11. El concierto

Besala tu Por mi
 

taeyeon se pintó las uñas y los labios de un rosa alegre que resaltaba el buen color de su piel y se cepilló el pelo dejándolo caer. Se puso un vestido negro corto que flotaba con el viento y unas sandalias de marrones a juego con su bolso. No estaba demasiado convencida de ir al concierto, pero si todos ponían de su parte, podía ser divertido.

De pequeña solía ir a esos conciertos de verano con sus amigas. No se perdían ni uno y se lo pasaban en grande. taeyeon tenía buenos recuerdos de ello y esperaba poder pasar una noche agradable hoy también, a pesar de sentirse obligada a ir y de que esta vez la compañía sería muy diferente.

Tan solo deseaba que jessica no se mostrara tan esquiva como los anteriores días. Le desconcertaba su actitud, pero algo había cambiado desde el momento en el que se quedaron encerradas en el cuarto de baño. taeyeon creyó que un episodio tan divertido conseguiría unirlas, que ahora tendrían algo de lo que reírse. Y sin embargo, había sido justo al revés. Desde ese momento, jessica parecía incapaz de pasar más de dos minutos a solas con ella. Esquivaba su mirada y más aún su presencia y taeyeon se preguntaba por qué. ¿A qué venía esa actitud?

Se miró un rato en el espejo hasta que escuchó unos nudillos golpeando la puerta, seguidos de un berrido. Era kristal, que le pedía su turno para entrar en la ducha. Todos estaban arreglándose y se escuchaban voces y ruidos caóticos de los habitantes de la casa, trajinando para estar listos a tiempo. Abrió la puerta y se encontró con una kristal encolerizada. A la menor le horrorizaba tener que ir a ver a un concierto con sus padres y hermana mayor.

—¡No entiendo por qué me obligáis a ir! ¡Os odio! —le gritó al pasillo. Su voz se escuchó en toda la casa pero nadie le prestó atención.

taeyeon se quedó unos segundos observándola, sin saber qué decir. Por un lado, kristal le despertaba ternura. Sabía la humillación que podía sentir una adolescente si sus amigos la veían rodeada de la familia en un concierto. Ella misma se hubiese sentido mortificada si sus padres le hubiesen obligado a ir con ellos cuando tenía diecisiete años. Pero, por otro lado, recordaba perfectamente el momento en el que la menor les había pedido su recompensa por abrirles la puerta del baño. Se puso furiosa y jessica también. Ella estuvo a punto de cerrarle la puerta en las narices. O algo incluso peor. Fue taeyeon la que la hizo entrar en razón. Sacó de su cartera veinte euros, no los ochenta que les pedía, y le advirtió que o se conformaba con esa cantidad o se quedaría sin nada. kristal aceptó y se fue con una sonrisa en los labios. jessica no se tomó tan cándidamente su amable gesto. «Eso, consiéntele todo tú también. ¿Por qué no?», le espetó airada. jessica tenía razón, esa no era manera de educar a kristal, siempre se salía con la suya, pero no podía evitar sentir debilidad hacia la menor. Le parecía que estaba pidiendo a gritos que se dirigieran a ella de otro modo, como si necesitara que alguien la tratara como a un adulto. Por eso le dijo:

—Venga, kristal, no te pongas así. A tu hermana y a mí tampoco nos apetece ir y lo vamos a hacer por ellos —la animó, poniendo una mano sobre su hombro. —¡Es que son unos pesados, joder! Todo el día diciéndonos lo que tenemos que hacer.

taeyeon miró por encima de su hombro y se sorprendió al ver que jessica las estaba observando desde la puerta del salón. Para su alivio, no había ni rastro de enfado en su gesto. Más bien parecía enternecida de que estuviera animando a su hermana pequeña. taeyeon le sonrió tímidamente.

