CAPITULO 4

Te amo , luego existes

¡Es tan difícil tomar las riendas de tu propia vida! Crees que eres dueña de tu destino, luchas por hacer lo conveniente y no lo que realmente deseas y, cuando piensas que has tomado la decisión correcta… las circunstancias te sorprenden y te imponen sus propias órdenes. A veces pienso que fue la mala suerte la que desencadenó los acontecimientos; otras, estoy segura de que en realidad no hubo opción: no importaba el camino que eligiera, porque todos conducían hasta ti.

                                                                                     **

El sábado por la mañana me levanté sorprendentemente optimista. Me sentía fuerte, con ganas de demostrar mi carácter y dispuesta a no ceder ni un milímetro. El lunes, le diría a Tiffany que me había llamado una amiga para invitarme a ir a la playa con ella y con un par de chicos muy interesantes. De ese modo, le demostraría que tenía una vida social activa y con posibilidades, y de paso la dejaría pensar que, de cuando en cuando, tal vez había o en mi vida. Era, el de los hombres, un tema que me preocupaba. En alguna ocasión, Tiffany había intentado indagar sobre mi pasado sentimental, y entonces yo había convertido a María, mi última pareja, en Mario, un impresentable abogado del que supuestamente me había separado poco antes de entrar a trabajar en el instituto.  (No se me ocurrio nada sobre los nombres asi que los deje como estan en la historia real)De cualquier modo, temía que se diera cuenta de lo poco que me interesaba el o masculino y de la nula atención que prestaba a Junho, el profesor de Educación Física que con frecuencia trataba de invitarme a tomar café. Así pues, mi excusa tendría un doble objetivo: evitar que mi enamoramiento se convirtiese en algo serio, y proporcionarme una tapadera que ocultara la cruel realidad de que a mis veintisiete años llevaba siglos sin tener una cita. Decidida por tanto a sacar como fuera a Tiffany de mi vida, pasé el fin de semana con una actividad impropia de mí: el sábado por la mañana rescaté el chándal del fondo del armario y salí a correr, y por la noche quedé con una amiga para dar una vuelta y tomar algo. El domingo lo dediqué a preparar las clases de la semana siguiente y a planchar un montón de ropa que casi llegaba hasta el techo. Finalmente, y para prevenir una posible recaída en la tentación, telefoneé a mis padres y les anuncié mi llegada  para el viernes siguiente. Por una vez, podía sentirme orgullosa de mí misma por la madurez con la que había encarado la situación. Porque, en realidad, me moría de ganas de aceptar la invitación de Tiffany.

                                                                                                 ***

 Todo se vino abajo como un castillo de naipes. El lunes, nada más verme en la sala de profesores, Tiffany se acercó a mí con una sonrisa radiante, y cogiéndome del brazo, dio por sentado que mi respuesta a su invitación sería afirmativa: —¿Sabes? Mi marido ha hecho planes para escalar no sé qué pedrusco con un amigo. Saldrán el sábado a primera hora y ya no volverán hasta el domingo, así que estaremos solas casi todo el fin de semana, ¡será estupendo! Aquello era demasiado para mis fuerzas. Sólo entonces comprendí que era de la presencia de Nichkhun, y de los celos que dicha presencia pudieran provocarme, de donde había sacado los arrestos para mi “firme decisión”. De repente, veía ante mí la posibilidad de una noche a solas con Tiffany, en una remota casita en la montaña, charlando con una copa de vino ante la chimenea encendida… y eso lo cambiaba todo radicalmente. Esa misma tarde, volví a llamar a mis padres para cancelar mi inminente visita. La voz decepcionada de mi madre me pareció un negro presagio al que traté de no prestar atención.  

