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—¡ESTÁN MUERTOS!

Aquel grito me hace reaccionar y percatarme de la posición en la que me encuentro; sus brazos me sujetan con fuerza, pero sin llegar a lastimarme. Ella está abrazándome. No puedo negar mi sorpresa, sin embargo, mi alma herida por los acontecimientos de la última semana brama con furia.

Ella es la culpable de esto. 

Las lágrimas que empañan mis ojos me dejan ver las llamas que brillan en los orbes ajenos y eso me confunde. ¿Por qué está protegiéndome? No entiendo porqué su aura emana esa sed de sangre contra los demás, ni porqué mi corazón tiembla conmovido al sentirse protegido por aquel pequeño cuerpo que se aferra a mí con calidez.

No lo entiendo.

Mi mundo se ha detenido en este instante en que sus ojos observan a los demás con odio. Cierro los ojos con cansancio. La última semana ha sido totalmente insoportable, realmente creía que la cosa más cruel que podía suceder era el rechazo por todos, pero sí que estaba equivocada, descubrí que las personas pueden ser terroríficamente creativas… y vaya que lo habían sido.

El día uno fue el inicio.

Después de llorar en casa en los brazos de Irene hasta que papá e In-Na llegaron, tuvieron una larga conversación en la que lograron convencerme y animarme en ir al día siguiente. Ellos dijeron que debía enfrentarlos con la frente en alto, tenía que dejar en claro que mi ualidad no era algo por lo que avergonzarme, al contrario, debía estar orgullosa por quién era.  Pero no esperaba encontrar lo que hallé a primera hora en mi casillero: basura de los baños de chicas.

Numerosos papeles con orina, excremento y sangre cayeron en cuanto abrí mi casillero, mis libros estaban hechos un asco al igual que mis otras cosas. No lloré en aquel momento, solo me sentí humillada cuando las risas se hicieron escuchar a mi alrededor y los susurros homofóbicos comenzaron a circular sin cansancio.

Quería gritarles.

—¡¿Quién hizo esto?! —Irene fue quien gritó.

La tomé del brazo para que no dijera nada más, no quería que ella se viera afectada por esto. No deseaba que ella fuera herida por mi culpa.

—Joohyun, por favor, no hagas nada…

—No, estas escorias tienen que dar la cara —me contestó molesta volviéndose a ellos—. ¡¿Quién fue?! ¡¿Quién es el responsable de esto?!

Las personas a nuestro alrededor rieron y eso hizo que mi pequeña hermana temblara llena de furia. Irene es una dulce persona, una chica con el corazón más hermoso del mundo, sin embargo, también posee un carácter que sale a relucir cuando sus seres amados se ven amenazados.

—Deberías dejar de ser tan escandalosa. —Uno de los futbolistas dio dos pasos hacia enfrente, tenía las manos dentro de los bolsillos y en su rostro estaba pintada una sonrisa fanfarrona—. Es más, deberías hacerte a un lado para que esta asquerosa lesbiana termine de recoger sus cosas.

—¡No la llames así!

Él sonrió a más no poder y tomé con más fuerza a Irene, tenía que sacarla de ahí.

—¿O qué? —cuestionó con burla—. ¿Qué me harás? —dio otro paso hacia ella y yo la jale hacia mí—. Oh, ya veo, la estás defendiendo porque es tu novia. ¡Hey, miren todos! —se dirigió a todos los que estaban a nuestro alrededor que disfrutaban del show—. La está defendiendo porque es su novia, queda en claro quién es el hombre de esa…

—¡Maldito hijo de puta!

Joon apareció y lo hizo callar, Mia nos tomó de las manos y nos sacó del pasillo mientras otros dos chicos intentaban detener a Joon.

Aquello le valió la expulsión de una semana del equipo.

El día dos fue tan malo como el primero.

Después del incidente del casillero lo que restó del día fue una serie de malas miradas y burlas en los pasillos. Durante la cena me tragué mi dolor y omití el incidente, tuve que rogarle a Irene para que no comentara nada al respecto y no fuera con su tío, el director, para que castigara a quien había hecho semejante broma.

Lloré toda la noche.

Me costaba creer que esto estaba pasando, el evento de la fiesta y la revelación de mi secreto era demasiado. Creí que todo estaba mejorando, creí que por fin estaba enterrando mi tristeza y estaba empezando a avanzar con mi vida.

