8. sunny

Besala tu Por mi
 

boa kim no era una persona propensa a preocuparse sin motivos. Le gustaba mantener una actitud cauta respecto a las cosas que sucedían a su alrededor y pocas veces sus alarmas se disparaban si no contaba con hechos constatados para hacerlo. Sin embargo, aquella mañana, al encontrarse a su hija durmiendo en el salón con jessica, no pudo evitar sentir una inexplicable punzada en el estómago. Era una escena de lo más inocente. Nada que debiera preocuparla. Las dos muchachas tienen dormido en sillones diferentes. Su hija nunca había dado muestras de que le agradaran las mujeres. Y jessica era una chica seria y responsable, nunca la había tomado por una fresca que se aprovechara del estado vulnerable de los demás. No obstante, boa estaba preocupada por su hija. Por su mirada errática a veces. Por sus extraños silencios. Por su férrea negación a hablar de su ruptura con baek. Una madre simplementesabía cuando su hija estaba mal. Y taeyeon lo estaba. Puede que fingiera en su presencia para no preocuparla y boa estaba convencida de que ya no sintió nada más que cariño hacia Baek. Pero una relación de tantos años no se superaba en un abrir y cerrar de ojos, ya boa le gustaba haber podido sentarse a charlar con normalidad con su hija. Le parecía que solo así podría curarse de verdad, sacar la frustración que llevaba en su interior, cicatrizar. Tal vez por eso al comprobar que las dos muchachas han dormido juntas, sintió algo extraño, una sensación muy parecida a una premonición, como si estuviera contemplando el principio de algo que empezaba a gestarse muy lentamente. Una tontería , se decía a sí misma en el coche, de camino a la playa. Absurdo ,te estás dejando influenciar por las bromas de kristal, opinó, admirando el paisaje por la ventanilla.

Hacía un día igual de precioso que el anterior. El sol en lo alto, el cielo de un azul brillante, las familias cargando con sombrillas, sillas, toallas y cestas para dirigirse a la playa. Realmente no había nada de qué preocuparse, pero allí estaba ese sentimiento, enroscado en su estómago, y por más que lo intentaba boa no era capaz de desprenderse de él.

—¿Te encuentras bien? —Escuchó que le preguntaba Ricardo, su marido, acariciando su mano con ternura, un ojo puesto en la carretera, otro en ella.

—Sí, eso creo.

—¿Algo que te preocupe? ¿Es por taeyeon?

boa asintió.

Quería hablar de ello con su marido, pero le parecía tan absurdo que no sabía ni por dónde empezar. ¿Qué podía decirle? ¿Las he visto juntas y he tenido un presentimiento? ¿Tú crees que taeyeon podría llegar a sentirse atraída por jessica? ¿Crees que kristal tiene razón?

Observó a su marido unos segundos y entonces meneó la cabeza, mientras sonreía. No, por supuesto que no podía decirle algo así. La tacharía de loca. Cuestionaría si conocía realmente a su hija. Le diría que estaba viendo donde no había, que no podía ser. Es más, estaba convencida de que Ricardo, liberal como era, le endosaría: «¿Y qué si así fuera? ¿Tan horrible es?». Y no, no es que fuera horrible, es solo que, si tenía que ser sincera, no se había imaginado el futuro de su hija así, sino de otra manera. Con una familia tradicional (qué horrible sonaba eso) y nietos correteando por la casa. Que no era que no pudiera tenerlos con una mujer, pero no le parecía exactamente igual, no sabía por qué. Y sobre todo, ahorrarle un posible dolor o sufrimiento a su hija. Eso era lo más importante, la verdad.

Pero estaba yendo demasiado rápido y se asustó de la magnitud que cobraban sus pensamientos. Ricardo le estaba hablando y ella ni siquiera le prestaba atención.

—Cariño, ¿me escuchas?

—Discúlpame. Estaba distraída.

