Toma 3

Entre Líneas

- Si hubieras aceptado mi oferta de cocinar algo…

- Te hubieras tardado al menos cuatro horas cocinando, ¿quieres que te recuerde la última vez que me preparaste algo en mi cumpleaños y terminamos comiendo de madrugada?

- La cocina toma tiempo, y además, nos pudimos haber quedado en el departamento para que descansaras, ¿segura que te sientes bien?

La plática de las jóvenes se interrumpió, pues la fila de espera se había movido considerablemente como si hubiesen corrido al menos a la mitad de la clientela del lugar y ahora se encontraban frente a la entrada del establecimiento.

El local se encontraba en la primera planta de un modesto centro comercial cerca de la vivienda de ambas, su fachada era rústica e irrumpía con la acostumbrada arquitectura vanguardista de la ciudad. Los ventanales eran grandes y las bancas en las que se podía disfrutar la famosa sopa cura resacas eran de madera, dándole así un aire de escape de la jungla de concreto para disfrutar de una comida en un lugar campestre. Si la vista se perdía hasta donde alcanzaba a través de estos ventanales, se podía ver a un cocinero serio y atento a su trabajo acompañado de unas cuantas meseras que iban de aquí para allá, el poco personal que se veía rondar por entre mesas y que entraban y salían por las puertas de acceso restringido daba la sensación de que se trataba de un negocio familiar. Los ventiladores de techo giraban tan lentamente que se podía contar sus aspas y el ruido que hacían al girar llevaba a ambas chicas de vuelta a aquellas tardes calurosas en su ciudad natal. El recuerdo las situaba en sus grandes y espaciosos salones de clases que resultaba, se veían equipados con los mismos ventiladores de techo; mitad metálicos, mitad de madera. Hacían el mismo ruido de piezas metálicas desgastadas que chocan y rechinan al trabajar, el ruido se intensificaba cuando los hacían girar a su máxima capacidad tratando de refrescar al grupo de alumnos desesperados por abandonar sus lugares y regresar a casa. Wendy recordaba mirar por la ventana de su salón el basto campo verde que se extendía más allá del sol, escuchar el canto de las cigarras, y las ansias por abandonar las clases para poder encontrarse con Seulgi y caminar por aquella llanura. Las lluvias de verano hacían que de la tierra emanara vapor y hacían de los colores de la naturaleza un espectáculo brillante.

Así mismo recordó una escena que presenció durante muchos años; Seulgi esperando a lo lejos por ella, bajo la sombra de un arce, secándose el sudor y con mochila al hombro. Era cierto que los rayos del sol que golpeaban a las flores bañadas en el rocío de la lluvia hacían que sus colores vibraran aquellas tardes, pero a Wendy siempre le pareció que la sonrisa de Seulgi al verla emerger del gran portón de la escuela, era aún más cálida y deslumbrante que el verano mismo.

Algo era similar aquella mañana, en primer lugar, el calor de la ciudad se semejaba al de aquellos días estudiantiles. Un gusano de sudor se les deslizaba por la espina dorsal causando un cosquilleo que terminaba en la espalda baja. Ambas miraban por las ventanas del local con ojos llenos de anhelo a los que ya ocupaban un lugar dentro del local y devoraban un buen plato de sopa. Desde afuera podían apreciar el inconfundible olor a col y carne y era esa misma espera que hacía que a Wendy le gruñera el estómago, la que le hacía viajar nuevamente en los recuerdos de cuando se les consideraba pueblerinas. Terminó parando en las tardes en casa de Seulgi cuando la mamá de su amiga se ocupaba de prepararles un buen plato picante de fideos que ambas devoraban con rapidez, el sabor era diferente y se atrevía a decir que mejor que el que servían en su propia casa, tal vez estaba en el cliché de la dedicación y amor con el que la señora lo preparaba. Para aquellas tardes calurosas, la mejor arma para combatir el calor era un plato caliente de fideos, o al menos eso era lo que la madre de su amiga solía decir mientras le sonreía y gotas de sudor le escurrían por sus coloradas mejillas.

Regresó de su viaje y aterrizó en la fila de espera, frente al local que sirve la sopa milagrosa. Miró a Seulgi por el rabillo del ojo y se llegó a preguntar si su mejor amiga extrañaba a su familia.

Tomaron lugar en una banca de madera del segundo piso, era cerca del medio día y el lugar estaba a reventar, la presencia de ambas mujeres se hacía foránea ante aquella de los hombres asalariados y los jóvenes universitarios que ocupaban el mayor número de mesas. Abrieron el menú sabiendo de antemano que ordenar.