—Iremos un ratito y nos volvemos, ¿vale? ¿No quieres bailar un poco con nosotras?

kristal resopló como si aquello fuera lo último que le apeteciera. Todavía ajena al hecho de que jessica estuviera escuchando la conversación, bajó la cabeza y susurró en un puchero lastimero:

—Hoy iba a ver a un chico que me gusta un montón y me han fastidiado el plan.

taeyeon se acercó a ella y le dijo:

—¿Y si te lo traes con nosotros? Venga. Prometo ayudarte con eso.

kristal la miró unos segundos de hito en hito, como si no se fiara. Pero taeyeon le dedicó una sonrisa para convencerla de que hablaba en serio. «Déjalo en mis manos», le dijo mientras llamaba a su madre para proponerle algo que no aceptaba réplica:

—Oye, Isabel, creo que kristal debería traer también a alguien de su edad. ¿O es que pensáis arrastrarla hasta allí con nosotras sin más?

—Yo no pienso hacer de niñera —se sumó de pronto jessica, poniéndose a su lado y guiñándole un ojo.

—Yo tampoco —afirmó taeyeon, feliz de que jessica la estuviera apoyando en esto.

Isabel se lo pensó unos segundos. Entonces asintió, diciendo:

—Claro, es verdad, la pobre se va a aburrir. kristal, hija, trae alguna amiga si quieres.

—O amigo —puntualizó taeyeon guiñándole un ojo a la joven.

—¿Amigo? —se escandalizó Isabel sin que ya nadie le prestara atención.

kristal corrió a su habitación para escribirle un mensaje a Harry. Irradiaba felicidad y ansiedad a partes iguales y taeyeon se encontró de pronto a solas con jessica. Estaban hombro con hombro, observando la escena con una sonrisa.

—Eso ha sido todo un detalle por tu parte. Gracias.

—¿No estás enfadada? —se sorprendió, mirándola a los ojos por primera vez y fijándose en lo guapa que se había puesto jessica esa noche. Llevaba unos vaqueros ajustados pero gastados y una camiseta de color azul que resaltaba el bonito color de sus ojos.

—¿Enfadada? —se extrañó jessica. —Sí, de que kristal se haya salido con la suya. Otra vez…

jessica se encogió de hombros. —Es cierto que no me gusta que sea así de caprichosa y consentida, pero puedo entender lo que se siente a su edad cuando quieres estar con la persona que te gusta y tus padres te lo impiden —le explicó, sonriendo.

taeyeon sintió ganas de preguntarle si a ella también le había pasado y con quién, pero se contuvo en el último momento. La mirada de jessica la estaba poniendo un poco nerviosa. Hacía días que la evitaba y, ahora, sin embargo, estaban tan cerca que su corazón empezó a acelerarse sin motivo alguno.

—¿Qué me miras? —le preguntó, nerviosa.

—Nada —mintió jessica con un nudo en la garganta.

taeyeon se acercó a ella para apreciar lo guapa que se había puesto y jessica retrocedió unos pasos.

—Estás muy guapa esta noche,

jessica.

—¿Yo? Solo me he puesto unos vaqueros. Pero tu vestido es… wow. Sensacional —comentó ruborizándose de inmediato, como si se hubiera arrepentido de haberlo dicho.

—Son unos vaqueros preciosos. Te sientan muy bien.

Le había parecido que nadie podía oírlas, que estaban solas, pero en ese momento escuchó un carraspeo incómodo y ambas se dieron cuenta de que sus madres estaban justo detrás, mirándolas. taeyeon sonrió como si nada. jessica, en cambio, se puso tensa. Tenía el mismo gesto que un niño al que le hubieran pillado robando chocolate de la despensa.

—Bueno, bueno, pero qué guapas os habéis puesto las dos —dijo Isabel.

—Eso iba a decir yo —comentó

boa, su mirada escaneando a las dos jóvenes, tal y como haría un investigador privado.

taeyeon notó enseguida el matiz escondido en la voz de su madre y dijo:

—Bueno, mamá, tampoco es como si nunca me arreglase.

—No digo que no. Pero hacía tiempo que no te veía tan guapa. Has estado tan triste… que supongo que me alegro de verte así de cambiada.

¿Supongo? ¿A qué venía aquello? Miró a jessica en busca de una explicación convincente, pero ella tampoco parecía saber de dónde procedía toda esa hostilidad velada.

Jake y Ricardo aparecieron en ese momento. Venían de fumar en el jardín y hablaban animadamente de un

restaurante pequeño que acababan de abrir en el pueblo, muy cerca de donde era el concierto. Les informaron de que habían tenido suerte de poder reservar una mesa para todos allí. Irían a cenar antes de acudir al concierto.