—Te decía que no te preocupes por taeyeon. Es una mujer fuerte. Se le pasará.

—Lo sé, pero me gustaría que estuviera más comunicativa, que nos contara cómo se siente o qué está pensando. Así es mucho más difícil saber cómo está —se lamentó boa.

—Lo hará. Dale tiempo. Estoy seguro de que tarde o temprano lo hará. ¿De acuerdo? —Ricardo volvió a acariciarle la mano y boa empezó a sentirse un poco más calmada. Respiró hondo y apartó las preocupaciones que poblaban su mente. Estaba siendo absurda. No había ningún motivo para preocuparse, ¿verdad?

***

jessica llegó tarde a su encuentro con su amiga sunny. Habían quedado en una cafetería del centro para tomar un café o un batido, según lo que le apeteciera en ese momento. La saludó con un abrazo y se disculpó por su tardanza. Al final se decantó por un helado y sunny optó por un refresco.

—¿Nos sentamos fuera? Hace buen día —le propuso a su amiga, cargando con su enorme cucurucho de vainilla y chocolate.

sunny hizo un gesto de asco. —

Mejor dentro. No soporto el sol ni a las petardas que se sientan en la terraza.

jessica echó un vistazo distraído a los clientes que ocupaban las mesas de la terraza. Había un grupo de chicas más o menos de su edad, pero le parecieron muy normales. Charlaban y reían como cualquier otra persona. ¿Qué veía sunny de extraño?

Ella tampoco era fanática del sol, pero el interior de la cafetería estaba desierto y le pareció que sería mucho más agradable estar bajo una sombrilla que allí, temblando de frío por la potencia del aire acondicionado. Con todo, accedió a la propuesta de sunny y acabaron ocupando una de las mesas cerca del ventanal, desde donde podían ver al grupo de amigas que degustaban sus cafés en el exterior.

Se fijó en que sunny las observaba atentamente, con los ojos un poco entornados, como si estuviera recordando una escena desagradable.

—¿Las conoces de algo? —se interesó jessica.

—Qué va. Pero son todas iguales. De las que se creen superiores y te miran por encima del hombro.

jessica dio un lametazo a su helado y volvió a observar a las chicas. Pero seguía sin saber a qué se refería sunny. Por más que las miraba, solo veía a tres mujeres de lo más vulgar, compartiendo un momento entre amigas. sunny siempre había sido un poco extraña en cuanto a sus relaciones sociales. Le costaba fiarse de la gente y solía pensar lo peor de las personas. jessica estaba convencida de que su paso por el instituto le había dejado una especie de secuela. Un trauma o algo similar, que ahora, en su etapa adulta, provocaba que viviera a la defensiva, incluso cuando no había nadie que la atacara.

—Bueno, ¿y qué tal te va todo? —le preguntó, cambiando de tema—. ¿El trabajo bien?

sunny trabajaba en uno de los cines de la ciudad. En realidad había estudiado informática y a veces utilizaba sus conocimientos con algunos clientes que tenía de mano. Pero se negaba a trabajar para una gran empresa porque decía que eso sería como vender su alma al diablo.

—Oh, genial. Ahora no hay nada interesante, pero fue increíble cuando pasamos la última de Star Wars. ¿La has visto?

—No.

—¿Cómo no? ¡Tienes que verla! ¡Es una obra de arte!

—Me han hablado un poco mal de ella.

sunny hizo un gesto de desaprobación con la mano, como si estuviera intentando apartar una mosca. —Los fans siempre están divididos. Pero a mí me mola que sigan dándole vida a la saga. No hay otra igual en toda la historia del cine.

jessica se encogió de hombros y volvió a lamer su helado. Hacía tanto frío en el interior de la cafetería que la bola no se había derretido ni un poquito. Empezaba a sentir la piel erizada, pero de todos modos su encuentro con sunny no duraría demasiado. Especialmente ahora que su amiga se había lanzado a contarle vida, obra y milagros de George Lucas y la saga de Star Wars.

