Bajó del auto con cierta cara de fastidio, hace unos minutos había sido mordida en el lóbulo de la oreja por un fanático enloquecido. Y si bien el dolor podía ser medianamente tolerable, no podía olvidar la sensación de incomodidad y vulneración que presenció cuando el sujeto la atrapó desprevenida tanto a ella como a todo el equipo de seguridad.

Un asco.

Iba a quejarse debidamente con el directivo de la agencia exigiendo un cambio completo de sus escoltas.

Con un hielo en una bolsa cubriendo su dolor, entró a la empresa. Buscó a algún alto cargo para poder exponer toda la vergüenza, que los medios televisivos habían captado en medio de los premios en donde salió lastimada por un imbécil.

— Hola, Tiffany, est—— intentó decir una de las secretarias atendiendo el mostrador. Pero una mirada furiosa y llena de cinismo, la hizo bajar la cabeza sintiéndose muy torpe.

Tiffany se acercó hacia la mujer que intentó saludarla, se apoyó en el mostrador y con una cara de pocos amigos apartó su cabello azabache para que descansara en su espalda. Apuntó su oreja y la hinchazón ligeramente sangrosa que ésta poseía.

—¿Ves esto? — dijo la cantante con una voz severa cargada de frustración e ira, apuntando su oreja — Esto pasó hace unos minutos en los Seoul Music Awards. Me tuve que ir apenas unos minutos antes de que empezara y por lo que supe, tuvieron que recoger mi premio por mi. — volvió a apuntar su deshonra — ¡Y ninguno de los ocho bastardos que enviaron a cuidarme pudieron evitar una mierda! ¡Todo quedó grabado y estoy segura ahora seré el maldito hazmerreir de toda Corea!

La secretaria quedó estupefacta, estaba siendo regañada por un asunto que poco y nada tenía que ver con ella. Ella recibía a los invitados que venían a la compañía, los atendía y nada más. ¿Qué iba a saber de la seguridad de uno de los talentos más fuertes de la agencia? Nada.

— Yo lo siento mu—— la mujer intentó terminar, pero nuevamente fue interrumpida por la joven que ya casi no tenía paciencia.

—¿Lo sientes? ¿¡Dices que los sientes!? ¿¡CREES QUE ESO ME SIRVE!? —se inclinó al mueble que separaba ambas mujeres, mientras se sentía furiosa por el incidente que había protagonizado. La secretaria se sintió pequeña en su silla.

Tiffany apartó de golpe la mano que intentó captar su atención detrás de ella, quería desquitarse ahora y con la mujer que tenía frente a sí.

Pero volvieron a insistir y esta vez con una brusquedad que dos personas podrían acometer. La estaban obligando a apartarse de la pobre mujer siendo regañada y a sentarse en unos de los mullidos sillones del hall central. Tiffany forcejeó y gritó en todo el traslado mientras lágrimas descendían por sus ojos.

Solo quedaron las lágrimas cuando su mirada atrapó la de uno de sus captores. Una mirada conocida que hace más de cinco o diez años no veía.

Era la de la chica que había sido una de sus mejores amigas en tiempo que se encontraba pronta a debutar, el prodigio musical Kim Taeyeon, poseedora de una voz alucinante que más de una vez la había conmovido. Taeyeon había abandonado la música de un día a otro y sin una explicación que pudiera dejarla tranquila.

— ¿Taeyeon? —atinó a decir. No sabía como comportarse.

En parte quería abrazarla, decirle cuanto la había extrañado y lo mucho que le hizo falta. Por otra quería darle una cachetada por irse sin una pequeña despedida que la hubiera dejado tranquila, o algún mensaje en éstos años de su ausencia.

La rubia sufrió una dilatación de sus ojos oscuros, buscó el apoyo de la mirada de un hombre a su lado, uno que a Tiffany no le agradó para nada, para tras unos segundos y con un sentido pesar asentir con la cabeza. Sí, era Kim Taeyeon.

Era Kim Taeyeon.

Tiffany soltó una pequeña risilla mientras su mirada se encontró perdida, se levantó del sillón y abrazó a Taeyeon sin saber realmente si hacia lo correcto. Unos brazos le correspondieron y envolvieron su cintura haciéndola rememorar todos esos momentos de juventud.

¡Era Kim Taeyeon, su mejor amiga de toda la vida!

— No puedo creer que seas tú. — apretó con más fuerza a la rubia, mejorando el agarre que ejercía por su cuello —¿Por qué te fuiste, Taeyeon? ¿Por qué no me dijiste nada?

No hubo respuesta, quizás su amiga también se encontraba presa de la confusión de ésta repentino encuentro.

Taeyeon la apartó confundiéndola de sobremanera. Una expresión frívola, ajena a la genuinidad que antes poseía. La rubia hizo un gesto con la mano al hombre a unos metros de las dos amigas, indicándole con pesar que hiciera algo. Tiffany solo frunció el ceño sintiendo el peso de los ojos de ese varón.

—Un placer, Tiffany Hwang, — él sabía quien era ella. No era algo por lo que alarmarse, era famosa después de todo. —soy Byun Baekhyun, el traductor de Kim Taeyeon. Ella perdió el habla hace ya unos años y por tanto yo me encargo de comunicar lo que ella quiere decir mediante lenguaje de señas.

Bien, ¿qué clase de broma pesada era ésta? ¿Taeyeon muda?

Tiffany buscó la confirmación de su mejor amiga, ese Baekhyun no le agradaba.

Taeyeon no hizo ni dijo nada por unos segundos. Luego pestañeó largamente y comenzó a quitarse la bufanda negra que estaba envolviendo su cuello. Tras ella Tiffany pudo encontrar una cicatriz amarga haciéndose del cuello de la rubia, una que gritaba haber sido potencialmente destructiva. Taeyeon sacó entonces una pequeña libreta de su bolso junto a un lapíz, escribió unas palabras ante la estupefacción total de la cantante y luego, con unas manos temblorosas, le entregó el escrito:

"Quedé muda, Tiffany.  Lo siento mucho.

Cambiando de tema, por favor, necesito que me acompañes a mi oficina para que podamos arreglar ese asunto de los escoltas, desde hoy ésta agencia me pertenece casi totalmente."

Tiffany solo pudo mirar a los ojos a Taeyeon intentando descubrir que es lo que era real y que era una mentira.