Irene 2/3

 

-"¿Qué es eso?"

 

-"Eso, pequeña Irene, se conoce como hojas malditas que tienen a tu Taeyeon-Omma y a tu querida Tía Hyoyeon presas durante horas y horas en esta oficina."

 

-"Ohh –la niña hizo un gesto de asombro, viendo a Hyoyeon archivar algunas cosas mientras ella se mantenía de pie en la silla de su computadora-, ¿dónde está Tía Sooyoung?"

 

-"Ella y Taeyeon fueron por la cena. ¿Te gusta la pizza?"

 

-"¡Sí!"

 

-"Eso pensé –rió ligeramente-. Me alegra tenerte en el trabajo, haces el rato menos aburrido. Vale, dame espacio, nena."

 

Irene hizo lo dicho, jalándose un poco en lo que Hyoyeon se sentaba en la silla, sólo para acomodar después a la pelinegra sobre sus piernas. Tomó sus lentes del escritorio y se los puso, para terminar de imprimir los últimos oficios que tantos problemas le habían causado a Sooyoung.

 

Diez minutos después, la puerta de la oficina se abrió con un chirrido.

 

-"¿Hyo?"

 

-"¿Sunny?"

 

La de estatura baja parpadeó, observando la cabeza pelinegra y la sonrisa nerviosa de la chica que se asomaba por la puerta. Antes de que pudiese decir algo, Irene se alborotó y se las arregló para bajar de sus piernas, corriendo a abrazar a Sunny.

 

-"Oh, ¡wow! Cuidado, vas a sacarme el estómago un día" –rió la nueva visitante, observando a la chiquilla sujeta a su cintura.

 

-"Ya terminé con el trabajo –dijo Hyoyeon, guardando el resto de archivos y apagando la PC-. ¿Quieres pizza? Sooyoung y Taeng no tardan en llegar."

 

Sunny asintió, cargando a Irene y caminando hasta su compañera. Jaló la silla de Taeyeon y se sentó en ella, junto con la niña; empezaron a platicar entonces, riendo y haciendo bromas hasta que al poco rato arribó la cena y sus repartidoras.

Dos sillas más fueron jaladas y las rebanadas de pizza viajaron de servilleta en servilleta y de mano en mano, al igual que los refrescos.

 

-"Entonces, Taeyeon – Sooyoung habló mientras mordía su pedazo de comida-, ¿a qué se debe tan milagroso cambio?"

 

-"No sé de qué estás hablando, Soo."

 

-"Tae, Tae, Tae… –la castaña negó fingiendo estar dolida-, no le puedes mentir a estos ojos que se han de comer los gusanos. Anda, suelta; yo no me quejo ni nada, pero hablo por todas cuando digo que nos ha sorprendido ver más seguido a Irene en la oficina."

 

-"Es más divertido trabajar con la niña alrededor –opinó Hyoyeon, que la veía comer alegremente-. Claro, yo tampoco me lo esperaba."

 

-"Sólo seguí un par de consejos –la rubia no quiso decir nada más, tomando un sorbo de su refresco para disimular-, es todo."

 

-"¿De quién?"

 

-"¡Miss Tiffany!"

 

Taeyeon estuvo a punto de escupir el refresco cuando Irene respondió contenta a la pregunta de Sooyoung, quien tras poner a trabajar su memoria, no tardó en poner una sonrisa peligrosa.

 

-"Tiffany Hwang, vaya - Sooyoung lanzó un silbido-, tanto tiempo nos ignoraste a nosotras. Pero viene ella y enseguida el rumbo de tu vida da un giro."

 

-"Es la maestra de Irene, Soo, así que párale a tu imaginación" –se defendió Taeyeon, terminando de comer su última rebanada de pizza.

 

-"A mí me parece que le ha salido de maravilla –intervino Sunny, echándole una miradilla a la niña en su regazo-; Taeyeon y Irene conviven un poco más que antes. Inclusive a nosotras nos ha pegado bien el cambio."

 

Taeyeon asintió mientras jalaba la botella de refresco para servirle un poco más a su hija, que estiraba insistentemente su vaso. Apenas estuvo lleno, las manitas llevaron la bebida hasta sus labios para tomar un sorbo.

