El viernes que viene subiré el siguiente capítulo, que es más largo, no os preocupeis XD

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-…Han. ¡LuHan!-

-¿Si?-dijo el chico, levantándose de la cama y quitándose los auriculares.

-Llevo diez minutos llamándote, nosotros ya nos vamos.-respondió su tío desde el marco de la puerta, con una sonrisa resignada-¿Seguro que no quieres venirte?

-¿Preguntas si no me apetece estar de sujeta velas en la celebración de vuestro aniversario?-cuestionó con una ceja alzada-Pasáoslo bien, tío Soo, y ni se os ocurra pensar en mí, esta noche es toda vuestra.-concluyó el chico, abrazando a su tío.

-Lo intentaré, pero no prometo nada.

-¿Todo bien por aquí?

-Todo perfecto-respondió Kyungsoo, besando a su marido en la mejilla y saliendo de la habitación.

Joonmyun se quedó unos segundos en silencio, con una sonrisa deslumbrante, viendo a Kyungsoo desaparecer escaleras abajo.

-Ejejem, ¿tierra llamando a Joonmyun? ¿Kim Joonmyun? ¿Hay alguien ahí?-LuHan golpeó suavemente a su tío en la frente.

-Ya vale, estoy aquí. No puedo creer que haya pasado un año.-suspiró.

-Cierto, a mí me han parecido 10 mínimo.-pinchó LuHan.

El mayor le respondió con un golpe en el hombro y una sonrisa.

-Volveremos mañana por la mañana, tienes la cena en el frigo, y han dado alerta de vientos, cierra bien las ventanas y ten cuidado si sales.

-Sí, suho.-dijo LuHan, empujando a su tío fuera de su habitación-Y ahora fuera, como lleguéis tarde os van a dejar sin mesa.

-Vale, ya te dejo. ¡Y cuida de Byul!

LuHan volvió a su cuarto, cerró la puerta y se asomó a la ventana, despidiéndose de sus tíos con la mano, hasta que vio el coche desaparecer camino abajo, hacia la ciudad.

La sonrisa se le quedó adherida en la cara, y la mirada perdida en el horizonte, lleno de nubes grises e interminables campos de plantación adornados con alguna que otra granja. El chico suspiró y, casi sin darse cuenta, comenzó a canturrear.

-Somewhere over the rainbow, way up high, there’s a land that I heard of, once in a lullaby…

Unos estridentes ladridos lo sacaron de su ensimismamiento, llamando su atención sobre la pequeña perrita del jardín, que parecía estar luchando contra algún enemigo invisible que no la dejaba avanzar. LuHan suspiró y bajó al rescate de la pequeña, que se lo agradeció con un millón de lametones en la cara.

-Ya, ya, yo también te quiero, Byul.

Dejó a la blanca perrita en el suelo y volvió a su habitación, donde lo esperaban su mullida cama y sus preciados auriculares. Se tumbó sobre la colcha y se aisló del mundo.

Y así sucedió que, cuando el tornado llegó, ni siquiera se enteró. No oyó los ladridos de la pequeña Byul, ni sintió cómo la casa se elevaba hacia el cielo, sobre los campos y colinas, a algún lugar más allá del arco iris.