Capítulo 13: No es una cita

101 razones para odiarla.
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Donghae, Taecyeon, Yoona, Yonghwa y Seohyun estaban manteniendo una acalorada discusión sobre los pormenores de la despedida de soltera que pretendían organizarle a Tiffany. Si se hubiera tratado de otra persona, las posibilidades habrían sido infinitas. Pero se trataba de Tiffany, sujeto difícil y extravagante donde los hubiera, y eso limitaba muchísimo sus posibilidades.

—Siempre podemos organizar una visita al Museo de Ciencias Naturales —propuso Yoona, encogiéndose de hombros—. Seguro que es su favorito.

—¡Pero eso es aburrido! —protestó Taecyeon—. Se trata de una despedida de soltera. Deberíamos organizar algo más entretenido.

—Ya, Taecyeon, pero el problema es que yo no me imagino a Tiffany rodeada de strippers, metiéndoles dinero en la bragueta. Tenemos que pensar en otra cosa —puntualizó Yoona.

Donghae no estaba participando en la conversación. Les escuchaba atentamente mientras miraba por la ventana, pero había preferido mantenerse al margen. Llevaban ya media hora discutiendo las diferentes opciones y empezaba a estar cansado de que no se pusieran de acuerdo.

—¿Qué os parece una casa encantada? La semana pasada vi un reportaje sobre una que hay en Incheon —propuso Yonghwa—. Recuerdo que el año pasado Tiffany comentó algo sobre visitar una casa con fantasmas. La del reportaje se alquila por días.

Taecyeon sintió un escalofrío solo de imaginarlo. —No puedes estar hablando en serio —repuso.

—¡Es una idea fantástica, Yonghwa! —Se emocionó Yoona—. También podríamos organizar una fiesta temática.

—¿Te has vuelto loca? ¡Es una casa encantada! ¡Hay fantasmas! —se quejó Taecyeon.

El muchacho buscó con la mirada el apoyo de Donghae, pero su amigo estaba de espaldas a ellos, y acabó bufando con impotencia.

—¡Y podríamos llamar a la banda de tu hermana para que amenizara la fiesta! —propuso Seohyun, agarrando con emoción el brazo de su novio Yonghwa.

Taecyeon puso los ojos en blanco. Una fiesta sonaba bien, pero no si estaba amenizada por la banda de la hermana de Yonghwa. La criatura tenía dieciséis años, y se negaba a ver a grupo de adolescentes que ensayaban en un garaje como si fueran una banda de rock consolidada. Esto, sumado al hecho de que la despedida iba a consistir a cazar supuestos fantasmas que merodeaban por una casa en medio de la nada, distaba mucho de ser la despedida que Taecyeon se había imaginado.

—¿Hola? ¿Alguien me escucha? Repito: hay fantasmas.

Pero no, nadie le escuchaba, o si lo hacían les traía sin cuidado su opinión.

—Mi osito es un verdadero genio —afirmó Seohyun con orgullo.

—Entonces, decidido: la casa encantada. ¿A ti qué te parece la idea, Donghae? —le preguntó Yoona.

—¿Alguien sabe dónde está Jessica? —se interesó Yonghwa—. ¿Se habrá retrasado su avión?

Aquello sí que llamó la atención de Donghae, que se giró para contestar esta pregunta. Sin embargo, no llegó a abrir la boca porque justo en ese momento sonó el timbre de la puerta.

—Ya abro yo —les dijo al resto, saliendo corriendo hacia la entrada de la casa.

Como habían pedido una pizza unos minutos antes, Donghae estaba convencido de que se trataría del repartidor, pero cuando abrió la puerta se encontró con una sorpresa.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó, alarmado.

Jessica arrugó la frente, contrariada. Estaba demasiado cansada del viaje y de toda la semana de trabajo para hacer bromas.

—¿A ti qué te parece? Venga, Hae, ayúdame con esto, que estoy muy cansada —le dijo, pidiéndole ayuda con el bolsón.

Pero su amigo seguía con aquella cara de haber visto un fantasma y con un movimiento rápido se interpuso entre ella y la puerta, bloqueándole el paso.

—¿Qué haces? ¿Te has vuelto loco?

—No has mirado tu móvil, ¿verdad?

La castaña frunció el ceño.

—Míralo, corre —insistió su amigo, cerrando la puerta a sus espaldas, como si no quisiera que nadie escuchara su conversación.

Aquel comportamiento era muy extraño, pero Jessica estaba demasiado cansada para contradecirle y sabía que Donghae no le iba a dejar entrar hasta que no hiciera exactamente lo que le pedía. Así que dejó la maleta a un lado y comenzó a revolver en el interior de su bolso, en busca del dichoso teléfono.

