La misma melodía
Las melodías del amor6
La misma melodía
El intermitente y fastidioso sonido del claxon de algún auto en la calle, hace que pierda las ganas de seguir navegando en mis dulces sueños. Aún echada y somnolienta en mi cama, fijo mi pesada mirada en el techo de mi dormitorio. Definitivamente ayer fue un extraño día, pensar que la chica con el cabello de Rubio estuvo aquí en mi departamento. Taeyeon eres tan… oh diablos!
Qué hora es? Busco desesperadamente mi celular entre las sábanas. Maldición ya son más de las ocho. Hace media hora debería haber estado lista para subir al auto que Taeyeon me ha mandado. Bien hecho Tiffany, primer día de trabajo y ya estás casi despedida por llegar tarde.
Estoy con el cuerpo lleno de tensión, como pude olvidar poner la alarma para despertarme, hago magia para ponerme unos jeans con una blusa blanca. Ya no hay tiempo ni para peinarme, jamás había odiado tener el cabello tan desordenado como ahora. Bajo los escalones de las escaleras de dos en dos a toda prisa, por fin logro llegar a la calle y ahí sigue pacientemente una camioneta azul oscuro. En el sitio del conductor está un serio hombre de seguridad, no es para menos que esté así, más de media hora esperándome cualquiera se estresa.
Al verme baja del auto y educadamente abre la puerta, subo muy rápido esperando que lleguemos lo antes posible a la casa de Taeyeon. Ayer le dije que soy muy responsable en mis trabajos, ahora debe de pensar que soy una mentirosa. Casi a las nueve de la mañana llegamos, la puerta se abre y por un momento espero ver a Taeyeon parada en la entrada de su casa lista para decirme que perdí el trabajo. Pero no está aquí, me acerco y toco el timbre. Aún estoy con los ojos enrojecidos por haberme despertado de esa manera, estoy lista para escuchar que se acabó.
La que me abre la puerta es la Sra. Victoria, con un tono ligeramente severo me dice:
- Buenos días, llegas tarde Tiffany. Bueno la señorita Taiyan te está esperando en el jardín. Pasa por el comedor y sigues de frente
- Gracias.
Camino dando zancadas, imaginando que me va a decir, ayer fue tan preciosa la noche en cambio ahora está todo arruinado. Cruzo las puertas de cristal al final del comedor, tomo un largo y profundo respiro que se calma un poco al ver un enorme y bello jardín muy bien cuidado. El olor a césped recién cortado combinado con el de las flores me llena los pulmones. Miro alrededor tratando de encontrarla, la encuentro sentada alrededor de una mesa. Sus ojos soñadores están fijos en las aguas que reposan pacíficamente en la piscina que se encuentra a pocos metros de su lugar. Con la voz apenas audible la saludo.
- Buenos días Taeyeon…
- Hola Tiff, se te hizo un poco tarde.
Su voz tan jovial me estremece, no percibo nada de molestia ni en su expresión.
- Me quedé dormida, ya sé que no es excusa y si quieres puedo dejar de trabajar.
- Quieres renunciar, por qué? Una hora tarde no es nada, además fue mi culpa por haberte pedido que me invitaras a pasar a tu casa. Seguro estabas cansada y ya querías dormir, yo solo te lo impedí.
- Olvidé ponerle alarma a mi celular.
- No te preocupes suele pasar. Estoy casi segura que no has desayunado, así que siéntate por favor.
- Muchas gracias de verdad, prometo que no volverá a suceder.
- Lo sé Tiffany.
Creo que jamás dejas de sonreír, tu sonrisa es muy contagiosa y en especial hermosa. Es la primera vez que desayunaré al aire libre con la mejor compañía que podría soñar. A los pocos segundos la Sra. Victoria junto con Hyoyeon traían bandejas colmadas de apetitosos alimentos. Fueron sirviendo a lo largo de la mesa todo el desayuno, que en verdad era demasiado solo para nosotras dos.
- Como no sabía que te gustaría para desayunar, pedí que hicieran un poco de todo y así puedas elegir lo que más te agrade.
- Gracias Taeyeon, aunque un pan con mermelada hubiera sido suficiente.
- Pues aquí hay 5 sabores diferentes de mermelada.
Amo su grandiosa risa, lo fácil que le es producirla en su delicado rostro. Me sirvo una tostada con mermelada de moras, poca atención le presto al sabor del desayuno. Estoy sumergida en el hecho de creer real este momento, estoy desayunando tranquilamente con Taeyeon, como si nada más existiera en este jardín.
Solo nosotras dos en este mundo.
Taeyeon termina de beber su taza de té y me dedica una mirada muy curiosa, tanto que me hace reír del
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