                                                                                                 ***

 —Tenía muchas ganas de conocerte, Tiffany se pasa el día hablando de ti. Por mucho que lo intentara, estaba segura de que Nichkhun no iba a caerme bien, y el hecho de haber resultado ser un hombre apuesto y de constitución atlética no iba a servirle de ayuda. Siempre que pensaba en él, trataba de imaginarlo con poco pelo, con una barriga cervecera muy evidente y con aire desastrado y hasta grosero. Para mi desgracia, el hombre que estaba ante mí era todo lo contrario a lo que yo había deseado, ¿por qué el destino me golpeaba siempre con tanta saña? Me habían recogido en mi casa, y ahora estaba en el asiento trasero de su coche, mirando por la ventanilla y tratando de no fijarme en cómo, de cuando en cuando, Nichkhun dejaba descansar su mano derecha sobre la rodilla desnuda de su mujer. Sentía una envidia inmensa hacia él, que poseía el tesoro que yo tanto deseaba y ni siquiera era capaz de cuidarlo con la atención que merecía. No podía dejar de pensar en que sus labios habían besado los de Tiffany, en que habían recorrido miles de veces aquel cuerpo que yo tan sólo había podido entrever en un triste probador de un centro comercial. Sin duda, fue un error aceptar aquella maldita invitación, ¿en qué había estado pensando? Sí, pasaría la noche del sábado a solas con Tiffany pero, ¿de qué iba a servirme? Sentía una profunda irritación conmigo misma, estaba claro que ella sólo buscaba una amiga con la que compartir la soledad; por muchos problemas que tuvieran, estaba enamorada de su marido, y de haber tenido la más mínima pista sobre mis verdaderos sentimientos nunca me habría propuesto acompañarles. ¿Por qué resulta tan difícil actuar racionalmente cuando se trata de asuntos relacionados con el corazón? Sólo el ver la cara de felicidad de Tiffany me infundía algo de ánimo. Mi amiga estaba radiante, vestía unos pantalones cortos y una camiseta que la hubieran hecho confundirse con alguna de las estudiantes del instituto, y parecía tan contenta de llevarme con ellos que no podía dejar de sentir cierta satisfacción no demasiado consecuente. Cuando, a media tarde, llegamos a nuestro destino, lo primero que hizo fue enseñarme el cuarto de invitados, una coqueta habitación que evidentemente había sido decorada con esmero y buscando hacer que quien se alojara allí se sintiera como en su casa.

—Es muy acogedor —reconocí mientras empezaba a deshacer mi maleta.

 —¿De veras te gusta? Si necesitas cualquier cosa, nuestro dormitorio está al final del pasillo. El único problema es que tendremos que compartir el baño, ¡esta casa es tan pequeña!

 —¿Compartir el baño con dos mujeres? —oí a Nichkhun desde el piso de abajo— ¡yo sí que soy un héroe! Menos mal que mañana os dejaré el terreno despejado. Me costó mucho mantener la compostura aquel día. Aunque tal vez su marido no fuese todo lo cariñoso que Tiffany necesitaba, con dolor tuve que reconocer que no era ni mucho menos el monstruo que yo había querido imaginar. Se mostraba amable conmigo y atento con ella, trataba de resultar agradable e incluso hizo gala de un cierto sentido del humor. Por otra parte, comprendía perfectamente que mi amiga se sintiera sola allá arriba. El pueblo más cercano quedaba a casi diez kilómetros, y para llegar hasta allí había que recorrer una carretera estrechísima y llena de curvas que discurría entre frondosos y solitarios bosques. Aparte de su casa, apenas se veía una docena de edificios aislados y diseminados por la ladera de la montaña. En realidad, parecía el sitio perfecto para tener una aventura romántica.

                                                                                        ***

 —Espero que estéis hambrientas, voy a encender la barbacoa.

 —Cariño, llévate a Taeyeon y le enseñas la parte de atrás de la casa.

—¿No prefieres que te ayude con esto? —No discutas con la jefa —sonrió socarronamente mi anfitrión— nunca serías capaz de colocar las cosas como ella pretende. No sé qué me ofuscaba más, si el hecho de quedarme a solas con el primer hombre que creía haber odiado en toda mi vida, o el “cariño” afectuoso con el que Tiffany se había dirigido a él. —Trabajo aquí un poco todos los veranos, ¿te gusta? Encima, por lo visto era un manitas. La barbacoa tenía un aspecto completamente artesanal, y muy orgulloso confesó ser el constructor; también se ocupaba de quitar las malas hierbas del pequeño jardín, de podar los árboles y yo qué sé cuántas cosas más. Yo apenas le escuchaba; en lo único que podía pensar era en lo inapropiado de mi presencia allí, y en cómo era posible que me hubiera dejado enredar en un embrollo semejante.

