Capitulo XVIII

Tras el telon de pino

Taeyeon alisó el único par de pantalones de vestir que se había traído y cerró de un golpe la portezuela del Lexus. Tiffany le había dicho que estaba muy guapa, a pesar de llevar puesta la misma blusa que lució en el funeral. No había llevado equipaje para una estancia de una semana, y a esas alturas ya no tenía más modelos.

La secretaria del señor Lee la saludó con una discreta inclinación de cabeza

—Señorita Kim…

Taeyeon sonrió educadamente.

—¿Llego demasiado pronto?

—No, llevan un rato esperándola —dijo la mujer con gesto de desaprobación.

—Muy bien.

Taeyeon se dirigió decididamente hacia la puerta y llamó una sola vez antes de entrar. Cinco hombres, todos trajeados, se pusieron en pie de inmediato.

—Pasa, Taeyeon —dijo Minho señalando el único sillón vacío—. A tu tío ya lo conoces, claro. Este es Matthew Drake, su abogado.

Taeyeon le dio la mano educadamente, mirando de reojo a su tío.

—¿Qué tal estás, tío Heechul?

—Muy bien, Taeyeon. Tienes buen aspecto.

—Gracias.

—Y estos son Tim y Jim Gentry.

Taeyeon alzó una ceja. Los gemelos Gentry. ¿Tim y Jim? ¿En qué demonios estaba pensando su madre?

—Señorita Kim, encantado de conocerla —le dijo Tim, ¿o era Jim?

—Actúan en representación de tu madre —aclaró Lee—. Siéntate, por favor, y comenzaremos.

Taeyeon se sentó y preguntó a uno de los gemelos

—Por cierto, ¿cómo está mi madre?

—Bueno... sigue en el hospital, como usted sabe.

—Sí. ¿Vamos a mantener una videoconferencia con ella, o algo así?

—¿Cómo dice?

—Es que no me imagino a mi madre perdiéndose esto —dijo, fijándose en que Heechul se tapaba la boca para disimular una sonrisa.

Sí, incluso de niña había podido notar la tensión que había entre el tío Heechul y su madre. Ambos se detestaban cordialmente.

—Nosotros actuaremos en su nombre, y, por supuesto...

—La informarán de todo cuanto antes.

—Sí.

Taeyeon miró a Minho y alzó ambas cejas. El asintió en respuesta.

—¿Comenzamos?

Taeyeon dejó enseguida de prestar atención a lo que decía el señor Lee, para concentrarse en las reacciones de los demás. Comprobó con agrado que su tío Heechul no se inmutaba al saber que Taeyeon había heredado la parte que su padre tenía de Maderas Pine Springs. En ese momento se le ocurrió pensar que tal vez su padre ya le había adelantado sus intenciones. La única señal de sorpresa que captó fue un alzamiento de cejas al oír mencionar el banco. La parte que su padre tenía en él también era para Taeyeon. Tim y Jim escribían frenéticamente, sin duda cumpliendo órdenes de su madre. El testamento era bastante claro a su madre le dejaba la mayoría del dinero en efectivo, excepto una reserva que había colocado a nombre de Taeyeon años atrás y una casa en South Padre Island.

Taeyeon disimuló bien su sorpresa, o eso creyó. ¡¿South Padre?! ¡Dios santo! ¿Qué iba a hacer ella con una casa en aquella isla?

—Y por último lega un millón de dólares a la ciudad de Pine Springs, Texas, que han de ser utilizados únicamente para realizar mejoras en el actual parque de la ciudad y en la construcción de una nueva biblioteca pública —concluyó Lee, alzando la vista al tiempo que cerraba la carpeta—. ¿Alguna pregunta?

—Disculpe —dijo Tim, o Jim, mirando sus notas—. No hay mención alguna a Industrias Kim.

—No. Industrias Kim no forma parte de sus propiedades. La empresa, tras la muerte de Kim Haehyo, revierte plenamente a su copropietario.

—¿Copropietario? ¿Kim Heechul?

—No: Kim Taeyeon.

—No comprendo...

Lee le pasó una copia de la declaración jurada.

