POV Aradya

La luna llena me relaja. Hoy en especial alumbra desde lo alto del cielo despejado con mucha intensidad rodeado de estrellas. Sigo con la mirada perdida mirando la luz de la luna mientras pienso como decirles a mis padres que me quiero ir a vivir a la ciudad. No quiero que se enfaden conmigo, los tiempos cambian y los siglos también. Queda menos de dos meses para que cumpla la mayoría de edad y me gustaría empezar mi vida desde cero, crear mi propio futuro lejos de este bosque, por mi propia cuenta. Estoy segura que al principio se lo tomaran a mal pero, ya no soy una niña pequeña para que decidan por mí.

Mi familia... Se podría decir que somos una familia corriente pero no es así. Vivimos completamente aislados de la civilización. Tenemos una casa de tamaño medio de madera en mitad del bosque más profundo y temeroso de toda Corea del Sud

Mi padre Lee Seungjo es coreano, toda su familia ha sido cazadora durante muchos años, esa costumbre ha pasado de padres a hijos y como soy la única hija que tiene, quiere involucrarme en ello sin ni siquiera pensar en lo que quiero ser yo de mayor. Mi madre Diana, por el contrario, es española, de familia adinerada y dejó atrás toda su vida por venirse a Corea, aquí conoció a mi padre, se casaron y de esa unión salí yo. Mi nombre es Aradya Lee, es algo inusual y extraño, muy poco común, así que mis amigos (los pocos que tengo) y mis padres me llaman Ary.

Miro mi Galaxy S4 (una de las pocas tecnologías modernas de la casa junto con mi ordenador) cuando suena el sonido tan típico de mi WhatsApp. Es un mensaje de Hye Rin, mi mejor amiga desde pequeñas.

“Esta noche es la reunión de los de clase, hemos quedado en vernos en el karaoke del centro a las 11 pm. Sal de esa casa aburrida y oscura que tienes y vente con tu mejor amiga para divertirte por un día ¿Quieres? Te espero en mi casa a las diez y media, no me falles.

HR. xxx”

Después de leer el contenido río en voz baja. «¡Qué buena mejor amiga tengo!» me digo a mi misma mientras levanto la vista hacia la luna.

En ese momento me siento observada. Bajo de nuevo la vista hasta el frente y ahí me lo encuentro. Como cada noche, sobre la misma colina se encuentra el mismo lobo blanco y gris observándome a lo lejos con sus grandes ojos rojos. Pero… ¿A caso los lobos pueden tener los ojos rojos? Creo que este es el primero, y creedme,  sé de lo que hablo. Como cada noche, no me quedo intimidada y lo observo atentamente sin pestañear. Al estar sentada en el tejado de mi casa tengo una panorámica mucho más extensa y clara que desde mi balcón, así que lo puedo ver a la perfección aunque haya una distancia de varios metros.

─Ary...─ escucho a lo lejos y giro la cabeza hasta tener en el campo de visión mi balcón. Se enciende la luz y oigo como se abre la puerta. Mi madre aparece de ella mirando hacia donde estoy yo. ─¿Ya vuelves a estar ahí arriba? Venga baja con cuidado que vamos a cenar en nada. ─ me dice cruzándose lo brazos. No aprueba la idea de que me guste subir al tejado todas las noches.

─Sí mamá…─ digo sin ganas poniéndome de pie. Mi madre vuelve a entrar en mi cuarto y yo fijo la mirada en la colina. Suspiro al ver que el lobo ha vuelto a desaparecer…

¿Por qué siempre desaparece cuando aparecen mis padres?

Bajo con cuidado del tejado y entro con mucha agilidad por la puerta del balcón, dejo la chaqueta que llevo puesta encima de la cama y bajo al salón a toda prisa.

─¡Comida!─ digo frotandome las manos ─Que buena pinta tiene mamá, sin duda eres la mejor cocinera de toda Corea─ continúo alegremente mientras cojo un tenedor y procedo a comerme los espaguetis a la carbonada.

─No exageres hija─ dice ella sentandose en la mesa. ─Pero come con cuidado que pareces una bestia salvaje─ continúa mi madre finalizando con una risa algo malvada, lo que hace que mi padre (sentado a mi lado) la imite.

«Bestia salvaje... » esas palabras hacen que me venga a la memoria el misterioso lobo de la colina.

─Por cierto mamá, esta noche van a reunirse los de clase para celebrar el final del curso en un Karaoke... ¿Me dejas ir? ─ pregunto con cara de niña buena que no ha roto un plato

─No se hija, sabes que no me gusta que salgas a estas horas de la noche y mucho menos por la ciudad, no hay nadie bueno para ti por esa zona─ mientras decía las últimas palabras apenas noté como miro a mi padre con un aire algo... misterioso, aunque en ese momento era algo que no me importaba, solo quería que mi madre me dijera que si para poder salir y divertirme con mis amigos por una noche.

─Venga mamá... Sólo por esta noche, es la fiesta de despedida y quiero verles una última vez.─ mi madre entornó los ojos y miró a mi padre. Ví por el rabillo del ojo como mi padre asentía dándome permiso.

Mi madre suspiró lentamente.

─Está bien, pero no te acostumbres, sólo por esta vez he.─ me dijo no muy convencida. Me alegré tanto que empecé a saltar como una loca y después me abalancé hacia mi madre dándole un fuerte abrazo mientras decía «Gracias, gracias» una y otra vez.

He quedado con Haerin en su casa a las diez y media─ le dije alegremente mientras salía como una bala escaleras arriba para prepararme.

─¿No vas a cenar más?─ logro escuchar decir a mi madre mientras sigo subiendo a toda prisa.

─No─ le respondo en grito. Cierro la puerta de mi habitación  y voy directa al armario.

«Bien, preparada para la fiesta»

Y dicho esto empecé a rebuscar en mi armario. Siento que esta noche va a pasarme algo bueno...