 —Es estupendo que hayas venido con nosotros. —Gracias —sabía que estaba siendo demasiado escueta y hasta hostil, pero por más que lo intentaba no conseguía superar mi animadversión hacia él. —Lo digo de verdad. Llevaba siglos preparando la actividad de mañana y me quedo más tranquilo sabiendo que Tiffany no va a estar sola aquí abajo. —Sí, lo entiendo. Esto es muy bonito pero está muy apartado. —En realidad, mi mujer me dijo que si no venías tú se quedaría en Madrid. Me alegro de que haya encontrado una amiga íntima. ¡Qué lejos estaba Nichkhun de sospechar que, conmigo, no era precisamente una amiga lo que había metido en su propio hogar! Suspirando, me senté en un comodísimo balancín de dos plazas mientras veía a Nichkhun encender la lumbre para la cena de esa noche. Impulsándome levemente en el sofá - columpio, tuve que reconocer que se trataba de un lugar acogedor; no parecía difícil imaginar al matrimonio disfrutando de encuentros tórridos bajo la luz de la luna justo en el sitio donde me encontraba sentada en ese momento. Pero no podía seguir haciéndome aquello a mí misma. Ya que yo sola me había metido en la boca del lobo, tenía que tratar de comportarme racionalmente, dejar que pasara el fin de semana y, al regresar al instituto, disciplinarme y empezar a marcar las distancias con Tiffany. Porque cada vez que me cogía del brazo me mataba sin saberlo, y cuando me sonreía o se mostraba encantada por mi presencia conseguía que mi pulso se acelerara y mi deseo hacia ella creciera sin parar.

 —¿Todo bien por aquí? —Tiffany apareció con una botella de vino y unos aperitivos que colocó sobre una mesita. Acto seguido, se sentó a mi lado en el balancín—. ¿Verdad que es comodísimo? Nichkhun no quería comprarlo, dice que es demasiado burgués, pero a mí me encanta. Hubiera estado de acuerdo con mi amiga si no fuera porque, las dos juntas en el pequeño sofá, estábamos tan próximas que temí ponerme colorada por el efecto que me causaba el más leve contacto físico con ella. Y es que balancearse suavemente al lado de Tiffany era tan embriagador como la deliciosa copa de vino que mi anfitriona me había servido. Sólo la presencia de Nichkhun estropeaba lo que podría haber sido un momento perfecto, claro que, al día siguiente… No sabía si pensar en ello me ayudaba o me quitaba los últimos restos de cordura. —Esto ya está listo —anunció entonces mi enemigo mientras sacaba de la barbacoa nuestra apetitosa y humeante cena.

 Levantándonos de nuestro sitio, Tiffany y yo nos sentamos a su lado en la mesa del jardín. La noche empezaba a envolvernos, y sólo una aislada bombilla colgada de un cable que iba de árbol a árbol nos daba la luz suficiente para encontrar los cubiertos. Apenas nos veíamos las caras, el silencio era prácticamente absoluto y hubiera sido fácil pensar que no había nadie más en el mundo aparte de nosotros tres. ¿Sería muy complicado eliminar a Nichkhun sin ser descubierta? Debía medir alrededor de uno ochenta y seguramente pesaba treinta kilos más que yo pero…

—He quedado con Wooyoung en que venga a recogerme mañana con su coche. Así os podéis quedar el nuestro, por si queréis bajar al pueblo a dar una vuelta o algo.

—Estupendo —batió palmas Tiffany mirándome entusiasmada—. He pensado que por la mañana podríamos hacer una excursión por los alrededores. No temas, hay rutas que no son demasiado exigentes. Luego, por la noche podemos ir a cenar al pueblo. No es que haya mucho donde elegir pero lo pasaremos bien. —Me parece una idea excelente. En realidad, hubiera preferido repetir la experiencia de esa misma noche, las dos solas y sin el estúpido Nichkhun a nuestro alrededor pero, ¿qué podía hacer, aparte de fingir que todo era perfecto? Siendo sincera, no podía quejarme del trato que mi anfitrión me dispensaba: a cada minuto me preguntaba sin deseaba algo, me ofrecía cuanto tenía y trataba de entablar una conversación amable conmigo. Por mi parte, yo contestaba apenas con monosílabos, y sólo el temor a que Tiffany pudiera notar algo hacía que me esforzase por comportarme con normalidad. —¿Tienes ya planes para estas vacaciones? “Robarte a tu mujer y hacerle el amor hasta no poder más”, estuve a punto de contestar, pero en lugar de eso recurrí a fórmulas más convencionales: —Todavía no. Tal vez haga un viaje por Europa con unos amigos.