Pasaron unos segundos hasta que el móvil se encendió y pudo acceder al menú principal, en donde se encontró el icono de un sobre cerrado. Era el mensaje que había recibido nada más ocupar su asiento en el avión. Jessica miró a Donghae con dudas, segura de que el mensaje tenía algo que ver con la extraña actitud de su amigo, que le hizo ungesto con la cabeza invitándole a leerlo.

Su corazón empezó a latir con tanta fuerza cuando apretó el botón para abrirlo, que le costó trabajo enfocar las letras. Cuando acabó de leerlo, miró a su amigo en busca de una explicación para todo aquello.

—Hae… Cómo?      

—Vamos, no hay tiempo —la apremió él, agarrando su maleta y empujándola en dirección contraria a la casa—. Tú vete, yo me ocupo de esto.

La castaña consultó su reloj de pulsera. Eran las nueve y media de la noche. Miró el móvil y luego su reloj una vez más.

—¡Pero si apenas queda media hora!

—¡Pues por eso! —respondió Donghae—. No querrás llegar tarde.

Pero Jessica se quedó allí parada, inmóvil, en shock. De todas las cosas que podían pasar aquel día, aquella era la más inesperada. Le habría sorprendido menos si alguien le hubiera dicho que habían dado con la manera de curar el cáncer. El mensaje la había dejado tan estupefacta que de repente se sintió muy mareada, superada por el momento.

—Hae, no sé si puedo hacerlo. Es decir, ¿por qué ahora? ¿Y qué excusa le pongo al resto?

Donghae se giró para comprobar que sus amigos no les habían visto. Podía escuchar la risa de Seohyun colándose por el quicio de la puerta y vio por la ventana que todavía estaban discutiendo sobre la despedida de Tiffany. Taecyeon parecía más enfadado que nunca, pero, en general, seguían charlando, como si ninguno hubiera notado lo larga que estaba siendo su ausencia.

—Por eso no te preocupes, yo me ocupo de ellos —trató de tranquilizarla—. Y no me digas que no sabes si quieres esto, porque te conozco muy bien, Sica. Te has pasado el último año llorando por las esquinas, así que ahora no tienes excusa. Lo entenderán. ¡Vete! ¡Contéstale y vete!

Sin saber por qué lo hacía o si era lo que deseaba, la castaña hizo exactamente lo que Donghae acababa de recomendarle. Dejó allí su maleta y echó a correr hacia la calle principal del barrio, porque allí circulaban más taxis.

Tenía el teléfono móvil tan firmemente agarrado que los nudillos casi se le habían puesto blancos. Entonces recordó, en medio de la carrera, que debía contestar el mensaje que le había mandado Yuri.

Yuri… Había pasado tanto tiempo.

Comenzó a teclear con el pulso todavía acelerado, sin atinar con las palabras correctas. Lo peor de todo era que no estaba segura de encontrarse en pleno poder de sus facultades mentales en ese momento. Podría escribir cualquier disparate y no darse cuenta, pero confiaba en su instinto.

Jessica sabía que Yuri regresaba ese día a Seúl. Lo había visto en el boletín de la editorial, aunque se había negado a pensar demasiado en ello. Sí, en su fuero interno era consciente de que aquel fin de semana las dos estarían de nuevo en la misma ciudad, algo que no había ocurrido en mucho tiempo, pero confiaba en que sus diferentes estilos de vida las mantuvieran alejadas. Jessica solo tenía que evitar merodear por los alrededores del barrio de Yuri y confiar que el destino no las juntara por casualidad, en cualquier esquina.

Se imaginó que en algún momento, ahora que Yuri estaba de vuelta, volverían a hablar por algún tema de trabajo, pero no esperaba tener noticias suyas tan pronto. Por cómo se había ido (rápido y sin despedirse), estaba convencida de que Yuri no deseaba saber nada de ella, sobre todo después del encontronazo que había tenido con Donghae.

Esto cambiaba las cosas y no estaba segura de que su magullado corazón pudiera soportarlo. Cargar con la noticia de su regreso ya había sido un varapalo importante.

Durante un año su único objetivo, su obsesión, de hecho, había sido olvidarse de lo ocurrido. Jessica quería rehacer su vida o, por lo menos, recuperar lo poco que quedaba de ella.

Deseaba volver a sus hobbies, a su rutina, y en un futuro no muy lejano quizá encontrar a una persona con quien pudiera compartir todas esas cosas sencillas del día a día, todas las pequeñas cosas que no tenían nada que ver con el huracán Yuri, con su espontaneidad y esa sensación de estar todo el día de vacaciones cuando estás a su lado.