—Bueno, venga, todos a los coches —los apremió Isabel, dando palmadas —, se nos hace tarde. ¡kristal! ¿Estás lista? ¡Tenemos prisa, hija!

La menor salió de su cuarto en ese momento. Vestía un vestido estampado demasiado corto y escotado e iba excesivamente maquillada. Isabel la miró con ojos desorbitados. Estuvo a punto de decir algo, pero se quedó callada cuando Jake le hizo un gesto con las cejas, rogándole una tregua.

La adolescente dijo entre risas:

—taeyeon, yo voy contigo en el coche. Así recogemos a Harry.

—¿Quién es Harry? —preguntó

Isabel. De nuevo, nadie le contestó y Jake tiró de su brazo para que se pusiera en marcha. La otra pareja los estaba esperando con el motor en marcha.

—Vale —dijo taeyeon, abriendo su coche—. jessica, te vienes con nosotras, ¿no?

jessica miró el cielo y asintió con resignación. Quedaron con sus padres en que ellas se saltarían la cena. Preferían

comer cualquier cosa por los alrededores y ahora que Harry iba a hacerles compañía, era mejor no tentar a la suerte. Ya se verían después en los aparcamientos del recinto ferial en el que verían a los artistas entre fuegos artificiales y gente coreando sus canciones.

kristal les indicó la dirección de Harry y taeyeon puso el intermitente mirando de soslayo a jessica, que parecía muy tímida, aunque estaba preciosa, sentada a su lado en el asiento del copiloto.

Al cabo de un rato, los cuatro estaban en el coche rumbo a Huelva. Harry y kristal hablaban en el asiento de atrás. Parecían encantados de tener la compañía del otro y taeyeon no podía dejar de mirarlos por el espejo retrovisor.

Se acordó sin querer de su época del instituto, cuando salía con siwon, el capitán del equipo de fútbol. Cuánto habían cambiado las cosas desde entonces. Su gusto por los hombres, por ejemplo. Ahora si un siwon intentara ligar con ella, se habría reído en su cara.

Gracias, pero no, gracias. Tampoco compartía ya demasiada afinidad con sus amigas del colegio. Con algunas sí, como Ana, con quien había quedado el otro día para comer, pero lo cierto era que ya no tenía nada en común con la gran mayoría. Sin querer, el tiempo, la distancia y posiblemente la madurez las habían alejado, hasta convertirlas en personas completamente diferentes. taeyeon sentía que su manera de enfocar la vida tenía ya poco que ver con la de sus antiguas compañeras de colegio. Ahora se sentía más cómoda en compañía de personas menos… superficiales. Sí, tal vez esa fuera la palabra. Personas con objetivos, cuyas aspiraciones fueran más allá de comprarse el último vestido a la moda o casarse con un chico de familia bien. Le daba la sensación de que muchas de sus amigas se habían quedado estancadas, como si nunca hubieran dejado el instituto, como si no hubiera vida más allá de las pandillas que se formaron en aquel entonces. Siempre que hacía intentos de quedar con ellas, la abatía el aburrimiento con sus conversaciones sobre peluquerías y cotilleos sobre personas que ya no le interesaban.

Harry se rio entonces y escuchó a kristal hablar sobre su plan de tomarse unas cervezas a escondidas de sus padres. taeyeon sonrió con complicidad y miró a jessica, pero se la encontró seria y silenciosa, con la mirada perdida en el paisaje que iban dejando atrás.

—¿Has visto esos flamencos? —le preguntó en voz baja, señalando hacia la derecha. Una bandada de preciosos flamencos había remontado el vuelo. Estaba anocheciendo y el color de sus cuerpos se mezclaba con el rosa azulado del crepúsculo.

—Sí —murmuró jessica y se mordió las uñas.

—Me encantan. —Suspiró y volvió a mirar hacia la carretera.

Sintieron el trajín de los ensayos del grupo tan pronto llegaron. Los técnicos estaban haciendo pruebas de luz y sonido. Había ya gente congregada en los alrededores. Canturreaban y bebían alegremente en las casetas.

Aparcaron el coche en un espacio que quedaba libre y se miraron los cuatro, como preguntándose qué hacer.

—¿Tenéis hambre? —les preguntó, rompiendo el hielo—. Yo sí. Quizá deberíamos comer algo antes del concierto.