 —¡Qué suerte tenéis los profesores, casi tres meses de vacaciones!

—¿Otra vez con eso? —saltó Tiffany —. Si pasaras una sola semana con esos salvajes nuestras vacaciones te resultarían más que merecidas. —Es posible que tengas razón —rió Nichkhun al tiempo que se levantaba—. Chicas, creo que voy a dejaros, mañana tengo que levantarme a las cinco de la mañana.

—¿No está loco? —Un poco sí —asentí, mucho más alegre ante la perspectiva de su retirada. —Ya sabes dónde tienes tu casa Taeyeon. Puedes venir con nosotros siempre que te apetezca.

 —Gracias, eres muy amable. Tuve que mirar para otro lado cuando, antes de marcharse, dio un rápido pero delicado beso en los labios a mi amada.

                                                                                         ***

 —Pues ése es mi marido —suspiró Tiffany cuando al fin nos quedamos solas en el jardín— ¿qué te ha parecido? —Pues… parece simpático. —Sin duda, es muy sociable. Todo el mundo lo encuentra encantador. Un leve runrún de esperanza iba creciendo en mi interior al escuchar el tono de mi amiga. Era consciente de cambiar de humor cada poco tiempo, pero no podía evitarlo: tan pronto veía

imposible cumplir mis deseos como era invadida por un injustificado optimismo.

—¿Tú no le encuentras encantador? —No me malinterpretes, le sigo queriendo. Es sólo que… a veces creo que no tenemos nada en común. Yo estoy aquí tan a gusto, charlando tranquilamente, y él se levanta a las cinco de la mañana para subir a escalar una estúpida piedra. Tuve que dar un sorbito de vino para mantenerme quieta en la silla. ¡Yo sí que era como ella! ¡A mí también me encantaba conversar hasta las tantas, y hacerme luego la remolona al día siguiente en la cama! ¿No se daba cuenta Tiffany de que éramos almas gemelas? Teníamos infinidad de cosas en común… incluyendo nuestro género femenino. Una leve desesperación me invadió al pensarlo, ¿no tendría mi amiga ni la más mínima inclinación lésbica?

—¿Estás cansada? Tal vez quieras acostarte tú también.

—¡No! Se está muy bien aquí. Además, habría que terminarse esta botella de vino. Una Luna bellísima y espléndida dibujaba unas sombras caprichosas que parecían sacadas de un cuento de hadas. El único sonido era el de los grillos cantando y el del viento al deslizarse entre los árboles. Si hubiera podido detener el tiempo, me habría quedado para siempre en aquel jardín perdido la parte trasera de una casa, en medio de la montaña y lejos de todo y de todos. —Una idea excelente, pero empieza a hacer frío. Espera, voy a por una manta que tengo para estas ocasiones. En efecto, a pesar del calor que hacía durante el día, el aire de la sierra empezaba a ser fresco, aunque tan absorta como estaba por la belleza del momento apenas lo había notado. ¿Se podía imaginar un escenario más perfecto? Sí, porque en un minuto mi amiga regresó a mi lado con una manta y, apagando la única luz que permanecía encendida, habló con voz que parecía directamente salida del paraíso: —Coge el vino y vamos a sentarnos en el balancín. Ya verás qué maravilla.

                                                                                  ***

—¿Tienes frío? —En absoluto.

—¿No se está genial aquí?

—Sí… es estupendo.

—¿Me pones otra copa de vino, por favor? Estábamos las dos juntas en el cómodo y mullido columpio, meciéndonos con suavidad y confortablemente protegidas del frío de la noche por una manta compartida. Podía notar el hombro de Tiffany contra mi hombro, su cadera sobre mi cadera, y cada una tenía en la mano una copa de vino que degustábamos a pequeños sorbos. ¿Debo explicar cómo me sentía?

