En casa

Besala tu Por mi
 

El parabrisas emitía un sonido repetitivo que comenzaba a adormecer a taeyeon. Había pasado toda la noche conduciendo y se sentía exhausta. Meneó la cabeza y trató de concentrarse en el tráfico. A pesar de ser verano, llovía descaradamente en uno de los tramos más complicados del camino y tuvo que subir el volumen de la radio para no sucumbir al sueño.

Empezó a sonar Can’t help falling in love y sin poder remediarlo taeyeon comenzó a tararearla con algunas lágrimas asomando a sus ojos.

Se acordó de Baek sonriéndole desde el marco de la puerta de la cocina, diciendo que había lasaña para cenar, de sus extravagantes gustos cinematográficos y de sus manos ásperas y finas acariciándole el pelo.

Entonces hizo un esfuerzo por recordar las razones por las que habían terminado su relación. El vacío enorme que sentía cuando se miraban a los ojos. El sentimiento permanente de que funcionaban de maneras distintas. Aquellas frases lapidarias: «No pertenecemos al mismo tipo de personas. Tú eres de las que vuelan, tae, yo soy de los que prefieren quedarse en tierra».

Era verdad. A ella le gustaba volar.

En todos los sentidos.

Habían pasado meses desde su ruptura, pero todavía no había conseguido superar la ausencia de su mejor amigo. Sus conversaciones en la cama antes de dormir, las risas en las colas del supermercado, los planes que quedaron por hacer, como ese viaje al norte de Italia o aquella película que ya habían quitado de los cines.

Baek había sido el eje de su vida durante tres años y ahora taeyeon sentía que giraba de forma arbitraria y caótica. Necesitaba volver a casa para retomar el contacto con sus padres y algunos amigos, permanecer en silencio unos días.

«Ya no te quiero».

«Yo tampoco te quiero».

¿Qué podrían haber hecho con algo así? Nada.

Sonrió con amargura al recordar sus intentos fallidos por encontrar un sustituto perfecto con antiguos amantes o amigos. Había estado a punto de acostarse con ellos en más de una ocasión porque parecían más que dispuestos a consolarla y complacerla, pero el simple hecho de desnudarse física y emocionalmente con otra persona la horrorizaba en ese momento. Algo dentro de ella le decía que volvería a sentirse perdida, sola y vacía con todos ellos. Tenían la misma mirada, las mismas manos ásperas y entreabrían los labios con la intención de besarla con estrategias idénticas. No eran iguales entre ellos. En absoluto. Pero se parecían. O eso pensaba taeyeon.

A veces sentía que las personas eran demasiado predecibles como para sorprenderse con ellas. Después de dos relaciones formales, había llegado a la conclusión de que el amor era otra cosa. Una sacudida alucinante, algo que iba más allá de cenas los viernes y o los fines de semana.

La vida tenía que ser otra cosa.

taeyeon trabajaba en un hospital con horarios cambiantes e insoportables que le permitían un ocio limitado y unas relaciones sociales escasas. Además, le exigían tal concentración que cuando salía de las interminables guardias solo quería dormir.

A veces se le hacía extraño haber acabado en Barcelona, lejos de todo lo que le importaba en esos momentos. Sus amigos, su familia, el sur… ¿Por qué se empeñó en irse? Por Baek. Era la única manera de estar juntos y ahora se preguntaba si había tomado la decisión correcta. Incluso su admiración por Baek se había esfumado. Todo.

La fugacidad de sus emociones conseguía asustarla. ¿Y si las cosas funcionaban así? ¿Y si era una completa incapaz para amar algo o alguien?

Cuando tenía diecisiete años, las madres de sus mejores amigos la percibían como la novia perfecta para sus hijos. Era una chica muy responsable, amable y educada. Sus padres también parecían orgullosos. Pero ¿y ella? ¿Qué sentía taeyeon a esa edad? Vértigo. A pesar de ser de las primeras de su pandilla que mantuvo relaciones uales, o una de las líderes de su clase, o incluso brillante en sus estudios, taeyeon siempre se sintió mediocre para aferrarse a algo con seguridad. Detrás de su seguro caminar había un paisaje gris y una tristeza abrumadora.

El teléfono empezó a sonar. Recordó haberlo conectado al coche, así que respondió con rapidez al comprobar que era su madre. La necesitaba.

—Cariño, ¿Cómo va la carretera? —Bien, mamá —dijo cerrando los ojos un instante al escuchar la voz.

—Ve con cuidado, ¿vale? Estamos aquí esperándote. Qué ganas tengo de verte.

—Yo también.

Comenzaron a hablar de otras cosas. Su madre siempre tenía conversación. Le dijo que la esperaban en la casa de sus mejores amigos, que les hacía ilusión compartir unos días juntos y le recordó que además estaría jessica, que al menos tendría con quién hablar. taeyeon sonrió, meneando la cabeza.