Había estado a punto de conseguirlo, pero la reaparición de Yuri le hizo entender que necesitaba más tiempo.

Seguía sintiendo algo por ella, era absurdo negárselo, pero si todavía le quedaba cualquier duda al respecto, los nervios que sintió al ver su mensaje habían servido para confirmarlo. ―Cena, hoy, a las 22:00 ¿Te espero en el vestíbulo? No aceptaré un no por respuesta‖, le había escrito Yuri.

El taxi se paró en el primer semáforo, pero Jessica todavía no le había contestado. Estaba tan nerviosa que le temblaban los dedos y no atinaba bien con las teclas. Escribía una respuesta e inmediatamente la borraba. Otra respuesta y la borraba de nuevo. Así, durante otros cinco minutos, hasta que se decidió por la respuesta más simple de todas:

Bien. Nos vemos allí. PD: Pero esto no es una cita

Yuri: Claro que no es una cita.

Jessica dice: Bien, porque nunca tendría una cita contigo.

Yuri: Ya somos dos.

Jessica: ¿Has vuelto para esto? ¿Para decirme que nunca tendrías una cita conmigo?

Yuri: Te recuerdo que has sido tú la que ha dicho que no es una cita.

Jessica: ¡Porque no lo es!

Yuri: ¡Claro que no!

Jessica: Es un alivio. Tenía miedo de que te hicieras ilusiones. Me alegro de que lo hayamos aclarado.

Yuri: Yo más.

Jessica: ¿Nos vemos en el vestíbulo?

Yuri: No.

Jessica: ¿No? ¿Te lo has pensado mejor?

Yuri: Balthazar. Te quedan 4 minutos y medio.

Jessica: ¿Has reservado mesa?

Yuri: Sí.

Jessica: ¿Cómo sabías que te iba a decir que sí?

Yuri: No lo sabía.

Jessica: ¿Entonces?

Yuri: Échale la culpa a Donghae. Fue él quien me prometió que no me darías calabazas ;)

***

Se metió el móvil en el bolsillo de su abrigo pensando que no sabía si le molestaba más que Donghae la conociera tan bien para saber que acabaría aceptando la invitación o que Yuri hubiera hecho una reserva en un restaurante sin haber confirmado su respuesta.

Estaba ya cerca del restaurante en el que iban a reencontrarse. Llegaba varios minutos tarde, pero aun así le había dicho al taxista que la dejara unas calles atrás para poder tomar aire fresco y calmar los nervios. Si la ocasión fuera diferente, habría sido típico de ella personarse en con puntualidad británica, cinco o diez minutos antes de la hora fijada. Pero hoy necesitaba ordenar sus pensamientos y, con franqueza, no quería ser la primera en llegar. Le sobrepasaba la idea de estar esperando, quizá sentada en la barra del bar, tentada a pedir uno o dos cócteles para estrangular la ansiedad que le provocaría la espera. Seguramente miraría hacia la puerta más de diez veces, en intervalos separados por escasos segundos, con una copa en la mano y un generoso puñado de cacahuetes en el otro, y la escena no le parecía demasiado arrebatadora. Porque el restaurante tendría cacahuetes en la barra. Siempre los tienen cuando lo último que quieres es hinchar como un globo antes de una cita.

No, no es una cita, se recordó a sí misma.

Pero había algo que le hacía sentir todavía peor. Había mentido a sus amigos.

Aunque Donghae le hubiera dicho que ya les ponía él una excusa, seguía siendo un comportamiento muy impropio de ella. Jessica nunca había sentido la necesidad de mentir, ni siquiera cuando Taecyeon le había puesto contra la espada y la pared tras aquella desastrosa cena en la que Tiffany debería haber cerrado la boca y ella haber sido mucho más sincera.

Todavía recordaba vívidamente aquella discusión con Taecyeon. Si se esforzaba, incluso podía escuchar su voz casi con tanta claridad como sus pasos en la acera.

—¿Es verdad? —le había preguntado él a bocajarro, nada más cruzar el umbral de la puerta, cuando regresaron a casa después de la cena.

Ni siquiera hizo falta que se explicara, porque Jessica supo inmediatamente a qué se refería. Acababa de quitarse el abrigo y se giró para ver la expresión de su cara. Taecyeon estaba apoyado en el marco de la puerta, esperando una respuesta. Parecía derrotado.

—¿Tiffany tiene razón? ¿Estás enamorada de otro y por eso estás tan rara conmigo? —insistió él.

Su cara estaba pálida, demudada, y una expresión de terror empezó a perfilarse alrededor de sus cejas. Jessica conocía muy bien esa sensación de vértigo. Al menos eso lo compartían, porque ella se sintió exactamente igual en ese momento.