—¿Copropietaria? —preguntó el tío Heechul.

—Sí.

—Pero...

El señor Lee le entregó también una copia, y Taeyeon los observó mientras leían, preguntándose si alguno de ellos la impugnaría. Heechul le pasó el papel a su abogado, claramente desconcertado por aquel documento legal.

—¿De modo que esa empresa no forma parte de sus propiedades? —preguntó uno de los gemelos.

—No.

—Estoy... sorprendido, Taeyeon. No sabía que tú y tu padre se hubiesen reconciliado — dijo Heechul—. ¿Lo sabe tu madre?

Taeyeon sonrió.

—¿Tú qué crees?

—Lo que creo es que la pelea está garantizada.

—No habrá ninguna pelea, Heechul, la declaración jurada es perfectamente legal —intervino Lee Minho.

Heechul miró a su abogado.

—Sí, es muy explícito en lo que respecta a la propiedad.

Heechul asintió.

—Ya veo. Pues bien, Taeyeon, entonces supongo que tenemos que hablar de negocios.

—Ya me imagino.

—Doy por hecho que querrás vender. Estoy dispuesto a escucharte.

—¿Vender? ¿Por qué das eso por hecho?

El tío Heechul se enderezó en su asiento.

—Bueno... no vives aquí, por ejemplo. Además, estoy seguro de que no tienes ni idea de cómo llevar una empresa maderera.

—En eso tienes razón. Por eso confío en que mi padre haya contratado encargados de planta bien capaces, Heechul —contestó Taeyeon poniéndose en pie—. De hecho esperaba poder hacer una visita a las fábricas hoy mismo, más tarde. Siempre que tengas tiempo, claro.

Su tío asintió.

—¿Recuerdas siquiera dónde está el aserradero?

—¿Sobre las dos? —preguntó Taeyeon, ignorando el comentario.

—Muy bien.

—Bien.

A continuación, Taeyeon se volvió hacia los gemelos 

—Saluden de mi parte a Madeline.

Estrechó la mano del señor Lee.

—Gracias —murmuró—. Estaremos en contacto.

—Por supuesto.

Taeyeon salió a la luz del día, dejando escapar por fin un suspiro de alivio. Había ido mejor de lo que esperaba. Naturalmente, estaba segura de que recibiría una llamada de alguno de los gemelos en cuanto su madre fuese informada de las noticias. Bueno, dejaría que el señor Lee se encargase de ello. En ese momento lo único que deseaba era enfundarse sus vaqueros.

No eran más que las once. Tenía tiempo de sobra para cambiarse y sorprender a Tiffany con un almuerzo. Sonrió, pues sólo con pensar en su amiga se le alegraba el día.

—Amigas, sólo somos amigas —murmuró para sí misma mientras conducía hacia la casa de Tiffany.

Aun así, le alegraba volver a tener a Tiffany en su vida. Si tenía que ser como amiga, siempre era mejor que no tenerla en absoluto.

Volvió a ponerse los mismos vaqueros que había llevado el día anterior, y lo demás lo echó al montón. Tenía que recordar hacer la colada esa noche, o acabaría paseándose por el pueblo en chándal. Decidió que una grasienta hamburguesa vendría como anillo al dedo para el almuerzo, de modo que se dirigió al Dairy Mart, se puso en la cola de los que compraban sin bajar del auto, tamborileando con los dedos sobre la pierna para desahogar su impaciencia. Diez minutos después, estaba de camino al pequeño centro comercial. El olor de las hamburguesas y las patatas fritas levantaba airadas protestas en su estómago.

Por suerte, el coche de Tiffany estaba estacionado enfrente. Taeyeon entró en el comercio, buscando una cara familiar.

—Hola. ¿Puedo ayudarla en algo?

Taeyeon se encontró con la que supuso era la señora Cartwright. Sonrió y le mostró la bolsa.

—Estoy buscando a Tiffay.

—Ah. ¿Ella espera su visita?

Taeyeon cambió la bolsa de mano para ofrecerle la derecha.

—Soy Kim Taeyeon, una vieja amiga. Me alojo en su casa.