—Esa caseta de allí sirve bocadillos. —jessica la señaló—. ¿Vamos?

—Nosotros preferimos pasar. Vamos a saludar a unos amigos —les comentó kristal. Tenía el brazo enganchado al de Harry y sonreía. Parecía radiante.

jessica no recibió demasiado bien estas noticias, pero aun así dijo:

—Vale, pero no tardes. Papá y mamá llegarán en cualquier momento y no quiero líos.

Durante unos segundos se le hizo extraño quedarse a solas con ella. Su compañía le agradaba, pero se sentía tensa y sospechaba que no era la única. jessica no dejaba de morderse las uñas. Se acercaron en silencio a la caseta y pidieron dos perritos calientes que comieron apartadas de la gente. El cielo estaba empezando a llenarse de estrellas y el bullicio las rodeaba, pero taeyeon solo tenía ojos para jessica, como si nada de lo que hubiera alrededor pudiera captar su atención.

—Te has manchado un poco. Ahí, en el labio —le indicó, señalando el lugar en el que tenía una mancha de kétchup. jessica se la limpió con rapidez, ligeramente avergonzada. —¿Ya?

—Sí, ya —dijo taeyeon, sonriendo. Observó entonces a los adolescentes reunidos en grupos en torno al escenario —. ¿A veces no lo echas de menos? — le preguntó—. Me refiero a esto. Cuando estábamos en el colegio. ¿Tú no venías con tus amigos a los conciertos?

jessica se encogió de hombros. Tragó el último trozo de su perrito y se limpió las manos en la servilleta. —No mucho. A mis amigos no les gustaban. Preferían quedar para jugar a videojuegos y cosas así.

—Comprendo. Yo sí que venía todos los años.

—Sí, tus amigos eran muy de eso — dijo jessica. Entonces se vio en la necesidad de puntualizar para que sus palabras no se malinterpretaran—: Me refiero a que salíais de noche e ibais a discotecas. No es que tenga nada de malo. Perdona si te he ofendido.

—No me has ofendido. Entiendo lo que quieres decir. Éramos muy diferentes entonces, ¿no crees?

—Sí, la verdad es que sí —replicó jessica con una sonrisa. Parecía divertirle—. Y ahora supongo que también.

—¿Tú crees? Yo no lo veo así.

Pienso que nos parecemos más de lo que crees.

—Es posible. —jessica se encogió de hombros, aunque no parecía muy convencida de ello.

—¿Has pensado alguna vez en volver? A Huelva, quiero decir, regresar aquí a vivir. ¿Te gusta Madrid?

jessica suspiró hondo, como si le costara hablar de esto en voz alta o no deseara compartirlo con ella en ese momento. Sin embargo, su respuesta fue completamente sincera:

—Mis padres están empeñados en que vuelva. Y he llegado a planteármelo. Madrid me gusta, pero a veces siento que se me queda grande y no tengo demasiada gente allí.

—¿No tienes amigas?

—Sí, claro que sí. Tengo una buena amiga que se llama hyuna. Con ella quedo a menudo. Y también tengo otros conocidos. Pero a nuestra edad ya sabes cómo va la cosa. Todo el mundo está ya emparejado o casado y formando familias o llevan una vida loca que no me interesa demasiado.

—Es verdad, a mí me pasa un poco lo mismo. ¿Y no hay nadie… —taeyeon se detuvo un momento. No sabía cómo preguntar algo así—. …especial en tu vida? —dijo por fin.

jessica sonrió con ganas. —¿Te refieres a una novia?

—Sí.

—Realmente, no. Estuve saliendo durante un tiempo con una chica, pero no funcionó. Con ninguna de ellas, de hecho. He tenido pocas relaciones, pero a veces me siento como un bicho raro.

Es como si nadie quisiera tener algo real. ¿Comprendes lo que te quiero decir?

—Creo que sí. Hasta que conocí a Baek estuve saliendo con tíos que no se merecían ni que les diera la hora. Es difícil encontrar a alguien que valga la pena.

—Y que lo digas.

Se quedaron calladas durante unos minutos, simplemente observando a las pandillas que iban y venían a las casetas donde servían alcohol. El ambiente invitaba a alargar la noche, a beber y divertirse, y taeyeon pensó que no les vendría nada mal seguir el ejemplo de algunos de aquellos adolescentes.

