Capitulo XXI

Tras el telon de pino

Cuando Tiffany salió de su dormitorio el viernes por la mañana, Taeyeon seguía en el mismo lugar en el que la había dejado el jueves por la noche, sentada a la mesa, estudiando detenidamente los informes que Greg había imprimido para ella, y con su pequeño ordenador al alcance de la mano.

Se acercó a ella por la espalda y posó suavemente la mano sobre su hombro. Taeyeon alzó la vista y le dedicó una breve sonrisa.

—Buenos días.

—¿Llevas mucho tiempo levantada?

—Una hora o así. No podía dormir —confesó Taeyeon.

Tiffany se inclinó a recoger su taza de café, casi vacía.

—¿Quieres otra ronda?

—Por mí estupendo, pero no tienes por qué andar sirviéndome nada.

—Esto apenas puede considerarse servirte —rio Tiffany—. ¡Llevarte el desayuno a la cama, eso sí que sería servirte!

Taeyeon la vio alejarse mientras se imaginaba tendida sobre la cama, desnuda, esperando a Tiffany. Y no sería una bandeja de desayuno lo que estaría esperando. Cerró los ojos y ahuyentó aquella imagen. En los últimos días sus pensamientos habían tomado un sesgo decididamente ual, y no sabía muy bien cómo detenerlos.

—No estarás nerviosa, ¿no? —dijo Tiffany desde la cocina.

—Un poco —admitió Taeyeon.

Tiffany dejó la taza de café a su alcance y se sentó frente a Taeyeon.

—¿Necesitas hablarlo?

Taeyeon se frotó los ojos, para después sonreír tímidamente a su amiga. Sí, necesitaba hablarlo, pero por desgracia no sabía por dónde empezar.

—¿Sabías que Greg sólo gana cuarenta mil al año?

Tiffany enarcó las cejas.

—Por aquí eso es un sueldo excelente.

—Peterson, uno de los encargados de planta, gana bastante más de cien mil. Cerca de doscientos, si contamos todos los extras.

Taeyeon localizó la lista de salarios de todos los empleados antes de continuar

—Los sueldos de los directivos son demasiado altos en relación con los demás trabajadores. Estoy segura de que algunos de ellos consiguieron subidas de sueldo, a medida que la empresa prosperaba, simplemente por llevar tanto tiempo con mi padre.

A continuación encontró otro informe

—Greg me ha proporcionado un desglose del tiempo que cada uno está conectado a la intranet. Peterson tiene una media de diez horas a la semana. Su ayudante, una inedia de cuarenta, y a éste se le paga menos que a Greg.

—Pero no puedes juzgar el tiempo trabajado sólo por las horas que están conectados a la intranet, ¿no? Quiero decir que viajarán y eso...

—Sí, viajan. También disponen de portátiles, tanto Peterson como su ayudante. Lo que quiero decir es que, al parecer, Peterson se lleva el dinero mientras que es su ayudante el que trabaja —dijo Taeyeon entregándole el informe a Tiffany—. Todos los encargados de planta trabajan al menos una media de treinta horas a la semana, más o menos lo mismo que sus ayudantes. Todos menos Peterson.

Tiffany se inclinó hacia delante.

—Me da en la nariz que no te causa muy buena impresión ese tal Peterson.

—La verdad es que no. Y Greg parece pensar que el señor Lee va a recomendarme que nombre a Peterson como director de la empresa mientras hacemos la transición.

—Pero no has hablado de esto con el señor Lee, ¿no?

—No. Ire a la fábrica hoy por la mañana. Primero hablaremos los dos y después haremos la reunión del personal.

—¿De verdad te apetece todo eso?

Taeyeon se echó a reír.

—La verdad es que no soy lo que se dice carne de sala de reuniones. Lo único que quiero es establecer unas cuantas reglas básicas, y esperar que todo vaya como la seda cuando yo no esté.

—¿Cómo? ¿Te vas? —exclamó Tiffany mirándola a los ojos.

—Tiffany, algún día acabarías cansándote de tener una compañera de piso...

