daban oxígeno, Kyungsoo podía leer más rápido que ningún niño de su salón y se sabía todas las tablas de multiplicar, no importa que tan rápido las pregunten los maestros, Kyungsoo nunca falla y nunca pueden hacer que se equivoque.

El sabía que era un chico listo, todos se lo decían.

Pero no entendía que había hecho Kai para que su padre tuviera que disculparse por el.

-el….no hizo nada…- comentó en voz baja, sin despegar los ojos del adulto frente a el. No olvidó la presencia de sus padres, ni el sonido de sus pies moviéndose, tal vez para acercarse.- no hizo nada malo… yo quiero jugar con el.-

Volteó para ver a su padre, directo a la cara.- Papá, quiero jugar con Kai…-

-Kyungsoo, el papá de…Kai, vino a disculparse, es hora de que se valla… tal vez le estamos quitando el tiempo…

-Pero quiero jugar con Kai, ¿No puedo ir yo a visitarlo??- preguntó al Sr. Kim.-

El Sr. Kim lo observaba y pasaba la vista de el a sus padres, intentando adivinar sus reacciones.-

-No digas tonterías, Kyungsoo… el no quiere jugar contigo, ¿Verdad que no, Sr. Kim?? Dígale a este niño que ya no se pueden ver…-

Pero Kyungsoo fue más rápido, tomó la manga del hombre antes de que su madre se acercara para verlo a la cara. Entendía sin entender, comprendía sin darle palabras. Pero los adultos no debían verse a los ojos entre ellos porque utilizaban un lenguaje al que no tenía acceso.

-Déjeme jugar con Kai, el me va a enseñar a hablar con las manos, dijo que usted le enseñó, quiero jugar con Kai….- se bajó de la silla para poner sus manitas sobre los brazos grandes de aquel hombre.-

-Suelta al señor, Kyungsoo!..-

Su padre tomó su cadera e hizo un intento para jalarlo pero Kyungsoo se negó a moverse. Al contrario, enterró las manos aún más en la piel del hombre.-

-¡Quiero jugar con el!...- jamás había levantado la voz en su corta existencia y tuvo el efecto deseado, su padre lo soltó al instante.-

-No veo porque no…Si tus papás están de acuerdo…- el Sr.Kim miró a los Sres. Do y les sonrió, ignorando la carita de Kyungsoo cerca de el.-

-No, Kyungsoo, eso es imposible, deja ir al señor… suéltalo. Sr. Kim es mejor que se valla…su… hijo debe estarlo esperando.-

El invitado se levantó antes de tomar las manos de Kyungsoo y alejarlas con cuidado de su brazo. Lo miró a la cara y  sonrió.- Solo si tienes permiso de tus padres…- le recordó al pequeño Kyungsoo.

Y entonces salió.

Hubo un cambio, un nuevo giro en el comportamiento del menor, algo que no habían visto sus padres y que sinceramente nunca se les había cruzado por la cabeza. Tal vez solo eran ignorantes, tal vez no habían experimentado el paquete completo del tener un hijo.

Do Kyungsoo los miró a la cara, apretó los puños y los cimientos temblaron por primera vez.

-¡QUIERO JUGAR CON KAI!!!!!...-

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Cuantas maravillas existían en los caprichos, en cerrar la boca y negarse a respirar por minutos.

Incluso en el mareo y dolor de cabeza o cuando su cuerpo golpeó contra la madera del piso.

Había tantas contemplaciones divinas en el despertar en el hospital, horas después y con su madre mirándolo angustiada a su lado. Que rostro tan confuso, no le provocaba dolor ni remordimiento. El capricho era un arma maravillosa que le tomó muchos años usar, había sido un tonto ingenuo e indulgente con sus padres.

Demasiado comprensivo, muy poco niño, muy poco egoísta.

-Está bien… está bien, puedes jugar con el pero deja de hacerte esto!!!.-

Había quebrado a su madre y con ella la caída de su padre era inminente.

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Existe una forma inusual en que los padres tuercen sus propias reglas. La conveniencia define todo lo que rige en el hogar y Kyungsoo lo entendió en su plenitud cuando lo sentaron en un sillón frente a ellos y lo miraron en silencio por varios segundos. Acomodando en su mente las nuevas reglas.

Un término relativamente nuevo para Do Kyungsoo.

Reglamento.

¿Para jugar?... nunca se lo habían dicho cuando tenía 6 años y conoció a Sehun o a todos esos otros niños en la calle que ni recordaba sus nombres.

Podía estar con Kai, pero solo 30 minutos al día, una vez al mes.

Un sabor amargo bajó por su garganta cuando lo dejaron volver a su cuarto e irse a dormir. Algo muy agrio y opresivo, que lo impulsaba a utilizar todas esas malas palabras que aprendió en la calle.

Por que había encontrado un arma poderosa, pero sus padres le habían quitado su utilidad.

Y no supo si había sido el hecho de perder, no a esa edad al menos, o solo descubrir su impotencia nuevamente.

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Supo que vería a Kai solo 6 horas en todo un año y que estaba jugando un juego de paciencia cuando le pusieron guantes de cocina, un tapabocas y un impermeable para recibir al pequeño minotauro a la mano de su padre, parado en los límites de la cerca ahora sin púas.

El Sr. Kim estaba sonriendo en dirección a el y se veía tranquilo, como siempre.

-Buenos días, Kyungsoo… - se agachó a su altura y aunque hizo el amago no se atrevió a tocarlo porque los padres del pequeño miraban.- Kai está muy emocionado de poder verte otra vez, te dibujó esto….-

Estaba en una carpeta cubierta con cinta adhesiva transparente, hermético a su toque.

Era un dibujo de el, porque tenía el cabello negro y era pequeño y sus ojos era muy grandes, como el. Hecho con crayolas y un espacio blanco en medio., tenía el nombre de Kai en una esquina y el de Kyungsoo en la otra.

Kyungsoo lo metió bajo su gabardina y le estiró la mano a KAi, sin notar lo rápido que se levantó su madre de las escaleras de la entrada a la cocina, tampoco como su padre la detuvo.

El pequeño tomo la mano de Kyungsoo y sonrió bajo su cubrebocas casero.

-Volveré por el en 30 minutos… no jueguen mucho bajo el sol o les dará insolación, sobre todo a este niño.- acarició uno de los pequeños cuernos de KAi, ganando lo que Kyungsoo supuso fue una risa.-

Kyungsoo lo llevó a la parte más alejada del jardín haciendo oídos sordos de las advertencias de sus padres, para tener privacidad, para recordar un poco lo que era jugar antes de que los adultos se involucraran.

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Tercer capitulo, woow!!!.... 

Gracias por leer. Si tienen alguna duda háganmela saber. ^^