 —Parece mentira que haya tantas estrellas, ¿verdad? —En Seul es imposible disfrutar de esto. Tiffany tenía razón, la oscuridad se ponía al servicio de la belleza del cielo nocturno, y todo parecía especialmente dispuesto para mis intereses. ¿Debería intentar besarla? No era yo la que había buscado aquel escenario, ni quien había insistido para hacer posible nuestro solitario encuentro. Recordaba las palabras de Tiffany en el restaurante “a veces pienso que mi vida sería mucho más sencilla si fuera lesbiana”. ¿Serían una señal, una especie de globo sonda? Pero también, esa misma noche, había confesado seguir queriendo a su marido, al que llamaba “cariño” y con el que llevaba casada desde hacía casi diez años… ¡Dios, qué incertidumbre! Toda mi experiencia pasada no me servía para nada, no era capaz de intuir cuál sería la respuesta de Tiffany en el caso de que yo me atreviera a tomar la iniciativa. Además, ¿qué sucedería si me rechazaba? Estábamos en medio de la nada, y la situación sería entonces terriblemente embarazosa. Tal vez, sería mejor esperar un momento menos delicado, porque pasar el sábado juntas y solas después de un fracaso sentimental me parecía demasiado para mi estabilidad anímica. Claro que, ¿volvería a tener alguna vez una ocasión más apropiada que aquélla?

 —No sabes cuánto me alegra que hayas venido. Esto sin ti no sería lo mismo. —Yo también me alegro. —Supe que íbamos a ser íntimas desde el primer día que nos vimos. Y no te creas, para mí no es tan fácil como parece conectar. Todo el mundo piensa que soy muy abierta, pero en realidad poca gente llega a importarme de verdad. No podía más, tenía que decírselo. Contarle que yo no la consideraba una amiga, que para mí era especial, encantadora, irresistible. Que estaba enamorada de su sonrisa, de su forma de caminar, de su cuerpo cimbreante y sensual. Necesitaba soltarlo o iba a estallar como una caldera incapaz de soportar la presión. —A mí tampoco me resulta sencillo —empecé con voz apenas audible. ¿No sería mejor aprovechar la oscuridad para besarla, sin más preámbulos?—. A veces me preguntas cómo es posible que no tenga pareja y… —A Junho le tienes encandilado. Anda todo el día detrás de mí, pretendiendo que haga de Celestina entre vosotros. ¿No te gusta ni siquiera un poquito? Así eran las cosas con Tiffany. Cada vez que me parecía que el camino estaba abierto y que ella sólo esperaba a que yo me decidiera, me soltaba algo que me enfriaba como si hubiera caído en un estanque de aguas heladas. —No, no me gusta ni siquiera un poquito —respondí secamente. —Bueno mujer, no te pongas así. Las dos permanecimos en silencio durante unos segundos. Algo se había roto, aunque el calor del cuerpo de Tiffany bajo la manta me seguía pareciendo tan embriagador que, si hubiera podido, habría pasado allí toda la noche. Era evidente que mi amiga había notado mi tono molesto, ¿tendría alguna sospecha sobre el verdadero motivo de mi enfado? —Bueno, el vino se ha terminado. Creo que deberíamos acostarnos, mañana tendremos que levantarnos a una hora decente si queremos hacer todo lo que tenemos planeado. Cuando Tiffany salió de debajo de la manta, me sentí tan vacía que tuve que cerrar los ojos y concentrarme para no romper a llorar.

                                                                                     ***

 —Vamos, perezosa. Hace un día estupendo. Tiffany había entrado en mi cuarto sin demasiados preámbulos, subiendo la persiana y ataviada tan sólo con unas braguitas y una camiseta de dormir. ¡Qué guapa estaba! Aunque sólo fuera por poder verla así durante unos segundos, merecería la pena todo el sufrimiento que el futuro pudiera reservarme. —Habíamos quedado en hacer unos bocadillos y pasar el día de excursión, ¿recuerdas? —Sí… recuerdo, ¿qué hora es? —Son casi las diez y media. Levanta, ya tengo preparado el desayuno. Aunque hubiera preferido invitarla a meterse entre mis sábanas, me levanté, me puse la ropa que había llevado para subir a la montaña y me reuní con ella en la cocina. —Venga, yo ya estoy lista. Espabila que después hará mucho calor. Tiffany estaba radiante, como si hubiera descansado toda la noche a pierna suelta. En cambio, yo apenas había conseguido dormir un par de horas, dándole vueltas a lo sucedido en el jardín cuando Nichkhun se retiró. ¿De verdad podía creer que tenía alguna posibilidad? Tenía la sensación de estar recibiendo una de cal y otra de arena y, por mi experiencia previa, eso no auguraba nada bueno: temía estar viendo señales donde sólo había amistad, y coqueteo en lugar de un simple compañerismo vacío de todo significado. ¡Pero era tan complicado ver las cosas con claridad! Media hora después, Tiffany caminaba delante de mí, con unos vaqueros cortísimos que dejaban sus espléndidos muslos a la vista, y yo podía deleitarme en el vaivén de sus amplias caderas y en el vertiginoso movimiento de sus llenas y redondeadas nalgas.

