CAPITULO 7 (Parte 1)

Te amo , luego existes

CAPITULO VII

 

Es curioso cómo el simple contacto físico basta para borrar toda pesadumbre y ponernos una bobalicona sonrisa de satisfacción en el rostro. Un día, crees que todo es odioso en tu vida: tu trabajo te aburre, tus compañeros son insufribles y el futuro sólo parece prometer monotonía y desconsuelo. Luego, de repente, la persona especial por la que suspiras dice simplemente “sí”, y entonces y como por arte de magia dar clase es la más creativa de las ocupaciones, Junho parece al menos un tipo simpático, y el porvenir se transforma en un maravilloso crisol de posibilidades por explorar. Supongo que ya lo sabes, pero por si acaso te lo digo una vez más: tú eras, Tiffany, mi persona especial, la única que podía convertir el carbón en diamante y la tristeza en felicidad. Lo malo era que, igual que tenías ese poder, poseías asimismo la capacidad de destruirlo todo con un simple gesto.

                                                                                         ***

Las dos permanecíamos en silencio. Podía oír la respiración acompasada de Tiffany a mi lado, sentir el peso de su cabeza sobre mi pecho, el calor que desprendían sus piernas entre las mías.

Hubiera podido estar así eternamente, sin hablar ni abandonar jamás aquel sofá donde había sucedido lo que parecía imposible.

Mis dedos acariciaban sus sienes y se enredaban en su pelo con una cadencia lenta pero constante. Me daba miedo romper la magia del instante, hacer o decir algo que pudiera provocar que Tiffany se sintiera incómoda. No podía sustraerme a la idea de que mi amiga era como un animal salvaje que, cuando menos lo esperamos, se cuela en nuestra vida regalándonos su compañía, pero al cual no se pude preguntar cuánto tiempo decidirá quedarse: igual que ha llegado con el viento, el más leve cambio puede hacer que huya sin dejar rastro. Sólo después de mucho tiempo me atreví a romper el silencio, sin dejar de jugar con la melena de mi amante:

—¿Estás bien?

—Sí.

Ni siquiera nos mirábamos, estábamos como desmadejadas, Tiffany apoyada sobre mí y yo con la vista fija en el techo, tratando de creerme que lo que estaba viviendo era real y no un mero producto de mi imaginación.

—¿Arrepentida?

—Sorprendida, más bien.

Con la mano que me quedada libre, acaricié la espalda de Tiffany. Su piel era tersa y suave, y las yemas de mis dedos ardían al resbalar sobre ella. Media hora antes, mi amiga me había acariciado con torpeza, como temerosa ante la novedad de lo que estaba haciendo, pero incluso así yo me había visto arrastrada por un torbellino de infinita voluptuosidad, y durante unos minutos el mundo me había parecido perfecto. ¡Las manos de Tiffany en mis pechos, sobre mis muslos… alrededor de mi o! ¿Podía pedirse algo más?

Hubiera deseado decirle cuánto la amaba, lo que había supuesto para mí lo que acabábamos de hacer. Sólo me detenía el recuerdo de Nichkhun, ¿estaría pensando en él mi amiga? ¡Dios, parecía imposible, pero su marido seguía existiendo! Pugnando por evitar que mi rival se colara en mis pensamientos, seguí acariciando la estilizada espalda de Tiffany, regodeándome en la curva de su cadera, en el inicio carnoso de sus nalgas que, en aquella postura, tan sólo podía alcanzar con la punta de los dedos.

No pasó mucho tiempo hasta que empecé a sentir de nuevo la punzada del deseo. Girando un poco sobre mí misma, traté de besarla mientras mi mano izquierda buscaba con urgencia su pecho cálido y femenino.

—Tengo que irme, es muy tarde.

—¿No puedes quedarte un poco más? Pensé que comeríamos juntas.

—Hoy no, de verdad —dijo mi amiga mientras recuperaba su ropa interior y su falda—. He quedado con Nichkhun para ir a visitar a su madre.

