Capítulo V.

Carrusel

Pasearon por los mismos senderos hasta que el atardecer se escurrió por sus espaldas. Seulgi empujaba su bicicleta del lado derecho de su cadera y del lado izquierda la terrenal y fundida Joohyun la acompañaba.

- Tengo ganas de caminar contigo, Seulgi. Hacía mucho tiempo que no lo hacíamos.

Caminaron por horas hasta ingresar a un hermoso lugar lleno de vida y vegetación donde la armonía de la naturaleza corría bajo sus pies, por las venas de la Tierra; un lugar que exhalaba una energía de paz al hacer bailar las frondosas arboledas a cada respiro de vida. 

La voz de Joohyun se fundía con la energía de paz de aquel bosque y la copia de su cuerpo que se pintaba en la tranquila corriente del río reflejaba misterio.

El lodo les mordía la suela de los zapatos y mientras más profundo se adentraban en la arboleda más fuerte era el agarre de sus mandíbulas, al final del sendero que se marcaba por los escases del color verde en el suelo, se apreciaban lo que parecían las ruinas de un castillo.

Una serie de paredes mal apiladas y destruidas por el paso de los años se alzaban como un punto de descanso para los cansados viajeros.

Durante el sendero la luz de la luna se colaba con dificultad entre las hojas de los árboles más altos, pero al final de este, las ruinas se veían bañadas por una cándida luz que hacía brillar la textura de humedad que se impregnaba en sus piedras. Sin el techo verde, la luna podía iluminar en su totalidad y parecía renacer y cobrar un nuevo sentido.

 

Cuando giró la cabeza para mirar a Joohyun notó primero el relieve en su rostro, la cicatriz del lado izquierdo que marcaba el día que se conocieron. Su piel se veía aún más pálida bajo la luz del bello astro que se alzaba imponente y que reinaba con opulencia los cielos, su mirada se selló al brillo de su piel y al recorrer la línea de la mandíbula hasta llegar a su oreja que estaba desvestida se talló los ojos para desengañar lo que su vista percibía. La oreja que soportaba a los mechones de cabello detrás de ella era alta y puntiaguda y no redonda y pequeña como la recordaba. El cabello se veía platinado y cada vez que el viento soplaba en su contra, se le desprendía un fino polvo dorado que era arrastrado por la suave brisa.

- Vamos hacia allá, Seulgi.

Este nuevo perfil místico le daba un aire de conocimiento infinito y una sorprende erudición en la dinámica de la Tierra. Al adelantar su paso para servirle como guía en el profundo bosque, Seulgi pudo jurar ver un par de alas translúcidas escondidas entre el cabello de Joohyun.

 

La Tierra tiene música para el que oídos presta y durante su corta caminata en la ruta escabrosa con destino a las antiguas y tambaleantes paredes que se erguían, una sinfonía tocó para ellas dándoles la bienvenida.

Sus ojos eran casi tan grandes como los de los curiosos búhos que torcían sus cuellos al ver desfilar a su fiel reina y protectora. Eran unos ojos hermosos y calmos y tuvieron el poder para conducir a Seulgi hasta el asiento de pasto fresco en el que Joohyun había decidido descansar. Los grillos cantaban quietos respondiendo al aviso de los agudos búhos y las luciérnagas tomaron como compañeras de baile a las chispas de luz que de Joohyun salían. El murmullo de las hojas corría la noticia de la bienllegada y el golpeteo en el agua indicaba los saludos que las fisgonas truchas enviaban al saltar desesperadas sobre el río para comprobar que de una realidad se trataba.

Viéndola así, sentada en la ribera, exponiendo toda esa hermosura digna de un ser mitológico reunificándose con el bosque, hacía que le palpitara el corazón en la garganta y que las piernas le temblaran. Incluso la luna, imponente en su trono, temblaba en el agua ante su presencia como un niñito cautivado. Parecía un ángel desterrado del cielo que se refugiaba en la espesura del bosque. Un ser dulce, mágico y rodeado de música.

 Se sentó a su lado y recargó su espalda en la húmeda y quebradiza pared de piedras, frente a la corriente del río, con cientos de ojos sobre ellas.

- Seulgi.

De pronto los animales guardaron silencio para escuchar el susurro angelical.

- ¿Aún me ignoras, Seulgi?

- No…

Pero Seulgi no podía mirarla a la cara por la incertidumbre de sus acciones, o era tal vez por saber con certeza lo que se desencadenaría esa noche.

- Necesito que me mires cuando te hablo.

Y amó el valor de girarse para encontrar los ojos suplicantes de Joohyun.

- ¿Puedes perdonarme, Seulgi? Perdonarme por haberme alejado de ti y causarnos este dolor.

En sus ojos podía ver que sus palabras eran sinceras.

- Te he extrañado con mi vida.

Y al escuchar esto Seulgi evitó eructar las palabras mal digeridas que llevaba en la boca del estómago. Se limitó a permanecer a su lado como otra planta más del bosque.

Joohyun sonrió con una sonrisa dolorosa y se quedó pensativa mirando las manos de Seulgi, estaban entrelazadas y apretadas, como si luchara por suprimir las emociones en su interior. Las miró y también luchó contra la urgencia de tomarlas y acobijarlas en las suyas, acariciarlas, calmarlas.

- Desde que llegué aquí, descubrí que puedo ser muchas cosas, Seulgi. Puedo ser la alumna prodigio, la hija ejemplar, la nueva adquisición del pueblo. Puedo ser un escalón para mi familia o un premio a presumir. Pero no puedo ser mi verdadero yo cuando no estoy contigo. Me olvidé de quien soy sin ti a mi lado.