Una señora de edad media que usaba una bandana roja en la cabeza se acercó a ellas con dos platos grandes de sopa y al ponerlos sobre la mesa ambas se echaron hacia atrás para que el vapor que emanaba de estos fallara en quemarles el rostro. La mujer trajo consigo también un platito metálico del que tomó un puño de cebollines verdes finamente cortados y los esparció en cada plato igualitariamente. Después lo colocó sobre la mesa en caso de que las clientas quisieran agregar un poco más y a su gusto. Antes de retirarse para atender otras mesas, ambas mujeres ordenaron, irónicamente, una botella de Soju para cada una.

La cuchara de Seulgi se sumergió en el rojizo y espeso caldo. La primera cucharada, una mezcla de caldo, sangre y tripa enredada en un lío de brotes de soja, hicieron que instantáneamente apareciera una cascada de sudor en su frente. El sabor era metálico como la sangre y también picante. La tripa estaba correosa y gruesa, pero era masticable y comestible y los trozos de sangre hervida eran increíblemente abundantes. Para el tercer bocado, el estómago de la joven actriz se había expandido hasta lo que parecía ser su límite.

Wendy no era más que una copia exacta de la imagen de su vecina, el sudor corría por su frente y después de unas cucharadas, se debatía entre dejar descansar la cuchara y retirarse para devolver lo que acababa de consumir o tolerarlo como Seulgi lo hacía y continuar comiendo el apetitoso manjar. La presencia de la señora con sus respectivas botellas de Soju en mano las hizo tomar el respiro que se merecían.

Como si trataran de poner a prueba las propiedades medicinales de la sopa, se sirvieron con rapidez un vasito de la bebida alcohólica. La bebida corrió como agua por sus gargantas proseguida por una cucharada bien servida del caldo milagroso. Lo primero que notaron fue que el caldo había barrido inmediatamente con el sabor del Soju a la par del ardor e indigestión en sus estómagos. Pero en cuanto al dolor de cabeza que Seulgi cargaba desde la noche pasada; este aún se hacía presente y aún golpeaba con fuerza, incluso después de haberse comido todo el tazón de carne. Limpió las últimas huellas de sudor que quedaban en su frente y apoyó un codo sobre la mesa para recargar su cabeza en su mano y poder masajear sus sienes.

El bullicio, el sabor de la sopa, la hora del día y el ambiente del local no concordaban con los recuerdos de sus días joviales en su ciudad natal, pero la presencia frente a ella era más que suficiente para hacer que una pizca de melancolía creciera en su pecho y se le resbalara despreocupadamente por la garganta hasta llegar inevitablemente a la punta de su lengua.

- No estoy segura de que la sopa realmente funcione para la resaca, pero lo bueno de la sopa es que ayuda aquí.

Wendy estiró su brazo sobre la mesa para alcanzar a su amiga y poner la palma de la mano sobre el latente corazón de la joven, haciendo que la actriz recompusiera su postura sobre la banca y la mirara desconcertada por la repentina acción de la locutora. Inconscientemente no se movió lo suficiente como para apartar la mano que seguía tocando su pecho. Wendy continuó.

- Si tienes una pelea en un bar entre semana y tienes una sopa caliente para la resaca al día siguiente, entonces sabes que podrás llegar al viernes.

La confusión hizo que de Seulgi saliera un gruñido, y en menor parte también a casusa del repentino tacto. Las palabras indescifrables de su amiga hicieron que le latiera más fuerte la cabeza, ocasionándole como consecuencia un poco de mal genio que se hizo notar en su tono de voz y su mirada que ahora la dirigía a la mesa en lugar de a su vecina.

- ¿Qué? ¿A qué viene eso? ¿Por qué dices cosas tan aleatorias?

Seulgi hundió sus dedos un poco más en sus sienes, masajeándolas con más fervor haciendo que marcas rojas aparecieran sobre su piel. Al parecer, Seulgi había recordado la atención médica que se le había dado la noche anterior y la repetía con poca exactitud. Wendy notó la mirada desviada y el ligero enfado en el tono de voz de la actriz y se arrepintió inmediatamente por haber hecho ese avance que venía de un tonto impulso al desenterrar sus memorias. Tomó su bolso, que era más grande de lo necesario y metió la mano para sacar del fondo la verdadera medicina que curaría a Seulgi.

- Además, el calor se combate con calor, ¿no te sientes ya un poco más fresca? Toma más agua.

Deslizó entonces una píldora sobre la mesa temiendo tocar de nuevo a su vecina y la colocó a un lado del vaso de agua como invitación a que la bebiera. Seulgi, por el contrario, se había emblandecido, no por la acción de la locutora, si no por las palabras que habían salido de su boca. Unas palabras que se habían quedado como un recuerdo lejano, casi inalcanzable, y que ahora la hacían sentir como una niña de dieciséis años, sentada en el comedor de la casa de sus padres, devorando platos de fideos calientes con la compañía de su mejor amiga y sus hermanos. Recordaba todo, su madre apresurada en la cocina, los cuatro ya reunidos alrededor del comedor, el ardor en sus labios y la suave brisa que se colaba por las ventanas y le refrescaba al dar en su sudorosa frente.