—¿Te apetece que pidamos algo?

Creo que me pediré una copa —sugirió.

—Sí, me parece buena idea.

Mientras se acercaban a la barra, se sorprendió de lo cómoda que se sentía en compañía de jessica. Cuanto más tiempo pasaba con ella, más ganas tenía de seguir conociéndola. Siempre que no discutían por tonterías existía una complicidad natural entre ellas, una comodidad que sentía en compañía de muy pocas personas. Algunos silencios se hacían extraños, pero, en general, le resultaba agradable pasar tiempo con jessica.

Aunque era temprano, las dos optaron por unos frescos mojitos que les sirvieron en el momento. Comenzaron a pasear por la zona con las bebidas en la mano, sin alejarse demasiado por si kristal y Harry decidían regresar, pero deambulando por el recinto sin rumbo fijo.

—¿Y tú? ¿Te has planteado volver algún día? —le preguntó jessica

entonces, sorbiendo su pajita. A taeyeon le pareció que lo hacía de una manera adorable, inocente y un poco y, sin que fuera consciente.

—Me lo he planteado, sí. Y existe la posibilidad de que busque algo en un hospital de aquí. Pero no sé, sería todo demasiado precipitado. Hay veces en las que me lo planteo como una posibilidad y otras en las que pienso que es una locura. Me costaría volver a empezar de cero. Mi vida ya está en Barcelona. O al menos, lo estaba hace unos meses —replicó con cierta melancolía, recordando a Baek.

Ahora que él ya no formaba parte de su vida, todo había cambiado. Su círculo social estaba compuesto de amigos comunes con Baek, parejas con las que salían y hacían planes de viaje. Desde su ruptura, taeyeon no estaba muy segura de cómo encajaba ya en todo aquello. Le resultaba incómodo quedar con sus antiguos amigos porque le hacían preguntas sobre Baek o se establecía entre ellos un silencio incómodo, como si pendiera un tabú sobre sus cabezas. Y algunos directamente habían tomado partido por él. No lo habían dicho abiertamente, pero taeyeon sabía que a partir de ahora, ya no podría contar con ellos para salir a cenar o quedar, simplemente.

—Una ruptura siempre es complicada —comentó jessica—. Y más si llevabais años juntos. Eso lo cambia todo.

—Desde luego.

—Pero me pareces una persona fuerte y sabrás rehacer tu vida antes de lo que crees.

taeyeon no estaba tan convencida de ello, pero asintió igualmente. Le agradecía el apoyo, sobre todo teniendo en cuenta sus encontronazos previos. Sintió ganas de salir de su cascarón y hablarle de lo mal que lo había pasado los últimos meses, pero al mirarla no estuvo segura de que ella quisiera escucharla. Por eso le sorprendió tanto cuando jessica dijo:

—¿Quieres hablar de ello? Mi madre dice que la tuya está preocupada porque no cuentas nada. Quiere que te desahogues. Y da la casualidad de que soy muy buena escuchando —bromeó jessica.

—¿Ah, sí?

jessica asintió con la cabeza. —La mejor. Debería abrir un consultorio psicológico. Pruébame.

taeyeon sonrió con timidez. Había algo en la manera en que jessica trataba el tema que conseguía relajarla. A diferencia de su madre, ella no la miraba de modo condescendiente ni preocupado. Solo le ofrecía su tiempo y apoyo si deseaba desahogarse, y lo hacía con una sonrisa en los labios y mucha predisposición a escuchar. Tal vez por esto, decidió lanzarse y empezó a hablarle del paulatino deterioro de su relación, de cómo se fueron distanciando gradualmente, hasta que un día, sin saber por qué, se miraron a los ojos y se dijeron lo que tanto tiempo habían sufrido en silencio.

—Simplemente dejamos de querernos, supongo —resumió con tristeza—. Y aunque sé que los dos nos sentimos igual, fue muy duro aceptarlo después de tanto tiempo juntos. Ni siquiera comprendo qué pasó.

—No creo que llegues a saberlo nunca —replicó jessica—. Esas cosas ocurren y la mayoría de las veces ni siquiera sabes la causa. Solo… pasan.