No es que jessica tuviera nada en contra. En su momento ella también había sido una gran fan. Se había visto las primeras películas al menos veinte veces e incluso podía recitar algunos diálogos de memoria. Sin embargo, le pareció que eso formaba parte de otra época, su adolescencia, cuando podía estar tardes enteras charlando sobre temas similares. Ahora, en cambio, tuvo que reprimir un par de bostezos. Y cuando sunny llevaba ya veinticinco minutos hablando de ello, se descubrió mirando su reloj, preguntándose cuándo acabaría, y este descubrimiento le sorprendió. ¿Tanto había cambiado? ¿Por qué? ¡Si antes le encantaba!

—Bueno, veo que te estoy aburriendo —dijo sunny, no sin cierto enfado al ver que jessica volvía a reprimir un bostezo—. Pensaba que te gustaba pero ya me callo.

—¡Y me gusta! —protestó jessica, haciéndole gestos para que continuara hablando.

—Nah, no te preocupes. Lo entiendo. Ya no te molan estas cosas.

—Sí que me gustan. Ya sabes que sí.

sunny la miró con recelo, como si no se creyese ni una palabra, pero pareció querer darle una segunda oportunidad:

—¿Te has comprado ya la PS4? En Navidad dijiste que lo estabas pensando.

—Es verdad, lo pensé, pero al final no me la he comprado.

—¿Por qué no?

Porque era demasiado cara, porque con ese dinero podía comprar comida para dos meses seguidos, o irse de viaje con sunny, o salir al cine, restaurantes, de copas o lo que fuera. Porque prefería salir con sus amigas que quedarse en casa jugando a la consola. Pero esto no podía decírselo a sunny, porque no lo entendería. ¿O sí?

—Tuve que emplear el dinero en otra cosa —resumió sin entrar en detalles.

—Buah, pues te lo estás perdiendo. Alucinas con sus gráficos. Es una inversión totalmente recomendable. Yo no me he arrepentido ni un solo día —la animó su amiga con entusiasmo.

—¿Y estás viendo a alguien? — preguntó jessica, intentando cambiar de tema.

—Sí, claro, sigo quedando con Manu, Maca y los demás. Quedamos de vez en cuando.

—No me refería a eso —la cortó jessi—. Hablaba de, no sé, un novio, novia o algo.

sunny a abrió primero los ojos con sorpresa y después se carcajeó con ganas.

—Qué va, tío, eso no me interesa nada. ¿Tú?

jessica se encogió de hombros. — Estuve con una chica, yuri, hasta hace unas semanas. Hasta que descubrí que me ponía los cuernos con otra.

—Oh, vaya, lo siento. ¿Ves? Por eso yo no me niego a tener relaciones. Ya no puedes fiarte de nadie —aseguró sunny, sorbiendo su refresco con gesto de asco.

Su amiga tenía parte de razón, pero jessica se negaba a cerrarse en banda. Tenía que haber alguien diferente, alguien con quien encajara, una mujer que no tomara su corazón para hacerlo pedazos. Y entonces, sin saber muy bien por qué, se le vino a la cabeza la imagen de taeyeon kim y aunque al principio le sorprendió, después simplemente sonrió ante su propia estupidez.

—¿Qué te hace tanta gracia? —quiso saber sunny.

—Nada, estaba pensando una tontería, nada importante. ¿Sabes que taeyeon kim está pasando estos días con nosotros en la playa? Ha venido con sus padres. Ya sabes que son amigos de los míos.

Al principio sunny frunció el ceño como si no consiguiera ubicar ese nombre. Después el entendimiento se adueñó de su rostro y arqueó las cejas con genuina sorpresa.

—taeyeon… ¿taeyeon? ¿La del colegio?

—Esa misma —le confirmó jessica.

—Ufff… Qué pereza. Esa tía es una víbora.

—No es tan mala, no sé. Yo la veo bastante cambiada.