El recuerdo le sacó una sonrisa y Wendy miró de nuevo el sol de verano de su ciudad natal en el rostro de la ahora actriz.

El repentino cambio de humor le calmó el palpitar de la cabeza, pero falló en calmarle el del corazón, Wendy era en definitiva como una anciana de las montañas que ofrece remedios a los pueblerinos y viajeros. Seulgi aceptó las palabras que le embalsamaron el corazón al mismo tiempo que se llevó la píldora a la boca para aliviar el dolor.

- Wendy no es mi Wendy sin sus líneas cursis.

Seulgi mantenía en su rostro la misma sonrisa que hacía que Wendy se iluminara, ahora era ella quien se había estirado sobre la mesa para palmerle la coronilla de la cabeza a su amiga, desarreglándole el cabello sin querer.  Wendy se encogió de hombros devolviendo la sonrisa y aceptando con gusto el nuevo gesto de su vecina, dejó que jugara con su cabello cuanto quisiera.

Para cuando salieron del local el cielo parecía que estaba cubierto en brochazos. Las nubes estaban en su punto más alto y no eran lo suficiente espesas como para cubrir los poderosos rayos del sol, de hecho, eran largas, borrosas y transparentes. Ambas se sintieron jóvenes, frescas y verdes como la variedad de retoños que la primera dejaba en su paso sobre aquellos llanos que ambas recordaban con añoranza. Seulgi echó un brazo sobre su pequeña amiga y caminaron así un par de calles, entre risas y pláticas, hasta llegar a la parada de autobús en donde ambas partirían caminos.

- Te respeto mucho por tener que ir a trabajar así.

- Lo sé – rio Wendy – pero no haremos mucho, sólo discutiremos sobre los temas a tratar y les presentaré mi diálogo, encuadrar tiempos, tú sabes…

- Pero ahora que tu programa dura más tiempo, tardarás más organizándolo, ¿no?

- Eso es lo que crees, pero yo soy extra eficiente en mi trabajo.

- Vaya, vaya, esa es mi Wendy.

De nueva cuenta, Seulgi palmeaba la cabeza de la locutora, pero esta vez con una voz burlona. Wendy hizo lo mismo y aceptó lo que la actriz le ofrecía.

- ¿Quieres que te deje en tu trabajo?

- ¿Y si mejor regresas al departamento a descansar?

- ¿Por qué siempre hacemos lo que tú dices?

- Porque entre tú y yo, soy la que tiene más cordura. Mejor descansa y no me extrañes mucho.

Wendy se despidió con la mano desde los escalones del autobús, Seulgi hondeó su mano y esperó a que el transporte que llevaba a su amiga se alejara hasta perderlo de vista para poder encaminarse ahora hacia su madriguera. Pero, para su mala suerte, unos característicos golpecitos húmedos le dieron en la frente al voltear hacia arriba y confirmar que se trataba de la primera lluvia de la semana. La pobre actriz no tuvo más que apresurar el paso e ignorar las punzadas en su cabeza que se acentuaban cada vez que las suelas de sus zapatos chocaban con el húmedo pavimento. Le parecía que a cada paso que daba, las gotas de lluvia se hacían más gordas y se amontonaban a su alrededor para encapsularla y privarla del ruido exterior pues lo único que podía escuchar era su incesante golpeteo. Sin paraguas y con un camino un poco largo que recorrer, no tuvo más opción que resguardarse dentro de la cafetería que divisó con la vista un tanto borrosa, pisó algunos charcos para poder llegar a su imprevisto destino y al pararse frente a la puerta del local, se sacudió el pelaje para secarse y hacerse ver un poco más presentable. Al abrir la puerta, el golpe del aire acondicionado hizo que se le erizara la piel y sintió que la temperatura corporal le bajó de golpe, se adentró y tomó asiento en la mesa más lejana a la entrada. La chica que le atendió no pude evitar ofrecerle cortésmente una toalla para secarse, Seulgi la aceptó un tanto apenada y tras ordenar una bebida que tan poco le apetecía, se dirigió al baño para escurrirse.

Al regresar, la figura de una mujer en su mesa le cayó de sorpresa como el aguacero que se veía escurrir por las ventanas de la vacía cafetería.

- ¡Pero si es Kang Seulgi! Vaya, que pequeño es el mundo.