 

-"Tiffany-Ssi y Taeyeon son buenas amigas. Las tres salimos de vez en cuando" –comentó alegre.

 

-"No esa clase de amigas, Sooyoung."

 

-"¡Ow! ¡Pero si no he dicho nada!"

 

-"Basta mirarte a los ojos para saber lo que estás pensando" –agregó Hyoyeon, tomando un poco de su refresco.

 

-"Oye, ¿Irene? –la aludida dejó de mordisquear su pizza para voltear a ver a la castaña, sin molestarse en quitar los restos de comida en sus mejillas-. ¿No te gustaría que Tiffany-Ssi fuese tu otra ma…?"

 

 

 

¡WAHHH…!

 

 

 

 

¡PLOP!

 

 

 

 

Irene se quedó mirando confundida a su Tía Sooyoung, cuya silla había sido mandada repentinamente al suelo por un empujón de la mano de Taeyeon. Pronto, escuchó los pasos de su madre, sintiendo enseguida una servilleta ser puesta en su rostro para limpiarle la cara.

 

-"¿Taeyeon-Omma?"

 

-"Dime, Irene" –respondió con suavidad, dedicándose a limpiarla con cuidado.

 

-"¿Es posible tener dos mamás?"

 

La pequeña parpadeó al notar como toda la habitación y sus habitantes se congelaban en sus lugares –incluyendo a su tía todavía tirada en el suelo-. La primera en moverse fue Sooyoung, que atinó a ponerse de pie y a salir corriendo por la puerta, justo cuando Taeyeon se dio la media vuelta para salir como rayo detrás de ella.

 

-"¡Dos a uno a que a Taeyeon la derriba antes de llegar a la entrada del edificio!"

 

-"Anda, Sunny, deja de gritar y ayúdame a recoger todo. Tú también, Irene –las dos asintieron, obedeciendo a las palabras de la mayor-. De todos modos, dudo que Sooyoung logre siquiera alcanzar el elevador; su única salvación es Yuri, pero ella se retiró hace horas" –terminó en un suspiro, poniéndose de pie y agarrando una bolsa de basura.

 

Se dispusieron así a limpiar el lugar, hasta que al poco rato un fuerte golpe las hizo voltear hacia la puerta abierta del despacho.

 

"¡Te tengo, Shikshin! ¡Pero vas a ver la que te va a caer por decir semejantes cosas!"

 

"¡Waaaaa, piedad, Taeng! ¡Mira que toda la gente nos está vien…! ¡Auch! ¡Acabo de comer! ¡SALVAJE!"

 

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La campanilla de salida hizo su tintineo, siendo seguida por el corretear de varios niños que salían ya del salón. Un toque quedo en la puerta llamó la atención tanto de Tiffany como de Irene, esta última apenas colgando su mochila al hombro.

 

-"Tía Soo, ¡estoy lista!" –dijo la niña, una vez se hubo hallado a su lado.

 

-"Oh, buenas tardes, Sooyoung" –saludó Tiffany.

 

El tono decepcionado hizo que la nombrada alzase una ceja en sospecha; y siendo como era, no pudo evitar el formar una sonrisa mientras daba un paso dentro del aula.

 

-"Buenas tardes, Tiffany-Ssi. Lamento no ser Taeyeon para ponerte feliz, pero esta vez en verdad le cayó un pesado trabajo."

 

-"N-No es eso –rió nerviosa-, lo que pasa es que ha sido un día muy largo, ahaha..."

 

-"¿Segura? –agregó juguetona-. Porque podría jurar que apenas toque la puerta, tú esperabas ver a alguien más. ¿Verdad que sí?"

 

-"¡Sooyoung! –la pelirroja hizo un puchero-. ¿No venías a por Irene?"

 

-"Sí, sí –ondeó la mano como si nada-. Es sólo que es tan divertido molestarlas. Por cierto, Taeyeon te manda saludos."

 

-"¡¿En serio?!"

 

-"Aww, escúchate nada más, ¡toda emocionada!"