—¡¿Usted es Kim Taeyeon?! ¡Dios mío! Ante todo he de decirle que siento mucho lo de su padre. Probablemente usted no me recuerda soy Gladys Cartwright. Mi esposo trabajó durante muchos años en el aserradero.

—Lo siento, no la recuerdo.

—Bueno, ya me lo imaginaba. Había oído que estaba usted en la ciudad, pero no sabía que se alojase en casa de Tiffany.

Aunque sin duda la noticia volaría por toda la ciudad antes del anochecer, supuso Taeyeon.

—¿Dónde está? Le he traído el almuerzo.

—Oh, Tiffany está en la parte de atrás, preparando un pedido.

Taeyeon asintió.

—Y la parte de atrás está... ¿dónde?

—Disculpe. Por aquí, yo la guiaré.

Taeyeon siguió a la mujer, intentando no sentirse ofendida. Ya se sabía que en los pueblos aquello era inevitable.

—Tiffany, tienes visita.

—Vale, voy enseguida —dijo Tiffany sin alzar la vista.

—En realidad pensaba entrar yo —dijo Taeyeon.

Tiffany alzó la cabeza de golpe, al tiempo que una sonrisa iluminaba sus rasgos.

—¡Taeyeon! ¿Qué haces aquí?

Su amiga le mostró la bolsa.

—Traigo el almuerzo.

—¡Oh, no tenías por qué hacerlo!

Tiffany dejó el bolígrafo sobre la mesa y se acercó, rodeando con un brazo los hombros de Taeyeon.

—Señora Cartwright, ¿le importaría vigilar el fuerte un ratito más?

—Por supuesto que no, querida.

Comenzó a alejarse, pero después de unos pasos se detuvo.

—Estaré aquí fuera, por si me necesita.

La mirada de Tiffany se encontró con la de Taeyeon, ambas con un brillo de diversión en los ojos.

—Estaré perfectamente, señora Cartwright, pero gracias de todos modos.

Cuando la señora se hubo marchado, Tiffany se disculpó.

—Lo siento mucho.

—No te preocupes, no hace más que cuidar de ti. Tal vez deberías gritar o algo así dentro de un rato, para darle algún motivo de preocupación —se burló Taeyeon.

—¡Pero qué malísima eres! Ni se me ocurre hacerlo. Le encanta cotillear, y si hago eso todo el pueblo sabría que habías intentado algo conmigo.

—Está bien, dejaré que me des una bofetada. Eso debería ponerme en mi lugar.

Tiffany señaló una silla.

—Siéntate y deja de dar problemas.

Taeyeon obedeció.

—Supongo que debería haber llamado antes. No tendrás planes, ¿no?

Tiffany sonrió.

—¿Planes? No, no tengo planes para el almuerzo. La verdad es que me alegro de que hayas venido. Quiero que me cuentes lo que ha pasado —dijo cogiendo la bolsa—. ¿Qué has traído?

—Hamburguesas.

—¡Estupendo! —exclamó Tiffany, y sacó una de la bolsa—. Ah, y patatas. Eso te da puntos extra.

—Entonces tal vez deberíamos llevar la cuenta.

—Ya tenías puntos extra por la cena de anoche —dijo Tiffany mordiendo una crujiente patata frita—. ¿Qué hay de cena para hoy?

—¿Cómo puedes estar pensando en la cena mientras almuerzas?

—Tengo el metabolismo muy acelerado —afirmó.

—Ya veo. ¿Por eso te has mantenido tan delgada?

—Bueno, por eso y porque, como sabes, no sé cocinar.

Taeyeon sacó su hamburguesa, extendió el papel y, tras vaciar sobre él sus patatas fritas, les añadió ketchup.

Tiffany dio un mordisco y sonrió.

—Te has acordado de cómo me gustan, sin rodajas de tomate.

—¿Cómo podría olvidarlo? ¡Siempre me las tirabas a la cara!

Tiffany tendió la mano para coger la de Taeyeon.

—Ha sido un bonito detalle por tu parte, muchas gracias.

—Es un placer. Además, sabía que tendrías curiosidad por lo de la lectura del testamento y eso.