—Es verdad. El amor puede ser muy complicado. Como un juego de equilibrios. Si te descuidas un poco, se pierde y ya no vuelve.

—Exacto. Pero piensa que es preferible que haya acabado así. Desde luego, es mejor eso a que te pongan los cuernos.

—¿A ti te pusieron los cuernos?

—Varias veces —le confesó sin dudar jessica—. No aprendí hasta que ya era demasiado tarde. ¿Sabes esa planta que hay en el alféizar de mi habitación?

taeyeon asintió. La había regado la noche anterior.

—Pues es lo único que guardo de recuerdo. Ni siquiera sé por qué. Debería haberla tirado.

—Vaya, pues la regué ayer.

jessica hizo un gesto de desdén con la mano. —Por mí como si la quemas.

Sintió deseos de preguntar más, pedirle que le contara toda la historia, porque además le parecía que jessica también necesitaba hablar, como si no acostumbrara a compartir sus sentimientos con los demás. Pero justo entonces llegó kristal, informándoles de que acababan de ver a sus padres aparcando el coche.

—Mira, están allí —dijo la menor.

—¿Y tu amigo? —se interesó jessica. —Se ha quedado allí. Le veré después.

Los ojos de jessica buscaron a los mayores y las tres fueron a su encuentro. Mientras caminaban hacia ellos, kristal se acercó a taeyeon y le susurró al oído:

—Oye, gracias.

—De nada. ¿Ha ido todo bien?

—Sí, pero no entiendo a los tíos. Es como si no acabara de decidirse. A ti seguro que te pasa lo mismo. —kristal empezó entonces a alzar la voz para que su hermana pudiera escucharla—. Por ejemplo, tú —le dijo a taeyeon—. ¿Qué hace una tía como tú soltera? Deben de ser tontos para no lanzarse como locos a tus brazos, ¿estás de acuerdo conmigo, hermanita?

taeyeon se echó a reír y jessica tosió como si se le hubiera atragantado lo que le restaba de mojito.

—Supongo —replicó, fingiendo desinterés.

—¿Supones? ¿Y tú qué opinas de mi hermana, tae? Es un poco imbécil, pero está buena, ¿eh?

La situación le hacía gracia, pero jessica miró a kristal con tal rabia que su sonrisa se desvaneció en ese momento.

¿Estaba kristal ejerciendo de casamentera con ellas o solo le divertía crear situaciones incómodas? Suavizó su gesto y comentó con cariño:

—Tu hermana es muy guapa y, sí, algunos tíos son idiotas.

Antes de que jessica pudiera replicar algo, los cuatro progenitores se acercaron a ellas.

—Qué bien, estáis ya aquí —dijo Isabel, dirigiéndose en especial a la mayor de sus hijas—. Tu padre dice que hay sitio cerca del escenario. jessi, cariño, ¿por qué no vais a por algo para beber? Estamos ahí mismo.

jessica se encogió de hombros y dijo que sí sin dudar. Ni un solo gesto de hastío, ni una mueca de enfado, como si en esta ocasión no le importara quedarse a solas con ella e ir a por refrescos para todos. Se acercaron de nuevo a la barra donde unos tipos sin camiseta atendían a todo el mundo al mismo tiempo.

taeyeon intentó que la escuchasen, pero el número de clientes se había triplicado y era imposible con tanto ruido.

—¿Qué vas a querer tú? —le gritó al oído.

jessica se puso muy seria. Erguida y molesta, respondió:

—Una cerveza. El mojito se me ha subido un poco a la cabeza.

—Vale.

Levantó el brazo para que el camarero la viera, pero entonces un chico le derramó sin querer un refresco de cola sobre el escote y jessica se echó a reír con el incidente.

—¿Te parece divertido, eh?

—Mucho —afirmó, sus ojos perdidos en su camiseta. Estaba tan empapada que se le había pegado al cuerpo—.

¿Necesitas ayuda? —le dijo, divertida, aunque pareció arrepentirse de inmediato.

taeyeon sintió tentaciones de tensar un poco más la cuerda y decirle que sí, que la ayudara a secarse. Tenía ganas de saber hasta dónde llegaría jessica si la empujaba un poco.

—Si quieres… —la tentó, mientras se secaba con una servilleta de papel, riéndose.