—¡Qué barbaridad, pareces una cabra montesa! —Y eso que te saco unos cuantos años —rió feliz—, ¡todavía estoy en forma! Si no hubiera sido tan encantadora, tanta perfección casi me habría resultado odiosa. Tiffany era inteligente, divertida y endiabladamente seductora, ¿había posibilidad alguna de no enamorarse de ella? Para mí, estaba claro que no. También ponía su granito de arena el paisaje, un profundo desfiladero rodeado de montañas escarpadas y solitarias. Jadeando detrás de ella, alcancé a duras penas la cumbre. Si ésa era la “excursión poco exigente”, no quería ni imaginar cómo sería una jornada de caminata al lado de Nichkhun.

 —¿Qué te parece? —me preguntó mi amiga señalando con un amplio gesto las vistas que se extendían a nuestros pies. —Ha merecido la pena. Había contestado con sinceridad. Multitud de arroyos serpenteantes se derramaban por las laderas de las montañas vecinas, mientras el viento, suave pero sostenido, cimbreaba los árboles a nuestro alrededor. Buscando un sitio apropiado, las dos sacamos nuestros bocadillos y disfrutamos de una agradable comida mientras el sol calentaba nuestros rostros y nuestras piernas desnudas. Ni una sola vez mencionó a su marido mi amiga, y yo pude jugar a imaginar que no existía, y que nosotras éramos una pareja de mujeres enamoradas que al regresar a casa compartirían una deliciosa sesión de o afectuoso y sensual. ¿Era pedirle demasiado a la vida? Después de una agradable charla, emprendimos el camino de regreso, mucho más rápido al hacerse siempre descendiendo. Según los cálculos de Tiffany, teníamos el tiempo justo para llegar a casa, darnos una ducha rápida y coger el coche para bajar al pueblo. El único lugar decente que había allí cerraba pronto, así que no podíamos entretenernos demasiado si no queríamos tener que contentarnos con unas latas frías para cenar. —Dúchate tú primero —dijo mi amiga consultando su reloj cuando estuvimos de vuelta—. No tenemos mucho tiempo si queremos llegar al restaurante. Protestar hubiera sido negar lo evidente: a pesar de llevar el pelo más corto que ella, soy de esas mujeres que tardan una eternidad en el cuarto de baño. No consigo descubrir en qué invierto el tiempo, pero lo cierto es que necesito mucho rato para salir presentable. Por eso, en lugar de decir nada me limité a coger ropa interior limpia, unos vaqueros y una blusa y meterme con todo en el cuarto de baño. —Pégame una voz cuando termines. Yo voy a tratar de hablar con Nichkhun.

 

 —¿Con Nichkhun? —pregunté intentando parecer indiferente pero sin poder reprimir un sentimiento de angustia. —Sí, tal vez tengan un poco de cobertura y pueda contarme qué tal les ha ido. De nuevo, sentí la ya conocida irritación por mi propia estupidez. ¡Tiffany sólo me veía como una amiga! Yo estaba allí porque la ayudaba a superar su soledad, porque era mucho más agradable pasar el día las dos juntas que aguardar aburrida el regreso de su marido. Casi me enojé con ella por utilizarme de aquel modo, pero mientras el agua caliente serenaba mis nervios consideré que no era justa, que ella no sabía el daño que me estaba causando y que su afecto por mí era sincero y desinteresado… cosa que no podría decirse del que yo sentía hacia ella. Hecha un mar de dudas y experimentando sentimientos encontrados a cada segundo que pasaba, me di el último aclarado y cerré el grifo de la ducha. Por una vez, había sido rápida, mi amiga no podría culparme si no conseguíamos llegar a tiempo al restaurante. —¡Tiffany, el baño está libre! — grité una vez vestida y mientras procedía a meter la ropa que había usado aquel día en el cesto de la ropa sucia. —Chica, qué velocidad. La repentina aparición de Tiffany me hizo dar un respingo. Mi amiga debía estar a punto de entrar en el baño cuando la avisé, ¿lo habría hecho sin pedir permiso? El cristal de la ducha tenía una sola hoja sencilla y completamente transparente, y el mero hecho de pensar qué habría sucedido si yo me hubiera duchado con la parsimonia habitual me agitó de un modo inconcebible.