 

-"¡Fuera de mi salón, ya!"

 

Sooyoung pegó un gritito y cerró la puerta, jalando a Irene consigo, para evitar que el portafolio que había sido lanzado le diera en la cara. Cuando escuchó el ruido de la bolsa caer, abrió despacio para asomar la cabeza.

Tiffany Hwang le miró sin gracia, y Sooyoung no pudo evitar sonreír como gato al verla agachada en el piso, recogiendo lo que había amenazado con robarle una de sus valiosas siete vidas.

 

-"Antes que lo olvide, esto es para ti."

 

La instructora sujetó el sobre que le fue ofrecido, viendo a Sooyoung y a Irene despedirse para irse de allí. Lanzando un suspiro, la de ojos cafés se puso en pie para volver a su escritorio.

 

Dejó allí su cartera y se sentó en su silla, contemplando el objeto blanco entre sus manos.

 

-"No hay duda de por qué Taeyeon-Ssi se estresa tanto si tiene a Sooyoung consigo."

 

A pesar de sus pensamientos, Tiffany sonrió. La amistad que había formado con la madre de Irene había crecido más y más, algo que ni siquiera ella misma se había esperado. Fue cuestión de poco tiempo para que, tal y como Sooyoung había dicho, se sintiera muy apegada a la rubia.

Era innegable ocultar el hecho de que le gustaba pasar el tiempo con ella; y aún mucho más innegable cuando la bromista castaña se lo restregaba en la cara en cada oportunidad que tenía.

 

 

Aunque al principio era algo vergonzoso, pronto Tiffany se hizo a la idea de que no tenía caso negar lo que era verdad.

 

 

 

Le gustaba Taeyeon.

 

 

 

Sooyoung sabía que le gustaba Taeyeon.

 

Y realmente no era un asunto del cual preocuparse. Ya había visitado en algunas ocasiones a la rubia en su trabajo; ya había conocido a Hyoyeon, a Sunny e inclusive llegó a compartir el almuerzo con Yuri.

Todas se llevaban absolutamente bien. En ese momento, Tiffany pensó que no sólo había ayudado a su amiga y a su alumna; sino que ella también había hallado nuevos amigos y… quién sabe, tal vez algo más.

 

-"Veamos…"

 

Rompió cuidadosamente uno de los extremos del sobre y sacó un trozo de papel. Dejando la envoltura a un lado, se dedicó a leer el contenido; conforme su vista repasaba el mensaje, una risa nerviosa escapó de sus labios.

 

 

 

 

"Si tú me quieres, dame una sonrisaaaa, si tú me quieres… ¡sólo dame una sonrisa, sí!

Atentamente, Choi Sooyoung."

 

 

 

 

Al lado de la firma, un dibujo nivel preescolar de Sooyoung bailando y cantando estaba dibujado. Sacudiendo la cabeza, Tiffany pasó la tarjeta que estaba detrás hacia delante, sintiéndose aliviada al ver la letra de Taeyeon.

 

"Antes que nada, te juro y recontra juro que no tengo nada que ver con lo que Sooyoung le haya agregado a mi carta (lo cual es 100% seguro, porque se la di para que te la entregase).

En fin, sólo quería saber si estabas libre el viernes en la noche; tenía pensado que tal vez podías venir a mi casa a ver películas conmigo y con Irene. No sé, por favor, ¿llámame?

Disculpa que no haya podido verte desde la semana pasada, el trabajo está horrible. Espero verte pronto, Tiffany.

 

Te extraño.

 

Kim Taeyeon”.

 

 

La pelirroja sonrió tontamente al leer el final. Suspiró esta vez de felicidad y volteó a ver hacia la ventana, vislumbrando que el sol ya estaba empezando lentamente a caer.

 

 

 

 

 

-"Yo también te extraño, Taeyeon..."

 

 

 

 

 

 

 

 

Metió las tarjetas en el sobre y guardó este último en su portafolio. Terminó de acomodar el resto de sus cosas y salió de allí, cerrando con llave la puerta del salón que ahora se hallaba vacío.

 

 

Solamente la luz del atardecer extendiéndose en el piso.