Sin detenerse siquiera a pensarlo, Taeyeon posó la mano sobre la de su amiga.

—... Además, no puedo quedarme aquí para siempre. Hara me atosigará de aquí a nada para que haga las correcciones.

—Pero ¿y qué hay de todo lo de aquí?

—Si mi madre impugna el testamento, puede pasar mucho tiempo antes de que todo se resuelva. Aunque supongo que Industrias Kim es indiscutiblemente mía.

Taeyeon soltó la mano de Tiffany y cogió su taza de café.

—Si el señor Lee está de acuerdo conmigo en lo de dejar que sea Greg el director, todo será más fácil, y sé que puedo fiarme de que Minho lo mantendrá todo en orden. Seguramente haré que David viaje hasta aquí para supervisarlo todo, tan sólo para asegurarme.

—¿David?

—Es mi abogado. No es que no me fíe del señor Lee, pero no sé a quién es leal en realidad. A David lo conozco desde la universidad.

Tiffany apartó la vista.

—Vas a venderlo todo, ¿verdad?

—Eso debería hacer, si tengo un mínimo de sentido común.

Tiffany se puso en pie.

—En fin, supongo que no puedo culparte. Te han endilgado una tremenda responsabilidad.

Taeyeon la dejó marchar. No sabía qué decirle. ¿Vender? Sí, era lo más sensato. Pero estaba la cuestión de la carta que su padre le había escrito, y la persistente culpabilidad de la que no era capaz de librarse. Era obvio que Tiffany no deseaba que vendiese. Pero Taeyeon sabía cuáles eran sus razones, y que no tenían nada que ver con el negocio. Era una excusa para mantenerla allí. ¿Quién podría culparla por ello? Por lo que Tiffany sabía, Taeyeon se marcharía y sus vidas volverían a seguir rumbos separados.

Sí, vender sería lo más sensato, desaparecer de la vida de Tiffany antes de estropearlo todo haciendo algo completamente inapropiado. Pero le resultaba muy doloroso el pensar marcharse de allí sin ella. Taeyeon apoyó la barbilla en la palma de la mano y cerró los ojos. Sí, era muy doloroso pensar en volver a quedarse sola.

Taeyeon quedó gratamente sorprendida al ver que Paul le indicaba muy sonriente que cruzase la verja de entrada. Condujo por la serpenteante carretera que llevaba hasta las oficinas, sintiéndose segura de sí misma mientras dejaba el coche en el estacionamiento reservado a su padre. ¡Qué demonios, al fin y al cabo era la dueña! Ya era hora de que comenzase a actuar como tal.

Sin embargo, cuando salió y cerró de un portazo, preparándose para la reunión de personal, sintió que su ropa era totalmente inapropiada. ¡Lo que había batallado aquella mañana con la plancha de Tiffany, intentando alisar la única blusa de algodón que había traído consigo! Sin embargo, como ya se había puesto dos veces el traje con el que acudió al funeral, decidió plancharse los vaqueros, meterse la blusa por dentro y robarle a Tiffany uno de sus cinturones. A pesar de que sus suaves botas de cuero eran muy elegantes y de que había dedicado más tiempo de lo normal a su maquillaje, seguía sintiéndose inapropiadamente vestida para la ocasión.

Pero qué demonios, era la jefa. Podía vestirse como le diese la gana.

—Sí, ¿a quién le importa?

Se echó a reír y comenzó a subir las escaleras. Su propio nerviosismo le hacía gracia. No tenía nada que perder, porque, si alguien la cabreaba demasiado, no tenía más que venderlo todo y largarse a sus asuntos. Ni quería ni necesitaba aquel quebradero de cabeza.

—Sí, ¿puedo ayudarla en algo?

Taeyeon arqueó una ceja. Era la misma mujer que la había llevado hasta Greg el otro día. Estaba claro que tenía poca memoria.

—No, gracias.

Taeyeon pasó de largo, pero al momento notó que la agarraban del brazo.

—Disculpe, señorita, pero no puede entrar ahí. ¿Tiene usted cita?