Sus palabras me dejaron tan indefensa como un cachorrillo en medio de la tormenta. ¿Qué había esperado, que su marido desapareciera como por arte de magia? Sabía perfectamente que nadie tira por la borda diez años de matrimonio de la noche a la mañana, pero una cosa era lo que me dijera la razón y otra la ansiedad que, incontrolada, volvía a sentir crecer en mi interior. Si había pensado que hacer el amor con Tiffany serviría de cura para todos mis males, ya podía ir olvidándome de ello.

—Entonces… ¿vas a volver con él? Me avergoncé al instante de mi pregunta, ¡había sonado tan pueril! Sin dejar de vestirse, Tiffany me miró con cierta extrañeza antes de contestar:

—Estoy casada, ¿recuerdas?

¿Cómo era posible que un par de escuetas frases convirtieran en un témpano una atmósfera que instantes antes había estado cargada de sensualidad y cariño? Sintiéndome ridícula en mi desnudez, yo también procedí a recuperar las prendas de ropa que aparecían diseminadas a nuestro alrededor.

—Pensé que esto significaba algo — me atreví a decir por fin—. Que al menos nos sentaríamos a hablar sobre ello.

Las dos estábamos ya completamente vestidas, y de un modo absurdo me dolió constatar que no había nada en la figura de Tiffany que delatara su infidelidad. Hubiera deseado que Nichkhun supiera que, al menos durante un par de horas, su mujer había sido mía y se había estremecido entre mis brazos.

—Claro que significa algo — protestó Tiffany retorciéndose las manos —. ¿Crees que voy por ahí acostándome con cualquiera?

—Pues entonces no te vayas así.

Llama a Tiffany para ponerle cualquier excusa y quédate un ratito más conmigo.

—Ya te he dicho que hoy no puede ser. Prometo llamarte esta misma semana.

Con torpeza, di un par de pasos hacia ella y cogí una de sus manos entre las mías. Luego, besé su boca de labios dulcísimos y carnosos. Tiffany se dejó hacer, pero no devolvió mi beso.

—Llevo esperando esto desde hace meses —confesé—. Y ahora que lo he tenido no estoy dispuesta a renunciar a ello.

—No sé qué decirte Taeyeon, yo…

Sus dudas se me clavaban en el alma como alfileres. Me costaba respirar al pensar que, tal vez, nuestro breve idilio no pasara de ser para Tiffany más que una travesura de juventud que recordar con picardía en el futuro.

—Pensé que esto era algo más que o —insistí sin poder evitar un claro ono de reproche.

—¡Claro que es algo más! —se indignó ella.

—Pues no lo parece por tu actitud.

—¿Qué pretendes que te diga? ¿Que voy a abandonar a mi marido esta misma tarde para instalarme contigo? Por dios, Taeyeon, dame un respiro. Ni siquiera… ¡ni siquiera soy lesbiana! Estoy muy confundida. Tú me gustas pero… Sabía perfectamente que mi amiga tenía razón. Estaba tensando demasiado la cuerda, actuando de un modo irreflexivo y poco acertado. Si quería tenerla para siempre a mi  lado no podía ser a base de quejas y malas caras. Si deseaba arrancarla de las garras de Nichkhun tenía que ser para ella todo lo que no estaba siendo él últimamente: una amiga con quien compartir sentimientos, un apoyo al que recurrir en cualquier momento y una inesperada fuente de placeres que Tiffany todavía no alcanzaba a vislumbrar.

—Tienes razón, perdona. Es sólo que… me resulta difícil no hacerme ilusiones.

Tiffany me miró con una ternura que hizo que no me doliera tanto saber que estaba a punto de reunirse con Nichkhun.

—¿Qué te parece si vamos despacio y vemos hacia dónde nos lleva esto?

—¿Prometes llamarme esta semana?

—Lo prometo.

—Entonces de acuerdo.

Por propia iniciativa, Tiffany se despidió de mí con un cálido y profundo beso en los labios que me infundió una enorme dosis de optimismo.

                                                                                ***

Durante tres días y tres noches aguardé pacientemente la llamada de Tiffany. Fueron días duros y ásperos, en los que me debatía entre el deseo de ser yo la que tomara la iniciativa y la prudencia de aguardar a que llegara mi momento. A ratos comprendía los motivos de mi amiga, sus dudas después de llevar años de convivencia con un hombre al que, al menos en el pasado, había amado sinceramente. Otros, sentía una rabia infinita, fruto del temor a ser simplemente “la otra”, la amante despechada a la que se visita de vez en cuando y que acaba por convertirse en una especie de caricatura propia de una película de serie B.

