Capítulo II.

Carrusel

Las cosas novedosas y brillantes atraen a los ladrones y en el monótono pueblo los enmascarados mapaches se sentían incitados a merodear a la alumna prodigio, la hija ejemplar, la belleza del pueblo; la tímida, enigmática y luminosa Bae Joohyun.

Quien orbitaba a su alrededor podía observar la misma escena día tras día. Ojos que la seguían, miradas lascivas, miradas recelosas. Murmullos que la perseguían, palabras lacerantes, palabras vulgares. Quien orbitaba a su alrededor percibía el peligro de ser la pepita de oro en el fondo del río. Quien orbitaba a su alrededor podía sentir el peso de las piedras que la corriente debía arrastrar.

 

Una mañana, Seulgi encontró el coraje para acercarse a ella.

 

Una joven con alas enormes se veía manchada por las manos de un libidinoso pecador. Seulgi se enfermaba en ver a la distancia la corrompida imagen del ángel. Las alas desplumadas y quebradas le impedían emprender su vuelo, la luz que alguna vez emanaba, extinta. Su celestial silueta acorralada contra la pared, los gritos de ayuda atorados en su garganta, sus brazos sin fuerza, de papel, forzados a permanecer inmóviles.

 

Seulgi sintió nauseas por la peste de este podrido mundo.

 

Miró al demonio de la ersidad que era más grande que los molinos de viento, que tenía garras en lugar de manos y cuya cabeza era la de una serpiente. El demonio lanzó un bramido similar al resoplar de cien trompetas para hacer callar al ángel que desesperado se retorcía para escapar de su sucio agarre.

 

Seulgi aún lo miraba sintiendo como las entrañas se le retorcían y la cabeza le daba vueltas.

 

En el desespero del forcejeo la bestia lanzó sus garras al rostro pálido y sudoroso del ángel para enmudecerla y tras presenciar esto, el cielo se tornó negro, los cantos cesaron, las aguas dejaron de correr y de los árboles cayeron pájaros fallecidos y frutos putrefactos. El sonido del golpe seco le retumbaba en la cabeza como eco y sus pies comenzaron a colocarse uno frente al otro desafiando el abatimiento en su pecho.

El ángel con el cuello torcido la miró venir y susurró salivando “sálvame”.

 

Algo dentro de Seulgi estalló.

 

Si la bestia que acorralaba al bello ángel era más grande que los molinos de viento entonces Kang Seulgi era una torre de mil pies de alto. Si la negrura había caído en la Tierra entonces el espíritu de Kang Seulgi ardería con la fuerza de mil soles.

Se acercó y en sus piernas sentía el brío de corceles salvajes. Se acercó y la ersión sintió la presencia de la virtud y sus ojos desalmados le lanzaron dardos de fuego como advertencia.

Pero si la bestia tenía armas entonces Seulgi tenía escudos y alzó su escudo con la esperanza de la salvación y la incandescente luz de su espíritu cegó al demonio. Alzó su brazo para herir con el puño tal como la bestia había hecho con el bello ángel y rompiendo la coraza del mal, aplastó la cabeza de la serpiente.

Los colmillos que buscaban devorar cayeron sueltos y la bestia echó un berrido. Se alejó con el hocico partido y con la cola retorcida.

 

Seulgi se acercó a ella.

 

- ¿Te encuentras bien?

El ángel honró a la mujer que le lamió las heridas y le sacudió las ropas.

- Me llamo Kang…

- Kang Seulgi. Lo sé. Tu papá…

- Mi papá trabaja para tu papá, lo sé, todo el pueblo trabaja para ustedes.

- Yo… te veo todas las mañanas camino a la escuela.

- Yo también te veo, te veo todas las mañanas. Ven, dame tu mano.

Joohyun la extendió y tomó la suya y al mirarla recibió la apacibilidad que sus ojos proyectaban.

Seulgi se arrodilló frente a Joohyun y dejó caer el escudo a su costado, se quitó su casco de hierro y se despojó de su armadura. Le peinó las alas y buscó entre el lodo su aureola, la coronó y pudo ver que el brillo que se le desprendía durante la mañana volvía a iluminarla. Estaba realmente hermosa. La tomó por los magullados brazos y le impulsó para levantarse, pero las piernas de Joohyun no respondían a sus comandos.

- No puedo caminar.

Entonces Seulgi escuchó lo que le pareció lo más inocente que había escuchado en la vida.

- Seulgi... ¿podrías cargarme? No creo que pueda levantarme...

Le resultó hipnótica su belleza y su inocencia y tomó el celestial cuerpo y sus alas rotas elevándolos a los cielos. Su piel era suave y desprendía calor y la depositó con calma y sutileza, intentando no romperla, en el asiento trasero de su bicicleta. Cuando sus adoloridos brazos rodearon su cintura se imaginó acariciándolos sintiendo cada centímetro de su cuerpo pegado al suyo.

- Sujétate fuerte.