—Por favor, no me mientas. Sé que te ocurre algo.

La castaña permaneció en silencio un buen rato. Estaba intentando controlar las ganas que tenía de llorar y también trataba de encontrar las palabras adecuadas para responder a las preguntas de su novio. Cabía la posibilidad de mentir. Podía hacerlo. ¿Pero a dónde le llevaría una mentira? ¿Qué conseguiría con ello, aparte de hacerse más daño?

—Ya no —contestó finalmente, con voz estrangulada. Jamás se había sentido tan ridícula y diminuta, tan indefensa.

—¿Pero hubo otra persona?

—Eso se ha acabado, Taecyeon… Créeme, se ha terminado.

Pero no consiguió que sus palabras sonaran seguras, porque ni siquiera ella misma se creía lo que estaba diciendo.

—¿Quién es?

Jessica levantó los ojos del suelo en busca de los de su novio, pero no los encontró. Solo fue capaz de atisbar una nota de dolor en la pálida frente de Taecyeon.

—¿De verdad importa eso?

El silencio de Taecyeon fue la mejor respuesta que obtuvieron los dos. Ponerle nombre al problema no importaba, y ambos lo sabían. El problema podría haberse llamado de mil maneras. Jonghyun, Chanyeol, YoonWook… o Yuri. Eso daba igual, porque al final del día seguiría teniendo las mismas consecuencias en su relación. Y ambos lo sabían. Así que en ese momento en lo único que pensaron fue si el suyo era un problema que tenía solución. El tiempo acabó demostrándoles que no.

Jessica sacudió la cabeza, intentando no recordar los patéticos meses que sucedieron a aquella noche. Fue como si algo se hubiera roto entre ellos tras aquella confesión y los esfuerzos que hicieron las semanas posteriores tampoco sirvieron para reparar el daño.

Habían intentado ponerse una tirita en el corazón, pero ningún vendaje tenía la resistencia necesaria para que pudieran seguir juntos tras aquel desastre natural llamado ―Yul‖. Al igual que haría un huracán, ella se había colado en sus vidas y había arrasado con todo.

Qué duda cabe que el exilio voluntario de Yuri fue de gran ayuda y por un momento tanto Taecyeon como Jessica pensaron que sería capaces de encauzar su relación y olvidarse de lo ocurrido. Pero la castaña descubrió muy pronto que la herida entre ambos era mucho más profunda, porque respondía a problemas que nada tenían que ver con Yuri. Y así intentó explicárselo a su amigo Donghae, que, aunque muchas veces se metiera en camisas de once varas, tenía que reconocer que, de no haber sido por él, nunca habría sido capaz de llamar a las cosas por su nombre.

—Lo mismo le dije a ella cuando fui a echarle la bronca. Que no se puede ir por la vida rompiendo parejas.

Jessica miró a Donghae con los ojos muy abiertos. Habían quedado para tomar un café porque ella necesitaba desahogarse. Estaba triste por la reciente noticia de que Yuri se marchaba de la ciudad, pero las palabras de su amigo acabaron con su ensimismamiento de un plumazo.

—¿A ella? ¿Fuiste a hablar con Yul? ¡Donghae! ¿Pero en qué estabas pensando?

—Lo sé, lo siento, ¿vale? Estuvo fuera de lugar —se disculpó él—, pero estaba furioso y pensé que te había tendido una trampa.

— ¿Una trampa? Ella no ha tenido la culpa de nada, de nada…

Jessica se hundió en su silla, apoyó su frente en las manos, sin dar crédito a lo que acababa de escuchar. Este gesto de desesperación levantó las sospechas de Donghae, que entornó los ojos como si acabara de descubrir algo.

—Espera un momento… —le dijo, señalándola con el dedo—. Tú la quieres, ¿verdad?

Ahí estaba, la pregunta que rondaba incansablemente su mente y se negaba a contestar.

—Querer es una palabra muy fuerte, ¿no crees?

—Sica…

—No

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Comments

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Kkomofam #1
Chapter 16: Just now i found out this story, and it's beautiful
Eriika
#2
Chapter 16: Yo quiero saber que le dice
Eriika
#3
Chapter 15: 7w7
Eriika
#4
Chapter 14: Alv
Eriika
#5
Chapter 10: Omaiga
Eriika
#6
Chapter 9: Awww
Eriika
#7
Chapter 3: Creo que ya lo había leído con anterioridad
Eriika
#8
Veamos
DollySweet
#9
Chapter 16: Que lindo!.me gusto mucho la adaptacion!
jramirez #10
Chapter 16: Te felicito, de verdad me gusto mucho la adaptación y espero poder seguir disfrutando de las adaptaciones que haces. :D