Sooyoung había sentido la presencia de la actriz, quien se acercaba desde sus espaldas con cautela, como si la acechara. El to sentido de alerta de la escritora había hecho que se volteara para descubrir a una Seulgi un tanto desalineada que se echaba el peso de su ya no tan empapado cabello hacia un lado y la saludaba con una incómoda sonrisa. Se acercó con torpes y lentos pasos para ganar tiempo y presentar una mejor imagen de la que había quedado plasmada en el espejo del baño. La actriz hizo una reverencia una vez se posicionó a un lado del asiento que ocupaba la escritora y se presentó.

- Buenas tardes, señorita Sooyoung, que sorpresa.

- ¿Señorita Sooyoung? ¿Qué eres? ¿Mi criada? Me parece que ya podemos dejar las formalidades - sonrió.

La mesera alcanzó a escuchar indiscretamente la interacción de las mujeres y regresó a la mesa que con anterioridad había ocupado Seulgi para entregar las dos bebidas que ambas habían ordenado.

- Parece que cree que venimos juntas.

Sooyoung le sonrió a Seulgi y le hizo un ademán con la mano para que tomara el asiento frente a ella, le acercó la bebida contraria a la que ella había ordenado y Seulgi se olvidó pronto de aclararle la situación, de decirle que la mesera pensaba que estaban juntas porque era ella quien le había robado la mesa. Tomaron unos cuantos sorbos evadiendo las miradas.

La mirada de Sooyoung pasaba por sobre el hombro derecho de Seulgi y se clavaba en el agua que escurría por la venta, a pesar del ruido de la lluvia, el constante choque de tazas, cucharas y platos le hacían brincar de su asiento a menudo. Se hacía apenas audible una suave música de fondo liderada por pianos y saxofones que no podía cubrir del todo el ruido de los carros salpicando con agua las aceras. Seulgi prefirió no mirar a Sooyoung cuando descubrió, después de echarle un ojazo al sentarse en la mesa, lo bien que se veía; lo estético y etéreo de la escritora en aquella tarde lluviosa, sus labios rojos y bien delineados que se habían tatuado en el borde de su taza y su mirada perdida a través de la ventana invitaban a observarla aún más al saber que se encontraba distraída. Se apenó entonces un poco por su pobre imagen frente a la de ella. Sooyoung fue la primera en hablar.

- ¿Vienes seguido a este lugar?

- No, la verdad es que solo estoy aquí para resguardarme de la lluvia.

- No te ofendas, pero eso explica porqué estás hecha un desastre.

Para sorpresa de Sooyoung, Seulgi tomó a la ligera su comentario y rio mientras se sacudía apenada su cabello, que ahora parecía más bien, la melena de un león. Seulgi tiró de su muñeca una liga y con torpeza alzó su cabello para atarlo y en rollarlo en lo alto de su cabeza.

- Ahí está, el bello rostro de nuestra estrella en ascenso…

Seulgi mantenía la cabeza gacha pues trataba de acomodar a ciegas los mechones de cabello que se negaban a ser atados, sonrió mirando hacia la mesa y una vez que terminó, regresó la mirada a Sooyoung.

- …Aunque ahora parece que tienes una bola de popó en la cabeza.

Ante este comentario Seulgi quedó pasmada durante un momento, pero para cuando reaccionó ante el juguetón ataque de la escritora una tonta y explosiva risa salpicó un rocío de baba sobre la mesa, invadiendo el espacio personal de Sooyoung y ocasionando que ambas mujeres casi se ahogaran de la risa. Una con su bebida y la otra con su propia saliva. A Sooyoung le gustaba la simpleza de la joven actriz, su aparente descuidada pero alegre esencia; y con el acercamiento de los días pasados, le había tomado un tanto de interés. Para cuando ambas se calmaron, Seulgi repicó pasándose la mano por la boca disimuladamente para apartar un hilo de baba.

- No parece, mi cabello es popó ahora, entonces… no importa.

Descubrieron después de un silencio paralelo a los minutos de risa que compartieron que no tenían nada de que hablar, o al menos eso era lo que quería aparentar. Había un tema entre ambas que aún se debía tocar.

- Se ve que la lluvia no va a parar pronto – dijo Sooyoung.

- Sí, eso parece…

- ¿Quieres que te lleve a tu casa?

- Oh, no, gracias. Está relativamente cerca y no tengo problema con esperar un poco más

- ¿Ya te quieres deshacer de mí?

- ¡No! Es solo que… tal vez tengas otras cosas qué hacer. No quiero molestarte, de verdad está bien, puedo esperar y caminar.

- Si eso es lo único que te preocupa de mi ofrecimiento, entonces no tengo otra cosa que hacer más que llevarte a tu casa. Tiene rato que te veo tiritar, mejor nos vamos y te llevo a tu casa para que te cambies de ropa.