Pero no fue así. Al día siguiente pase de largo de los casilleros, fui resguardada todo el camino por Joon e Irene, la evidencia de las pocas horas de sueño habían sido ocultadas de mis ojos con maquillaje e intentaba hablar con ellos para distraerlos, y distraerme, de las miradas que nos dirigían.

Mia me saludó al entrar al aula ante las miradas juzgadoras que la crucificaban por tal acción. Me sentí mal. No quería que sus amigos se apartaran de ella, ni que se viera afectada por mí.

—Tiff, ¿podrías pasarme la tarea de inglés? —me pidió ignorando a todos—. No le entendí a la última página.

—Claro —le aseguré intentando ignorar a todos a mi alrededor. Era difícil hacerlo con los ojos centellantes de asco y desagrado con los que me miraban—. Deja saco mi libro y te lo doy.

Al decir aquello el ambiente cambió y en los rostros de todos ellos se formaron pequeñas sonrisas burlescas. Mi piel se erizó. Se veían ansiosos y eso me provocó un ligero temor. Con recelo comencé a caminar hacia mi lugar y, cuando llegué, supe la razón de sus sonrisas.

Mi escritorio estaba rayado con numerosos insultos, iban desde “asquerosa lesbiana” hasta “ojalá te mueras”. Mis ojos se humedecieron al leer todo aquello. Las risas volvieron triunfantes y eso me dolió aún más. ¿Por qué eran así de crueles? ¿Por qué era malo que me gustaran las chicas?

Apreté mis puños y mordí mi labio intentando que no salieran mis lágrimas.

—Tiff… —Mia me tomó de la mano—. Hey, ignora esto, vamos a la oficina del director y hagamos que esta bola de idiotas borre su estúpida sonrisa —dijo con determinación—. ¡¿Escucharon?! Van a borrar sus amarillentas sonrisas cuando el director vea lo que hicieron.

—Pero si nosotros no hicimos nada —dijo Hyuna levantándose de su lugar—. Quizá a las que deben culpar sean a las personas que no está presente. —Señaló el lugar de Jessica y Yoona—. Después de todo, por culpa de Tiffany Taeyeon también se vio involucrada en este asunto, ¿no dicen por ahí que ahora eres una de sus zorritas?

Taeyeon…

Aquel nombre era indudablemente lo que menos deseaba escuchar. Ella había sido la causante de todo aquello, por su culpa estaba ahora en aquel infierno. Kim Taeyeon había hecho de su venganza una cruel realidad.

Los días posteriores continuaron con una serie de bromas; me lanzaron harina, agua sucia, rompieron mis libros e incluso me robaron mi mochila. Mi fortaleza se estaba quebrando a medida que las acciones de ellos se tornaban cada vez más crueles, incluso por las noches no me dejaban en paz, las pesadillas comenzaron a acosarme y destruir cualquier hora de descanso que le pudiera dar a mi cuerpo.

Estaba cansada.

El día seis fue que comenzó el ataque físico.

Fui al baño a limpiarme después de que me lanzaran harina y agua, unas chicas ya me esperaban y me acorralaron para burlarse de mí, me quedé en silencio mientras ellas me empujaban y me hacían preguntas obscenas sobre el o entre dos mujeres. Me escupieron e intentaron romper mi uniforme cuando las empuje para huir.

—¡Maldita enferma! —gritó una de ellas tomándome por el cabello.

En aquel instante odie no haber ido a las clases de judo que Cristopher quiso que tomáramos juntos cuando íbamos en primaria.

—Suéltame —exigí también tomando su cabello con fuerza. Quería llorar, pero no podía darme el lujo de ser débil frente a ellas—, o atente a las consecuencias.

 Por lo menos Sophia me había dado un tip para escapar en una situación así…

—No creo que te convenga decir esas frases, sucia lesbiana —dijo con una sonrisa—. Somos más que tú, así que suéltame.

Sabía que, aunque la soltara, iban a lastimarme, las había escuchado minutos antes cuando estaba en los cubículos.

Sonreí.

—Creo que ya no me queda nada que perder.

La jalé con fuerza del cabello hacía mí y cerré el puño, no tenía nada que perder, me iban a herir de una forma o de otra. Al menos iba a salir de esto sabiendo que me defendí.

Aunque las consecuencias de defenderme fueran muy malas.

—¡Date por muerta!