A veces, no podía evitar pensar en Nichkhun llegando a casa después de una larga jornada de trabajo: cansado, pero con la urgencia masculina de liberar tensiones y congratularse con la vida.

Entonces, se acercaría a Tiffany, la tocaría con sus manos enormes y recias, la cogería en brazos como si fuera una pluma y… ¡Qué celosa me sentía! Sólo con mucho esfuerzo lograba serenarme y razonar que, después de todo, era Julián el cornudo y no yo, él el engañado y el que no sabía el riesgo que estaba corriendo su matrimonio.

Porque si algo tenía claro es que estaba dispuesta a luchar por lo que deseaba con todas mis fuerzas.

                                                                           ***

La llamada que tanto llevaba esperando se produjo finalmente un lunes a media mañana. Aprovechando que ambas habíamos empezado ya nuestras vacaciones de verano, Tiffany me sugirió pasar la tarde en el Museo del Prado y, aunque se me ocurrían infinidad de actividades mucho más gratificantes que practicar juntas en recintos cerrados, preferí ser paciente y acceder a lo que mi amiga me proponía.

Contuve el impulso de besarla en la boca cuando nos encontramos en la puerta principal del museo. Por mucho que a mí me apeteciera hacerlo, consideré que era mejor dejar que la atmósfera entre nosotras ganara temperatura y que los acontecimientos se fueran sucediendo de un modo natural.

Por lo demás, me fue sencillo disfrutar de la experiencia. A pesar de ser profesora de Matemáticas, Tiffany sabía mucho más de pintura que yo, que siempre he considerado la Literatura como la más excelsa de las artes y he dejado quizá un poco olvidadas las demás. Ese día, mi amiga me sirvió de guía a través de sus salas favoritas:

Velázquez, Murillo, la época negra de Goya… de todos los cuadros tenía algo que contar, y yo escuchaba sus palabras con una mezcla de admiración y deseo a duras penas contenido.

¿Podía ser más perfecta Tiffany de lo que era? Guapa, inteligente, culta y terriblemente divertida. Parecía encarnar todo lo que yo había estado buscando durante años, y eso me hizo sentir un poco asustada. Si conseguía hacerla mía, el mundo se convertiría en un lugar maravilloso; pero si fracasaba en el intento, no podía ni imaginar lo que sería tener que renunciar a ella después de haber podido estrecharla entre mis brazos.

Desechando tan funestos pensamientos, me concentré en vivir el presente. Era delicioso pasear por las casi vacías salas del museo cogidas del brazo como dos buenas amigas, porque yo sabía que ese contacto ya no era simple amistad, sino que encerraba un mundo de posibilidades a punto de ser descubiertas y que Tiffany, sin duda alguna, era tan consciente como yo de los momentos en los que nuestras caderas chocaban o nuestras manos se rozaban fugazmente.

Durante el tiempo que duró la visita conseguí olvidarme por completo de Nichkhun, del que mi amada no había hecho mención alguna desde que nos habíamos encontrado y al que no parecía echar demasiado en falta. Sólo cuando, ya cerca de la hora del cierre, las dos salimos a la calle y durante unos segundos nos miramos indecisas, me pareció que la sombra de su marido planeaba sobre nosotras como una amenaza.

—¿Tienes tiempo de tomar algo? — pregunté indicando con un gesto las múltiples terrazas que ofrecía la noche madrileña.

Los escasos segundos que Tiffany tardó en contestar me parecieron horas de incertidumbre. Notaba en mi interior un terror infinito al rechazo, hubiera sido cruel tener que conformarse con unas tristes horas de compañía después de tres días de espera tensa y  agotadora.

—Pues… la verdad es que no me apetece tomar nada.

Sentí un deseo incontenible de llorar. Ángela no podía jugar con mis sentimientos de aquel modo, yo no era su amiga, no estaba dispuesta a…

—Esta noche Nichkhun tiene una reunión de trabajo y le he dicho que dormiría en tu casa… Espero que no te importe.