Sooyoung dio el último sorbo a su bebida y se enderezó de la silla golpeando suavemente la mesa con la palma de la mano indicándole a Seulgi que hiciera lo mismo y la siguiera. Seulgi le obedeció como un cachorrito bien entrenado. Llegaron al lugar donde el carro estaba aparcado con Seulgi detrás de la escritora, y se montaron en él para dar marcha a los motores.

Debido a la lluvia torrencial, las calles estaban saturadas por automóviles que se veían forzados a disminuir la velocidad, se veía a gente correr por las calles, parecía que los paraguas no daban abasto. Los limpiadores iban de un extremo a otro con prisa y a duras penas se podía ver lo que se tenía enfrente una vez su paso escurría el exceso de agua sobre el parabrisas. Eran estos los estragos de un verano moribundo que no estaba listo aún para dar paso a los marrones ocasos otoñales ni al desprendimiento de los rojizos arces.

Guardaron silencio por un par de calles y fue en ese silencio en el que Seulgi, por razones desconocidas, extrañó correr por las calles con las gotas de lluvia dándole duro contra la cara, la tranquilidad con la que ambas viajaban hizo que echara de menos aquel caos y por un instante su mano se recargó contra el botón de acción para bajar la ventanilla del lado del copiloto, aún cuando sabía que no lo haría. Sooyoung la interrumpió pidiéndole que le indicara por cuales calles avanzar y no dudó en cuestionar a la actriz por la familiaridad del destino.

- ¿Comparten el departamento? Tu amiga Wendy y tú.

- No, en realidad somos vecinas. No nos hemos mudado desde que encontramos ese sitio.

El ruido del limpiaparabrisas y las gotas rebotando contra el vidrio era lo único que se escuchaba, Sooyoung decidió encender la radio para que sirviera de anestésico para el tema que estaba a punto de tocar.

- No supe más sobre como te sentiste después de anoche.

- Ah…

Seulgi con la mejilla contra el pavimento y Seulgi en el departamento de su amiga reunida con las tres mujeres. Sooyoung siendo quien la cuidara. Joohyun atendiéndola y después de todo, evitándola. Ese fue el resumen de los eventos de la noche anterior que pasaron como una flecha por su mente.

- Sooyoung, sobre lo de anoche... no he podido agradecerte como se debe y esperaba invitarte formalmente a algún lado como símbolo de mi agradecimiento por lo que hiciste por mí, pero no hemos estado en el trabajo y no tenemos nuestros núme…

- Bueno, eso se soluciona ahora.

Sooyoung le pasó el móvil a Seulgi para que registrara su número y viceversa. Sin necesidad de que le indicara orillarse, la escritora estacionó su carro justo frente al edificio de destino.

- Ahora que ya tenemos nuestros números podemos quedar para algún día.

- Sí – sonrió Seulgi un tanto desganada Gracias de nuevo por traerme.

- Es lo menos que puedo hacer por nuestra Kang Seulgi.

Algo dentro de Seulgi le impedía dejar ir a Sooyoung, era tal vez la asignatura pendiente de agradecerle todo lo que había hecho por ella, o la curiosidad de saber más de aquella noche. Así que, sin pensarlo dos veces, decidió extender su invitación antes de poner un pie fuera del carro.

- Sooyoung, si tienes tiempo, ¿te gustaría subir conmigo?

- Ah… Kang Seulgi. Tengo tiempo de sobra, sólo déjame acomodar el auto.

Seulgi abrió la puerta del carro para salir y esperar por Sooyoung en la entrada del edificio, para ese entonces del diluvio que caía sólo había quedado una gentil llovizna y como era de costumbre probablemente el sol se dejaría ver en lo que restaba de la tarde, así era el clima en la capital.

Ambas mujeres subieron encaminadas sin la necesidad de que la una guiara a la otra, pues conocían muy bien el camino. Cuando Seulgi se plantó frente a su puerta, Sooyoung dio un frenón que hizo que su peso cayera en la punta de sus pies por un segundo, pues parecía que su cuerpo la llevaba a la familiar puerta que antes le había sido abierta. Antes de entrar al departamento de Seulgi, echó un vistazo al de la vecina y se preguntó por el paradero de aquella persona.

La joven actriz se arrepintió de haber hecho la invitación, pues el desastre de aquella noche aún yacía tendido en la sala. Botellas de Soju y latas de cerveza, incluso un cartón de pizza estaba abierto y tirado en el suelo.

- Disculpa el desorden – levantó las latas y botellas con manos de pulpo – no me quedé a dormir aquí anoche y hasta ahora vuelvo.