—¿Has podido hablar con Nihkhun? —Sí —contestó ella sin reparar en lo mucho que me costaba a mí hablar de su marido con naturalidad—. Dice que estará aquí mañana a media tarde.

 Mientras hablaba, Tiffany había puesto cuidadosamente la ropa limpia que traía en el brazo sobre el pequeño taburete que había en una esquina del baño. ¿Echaría de menos a Nichkhun? Sin duda, preferiría su compañía a la mía en ese momento: se meterían juntos en la ducha y… ¿por qué me torturaba de aquel modo? Estaba buscando el secador y el maquillaje para llevármelos al cuarto de invitados cuando las palabras de mi amiga me hicieron sentir un delicioso mareo. —No hace falta que te lleves todo. Puedes arreglarte aquí mientras me ducho. Tuve que tragar saliva y respirar profundamente para ocultar mi excitación. En el fondo, supe que llevaba esperando algo parecido desde la tarde anterior, cuando Tiffany se había excusado con falsa modestia por tener un solo baño que deberíamos repartirnos. Quizá los hombres no compartan tanta intimidad, pero entre mujeres es frecuente abrazarse, tomarse de la mano… ducharse juntas. Era sólo amistad, lo sabía, y nadie que no estuviera tan enamorada como yo podría encontrar erótica aquella situación, pero por mucho que intentara decirme que no significaba nada… ¡qué maravillosa sorpresa! Con la mayor naturalidad del mundo, Tiffany se había despojado del top que había llevado durante la caminata de ese día, y entonces yo pude admirar sus delicados hombros, su vientre plano y su pequeño ombligo, adornado con un minúsculo y coqueto piercing.

 —¿Sorprendida? —me preguntó sonriendo al ver cómo miraba su ombligo fijamente. —Pues…

 —¿A que no creías que la profesora de Matemáticas fuera tan moderna? Temiendo ser descubierta, enchufé el secador y me obligué a fijar la vista en el espejo. No supuso un problema excesivo. Poco atenta a mi propia imagen, pude observar con inesperado placer el reflejo de Tiffany despojándose poco a poco de su ropa. ¡Qué majestuosas eran sus nalgas, a duras penas contenidas por las pequeñas braguitas! ¡Y qué decir de sus pechos, llenos, bastantes más grandes que los míos y encantadoramente femeninos! Su tamaño les hacía caer levemente hacia abajo pero eso, lejos de disgustarme, me produjo una exaltación incontenible. Apenas podía fingir indiferencia ante su desnudo. Cuando mi amiga se despojó de sus braguitas, sentí que cumplía uno de los sueños de mi vida. Su o, escondido entre sus pétreos y majestuosos muslos, lucía una hermosa y espesísima mata de dorado vello púbico que se me antojó irresistible. ¡Cuánto me hubiera gustado enredar allí mis dedos, juguetear golosa haciendo tirabuzones hasta hartarme y luego, de rodillas, besar sin prisa alguna aquella gloriosa entrepierna! —¿Me pasas más champú? Me parece que este frasco se ha terminado.

—¿Qué? —El champú —Tiffany me miraba desde la ducha, magnífica en su desnudez mientras forcejeaba con el tubo vacío sobre la palma de su mano—, no tengo suficiente. Saca otro de ese armarito.

—¡Claro, un momento! Me temblaban tanto las manos que temí ser descubierta cuando le di el nuevo frasco. Las gotas de agua que caían por su cuerpo añadían un toque de sensualidad exquisita a su belleza, ¿no tenía unos pezones encantadores? Eran pequeños, pero de un color que les hacía destacar espléndidamente sobre el claro tono de piel de sus senos. Intentando mantener la calma, volví a girarme hacia el espejo, obstinadamente. Ahora, Tiffany me daba la espalda, ofreciéndome la incomparable visión de sus glúteos tensos y firmes, tan redondos que parecían trazados con compás y tan embriagadores que tuve que respirar tres veces para conseguir llevar aire a mis pulmones. Si la tarde que la había visto probarse una falda me había enamorado de ella, ¿qué podría sucederme después de aquella experiencia?