—Eso lo dices porque en el fondo siempre te ha molado.

—¿Quién? ¿taeyeon? —se escandalizó jessica, sorprendida por la afirmación de su amiga.

—No te hagas la sorprendida. Todos lo pensábamos.

—¿Todos? ¿Quiénes son todos?

—Pues ya sabes: Manu, Maca… los de la pandilla, vaya.

—¡Pero eso es una tontería! — protestó jessica, anonadada—. A mí nunca me ha gustado taeyeon.

—Pues para no gustarte hay que ver cómo la mirabas…

—¿Cómo?

—Con ojitos de cordero degollado. Venga, jessi, si era suuuuper evidente. Estabas colada por ella. Lo que pasa es que te daba vergüenza admitirlo. Incluso ahora te la da. Mírate. —Se rio

sunny, señalándola.

—¡Pero si no nos aguantábamos! Todos la odiábamos. Cada vez que venía con sus padres a mi casa era insoportable —le explicó jessica con la esperanza de hacerle entrar en razón. Aquello era una locura. ¿Cómo podía pensar que le gustaba taeyeon? ¿Y qué era eso de que todos lo pensaban? ¿Cuántos eran “todos”? ¿El instituto entero? ¿Su grupo de amigos? ¿La propia taeyeon? Solo de pensarlo sintió escalofríos…

—Ya sabes lo que dicen: «Cuanto más reñidos… —afirmó sunny y después sonrió con malicia—. Pero no te lo tomes así, mujer, que a mí me da igual. Esto solo demuestra que tienes mal gusto y ya está. Además, entiendo que no quieras admitirlo. Pero quédate tranquila, tu secreto está a salvo conmigo.

Y así se zanjó la conversación, con esta tajante afirmación de sunny, que se negaba a creerla, y con la enorme sorpresa de jessica, que se negaba a creer lo que escuchaban sus oídos.

El encuentro finalizó unos minutos después. sunny tenía que irse. Había quedado con su madre para ayudarla con la comida, pero le hizo prometer que volverían a verse antes de que jessica volviera a Madrid.

jessica regresó al coche ligeramente aturdida por lo que había sucedido. ¡A mí nunca me ha gustado taeyeon! se iba diciendo a sí misma, muy enfadada. Y entonces, ¿por qué sunny y otros antiguos amigos del colegio pensaban lo contrario? ¿Y por qué nadie se lo había dicho antes?

Estaba tan enfadada que tuvo que respirar hondo antes de meter la llave en el contacto. No era conveniente que condujera en ese estado. A mí nunca me ha gustado taeyeon, volvió a repetirse en silencio, apretando los dientes con fuerza. Se lo había dicho a sí misma al menos unas diez veces, pero, por la razón que fuera, ninguna de ellas le sonó convincente. Se miró en el espejo retrovisor y volvió a repetirlo, esta vez en voz alta y mirándose a los ojos: «Nunca te ha gustado taeyeon kim» e hizo una pausa, a la cual siguió una pregunta: «¿Verdad?».

Es decir, era guapa (siempre lo había sido), pensó mientras arrancaba por fin el coche. En el colegio nadie era indiferente a taeyeon. Los chicos querían salir con ella. Las chicas, parecerse a ella. Y suponía que ahora, con veintisiete años, más cerca de la treintena que de la veintena, le ocurría algo parecido. El aura y carisma de una persona no se apagaba con los años. Pero eso no significaba que jessica se hubiese sentido atraída por ella en ningún momento.

Intentó rememorar esa época de su vida, pero a veces sus años de adolescencia se le presentaban como escenas borrosas o demasiado

dolorosas. jessica había pasado tantos años reinventándose a sí misma y tratando de olvidarlos que ahora solo le quedaban un par de recuerdos espaciados, desmadejados, como partes de la cinta de una película que no estuviera completa. Recordaba con mayor claridad los momentos que había pasado a solas con taeyeon. Eran pocos, porque en el instituto tenían amigos diferentes y los únicos instantes en los que coincidían eran cuando sus progenitores quedaban y las obligaban a acompañarles.

