Si no estás lista para comenzar con mi discurso, no tengo prisa —susurré en el oído de Tiffany mientras se abrazaba contra mi costado.
Suspiró y se presionó más cerca de mí mientras nos sentábamos en el sofá. Se suponía que debíamos estar viendo una película, pero eso no estaba pasando. Estuve haciendo ecuaciones de álgebra en mi cabeza toda la noche para mantener la mente alejada del calor que el cuerpo de Tiffany transmitía, la esencia de madreselva de su cabello y el hecho de que su mano estaba justo por encima de la cintura de mis jeans. Su otra mano agarraba firmemente la mía. Estar así de cerca era como probar un pedazo de cielo. El problema era que mi cuerpo quería una mordida más grande. Preferiblemente con Tiffany sobre su espalda y conmigo encima de ella, ¡NO! Tenía que tomar un respiro.
Mi celular sonó haciendo que Tiffany chillara y se aferrara a mí.
—Es mi teléfono, no la alarma de incendio. Jesús, estás nerviosa esta noche —Bromeé, hurgando en mi bolsillo y tirando de mi teléfono. El número era privado, lo que significaba que era mi padre.
— ¿Hola?
—La Muerte está fuera de la casa de la chica. Márchate —Ordenó mi padre en mi oído. No había sentido la presencia de La Muerte ¿Por qué padre me llamaba por esto? No estaba listo para irme. Tiffany era mía.
—Estoy con Tiffany justo ahora… lo sé, pero estoy ocupado… No hemos terminado todavía.
—No discutas conmigo. Márchate. Ahora.
—De acuerdo, estoy en camino —respondí sabiendo que discutir con Padre no tenía sentido. Tenía sus razones. No me iría lejos. La Muerte había estado aquí casi todas las noches por semanas. No lo entendía, pero lidiaba con ello.
—Era mi papá. Necesita que vaya con él a dejar el coche de mamá con el mecánico. Van a arreglarlo mañana a primera hora. No puede irse a la cama hasta dejar el auto y está cansado después de trabajar turno doble. —mentí.
Tiffany frunció el ceño y se sentó derecha.
—Oh, bueno, umm, entonces ve. Trabajaremos en el discurso mañana.
Algo la molestaba. No quería dejarla. Nunca.
—Pareces tensa. No me gusta dejarte inquieta.
Forzó una sonrisa que no alcanzó sus ojos.
Inclinándome, capturé su boca con la mía y mordisqueé suavemente su labio superior. Su boca se abrió inmediatamente y deslicé mi lengua, necesitando probarla. Dejarla nunca era fácil. Tener su calor y su sabor en mis labios me daría algo a lo que aferrarme hasta mañana en la mañana.
Tiffany se presionó contra mí y su pecho se rozó contra el mío. Todas las buenas intenciones que pude haber tenido volaron por la ventana mientras que un gemido hambriento escapó de mi pecho. La recosté contra el sofá y la besé otra vez, captando su dulce sabor.
Sus piernas se separaron y fácilmente me presioné en medio de ellas, presionando su cuerpo contra el mío tan cerca como nunca habíamos estado. El calor acunando mis caderas envió un temblor de placer a través de mi cuerpo. Necesitaba más. Deslizando mis manos debajo de su camiseta, alcancé el borde inferior de su sostén.
—No —Esa única palabra me empujó de nuevo a la realidad. Lentamente, saqué mi mano de debajo de su camisa y me senté empujándola conmigo.
Mi respiración era entrecortada y mi corazón acelerado. Había estado tan cerca de tocarla. Mi erección se presionaba contra la cremallera de mi pantalón, causándome un poco de dolor. Lo suficiente para recordarme que tenía que salir como un demonio de aquí.
—Wau —Me las arreglé para decir—, Lo siento, me dejé llevar.
Mis ojos cayeron al borde de su blusa que aún estaba un poco levantada y arrugada por donde mi mano había estado. La piel lisa y suave de su estómago me tentaba, e hice una mueca mientras el duro bulto se presionaba contra el metal.
—No te disculpes. Necesitábamos parar. Tu papá está esperando.
Padre. Maldición. Lo había olvidado. Levantándome, cogí mi chaqueta y mis libros.
— ¿Estarás bien hasta que tu mamá llegue a casa? —Tiffany me sonrió y asintió.
Comencé a caminar hacia ella para tener una probada más de sus labios, pero al final no lo hice. En su lugar, me forcé a mí mismo a caminar hasta la puerta.
Tal vez Kim Taeyeon esté ignorando a Tiffany en la escuela, pero la seguía observando. No entendía sus acciones, pero siempre y cuando continuara hiriéndola y empujándola lejos, yo estaría ahí, dejando que enviara a Tiffany corriendo a mis brazos.
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