Entonces se produjo un brusco silencio. Dejaron de reír y se miraron unos segundos como si el juego se estuviera volviendo demasiado peligroso para continuarlo. taeyeon se estremeció cuando jessica se humedeció los labios de manera involuntaria. Un golpe de frío, sí, eso sería, pensó mirando a ambos extremos como si buscara una ráfaga de viento.

—Aquí tienen, señoritas, sus bebidas. Doce euros —las interrumpió el camarero, un hombre rudo y sudoroso.

A taeyeon le costó salir del trance en el que se había sumido. Carraspeó con incomodidad y sacó la cartera para pagar las consumiciones. jessica comenzó a ayudarle a cargar con los vasos de refresco. Ella parecía ahora más tensa, como si también lo hubiera sentido. Comenzaron a andar en busca de sus progenitores.

—Mira, ahí están —dijo.

—Oh, ¡jessica, estamos aquí! ¡tae! ¡Aquí!

—Dios mío, qué pesada es mi madre —murmuró jessica, acercándose a sus hombros.

—Bueno, la mía es igual, intensa a más no poder.

—¿Verdad que son intensas?

—Sí. Lo son. Fíjate. Nos miran como si acabásemos de… no sé —explicó taeyeon, insegura.

—¿De qué?

—No sé. De besarnos a escondidas, por ejemplo —bromeó, nerviosa.

—Podríamos hacerlo solo para verlas convulsionar —propuso jessica riendo mientras retomaban el trayecto.

—Pues sí, como sigan tan pesadas…

—Ya. No creo que te atrevieses a hacer algo así —la retó jessica, envalentonándose.

—¿Ah, no?

—No —le dijo, mirándola fijamente a los ojos.

taeyeon sintió que se ruborizaba. Se humedeció los labios y sonrió de medio lado. Habían llegado y sus padres estaban intentando llamar su atención, pero ninguna podía apartar la vista de la otra, ajenas a todo lo que no fuera su juego.

—¿Y tú qué sabes? ¿Me tomas por una mojigata?

—No, no. Eso no. Pero es distinto.

—¿Distinto? ¿En qué sentido?

—Soy una mujer.

—Eso ya lo veo. ¿Y qué?

jessica abrió la boca para contestar, pero se detuvo en el último momento, como si se hubiera quedado sin palabras o temiera decir algo inapropiado. kristal se acercó a ellas.

—Eh, chicas, cortaos un poco, ¿no? —les dijo, señalando a sus padres. Ricardo y Jake estaban despistados mirando hacia el escenario, pero Isabel y boa no les quitaban ojo de encima—. Venga, que va a empezar el concierto y no es plan de que les dé un infarto. Vamos.

Frenaron entonces la discusión, avergonzadas. Aunque taeyeon no creía que aquello hubiera sido una discusión. No, definitivamente, había sido un reto, algo muy diferente a las interacciones que habían tenido previamente. Le hubiese gustado continuar la conversación, así se lo pedía el cuerpo. Temblaba y sentía tentaciones de aceptar el reto. ¿Y si se hubiera atrevido? ¿Y si la hubiera besado? ¿Quería hacerlo? Qué tontería, pensó, un poco asustada de sus propios pensamientos. Una cosa era que le gustaran los retos y que no se amedrentara ante nada, otra muy diferente perder la cabeza y besar a jessica delante de sus madres. ¿En qué estás pensando?, se reprendió en silencio mientras se acercaban con las bebidas a boa e Isabel.

—taeyeon, hija, podías comportarte un poco, ¿otra vez a la gresca con jessica?

—No, mamá. Solo estábamos hablando —le aseguró, aunque al mirar a jessica, que estaba junto a Isabel unos metros más allá, supo cuando sus ojos se encontraron que no habían estado simplemente hablando. Se estaban retando abiertamente.

 

Hundió la nariz en el vaso de su cerveza, desconcertada. Le latía el corazón con fuerza. Pero la música empezó a sonar y los Hombres G por fin salieron al escenario entre risas y aplausos.

 

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Comments

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ashleyurdiales24 #1
Chapter 23: Una historia muy buena, me sentí a gusto leyendola jaja me gustó mucho, gracias por compartirla y adaptarla al taengsic<3