El último de esos encuentros fue casi a finales de curso, durante el cumpleaños de su padre. Acababan de cumplir diecisiete y solo les quedaba un año más en el instituto. En aquel momento jessica era ya un desastre emocional. Las vibraciones que despertaba en su interior una de sus compañeras del equipo de baloncesto empezaban a sembrar dudas en su corazón. ¿Era normal sentirse así cada vez que tiffany se acercaba a ella? Nerviosa, temblorosa, el estómago girando como el tambor de una lavadora. No, por supuesto que no era normal, y en su interior jessica sabía por qué, aunque todavía no había tenido valentía suficiente para reconocérselo a sí misma. Pensaba, no obstante, que otros sí eran capaces de verlo. Que cualquiera que la mirara podía adivinar lo que estaba pensando, como si lo llevara escrito en la frente o alguno de sus ademanes la traicionara. Por eso cuando aquel día su madre le anunció que taeyeon también vendría a la comida que habían organizado por el cumpleaños de su padre, sintió ganas de encerrarse en su habitación y no salir de allí. jessica creía que si taeyeon la miraba con detenimiento o si sus ojos se encontraban, ella adivinaría lo que sentía. ¿Qué haría taeyeon en ese caso? ¿Se lo contaría al resto de sus amigas? ¿Llegaría a enterarse todo el colegio de que a jessica le gustaban las mujeres?

Horror.

Llevaba la culpabilidad escrita en la cara cuando bajó a abrir la puerta y se encontró a boa y Ricardo, sonriéndole con dulzura. Su hija taeyeon estaba justo detrás, esperando su turno para entrar. jessica les abrió la puerta, saludó todo lo rápido que pudo y fijó la mirada en el suelo, por si acaso. No volvió a mirar a taeyeon en lo que restó de día, ganándose así las reprimendas de su madre. «Cada día tienes más rarezas, hija, no hay quién te entienda», le regañó Isabel, cuando los kim ya se habían ido.

Ese era uno de los pocos recuerdos que tenía junto a taeyeon, se dijo a sí misma cuando ya estaba a cinco minutos de la casa. Por tanto, no había nada de qué preocuparse. Había estado en lo cierto cuando le dijo a sunny que su corazón no albergaba esos sentimientos por la hija de los kim. Pero entonces se acordó del sueño.

Lo hizo muy despacio, de manera involuntaria. Había abandonado ya la carretera principal para dirigirse a la entrada del pueblo. La casa de sus padres estaba cerca y el sueño se coló en su mente de pronto, mientras trataba de centrar su atención en incorporarse al tráfico de una glorieta. Le provocó tal susto que a punto estuvo de colisionar con otro coche.

—¡Mira por dónde vas! —tronó el conductor, bajando la ventanilla tras haber dado un brusco frenazo. Tenía cara de rata y parecía a punto de devorarla con enfado.

jessica reprimió las ganas que tenía de contestarle algo peor. Gilipollas, subnormal y retrasado fueron los adjetivos que se le pasaron por la cabeza. Pero estaba bloqueada, pensando en el sueño. Le pareció que era demasiado real como para que su memoria se lo estuviera inventando.