Una vez más, una simple frase transformaba mi mundo, y saber que sólo Tiffany tenía ese poder me hizo sentir un miedo inexplicable.

Resistiendo a duras penas el deseo de besarla en público, me contenté con cogerla de la mano y encaminarla hacia el autobús que, en menos de media hora, nos dejaría en la puerta de mi edificio.

                                                                            ***

¿Por qué elaboraba estrategias si luego no era capaz en absoluto de ceñirme al plan ideado? Con Tiffany siempre me sucedía lo mismo: trataba de seguir unas pautas racionales y maduras, pero luego simplemente actuaba por instinto y me dejaba llevar como una adolescente enamorada. Antes incluso de cerrar la puerta de la calle y olvidando mi firme propósito de no transformar nuestra relación en una simple sucesión de tórridos encuentros uales, me encontré con Tiffany envuelta entre mis brazos, mi boca sobre la suya y mis manos recorriendo con urgencia su cuerpo tibio y acogedor.

¡Tenía tanto que enseñar a mi amiga! Debía hacerla comprender la exquisita ternura y los deliciosos os que puede proporcionar el amor entre mujeres; tenía que conseguir arrastrarla a ese abismo que te hace perder la noción de tu situación y te convierte en un juguete incapaz incluso de recordar tu nombre cuando la persona amada está presente. Estaba obligada, sobre todo, a luchar contra ese competidor masculino que, amparado en los convencionalismos de la sociedad, amenazaba con salir victorioso por el simple poder de los atavismos.

Tiffany se dejaba hacer, en una actitud pasiva pero al mismo tiempo incitante. Me permitía llevar la iniciativa, pero lejos de parecer ausente, el temblor de su cuerpo me dejaba bien claro el embrujo que mis caricias ejercían sobre ella. Desnudas entre las sábanas de mi cama, mi boca besó sus labios, sus ardientes mejillas y su cuello blanco y esbelto; descendió luego hacia sus senos, encabritó sus pezones y se deleitó sobre ellos con paciencia infinita.

Aquella noche iba a ser la primera que pasáramos juntas, y debía ser perfecta. Pensar en Nichkhun estaba prohibido, ya habría tiempo a la mañana siguiente de encarar problemas que no era el momento de tratar. Ahora se trataba de ser feliz, de disfrutar del hecho de estar vivas y juntas, de gozar de la juventud y elasticidad de nuestros cuerpos Tiffany gimió de un modo encantador cuando mordisqueé con ternura la cara interna de sus muslos. Pese a su aparente apatía, era evidente lo mucho que le estaba gustando mi modo de hacerle el amor, y su propia excitación enardeció mis sentidos. Con inexplicable placer, besé su o húmedo y palpitante, y el embriagador “oh, dios mío” que salió de sus labios fue la mejor recompensa que pude tener.

Haciendo uso de toda mi sabiduría, atornillé mi boca a su , enterré mi lengua en sus fluidos y forcejeé entre sus piernas hasta terminar exhausta. Un poco más arriba, Tiffany suspiraba con los ojos cerrados y la boca entreabierta, sus muslos haciendo presa sobre mi rostro y su vientre vibrando como una guitarra perfectamente afinada. Probar su sabor más íntimo fue como como caminar descalza por la arena de la playa escuchando el ritmo de las olas y dejando que la espuma salpicara los dedos de mis pies. Fue la culminación a muchos meses de deseos contenidos y frustrados, la liberación que necesitaba para seguir creyendo que el mundo era un lugar que merecía la pena habitar.

Mucho tiempo después de alcanzado mi objetivo, yo seguía aún besando aquel tesoro que no hubiera cambiado por nada. Y es que, de haber podido, habría sido feliz quedándome atrapada para siempre entre sus piernas.

                                                                                     ***

Dormida en mi cama a primera hora de la mañana, Tiffany parecía una niña. La noche había sido larga y apasionada.

A pesar de su tímida actitud, mi amante ejercía tal fascinación sobre mí que no recordaba haber vivido nunca éxtasis tan violentos y satisfactorios.