—Sí, de modo que suéltalo ya.

Taeyeon se echó a reír

—No hay nada que soltar, no hubo fuegos artificiales.

—Ah, ¿no? ¡Qué aburrimiento! ¿No te agarró por la garganta tu tío, exigiendo explicaciones?

—Nop, aunque dio por hecho que yo querría vender.

—¿Y es así?

—No.

Tiffany sonrió.

—¡Bien! Entonces, ¿qué piensas hacer con todo?

—¡La verdad es que no lo tengo nada claro! —dijo Taeyeon, con su mejor acento sureño.

Tiffany soltó una carcajada.

—¿Quién representaba a tu madre?

—Tim y Jim Gentry.

—¿Los dos?

—Sí, aunque sólo hablaba uno.

Tiffany asintió.

—Sería Tim. Jim es algo tímido, siempre lo ha sido.

—¿Cómo puedes distinguirlos?

—Bueno, está claro que el que habla es Tim —contestó Tiffany, sonriente.

—Muy graciosa.

—De modo que no sabes cómo ha reaccionado tu madre, ¿eh?

—No, pero me muero de ganas —dijo Taeyeon, y le dio otro mordisco a su hamburguesa —. De hecho, voy a ir al aserradero a primera hora de la tarde. El tío Heechul me lo enseñará todo.

—¿De veras? Bueno, es lógico que eches un vistazo a tus propiedades, ¿no?

—Claro. Pero, Tiffany ¿qué demonios voy a hacer con una compañía maderera? Eso por no hablar del banco. ¡Industrias Kim controla un ochenta por ciento del maldito banco!

Tiffany la miró con los ojos muy abiertos.

—Me pregunto si lo sabe Rene. Desde que nombraron vicepresidente a Jonathan anda por ahí como si fuese la dueña del pueblo.

Taeyeon se echó a reír.

—Pues, si no lo sabe, quiero ser yo la primera en decírselo.

—Bueno, Taeyeon en realidad no tienes más que dos opciones: o quedártelo, o venderlo. Es fácil.

—Conque fácil, ¿eh?

—Claro que dudo de que tu tío Heechul pueda permitirse adquirir Industrias Kim

—No, no puede. Vale diez veces más que el aserradero. Si lo vendo, tendría que ser a una gran corporación.

—Pero no quieres hacerlo, ¿no?

—La verdad es que no conozco el negocio lo suficiente. Joder, en realidad no tengo ni idea. Necesito reunirme con los encargados de planta y los contables, ver cómo está organizado todo. Si es cierto que mi padre era el que tomaba todas las decisiones, puede ser que los encargados estén tan perdidos como yo.

—Tal vez Greg pueda ayudarte, ¿sabes? Al menos él sabe quiénes son los encargados de planta, y tal vez pueda proporcionarte algunas claves. Si te fías de él, claro.

—En estos momentos, puede que sea la única persona en quien confíe. Al menos lo conozco.

Tiffany sonrió.

—Y también sabes que Amie lo mataría si hiciese algo que te perjudicase.

—¿Tú crees?

—Por supuesto. Amie se preocupa por ti, y además es la que lleva los pantalones en su familia.

—¿Por qué será que no me extraña?

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Comments

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Karen-14213
#1
Chapter 35: Fue so cute!!!
Thiabel2128
#2
Chapter 35: awwwwwwww :3
LlamaAmerica #3
Encantada con tu histora! :)
gaby_tomala
#4
..por favorrrr ... epilogoo sii??
tiffany0108 #5
Chapter 35: Me encanto el fic, disfrute de cada capitulo
LectoraLemon #6
Chapter 35: Estuvo muy buena esta historia :).. pase toda la madrugada leyendo este hermoso fic .... Gracias <3
gaby_tomala
#7
x favorrrrrrrrrr!!! epilogooooo :)
geral53 #8
Chapter 35: Epilogo :c por fi(?)
mamurayamaken #9
Chapter 35: ........really?
no puedo creerlo
todavía lo intento procesar
loveable11 #10
Chapter 35: ....tan corto el final ?? epilogo ¡¡ ¡¡:3