- No nos conocemos de mucho, pero no me sorprende que tu amiga no te haya dejado irte. ¿No tienes alguna cerveza de sobra? – dijo Sooyoung mientras levantaba el cartón de pizza y se hacía lugar en el sofá.

- No, la verdad es que no nos quedó nada de anoche – sonrió y los ojos se le achicaron – pero tengo gaseosas – dejó la sala para dirigirse a la cocina y al abrir la puerta del refrigerador, el grito que se le escapó quedó encapsulado en él ¡Ah! Y también tengo unos pastelitos que Wendy preparó.

Sacó dos piezas de repostería minuciosamente decoradas y las sirvió en dos platitos. Sacó también las dos latas de gaseosa y llevó todo a la mesita de la sala en donde usualmente se daban las reuniones con Wendy, aún con ocho tentáculos en lugar de manos. Le pareció extraño hacerlo ahora con alguien más, especialmente con Sooyoung.

Cuando regresó a la sala y colocó sus respectivos bocadillos y bebidas sobre la mesita, notó la atención que Sooyoung ponía a los detalles del postre. La decoración le daba un ambiente de creatividad ilimitada, los colores fuertes en contraste le daban mucha aceptación y hasta cierto punto, Sooyoung creyó que la repostería transmitía un sentimiento, pero no dedujo cuál. Tal vez sólo era el esmero de la repostera.

- Parecen sacados de una tienda.

- Pero cuando los pruebes podrás sentir que no lo son, es verdad, son caseros – dijo Seulgi con la cuchara dentro de su boca y una sonrisa muda.

Redondo, con crema blanca y flores llamativas, el pastelito parecía demandar ser comido. Su sabor dulce, natural y frutal se impregnó incluso en la nariz de Sooyoung pues le parecía olerlo mientras lo comía. Su textura cremosa y liviana era placentera dentro de su boca. Abrió los ojos con asombro y miró a una Seulgi que no había dejado de sonreírle.

- ¿Me estás diciendo que tu amiga Wendy es repostera?

- No, para nada rio Seulgi – es locutora de radio, pero hornear y hacer bocadillos es su pasatiempo.

- Pues tendré que darle mis felicitaciones – rio ahora Sooyoung – ni siquiera quiero beber para no quitarme el sabor de la boca. Por cierto, dicen que comer cosas dulces ayuda con el dolor de cabeza… pero no es que le quiera quitar el lugar a tu doctora de cabecera.

Ahí estaba Sooyoung con el arma por fin desenfundada. El cambió heló por un momento a Seulgi, pero trató disimularlo.

- Parece que Joohyun sabe mucho sobre medicina – dijo con voz áspera.

Tal vez en un lugar recóndito de Sooyoung una piedra de remordimiento se había estancado. El cambio en el rostro de Seulgi, en su voz y en su postura ahora un tanto encorvada, hicieron que se arrepintiera por haber ocasionado ese cambio en ella, en la persona que hace apenas unos minutos le había parecido tan alegre y que le daba la sensación de querer conservar cerca.

- Bueno – empujó el hombro de Seulgi como si quisiera sacarla de su enfrascado humor - como me has dado información sobre tu amiga Wendy, ahora te daré yo algo a cambio. Si, sabe mucho, Joohyun está interesada en la acupresión, la herbolaria… ¿en hechizos? ¡Ya no sé en qué tanto! Pero es una persona dedicada a la salud de su cuerpo, ¿sabes? Lo aprendió de su familia. Aunque no es de esas personas locas que requieren de una operación y prefieren tomar tés esperando a que su mal desaparezca, no me malentiendas. Es solo que, si llega a tener un resfriado, bueno… considera otras opciones antes de tomar fármacos.

Las palabras de la escritora eran más de lo que Seulgi podía procesar, ¿darle información sobre Wendy? ¿darle información de Joohyun a cambio? Pero a pesar de esto, supo que tenía una oportunidad frente a ella y no la iba a dejar pasar, se despabiló y no dejó que la plática muriera.

- Cuando se fueron anoche Joohyun parecía… distinta – dijo con el cuerpo aún encorvado, pero con un tono de voz más vivo.

- Vaya, por fin te animaste a ir por las preguntas mayores, Kang Seulgi – se llevó otro bocado del postre que ahora consideraba su favorito y continuó. – ¿Te sentiste avergonzada o incómoda conmigo ahora que nos volvimos a encontrar? Tómate tu tiempo para responder, porque en esto vamos a basar nuestra teoría del comportamiento de Joohyun.

De nueva cuenta, el osito cirquero hizo como se le dijo, dejando incluso la cuchara descansar sobre el plato con un trozo de pastel servido en ella, trozo que debería ser guardado para después que terminara su meditación. Entonces, el análisis comenzó.