Nada me importó que mi amiga no hiciera intento alguno de corresponder a mi forma de besarla. Aunque siempre he pensado en el o oral como en la más embriagadora forma de sellar una unión y de alcanzar una conexión espiritual on el ser amado, no olvidaba que para ella todo resultada nuevo, que estaba experimentando un terreno en el que aún se sentía insegura y vacilante, y que de ningún modo debía tratar de forzar los acontecimientos. Lo que tuviera que pasar, pasaría a su debido tiempo.

Además, tenía cosas mucho más importantes en las que pensar aquella mañana mientras veía a mi amada dormir. Saliendo con  cuidado de la cama, me vestí en silencio y bajé a la calle para comprar lo necesario para ofrecerle un desayuno espectacular.

Nata montada, caramelo, chocolate caliente, tortitas… la figura de mi amiga bien podía soportar eso en una ocasión especial. Una vez lo tuve todo preparado, lo puse en una bandeja y, notando una felicidad que hacía mucho tiempo que no sentía, regresé al dormitorio.

—¿Tienes hambre?

Tiffany se revolvió entre las sábanas, aún amodorrada. ¡Qué hermosa me pareció, sin pintar y con el pelo revuelto! Era una Tiffany distinta, menos perfecta pero más real, con sus bellísimos senos desnudos y los ojos todavía cubiertos de legañas que me hubiera gustado eliminar yo misma.

—Vaya, menudo banquete.

—Como no sabía qué preferirías… he traído de todo —reí sentándome a su lado en la cama y besándola a modo de buenos días.

Ésa era para mí sin duda la definición de felicidad: Tiffany desnuda en mi cama, desayunando sin prisa a mi lado después de haber pasado una noche de caricias eternas y exquisitas. ¡Cuánto hubiera dado por fijar ese instante para la eternidad! Pero, por desgracia, el tiempo pasa sin poderlo atrapar, y mucho antes de lo que yo hubiera deseado mi amiga me preguntó la hora, y entonces saltó de la cama y desapareció en el cuarto de baño, de donde regresó vestida, con el pelo mojado y una expresión culpable que me avisó de lo que estaba a punto de pasar.

—¿Tienes que irte ya?

—Lo siento. Le prometí a Nichkhun que comería con él en su trabajo.

Una rabia incontenible sacudió mi estómago y me hizo sentir náuseas. ¿A eso iba a reducirse todo? ¿A esperar impaciente a que Tiffany pudiera robarle unas cuantas noches a su marido para pasarlas junto a mí? No era eso lo que yo había soñado para nosotras, y desde luego jamás podría conformarme con algo tan vulgar y tan poco honesto.

—El fin de semana que viene podemos pasarlo juntas… si quieres.

Tiffany me miraba con una interrogación dibujada en sus bellos ojos. No podía haber dejado de notar mi cambio de humor; cinco minutos antes me sentía radiante y ahora a duras penas podía contener el deseo de montar una escena.

—No lo sé —contesté masticando cada palabra—. Tal vez tenga un plan mejor.

—Oh vamos, Taeyeon —dijo ella sentándose a mi lado—. Sé que esto es raro, pero también lo es para mí, nunca me había visto envuelta en nada semejante. Trata de comprender…

—¿Y tú? —la corté alzando la voz

—. ¿Tratas tú de comprender cómo me siento yo? ¿Tengo que pasar el resto de mi vida esperando a que me concedas unas horas de compañía?

No era ése el modo en el que hubiera querido conducir aquella conversación pero, una vez más, cuando llegaba el momento olvidaba cualquier plan y explotaba sin poderlo remediar.

Sencillamente, me veía incapacitada para mantener la compostura; cada vez que Tiffany se iba me parecía que una parte de mí, la mejor, se desgajaba de mi cuerpo y se marchaba con ella, y entonces yo me quedaba partida en dos y con mi vida suspendida hasta que se producía el siguiente encuentro.

—¿Quieres que dejemos de vernos?

La aparente calma con la que Tiffany hizo su pregunta provocó que mis piernas parecieran negarse a sostenerme, ¡es tan injusto enamorarse perdidamente de quien tal vez no pueda corresponderte!

