The Wizard
Over The Rainbow-¿Puedo ayudaros?-inquirió el guardia (que seguramente acababa de relevar a su malhumorado compañero) a la entrada del Palacio del Mago.
-Sí, teníamos una cita con el Mago.
-Oh ¿tú eres LuHan?
El chico asintió y el hombre salió de la caseta y le entregó cuatro pares de gafas.
-Nadie puede mirar al Mago directamente-explicó al ver la mirada de incomprensión del humano y sus compañeros-, es por vuestro bien. No tenemos para el perrito, tendrás que taparle los ojos-añadió, viendo a la pequeña Byul, casi dormida en brazos de LuHan-. Ahora ponéoslas y subid, el Gran Oz os recibirá.
Los viajeros se dieron las manos, respiraron hondo y comenzaron a subir la escalinata.
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-¡Ya vienen, están subiendo!
-Tranquilízate, Minseok, he hecho esto cientos de veces, no va a pasar nada. Conseguiré esos zapatos para ti y me desharé del crio para que no cree ningún problema.-tranquilizó Chen tras él.
-No puedes devolverlo a su casa ¿verdad?
-Imposible, nadie controla la Tormenta.
Minseok suspiró, se apartó del ventanal y besó al otro en la comisura de los labios.
-Estaré fuera, hazlo como sabes.
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-¿Falta mucho?-inquirió Chanyeol por millonésima vez.
Llevaban más de media hora recorriendo el Palacio, por anchos pasillos y amplios salones, sin conseguir llegar a su objetivo: el Salón del Trono.
-¡Por aquí!-llamó un hombre vestido de amarillo frente a ellos.
Los chicos se acercaron a él, pero SeHun se quedó detrás, mirando al desconocido con recelo.
-Este sitio es un laberinto si no has estado antes, el Salón del Trono está por aquí.-comentó indicándoles que le siguieran con una sonrisa.
-Muchas gracias, no sé cuánto tiempo llevamos dando vueltas-agradeció LuHan.
-Un momento-los detuvo el leñador-. Sé quién eres, XiuMin, hermano de los malvados brujos de Oz. ¿Por qué deberíamos fiarnos de ti?
-Vaya, un compatriota de Munchkinland, supongo, nunca oí hablar de un chico de hojalata-respondió sin responder.
-No era de hojalata hasta que tus hermanos decidieron que sería más útil así.
-Sí, YiXing nunca tuvo la azotea muy bien amueblada, con aquel lavado de cerebro unionista que le hizo nuestro padre, pero en los últimos años fue a peor-relató-, por eso me pasé al bando del Mago, él es lo que Oz realmente necesita. Claro que nadie debía saberlo, esa era la clave.
-¿Estás diciendo que eras un… espía?-cuestionó LuHan incrédulo-¿Espiabas a tu propio hermano?
-Intentaba evitar que hiciera más daño, y que le hicieran daño a él-se defendió con una expresión entre herida y acusadora.
El chico agachó la cabeza, empezaba a asimilar que, de una forma u otra, sueño o no, había provocado la muerte de una persona. Había matado al hermano del hombre frente a él, y ahora las consecuencias iban a caerle encima.
-Lo siento-susurró con un hilo de voz.
Pero el momento pasó, el menor de los hermanos más famosos de Oz simplemente carraspeó y les indicó el camino.
-Aquí es.
Frente a ellos se alzaba una enorme doble puerta de color esmeralda, con cristales del mismo color decorándola.
-Adelante, os está esperando.
-¿Seguro que ya estamos? No habrá otro pasillo eterno hasta llegar o algo así ¿verdad? Estamos hartos de creer que hemos llegado y que resulte no ser verdad.
-No os preocupéis, tras ésta puerta están el Salón del Trono y el Maravilloso Mago de Oz. Que no es muy paciente, así que deberíais entrar ya.
LuHan miró a sus compañeros, mientras Byul arañaba la puerta ansiosa con sus patitas delanteras. El chico se giró, cogió aire y llamó a la puerta.
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-Llegáis tarde-tronó una voz en la oscuridad.
-¡Lo sentimos mucho!-exclamó Tao, ocultándose tras la espalda de LuHan. El chico rodó los ojos.
La estancia comenzó a iluminarse, al principio con una luz tenue, y luego un fogonazo cegó a los viajeros. Cuando abrieron los ojos descubrieron ante ellos una gigantesca cabeza brillante flotando sobre el trono del Mago.
-Soy Oz, el Grande y Poderoso. ¿Qué queréis de mí?-cuestionó la cabeza con voz solemne.
-Yo quiero volver a mi mundo con Byul-dijo el humano dando un paso adelante-, y mis amigos buscan un cerebro, un corazón y coraje-añadió, señalándolos uno por uno.
-¿Y porque debería daros algo a cambio de nada?
Los amigos se miraron con incertidumbre, no se esperaban esa pregunta, no tenían nada que pudiera interesar al Mago.
-Te propongo algo, pequeño. Dame esos zapatos de cristal y te enviaré de vuelta a tu mundo.
El rostro del chico se iluminó, y se apresuró a sacarse los zapatos del Malvado Brujo del Este. Sólo que los zapatos no parecían estar por la labor. Dio igual como o cuanto lo intentaron, con Tao sujetando al humano por las axilas y los otros dos tirando cada uno de un zapato.
-Está bien, dejadlo ya, debe ser por el hechizo de Lord BaekHyun, hagamos otra cosa-suspiró la gran cabeza-. Id al país de los winkies y matad al Malvado Brujo del Oeste. Cuando él muera os daré lo que ansiáis.
-Pero…-comenzó el león.
-¡Yo no quiero matar a nadie!-interrumpió LuHan.
-Demasiado tarde ¿no crees?
Un pesado silencio llenó la estancia.
-Podéis alojaros en el Palacio esta noche, pero mañana me gustaría recibir noticias de que habéis sido vistos saliendo por la Puerta Oeste.
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Aquella noche, en la mullida cama de la habitación que le había sido asignada, LuHan sonreía contra la almohada, aun no tenía que despertar.
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