- A mí me parece que lo hiciste muy bien.

La voz áspera y reseca de Seulgi le perforó los oídos.

- ¿Me odias?

- No.

Sus ojos se volvieron cristalinos y Seulgi sintió nauseas al mirarlos.

- Seulgi, necesito decirte algo que tal vez ya sepas, pero necesito que lo escuches de mí.

El corazón se le aceleró y estaba por salírsele de la garganta, cargaba con nudos gruesos y firmes como los de un barco anclado. Los sentía en el estómago y en su pecho e involuntariamente comenzó a temblar pues el viento le susurraba de nueva cuenta cosas horrorosas al oído.

- Tu tío y mi padre planean unir nuestras familias.

La voz de Joohyun salió sin vida, pero Seulgi no pudo procesar ni su color ni su tono. De hecho, las palabras pasaban frente a ella, pero no podía ordenarlas, no podía leerlas, se había convertido en una analfabeta. Y con el último grano de energía, soltó con ironía la enhorabuena a la pareja.

- Felicitaciones.

Pensó que era lo normal a decir, lo racional, lo que cualquier allegado a Joohyun diría, lo que su familia y sus padres y hermanos y el pueblo dirían. Su voz desapareció en la voz de las masas y de Seulgi no quedó nada.

 A su lado, Joohyun sostenía la sonrisa dolorosa.

- Me arrepiento de haberme olvidado de las alas que me diste, Seulgi.

Seulgi era un tronco más en el bosque.

- Me arrepiento de haberme encerrado en mi jaula tan pronto te alejé de mí. Me arrepiento de haber tomado de vuelta las máscaras de las que creí haberme deshecho cuando te conocí. Fui Bae Joohyun cuando te conocí, y nada más. Nada más que la simpleza de mi ser. Nunca impusiste nada sobre mí y creo que por eso te llegué a amar tanto. Me enseñaste tanto y desde el momento que te aparté descubrí no haber aprendido nada.

- ¿A qué quieres llegar?

- Quiero presentarte la pregunta que me hice una noche y que nos trajo aquí.

No hubo respuesta de Seulgi pero su atención infería que esperaba escucharla.

- La pregunta es: ¿Qué bien puede traernos vivir en contra de mi propia naturaleza?

Fue la primera vez que Seulgi vio sonreír a Joohyun, que la vio esbozar la sonrisa que parecía haberse quedado en un simple recuerdo. Su sonrisa voló y voló y la alcanzó para posarse en su nariz y causarle cosquillas.

- Intenté obedecer y ser la hija ejemplar, la alumna prodigio, el premio de alguien, la nueva adquisición del pueblo. Pero soy Bae Joohyun, ¿entiendes Seulgi?

De los ojos le salían fuegos artificiales y brillaban como mil estrellas.

- Soy Bae Joohyun.

El tronco frente a ella suprimió la risa que le venía mordiéndose el labio.

- Si, Joohyun. Sé tu nombre.

- Me gusta quien soy cuando estoy contigo, Seulgi. Quiero ser Bae Joohyun hoy y por siempre, hasta mi último aliento de vida.

- Y puedes serlo…

- Quiero ser la Bae Joohyun que se encontró a sí misma cuando te conoció, quiero ser la Bae Joohyun de Kang Seulgi, ¿tiene sentido el disparate que estoy diciendo?

El rostro de Seulgi ardió y se pintó rojo como una flama. Joohyun se apartó de la abrumada Seulgi y la distancia que las había agobiado durante un tiempo que había parecido eterno se derritió como hielo frente a ellas y las bañó en frescura.

Pero Seulgi necesitaba saber.

- ¿Te gusta mi primo?

La garganta le ardió y le pareció que de la boca le habían salido alfileres. Joohyun quien parecía distraída y ligera fue traída de vuelta por la pregunta.

- ¿Por qué preguntas eso?

Su ligereza le molestó a Seulgi.

- No me respondas con una pregunta.

- ¿Tengo que repetirme entonces?

- ¿Repetir qué?

- ¿Cómo puede gustarme ser el premio de alguien cuando puedo ser Bae Joohyun?

Joohyun se aproximó a centímetros del rostro de Seulgi y Seulgi apretó el pastó que tenía entre los dedos para evitar salir disparada al cielo como un cohete.

Tragó duro y susurró para Joohyun pues Seulgi necesitaba saber.

- ¿La Bae Joohyun de Kang Seulgi?

Joohyun se acercó aún más a su rostro, al punto en el que sus alientos chocaron y la una podía escuchar el corazón golpeteando contra el pecho de la otra.

- ¿Tengo que repetirme?

La voz de Seulgi salió como un ligero resoplido que chocó directamente con los labios de Joohyun y fue este chocar el que la terminó volviendo loca.

- Si.

Joohyun tomó la mano de Seulgi que machacaba el verde pasto a su alrededor y de no haber sido por eso, Seulgi estaría en el cielo ahora, pues las últimas palabras que escuchó llegaron a ella como una onda de choque que le golpeó el cuerpo.

-          Te amo, Kang Seulgi.

Sus labios se unieron y en el bosque ambas florecieron.

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Jossosan
Stream Zimzalabim zim ziiiiiim

Comments

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Itaenylove
#1
Chapter 7: Wow!! realmente me encantó la historia y la forma en la que escribes UwU
espero q la actualizes .... シ︎
Munusuo #2
Chapter 5: La manera en la que escribes es simplemente hermosa, gracias por esto :')