Taeyeon decidió apiadarse de aquella mujer. Era obvio que no tenía ni idea de con quién estaba hablando. ¿Y por qué iba a tenerla? No habían sido presentadas. De modo que

Taeyeon le tendió la mano.

—Me llamo Kim Taeyeon. Me parece que no necesito cita alguna —dijo, tan amablemente como pudo.

La mujer enrojeció hasta la raíz del pelo.

—¡Oh, lo siento muchísimo!

Taeyeon le dio un firme y breve apretón de manos.

—No tiene por qué disculparse, no habíamos sido presentadas formalmente. ¿Está el señor Lee? —dijo señalando hacia las escaleras.

—Oh, sí, señorita. Y los encargados de planta están a punto de comenzar una reunión de personal. Creo que ahora ya sé el motivo.

Taeyeon esbozó una breve sonrisa.

—Entonces, ¿le parece bien que suba?

—¡Oh, sí! Disculpe, ¿desea que le muestre el camino?

—No, gracias —contestó Taeyeon, negando con un gesto—, puedo arreglármelas.

Al llegar ante la puerta de Greg, se detuvo. Había tres monitores llenos de datos, y él pasaba el dedo sobre uno de ellos, estudiando las cifras. Taeyeon llamó suavemente con los nudillos.

—Entre —murmuró Greg sin volverse.

—Soy yo.

Él se dio la vuelta al momento.

—¡Taeyeon! ¿Ya es la hora? —preguntó mirando su reloj de pulsera.

  —Primero subiré a ver a Minho.

Se acercó un poco más a él y añadió, bajando la voz

—¿Sigues estando de acuerdo con todo?

—Siempre que tú lo estés —dijo él, asintiendo.

Taeyeon le dedicó una sonrisa de alivio.

—Por supuesto.

Entonces se fijó en que Greg la recorría de arriba abajo con la mirada.

—¿Qué sucede?

—Me gusta el estilo desenfadado —contestó él sonriendo.

Taeyeon notó que enrojecía ligeramente.

—La verdad es que, cuando hice la maleta, no pensaba asistir a reuniones de empresa.

Greg se enderezó la corbata.

—Tu padre tenía establecida una etiqueta: corbatas para los hombres, vestidos para las mujeres —sentenció.

Taeyeon abrió los ojos de par en par.

—¿Bromeas? ¡¿Vestidos?! ¿Siempre?

—Sí.

—¿Cuántas mujeres trabajan aquí?

—Además de Arlene en recepción y la señora Willis arriba, la señora Scott es la directora de personal, y hay dos mujeres en contabilidad. Además, cada uno de los encargados de planta dispone de secretaria.

—Entiendo —dijo Taeyeon haciéndose la tonta—. Pues bien, la primera decisión ejecutiva que voy a tomar es hacer desaparecer esa maldita etiqueta.

—Me han contado que siempre ha sido así...

Taeyeon seguía moviendo la cabeza de un lado a otro cuando abrió la puerta que conducía al tercer piso. La señora Willis la saludó de inmediato. Si le había sorprendido el atuendo de Taeyeon, no dio la menor muestra de ello.

—Bienvenida de nuevo, señorita Kim. Todos han estado cuchicheando entre ellos —dijo sonriente.

—Les hemos hecho pensar, ¿eh?

—Yo diría que sí —contestó, y condujo a Taeyeon hacia el despacho de su padre—. ¿Quiere un poco de café antes de reunirse con el señor Lee?

—¿De qué sabor?

—¿Sabor?

—El café, digo.

—Pues... de sabor a café. ¿Qué quiere decir?

Taeyeon dejó el portátil y el maletín sobre el escritorio de su padre.

—¿Agua embotellada?

—Tenemos, sí.

—Perfecto.

—¿Se la llevó al despacho del señor Lee?

Taeyeon enarcó las cejas y miró a su alrededor.

—Si le soy sincera, estaba pensando que podríamos reunirnos aquí.

La señora Willis le dedicó una amplia sonrisa.