—Sí, ya, mamá. Seguro que nos llevamos estupendamente.

—¿Por qué no, hija? Sois de la misma edad. Ya sois mayorcitas para dejaros de tonterías.

—Yo no tengo nada en su contra. Lo sabes muy bien. Pero somos muy

distintas y parece que haya algo en mí que le moleste.

—Lo ha pasado mal, taeyeon, pero es una buena persona.

—Bueno, ya veremos. Estoy agotada, espero tener una cama decente.

—Que sí, princesa. No te preocupes. En nada estarás tomando gazpacho y echándote unas buenas risas conmigo.

—Espero reírme —pensó en voz alta.

—Claro que sí, hija.

—Pero no me hagas preguntas

difíciles sobre Baek…

—No pensaba hacerlo. Te conozco muy bien.

—Gracias, mamá.

taeyeon no era capaz de hablar de Baek todavía, le entristecía enormemente tener que explicar las razones de todo. Le sobrepasaba la pérdida y la gente alrededor con un gesto de desaprobación pidiéndole explicaciones.

Paró en una gasolinera y compró un par de chocolatinas pensando que necesitaba algo para mantenerse despierta. Llevaba conduciendo demasiadas horas.

—Y póngame cuarenta euros de diésel, que quiero llenar el depósito — le pidió a la chica que tecleaba cifras en la caja registradora.

Después salió del establecimiento feliz de que hubiera dejado de llover. El sur. Su querida tierra plagada de girasoles, olivos, personas acogedoras y entrañables. El olor a mar. A infancia.

Cuando se dio cuenta, se había llenado los pies de gasolina.

—¡Mierda!

Había llenado el depósito demasiado y maldijo todo: el sur, el calor, el coche, a Baek, mientras se dirigía al aseo.

Últimamente se sentía en una noria. Todo iba cambiando a lo largo de los días, ella necesitaba volver a encontrarse.

Se miró en el espejo del baño y observó su ceño fruncido. Tenía el cabello muy largo, castaño, y los ojos onices y tristes. Se lavó las manos. Repasó su lápiz de labios. Trató de sonreír y volvió al coche.

Arrancó y pensó arbitrariamente en jessica. ¿Habría cambiado? ¿Habría superado aquellas inseguridades? ¿Estaría también su novia? Alguna vez su madre le había contado que salía con una chica. La verdad es que la idea le parecía agradable, al menos jessica había ganado confianza en sí misma como para vivir según sus gustos y necesidades. A ella le gustaban las personas así, con el coraje suficiente como para elegir por sí mismas, no importaba en qué ámbito. A veces tenía la sensación de haberse dejado llevar por lo que otros hacían.

El problema era que jessica siempre se había mostrado huraña e insoportable con ella, intuía que tenía un concepto equivocado, como si la juzgara. taeyeon no juzgaba en absoluto a jessica, pero no deseaba convencer a nadie. Estaba tan cansada que solo podía pensar en rodearse de gente que la quisiera como era y en dormir durante horas.

Tamborileó sus dedos sobre el volante al ritmo de una conocida canción veraniega y se dejó llevar por los recuerdos apacibles de veranos anteriores. A veces le bastaba con eso para sentirse bien.

Sintió un agudo dolor en el cuello cuando finalmente llegó a la bonita casa de los amigos de sus padres. Aún recordaba la dirección. Se quedó sentada en el coche unos minutos, como si le fallasen las fuerzas para salir y enfrentarse a sus padres. No quería que la notasen más delgada ni preocuparles. Observó aquella casa. La verja entreabierta, los setos, algunos naranjos. Entró y escuchó los ladridos de una perrita, sus pasitos hacia ella.

—¡Hola, pequeña!

El animal se abalanzó sobre ella, llenándola de besos y meneando la cola de alegría. Malena se agachó para tomarla en sus brazos y acariciarla. Se adentró en la parcela de la casa, parecía no haber nadie. Mejor así. Tendría tiempo para adecentarse. Probablemente, estarían dándose un baño en la playa.

El mar. El mar del sur. El pescado frito. La gente escandalosamente feliz. La brisa. El calor.

Dejó su equipaje en la entrada. Llamó al timbre, pero nadie contestó y decidió merodear un poco por la parte de atrás de la casa, por si había alguien en el jardín. En ese momento sintió la presencia de otra persona y se dirigió a la zona de la cocina, que estaba pegada al porche trasero.

Entonces taeyeon se llevó las manos a la boca para ahogar una carcajada sincera cuando vio a jessica con una camiseta y el cabello enmarañado como si acabase de recibir un calambre. Su excompañera de clase la miró con seriedad y ninguna de las dos acertó a decir nada coherente.

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
ashleyurdiales24 #1
Chapter 23: Una historia muy buena, me sentí a gusto leyendola jaja me gustó mucho, gracias por compartirla y adaptarla al taengsic<3