—¿Y tú? —pregunté con un hilo de voz y creyéndome morir.

—Me gustas mucho Taeyeon. No sé qué me pasa, no me considero lesbiana y jamás pensé que viviría algo así, pero lo cierto es que… nadie había besado como lo hiciste tú anoche.

Sus palabras me daban la vida, pero estaban muy lejos todavía de lo que yo quería escuchar de sus labios. ¿Era sólo o lo que buscaba Tiffany conmigo?

Por otra parte, ¿no me estaba precipitando con ella? Después de diez años al lado de Nichkhun, tal vez debería dejar que el roce y el tiempo la aproximaran poco a poco a mí, y no lanzar todavía un ultimátum del que sospechaba que tendría pocas opciones de salir victoriosa.

—Claro que quiero seguir viéndote.

Es sólo que…

—¿Sí?

Fugazmente, pasó por mi mente un fragmento de una canción de Pablo Milanés: “la prefiero compartida, antes que vaciar mi vida”. Irritada por mi cobardía pero sintiendo que no podía hacer otra cosa, cambié de conversación y traté de parecer alegre y animada:

—¿Dices que podríamos pasar juntas el fin de semana que viene?

—Sí. Nichkhun se va con unos amigos a escalar y he pensado que podríamos aprovechar para hacer una escapada a algún sitio agradable.

¿Las dos solas todo el fin de semana en un hotel romántico y apartado del mundo? Sonaba demasiado bien como para resistirse, y de pronto ya no me pareció tan malo el hecho de conformarme con ver a Ángela sólo cuando ésta pudiera librarse de su marido.

—Estupendo —dije recuperando la sonrisa—, déjame que yo lo organice.

Y así, una vez más, me dejé arrastrar por la corriente sin poder evitarlo.

                                                                                ***

Siempre me ha gustado viajar en avión. Por alguna razón, despegar los pies del suelo me ha parecido desde niña algo así como aparcar la rutina, sumergirse en la aventura, entrar en el terreno donde todo es posible. Dos días con dos noches eran muy poco tiempo, sí, pero de momento era todo de lo que disponía, y estaba dispuesta a aprovecharlo al máximo. La ocasión bien merecía un extra, así que sin fijarme en el precio saqué billetes para la isla Jeju y una habitación en un hotel pequeño que me pareció ideal para nosotras: romántico, discreto, apartado del bullicio, era el lugar idóneo para olvidarnos de Nichkhun durante todo el fin de semana.

Una hora. Sesenta insignificantes minutos. Por increíble que pudiera parecerme, ése fue el tiempo necesario para cambiar Seul por la brisa del mar, el agobio de los celos por la reconfortante sensación de que, al menos por un par de días, Ángela me pertenecía exclusivamente a mí. Todavía recuerdo la mirada con que nos recibió el encargado al vernos aparecer. Era obvio que le llamaba la atención aquella pareja de mujeres jóvenes y guapas que habían pedido un cuarto con cama de matrimonio, y a mí me gustó notar que mi amiga no parecía en absoluto molesta de exhibir nuestra relación. En cuanto a mí, y a pesar del orgullo que me producía el caminar a su lado, estaba tan hambrienta de su cuerpo que me faltó tiempo para tumbarla en la cama, arrancarla la ropa y lanzarme sobre ella como un animal en celo.

Creo que nunca fui tan feliz como aquella primera noche, haciendo el amor con Tiffany sin la preocupación de temer su marcha inminente y dejándome arrastrar por la fantasía de que éramos una pareja estable, sin sombra alguna que nos amenazara y con un futuro eterno y maravilloso ante nosotras.

Era indescriptible el placer que me producía recorrer con mis manos y mi boca cada centímetro de su piel. ¿Sería mi amante tan lánguida y pasiva con Nichkhun como lo era conmigo? No me importaba demasiado. Era todo tan nuevo, tenía ante mí tal despliegue de belleza y sensualidad, que como un niño abrumado ante sus juguetes de Reyes me sentía sobrepasada, incapaz de asumir tanta dicha. Notar que Tiffany explotaba de placer con mis caricias era suficiente recompensa para mí, que disfrutaba mis propios os con una intensidad que la más experta y entregada de mis parejas precedentes no hubiera podido proporcionarme nunca.

