Capitulo 1
HADO «Parte Uno»
Abro mis ojos y lo primero que veo es un techo blanco desconocido. Quiero moverme pero no puedo, siento como algo que tira de mis brazos. De repente empiezo a sentir punzadas por todo mi cuerpo y un leve dolor de cabeza. De fondo escucho un pitido molesto que no para de sonar. Quiero girar mi cabeza pero hay algo que me impide hacerlo. Solo puedo mover un poco mis piernas. Siento algo pesado dentro mío y al segundo vuelvo a cerrar mis ojos, ese pitido es tan molesto.
-¿Cómo se encuentra?
-Estable, no hay ningún cambio desde hace semanas.
-¿No ha despertado en ningún momento?
-No han informado nada al respecto, pero puede ser, a veces mueve sus piernas.
-Eso es un buen síntoma, ¿cierto? Significa que está viva.
Esas voces… parece la de una muchacha joven y una señora adulta… no reconozco esas voces pero las he escuchado antes, en mis sueños o donde sea que esté en estos momentos. Lo único que veo son imágenes borrosas, flashes de luces, escucho gritos y una sensación de vacío dentro mío. Quiero llorar pero las lágrimas no salen, quiero gritar pero mi voz tampoco sale. Sólo escucho murmullos y ese sonido molesto una y otra vez. Por favor que alguien pare esta tortura, aunque sea un momento.
-Vamos, despierta, yo se que estás ahí…
Es esa voz de nuevo, de esa muchacha joven, su tono es muy cálido.
-No te rindas.
Calidez, mi mano siente esa calidez que su voz me transmite. ¿Quién es? Sea quien seas, gracias, haces que la tortura se calme un poco.
-Cariño, es tarde ya, ¿porque no vas a casa a descansar? Cualquier cosa que pase te lo informaré de inmediato.
-Gracias tía.
Son familia, eso es algo dulce, ¿pero quienes son? ¿por qué están conmigo? ¿por qué no me tengo que rendir? ¿de que me tengo que despertar? ¿por qué sigue sondando ese pitido tan molesto? Por favor que alguien lo detenga, que alguien detenga todo.
…
…
…
No se detiene, la oscuridad y el frío siguen impregnados en mi ser. ¿me habré vuelto ciega?
-Sabía que te iba a encontrar aquí.
Otra voz, otra chica, su tono es suave pero suena preocupada.
-¿Has comido algo aunque sea?
-No tengo hambre…
-No comer no hará que despierte … te traeré algo.
De nuevo siento mi mano derecha cálida, otra vez hace que me relaje y sienta cómoda. ¿No comes por mi? Por favor no te enfermes por mi culpa, no quiero eso, quiero que sigas estando a mi lado transmitiendo ese calor tan agradable.
-Discúlpala, ella siempre piensa en la comida … yo estoy bien, estoy aquí.
Quiero sonreír, quiero que sepa que estoy bien, sea donde sea que esté, pero que estoy bien y que agradezco que esté aquí conmigo cuidándome aunque no sepa quien es, quiero hacer algo por ella, lo que sea.
-Tú… acaso … ¿me escuchas?
Sí, si te escucho. Siento como mi mano derecha ahora es apretada con fuerza, no me hace daño, todo lo contrario.
Comments