Sintió de pronto calor. Subió al máximo la rueda del aire acondicionado. Y por su mente siguieron deslizándose imágenes del sueño: taeyeon, en los vestuarios de la clase de Educación Física, cambiándose cerca de ella, los ojos de jessica recorriendo su cuerpo con hambre, el corazón palpitándole con fuerza. taeyeon se giraba en el mismo instante en el que desabrochaba su sujetador y lo dejaba caer al suelo con una sonrisa que iba dedicada a ella. «¿Te gusta lo que ves?», le preguntaba. Y luego se acercaba lentamente hasta capturar sus labios.

jessica abrió la ventanilla del coche. No podía respirar. ¿Cuándo había tenido ese sueño? se preguntó, mientras intentaba centrar la atención en la conducción. Estaba yendo demasiado despacio y el coche que le iba a la zaga empezó a protestar con el claxon. Oh, sí, ya lo recordaba. Fue el día siguiente del cumpleaños de su padre. Se había despertado empapada en sudor en medio de la noche y lo recordaba con claridad, sorprendida y un poco avergonzada de su propio subconsciente. ¿Y cómo seguía? El sueño seguía en las duchas del vestuario. Estaba vacío y ellas… ellas estaban desnudas y…y….

jessica dio un frenazo.

El conductor de detrás no fue capaz de detener su vehículo a tiempo y se estampó contra el suyo, de manera que sintió un fuerte golpe que la empujó de pronto hacia delante. Cuando se repuso del susto, pegó la frente contra el volante.

Joder, acababa de estampar el coche de taeyeon mientras pensaba auténticas guarradas protagonizadas por ella. ¿Cómo le iba a explicar esto?

Escuchó la puerta del coche de atrás.

El conductor se había bajado e iba a su encuentro. jessica decidió entonces bajar también del coche. Era hora de dar la cara, disculparse y rellenar un parte. Esperaba de veras que el seguro de taeyeon cubriera a terceros.

—Lo siento muchísimo —dijo, mesándose el pelo con nerviosismo.

—¿En qué coño estabas pensando? — El hombre se arrodilló frente al morro de su coche para comprobar los daños. El guardabarros se había desprendido y estaba ahora sobre la calzada. Otros coches empezaron a tocar el claxon, sin comprender por qué se había detenido el tráfico.

—Lo siento, no sé qué me ha pasado. Si quiere podemos cubrir un parte para el seguro.

—Olvídate del seguro —dijo el hombre. ¡Bien!

—Yo lo que quiero es que me des la pasta.

Oh, oh.

—¿Qué?

—Que espero que me des el dinero para reparar esto. Mi culpa no ha sido.

—No, pero no pienso hacerme cargo de algo que puede pagar mi seguro — bufó jessica, preguntándose si era una buena idea discutir con aquel tipo. Le sacaba al menos tres cabezas y su espalda le recordaba a la puerta de un robusto armario. Además, tenía cara de pocos amigos. De ningún amigo, de hecho.

—¿No piensas pagarme?

—Sí, eso he dicho —le retó jessica, aunque le temblaban un poco las piernas. Miró por encima de su hombro. A lo mejor tenía tiempo de salir huyendo. Pero no, imposible. Suspiró hondo y echó mano de la poca valentía que le quedaba: —Mire, es muy fácil, podemos cubrir un parte y asegurarnos de que mi seguro le paga la reparación del coche o podemos llamar a la policía y que sean ellos quienes decidan. Usted elige —dijo, con un nudo en la garganta.

—¡Muévanse! ¿Qué les pasa? — protestó en ese momento una mujer que tenía la mano pegada al claxon. Parecía tener prisa.

El hombre pareció darse cuenta entonces de que tenían demasiados espectadores. Sería demasiado arriesgado intentar forzarla en una situación con tantos testigos. Apretó la mandíbula y vio unas venas peligrosamente hinchadas en su cuello. jessica tragó con dificultad, pensando que estaba a punto de morir aplastada por la mano de aquel gigante.

—Vamos a mover los coches. No quiero que venga la pasma a husmear — dijo, señalando la fila que se estaba formando. Varias personas tenían la cabeza fuera de sus vehículos para ver qué era lo que interrumpía el tráfico.

Para su fortuna, en ese momento apareció un agente de policía subido en su moto. Detuvo el vehículo al lado de sus coches y se interesó por lo sucedido. El hombre no se mostró demasiado contento con la presencia del oficial, pero jessica sintió un alivio infinito. Por nada del mundo deseaba quedarse a solas con aquel bruto.