—Excelente idea. Llamaré para avisarles.

La verdad era que Taeyeon estaba fisgoneando en los cajones del escritorio de su padre cuando entró Lee Minho. Cerró rápidamente el último en el que había metido la nariz y apoyó ambos brazos sobre la mesa.

—Buenos días, Minho. Espero que no te importe que nos reunamos aquí.

—Por supuesto que no, será más privado. No recuerdo cuándo ha sido la última vez que han estado aquí todos los directivos a la vez.

Lee se sentó, dejando una pila de carpetas sobre la mesa.

—He reunido información sobre los cuatro encargados de planta —dijo—. Supuse que querrías examinarlos antes de decidir a quién poner al frente de todo.

Taeyeon cogió las carpetas un momento y después se recostó en el sillón, cruzando los brazos.

—¿A quién pondrías tú, Minho?

—Bueno, basándome en la antigüedad, a Ron Peterson.

Taeyeon asintió.

—Muy bien. Y si no nos basamos en la antigüedad, ¿a quién?

—Seguramente seguiría recomendándote a Ron. Lleva más de veinte años con tu padre, desde mucho antes de que crease Industrias Kim. Es el que tiene más experiencia, por ejemplo.

—¿Y qué crees que piensan los demás sobre ello?

—Pienso que seguramente todos esperan que sea Ron el elegido.

Taeyeon volvió a inclinarse hacia delante.

—Aglomerado, ¿no?

—¿Cómo dices?

—La planta de aglomerado, ¿es esa su área?

Si Minho se sorprendió al ver que ella conocía aquel dato, no dio la menor señal de ello.

—Sí. Al principio sólo se producía contrachapado y aglomerado, ambos en la misma planta. Ron se encargaba de ella, mientras tu padre seguía con sus aspiraciones de construir más fábricas. La demanda era mayor de la que podía satisfacer esa única planta, de modo que tu padre levantó otra, específicamente para aglomerado, dejando la original para contrachapado.

—De modo que durante todos estos años ha trabajado con tableros de aglomerado...

Minho asintió.

—Sí. Cada vez que conseguía hacer operativa una nueva planta, tu padre contrataba a un nuevo encargado. Ron estaba cómodo con el aglomerado. Obviamente lo conocía bien.

—Doy por hecho que cada encargado de planta era responsable de fijar el salario de sus subordinados, desde los ayudantes hasta los operarios.

—Correcto.

Taeyeon estaba a punto de mencionar a Greg cuando algo le dijo que no lo hiciera. Tal como sospechaba, Lee Minho estaba decidido a entregar el control de Industrias Kim a Ron Peterson. Y ella no tenía la menor intención de permitir que eso sucediera. De modo que decidió que Minho se viese tan sorprendido como los demás cuando ella nombrase a Greg.

—Está bien, pongámonos en marcha —dijo mientras se ponía en pie.

En ese momento, Lee se quedó mirándola fijamente, tal como había hecho Greg.

—Ah, olvidé mencionarlo: he anulado esa estúpida etiqueta.

—Fue idea de Madeline —contestó él con una ligera sonrisa.

—¿Por qué será que no me extraña nada?

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Comments

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Karen-14213
#1
Chapter 35: Fue so cute!!!
Thiabel2128
#2
Chapter 35: awwwwwwww :3
LlamaAmerica #3
Encantada con tu histora! :)
gaby_tomala
#4
..por favorrrr ... epilogoo sii??
tiffany0108 #5
Chapter 35: Me encanto el fic, disfrute de cada capitulo
LectoraLemon #6
Chapter 35: Estuvo muy buena esta historia :).. pase toda la madrugada leyendo este hermoso fic .... Gracias <3
gaby_tomala
#7
x favorrrrrrrrrr!!! epilogooooo :)
geral53 #8
Chapter 35: Epilogo :c por fi(?)
mamurayamaken #9
Chapter 35: ........really?
no puedo creerlo
todavía lo intento procesar
loveable11 #10
Chapter 35: ....tan corto el final ?? epilogo ¡¡ ¡¡:3