Fue lo que gritó después de que mi puño diera con su rostro y la sangre empezara a brotar de su labio. Respiré profundamente viendo con atención como todas ellas se dirigían a mí.

Este había sido el límite.

—¿Qué creen que hacen en mi baño?

Aquella voz detuvo de golpe el ataque de las chicas, mis ojos observaron con un deje de alivio a la malhumorada chica que, se supone, era mi cuidadora.

—Je-Jessica…

—Esta asquerosa lesbiana enloqueció y golpeó a Naeun —acusó una de ellas mirándome con odio—. Estamos por darle una lección.

Jessica sonrió divertida.

—Ah~ así que es eso… —tarareó abriéndose paso hasta mi—. Hwang, ¿no te advertí sobre meterte en problemas? —me cuestionó borrando su sonrisa—. ¿No te dije que me las pagarías si algo te sucedía y el director me jodía por tu culpa?

La habitación se tornó helada y temblé de miedo cuando ella me tomó del saco, mi mano reaccionó y tomé su mano con fuerza.

—Salgan —ordenó Jessica.

Las chicas salieron un tanto recelosas y temerosas. Por mi parte, me quedé mirando fijamente esos intimidantes y fríos ojos que siempre me observaban con fastidio.

Tragué saliva.

La valentía y fortaleza que había mostrado con las otras chicas se estaba desvaneciendo, la fuerza que estaba ejerciendo en la mano de Jessica desapareció y las lágrimas que había mantenido a raya comenzaron a fluir.

Me había quebrado frente a Jessica.

Bajé la cabeza y comencé a llorar con rabia, dolor y frustración. Estaba exhausta de todo.  Harta de su poca empatía y su crueldad por no aceptar algo distinto a lo que su cuadrada mente les decía que era lo correcto.

Dolía.

No pedí que me gustaran las chicas, no pedí venir a este lugar ni siquiera pedí dar a conocer mi ualidad. ¡No pedí nada de esto!

—Eres más insoportable cuando lloras —dijo Jessica arreglando mi saco.

La miré un segundo entre el mar de lágrimas y sólo provocó que mi llanto se hiciera más intenso. Había recibido odio todos aquellos días… a excepción de Mia, Irene y Joon, nadie más me había tratado con amabilidad o, en el caso de Jessica, con su típica frialdad.

—Gra-gracias… —logré decir cubriéndome el rostro con las dos manos—. De verdad, gracias…

—No te defendí, Hwang, lo único que hice fue proteger mis intereses. No deseo tener al estúpido de tu tío detrás de mí por tu culpa —contestó con fastidio—. Así que no vuelvas a meterte en problemas que me generen problemas. Además… —se alejó de mí y caminó hacia el espejo—, tienes que explicarme sobre las fotos que pegaron de ti con Taeyeon. —La mirada asesina dibujada en sus ojos me tensaron al instante al recordar lo que me había hecho esa cobarde mujer—. ¿Qué hicieron Taeyeon y tú en la fiesta?

Mi ritmo cardiaco se elevó con horror ante el recuerdo, no deseaba hablar de nuevo sobre ese tema.

—Pregúntale a ella —digo desviando la mirada—, que te diga ella qué fue lo que me hizo.

—No preguntaré dos veces, Hwang, ¡¿qué demonios hiciste con Taeyeon?! —gritó furiosa.

Apreté las manos que me temblaban, la respiración me estaba fallando y el sentimiento de miedo comenzó a estrangularme. Cerré los ojos desesperada.

Necesitaba aire.

—Hwang, te estoy hablando…

—¡No me toques! —grité abriendo los ojos cuando me tocó el hombro—, no me toques…

Jessica frunció el ceño al verme.

—¿Qué te sucede? —cuestionó con aparente desconcierto—. ¿Por qué…?

No la dejé terminar la pregunta, salí con rapidez de aquel lugar que cada vez se hacía pequeño.

Había llegado al límite.

Abro mis ojos nuevamente al sentir aquel dulce aroma tan familiar. Sigo en los brazos de Taeyeon… la chica que hizo de mi vida un infierno.

Y, como si el mundo volviera a girar de golpe, me suelto de su agarre y la miro con todo el odio que puedo sentir. Mi mano se eleva con rotunda firmeza y la dirijo a ella con todo el dolor contenido que he guardado en mi interior.

—Te odio…

Todo el ruido a nuestro alrededor cesa desp