Llegó a la casa de sus padres media hora más tarde. Se encontraba totalmente devastada y de un humor espantoso. Lana fue a recibirla nada más cruzó la verja, meneando el rabito con alegría.

—Me alegro de que hayas tenido mejor día que yo —le dijo jessica, acariciándole la cabeza, mientras se adentraba hacia el patio de la vivienda.

Esperaba de veras no tener que encontrarse con nadie en unas cuantas horas. Quería tomarse su tiempo para pensar cómo le diría a taeyeon que había tenido un pequeño accidente con su coche y de qué modo dejaría de recordar el sueño o las palabras de sunny a partir de ahora, cuando la mirara a los ojos. Pero no hubo suerte. taeyeon estaba tomando el sol en una de las hamacas del jardín. Llevaba un pequeño bikini de color verde manzana que contrastaba con el color de su piel y le sentaba increíblemente bien. jessica intentó apartar los ojos de su piel blanca, de sus pechos redondos o de su barriga plana, perfecta. Sintió que se le formaba un nudo en la garganta al recordar ese cuerpo en su propio sueño. Al escuchar su llegada, taeyeon se incorporó y se colocó las gafas de sol en la cabeza para ver quién había llegado.

—Ah, ¿eres tú? —le dijo desapasionadamente, como si todavía estuviera enfadada o jessica fuera la última persona a la que deseaba ver en ese momento.

No la culpó. El sentimiento era mutuo, aunque por razones muy diferentes.

—Sí, perdona si te he molestado.

—¿Qué tal te lo has pasado?

—Bien. Normal, no sé —dijo en un tono tan bajo que incluso Malena se inclinó hacia delante como si no la hubiera escuchado bien. Carraspeó incómoda—. Oye, una cosa importante.

—Dime.

—¿Qué tipo de seguro tienes en tu coche?

taeyeon frunció el ceño. —A todo riesgo. ¿Por qué?

jessica suspiró, aliviada.

—Porque he tenido un pequeño incidente con él. Nada grave. Solo una pequeña abolladura. Me distraje un momento y un coche me ha dado un golpe por detrás. Lo siento muchísimo.

taeyeon permaneció unos segundos en silencio, como si estuviera barajando qué deseaba responder o pensando si estaba enfadada. jessica sintió que se ruborizaba. Había intentado mirarla a los ojos, pero aquel bikini no ayudaba. Solo conseguía que el sueño regresara a su mente una y otra vez, y era tan vivo, tan realista, que no sabía cómo esconder el rubor que le provocaban aquellas tórridas escenas.

—De veras lo siento. Ha sido un despiste estúpido.

—Bueno, si dices que es pequeño, no pasa nada —dijo por fin taeyeon.

—Lo he dejado justo aquí fuera, por si quieres verlo. Pero apenas se nota, de verdad. Si te crea mucho problema, te lo puedo pagar.

—No te preocupes. Ya le echaré un vistazo después. Prefiero estar un rato más aquí.

—Como quieras. Aquí tienes las llaves. Gracias por habérmelo dejado. —No hay de qué —dijo taeyeon, esbozando una sonrisa cansada. Se puso las gafas de sol y se recostó de nuevo, como si a ella tampoco le apeteciera dilatar la charla.

Me j o r. Al menos no me ha preguntado qué fue lo que me distrajo, pensó jessica, mientras ponía rumbo al interior de la casa. Quedaban muchas horas para que el día finalizara, pero ella sentía que ya se había acabado.

 

Tenía ganas de comer algo, darse una ducha y olvidarse del mundo durante unas cuantas horas. Con un poco de suerte, lo conseguiría.

 

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Comments

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ashleyurdiales24 #1
Chapter 23: Una historia muy buena, me sentí a gusto leyendola jaja me gustó mucho, gracias por compartirla y adaptarla al taengsic<3