Dado a que Sooyoung y Seulgi no eran cercanas, el pronto y tosco contacto forzado que las había unido había sido no sólo inoportuno, si no que tal vez incómodo, demasiado incómodo. Concluyó entonces que, entre las tres, al tener poco contacto la situación por la que tuvieron que pasar les había causado más fricción. Recordó ver la espalda de Sooyoung desde el pasillo que guiaba al baño y la torpe sonrisa que esbozó disfrazando la incomodidad de tener que interactuar con ella. Esta incomodidad se daba a que no había sido capaz de sellar su deuda o al menos agradecer apropiadamente a la escritora que cuidó bien de ella. También estaba el hecho de que ambas mujeres eran sus superiores y trató de ver la perspectiva de Joohyun siendo ella la superior que debía cuidar de la novata. Tal vez Joohyun se culpaba por lo que le había sucedido, el hecho de no tener un contacto más cercano a ella y no saber cómo disculparse o agradecerle, lo hacía aún peor.

Se guardó todos estos pensamientos esperando a que su teoría concordara con la de la escritora y escondió un poco de la verdad.

- Sí, me incomodé un poco al verte en la cafetería. Pero no me incomodé por verte a ti, tu persona, Sooyoung; si no porque aún no sé como agradecerte lo que hiciste por mí aún sin conocernos más allá del trabajo, me siento un tanto en deuda contigo.

El pensamiento ridículo de que probar los pastelitos preparados por Wendy y regresar al menos al edificio donde vivía eran pago suficiente salió tan rápido como entro de su mente y se destruyó al chocar con el ruido de un trueno que anunciaba que la lluvia retomaría fuerzas, posponiendo para otro día la victoria del sol. Al golpe del trueno, Sooyoung brincó de la misma manera que en la cafetería, y Seulgi dedujo que hasta los cachorritos más valerosos y decididos ante situaciones difíciles pueden llegar a ser temerosos como un ratón.

- Es una señal de que Joohyun sabe que estamos hablando de ella – dijo cómicamente mientras se enderezaba repentinamente del sofá y al parecer se disponía a despedirse de la actriz.

- ¿Ya te vas? – preguntó Seulgi aún desde su lugar.

La joven actriz notó como Sooyoung se sacudía la ropa pues unas migajas de pan se habían adherido a ella, pasó su cabello detrás de su oreja al agacharse y atreverse a tomar otro pastelito sin que se le ofreciera. Seulgi quiso ir por un recipiente a la cocina para que pudiera llevar el postre a casa sin que se estropeara, pero con la evidente prisa con la que la escritora hacía las cosas, supuso que envolverlo en una servilleta haría el truco.

- Aún necesitas cambiarte y la verdad es que no me gusta mucho manejar con lluvia – dijo Sooyoung con una amplia sonrisa ahora esperando en la puerta para que Seulgi le abriera.

Seulgi se levantó del sofá y caminó hacia la puerta para dejar ir a Sooyoung, o tal vez era ella quien estaba dejando a la actriz. Se miraron por un segundo, frente a frente, Seulgi con la mano izquierda sobre la perilla de la puerta a punto de girarla.

- Hoy no he sabido nada de ella, pero eso es algo que hace cuando se toma su tiempo para meditar las cosas. No le des muchas vueltas al asunto. Mejor cuídate y dale otra leída a ese guion, que no lo escribí en una noche, ¿ok? Te necesitamos entera para las grabaciones.

- Sí, no te preocupes por eso, lo tendré dominado – hizo una repentina reverencia que por poco le clavaba la cabeza al piso. – Sooyoung, muchas gracias por todo lo que has hecho por mí. De verdad esperaba agradecértelo de otra forma, pero supongo que las cosas se han dado así.

Sooyoung sonrió cuando vio que el martillo devolvía el rostro hacia ella y en él había una sonrisa casi tan grande como la suya

- Si sigues llamándome señorita y sigues haciendo reverencias juro por Dios que te convierto en mi criada – dijo con una sonrisa burlona y empujó la puerta, se deslizó entre ésta y la actriz – Gracias por el pastelito – hondeó con cuidado la bola de servilleta en el aire y sin decir más, se dio media vuelta encaminándose por el pasillo hacia el elevador del edificio.

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El departamento tenía la pinta de estar limpio por fin, pero no ordenado. La actriz vivía en un ordenado caos. A pesar de haber limpiado a fondo, muchas cosas quedaron puestas fuera de su lugar, pero este era el sello distintivo de la madriguera Kang Seulgi. Después de despedir a Sooyoung se había dado a la tarea de regresar a la normalidad su departamento para premiarse después con una merecida ducha y descansar por fin en la comodidad de su cama.