Pedaleó la oxidada bicicleta con el doble de peso en ella y se podían escuchar las cadenas rechinar a cada vuelta de rueda, el cielo continuaba negro y el fuerte viento las empujaba haciendo que se tambalearan, amagándolas con hacerlas caer.

Una tromba de agua anunció su pronta llegada con un trueno y no tardó mucho para que al primer relampagueo el rocío de la tarde lavara sus cuerpos con agua pura que caía del cielo.

El ruido de las cadenas y el agarre de Joohyun se hicieron más fuerte.

 

Seulgi detuvo el andar de su bicicleta bajo un frondoso árbol que extendía sus raíces en el suelo de la propiedad de la familia Bae, gotas pesadas que se desprendían de las verdes hojas caían sobre ellas y Seulgi se apresuró en tomar el frágil cuerpo de Joohyun para asistirla con la caminata.

- Seulgi, no tienes que hacerlo, mis piernas ya parecen funcionar.

Con oídos sordos tomó a Joohyun por la cintura y la apretó contra ella. Llegar a la puerta de su casa les tomó una eternidad pues al ángel caído se le dificultaba aprender a caminar, imitaba los movimientos de Seulgi con la cabeza gacha y los ojos pegados a sus pies. La ropa se les pegaba en el cuerpo y apenas podían ver lo que tenían enfrente, los cabellos de Joohyun, desparramados en su rostro, hacían contraste con su piel blanca y acentuaban sus carnosos labios rosados. Seulgi no pudo evitar sentirse extrañamente nerviosa y ansiosa ante esta revelación.

- Seulgi, de verdad, puedo caminar desde aquí.

No podía dejarla ir sin saber que llegaba sana y salva, por lo que, de nuevo, hizo oídos sordos y la guío por el camino hacia el gran porche de madera de la residencia.

 

Ya en la puerta, se sintió desesperanzada por tener que dejarla ir, pero soltó el agarré. Se giró para confirmar que Joohyun continuaba de pie a su lado y al mirarla directamente a los ojos, quiso arreglarla. Seulgi se acercó a su rostro y llevó su mano a sus mejillas, los grandes ojos de Joohyun la miraron con atención. Apartó los cabellos sueltos y empapados de su frente y sus dedos acariciaron sus cejas rectas bajando por sus sienes; con el pulgar limpió una mancha de lodo que llevaba cerca de la mandíbula. Joohyun cerró los ojos ante el contacto y pronunció palabra.

- ¿Te veo mañana?

Abalanzó el cuerpo con peso muerto a los torpes brazos de Seulgi que llegaron a tiempo para atraparla. La tensión en los hombros de Joohyun se desvaneció y quien la sostenía afianzó el cuerpo de ambas poniendo un pie tras de ella como soporte.

- ¡¿Estás bien?!

No hubo respuesta y en el silencio Seulgi se permitió deslizar los brazos hasta alcanzar la espalda baja de Joohyun, la apretó contra su cuerpo con fuerzas y sintió que un peso extra caía sobre ella. Su calor era manso, apenas perceptible y sus escuetos brazos que colgaban a los lados terminaron por descansar en las caderas de Seulgi. Enterró el rostro en su cuello y este estaba helado, podía sentir el roce de sus fríos labios entre sus pliegues y la fría nariz presionada contra la yugular. Su aliento, por el contrario, era caliente como el fuego.

- Te veo mañana.

Sintió el movimiento de Joohyun en su cuello al estar de acuerdo con sus palabras y sintió la ausencia en sus brazos cuando en lugar de llenarse con su cuerpo, se llenaron de un vacío.

Cuando Joohyun entró, Seulgi respiró aliviada. Y al comenzar a pedalear de regreso a casa, se sintió nuevamente nerviosa y ansiosa.

El hule del manubrio le incomodaba en las manos y el golpe del aire le quemaba el pecho. Recordó el abrazo y recordó a Joohyun y notó como un calor se despertaba en su corazón. Sintió deseo, deseo de abrazarla sin límites. Deseo de agujerar sus manos hasta que las alas de Joohyun fueran remendadas, deseo de lacerar sus manos hasta que la llama dentro de Joohyun encendiera, deseo de cegar sus ojos hasta que el brillo de Joohyun resplandeciera. Y si nada de esto funcionaba, si Joohyun realmente había caído del Cielo y había sido olvidada por El Creador, entonces Seulgi portaría de nuevo su escudo y vestiría su armadura, desgastaría sus pies y manos, le daría sus fuerzas y sería su refugio.

Seulgi la ampararía de la caída y la sostendría hasta que fuera capaz de usar sus propias alas nuevamente.

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Jossosan
Stream Zimzalabim zim ziiiiiim

Comments

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Itaenylove
#1
Chapter 7: Wow!! realmente me encantó la historia y la forma en la que escribes UwU
espero q la actualizes .... シ︎
Munusuo #2
Chapter 5: La manera en la que escribes es simplemente hermosa, gracias por esto :')