¡Y qué decir del largo paseo que dimos después de cenar! Caminábamos cogidas de la mano por el paseo marítimo, y a mí me extrañaba la valentía de mi amiga, una mujer casada que por primera vez se adentraba en ese territorio exquisito y prohibido en el que yo había aprendido a desenvolverme desde mi adolescencia. Lo cierto es que nada nos importaba, el mundo parecía desierto, apenas veíamos a la gente con la que nos cruzábamos ni nos fijábamos en los numerosos puestos de mercaderes ambulantes. Sólo estábamos nosotras, y cuando a la vuelta Tiffany me propuso descalzarnos y regresar andando por la arena de la playa, yo creí morir de felicidad. Los pies desnudos, el agua que salpicaba nuestros vestidos, los dedos de mi amante entrelazados con los míos… ¿se podía pedir algo más al destino?

Sólo una pequeña sombra, apenas identificable, nublaba mi ánimo. Era tal vez algo absurdo, pero no podía evitar regresar a ello de cuando en cuando:

Nichkhun sabía que las dos estábamos juntas en la playa, y eso me producía una irritación difícilmente comprensible.

Creo que lo que me fastidiaba era saber que no contaba para él como una amenaza. Maldito tipo orgulloso de mear de pie, ni siquiera podía sospechar lo que estaba sucediendo ante sus narices. Si yo hubiera sido un hombre, Tiffany habría puesto cualquier excusa, pero dada mi condición de mujer no había sido necesario mentir sobre dónde y con quién iba a pasar el fin de semana.

Eso, que bien mirado ofrecía muchas ventajas, tenía sin embargo el poder de ponerme en un extraño estado, mezcla de melancolía y de deseo de hacer algo que reventase el inestable equilibrio en que los tres nos movíamos.

Pero me había prometido a mí misma aparcar todos los pensamientos negativos durante el tiempo que durase el viaje, así que, recurriendo a toda mi fuerza de voluntad, abracé a Tiffany y seguí paseando a su lado sobre la arena.

 

Holi!!!!!! 

Bueno aqui esta , le dejo el siguiente capitulo lo dividi en dos partes porque este capitulo es largo , espero con ansias el otro , a cierto esta historia tien poco capis asi que creo q ya estamos en los ultimos lose es muy corto pero a mi me encanto esta historia  , bueno les dejo comenten mucho mucho su comentarios me dan animos de subir kekekeke

 

 

 

 

 

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Comments

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czankx #1
Chapter 12: It's weird, is this base on someone's real life story? That was. Sudden death, Tiffany just finally decided to be with Taeyeon and was about to talk to Nickhun about choosing her, but ends up dying, it's unfortunate event.. It's supposed to be Taeny ending but ends up TaengSic, whoever has this true story, it's very unfortunate huhuhae
Janamm #2
Chapter 12: Hi you author. Usually I don't write any comments for any story. But here I m writing to you. Sorry but ending story was poorly very bad.. I want to say lots of things to u. But I can't. Ur writing skills are amazing. But I just don't like story ending. In real life mostly things happen negatively. But atleast in fiction we should get nice ending. Bye bye
Judithp
#3
Chapter 12: T_T ya decía yo que esto pintaba con un final triste <\3
Judithp
#4
Chapter 10: Porque la dejas asi!!! T_T esto es tan hilirantee :c pobre tetee <\3
leyling22
#5
Chapter 10: La uni consume mucho tiempo, espero te valla bien...
Me la relei de nuevo para agarrar el hilo de la historia, gracias por volver y actulizar. Esperando la proxima actualizacion :)
Luaniita #6
Chapter 8: Hola!!! , Si lose desaparecí no tengo excusas pero la u me consume por completo , pero ya estoy aquí dispuesta a darles los capítulos que faltan , hoy en la noche estare actualizando esperenlo con ansias
sone009_ #7
Por favor actualiza!
pilargutierrez #8
Chapter 8: Actualiza pronto por fabor
TaenyCol22 #9
Chapter 8: Espero que todo termine bien :(