Se recostó con la ropa que usaba por pijama a tempranas horas de la noche, cuando la tarde estaba muriendo, y tomó su celular para retomar la matanza por la que hace días había tomado gusto. Los juegos de acción en donde se daban intensas batallas eran sus favoritos, Seulgi era el tipo de jugador que tomaba iniciativa y efectuaba ataques kamikaze sin pensar mucho en la estrategia, salvándose así y a su equipo, o al menos causando una buena distracción. Lo que más odiaba Seulgi durante sus momentos de entretenimiento era olvidar bloquear las notificaciones que obstruían la pantalla y le hacían fallar en su objetivo. Sin embargo, esta vez cerró el juego un momento para atender el aviso.

Seulgi, no voy a llegar a casa pronto. Me arrastraron a salir a beber ;( yo no quería

¿Vas a llegar muy tarde?

No, ya deja de extrañarme jeje te aviso en cuanto llegue :*

Vale, no bebas mucho :* voy a seguir jugando

Y como era de esperarse, la considerada de Wendy no devolvió el mensaje para no interrumpir más la sesión de juego de su amiga. Al menos no hasta después de media hora, cuando Seulgi supuso que el alcohol comenzaba a hacerle efecto. Wendy ebria no es mi Wendy ebria si no bombardea con mensajes. La actriz decidió entonces dar por terminada su partida y se dispuso a abrir el nuevo mensaje.

Buenas noches, Seulgi, es Bae Joohyun. Quisiera hacer efectiva nuestra cita de ensayo para mañana, ¿podemos hacerlo por la mañana en este sitio? Ubicación: The Velvet Coffee.

Lo primero que hizo fue ver número por número el celular del remitente, como decodificándolo. Pensó después si tenía algo que hacer por la mañana y recordó que era día libre. Entonces, buscó la ubicación de cita suprimiendo la sensación de nudo en el estómago, y para su sorpresa, este se tensó con más fuerza al darse cuenta de que era el mismo café en el que había compartido mesa con Sooyoung esa misma tarde. Regresó a la bandeja de entrada y se pensó por menos de cinco minutos como responder al mensaje.

Buenas noches, señorita Joohyun. Tengo libre la mañana así que podré asistir a la cita. Nos vemos pronto.

¿Cita? ¿o ensayo? ¿o cita de ensayo? ¿había alguna diferencia? Volvió a leer el mensaje de Joohyun y en él aparecían ambas palabras, pero en su mensaje sólo se había usado una de ellas. Trató de suprimir la ansiedad que le causaba pensar que Joohyun se había dado cuanta de aquello y su mente se ocupó con preguntas que iban desde cómo Joohyun había conseguido su número hasta preguntarse si lo que Sooyoung había dicho era cierto y la veterana actriz se había dado cuenta que hablaban de ella, tal vez la habían invocado.

Fue a la cocina por algo de comer para calmar la mente. Al abrir el refrigerador lo primero que topó su vista fueron los pastelitos que Wendy le había regalado y que ahora le recordaban a Sooyoung. Tomó uno y le dio una gran mordida. Tal vez el encontrase con Sooyoung esa tarde no había sido pura casualidad.

 

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Nota 1. Parece que este capítulo salió de mi obsesión con Hear The Sea y Flavours of Youth. Fue un capítulo más largo de lo "normal" pero les aseguro que este arroz ya se coció.

Nota 2. Me siento más tranquila porque mi defensa de tesis salió de maravilla y ahora tendré más tiempo para escribir, al menos hasta que me mude y consiga un trabajo jaja   

Nota 3. Muchas gracias a todos los que aún siguen está historia ❤️ 

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Thank you!
Jossosan
Para todos los que siguen está historia; no la he dejado en el olvido.
Me mudé lejos de casa, me encuentro comenzando desde cero y me ha sido difícil continuar escribiendo dadas las circunstancias.a Sin aembargo, la historia sigue en pie. Gracias a los que continúan esperando

Comments

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irnbaebae21 #1
Chapter 9: Esperare con respeto tu regreso uwu
Itaenylove
#2
Chapter 9: tengo esperanzas de q pronto vas a actualizar (^^)
de todas formas voy a esperar xd
AChriad #3
Chapter 9: te sigo esperando:(
ItaNyanG #4
Te sigo esperando.
Munusuo #5
Chapter 9: La historia va muy bien, eres muy buena escribiendo, gracias por actualizar, estaré esperando por más ?
Skyth06
#6
Chapter 9: OMG me encanta!!
Skyth06
#7
Chapter 8: Felicidades por lo de tu tesis!! Y excelente cap
A_readerg #8
Chapter 7: No suelo comentar pero de verdad me gusta la historia y tu forma de escribir...Esperando tu proximo update.
Skyth06
#9
Chapter 7: Quedó muy bueno
Kimdubu02
#10
Cant wait for the english version!