—¿Qué te apetece hacer mañana al levantarnos? —No sé… lo que tú quieras. —Siempre hacemos lo que yo digo. Mañana haremos lo que tú prefieras. ¡Por favor, iba a darme un infarto! Si de verdad confesaba lo que deseaba hacer el resto del fin de semana probablemente Tiffany dejaría de exhibirse ante mí con tanta desenvoltura, de modo que más me valía encontrar alguna propuesta menos interesante pero más políticamente correcta.

 —¿No podemos simplemente descansar en el jardín? Me parece que yo soy mucho más perezosa que tú. —De acuerdo, no me parece mal — rió ella al tiempo que procedía a enjabonar sus pechos con las manos—. Tal vez se me ha pegado algo de mi marido, después de todo. Cada mención a Nichkhun provocaba en mí una punzada de dolor que sólo con dificultad podía ocultar. Por otra parte, hacía tiempo que había terminado de secarme el pelo, pero todavía me faltaba ponerme un poco de maquillaje. La mía no era una belleza radiante y abrumadora como la de Tiffany, la mía necesitaba esfuerzo y dedicación para florecer. Con dedos vacilantes, saqué la barra de carmín y apliqué una suave sombra sobre mis labios, un ojo en la tarea y otro en lo que sucedía a mi espalda. —Esta noche no podremos cenar con vino, la carretera tiene muchísimas curvas. ¿Es que no iba a terminar nunca aquello? Por una parte deseaba que durara eternamente, pero por otra sentía que iba a ser incapaz de resistir mucho más. De nuevo, Tiffany me ofrecía una vista frontal, y en el espejo yo podía admirar el caprichoso recorrido que el agua hacía al descender por su cuerpo, y cómo su vello púbico, antes tan rizado, ahora aparecía empapado y como apelmazado, mientras un enloquecedor hilito de agua se deslizaba con suave cadencia desde allí hasta el plato de la ducha. ¡Qué envidia sentí al ver cómo una de sus manos pasaba un par de veces por aquel territorio prohibido, con inocencia y sin duda con el simple objetivo de eliminar los restos de jabón, pero arrancándome sin saberlo la escasa calma que pudiera quedarme! —Sí… será mejor no beber nada. Mi propia voz me sonaba ronca y muy diferente. ¿Cuánto tiempo llevábamos así? Había terminado ya de arreglarme, ¿no había invertido Tiffany en aquella ducha mucho más tiempo del habitual? ¿Cómo se sentiría, exhibiéndose para mí? ¿De verdad mi presencia no la incomodaba en absoluto? Era desalentador, pensar que yo sería para ella tan poco estimulante como una madre o una hermana. De pronto, sentí el deseo incontenible de huir, pero a la vez me sentía atornillada en mi sitio; ¡estaba excitadísima y Tiffany ni siquiera se daba cuenta!

 —¿Me acercas la toalla, por favor? —Toma. Tenía que salir de allí, o al final mi invitada iba a darse cuenta de que, en realidad, llevaba ya un buen rato fingiéndome muy atareada pero sin modificar en absoluto mi aspecto. Al menos, ahora mi amiga había envuelto su cuerpo en la toalla que yo le había ofrecido, lo cual me permitiría regresar  paulatinamente a la realidad habitual. —Te dejo para que te maquilles a gusto —dije reprimiendo un suspiro y recurriendo a toda mi fuerza de voluntad.

—Espera, ya que estás aquí, ¿me das un poco de crema en la espalda por favor? Soy muy blanca y hoy nos ha dado mucho el Sol. Aquello era demasiado. Al tiempo que hablaba, Ángela había vuelto a despojarse de su toalla y, completamente desnuda, se había inclinado levemente, ofreciéndome su espalda. Como en un sueño, extendí una generosa porción de crema sobre mis manos. ¡Jamás había tocado una piel tan suave y cálida! Su contacto me quitaba la vida, podía notar su calor mientras mis manos la recorrían intentando ocultar mi avidez y mi lujuria. La espalda de Tiffany era esbelta y aristocrática, su cintura tan breve que hubiera podido abarcarla con la mitad de mi brazo. Sus caderas, amplias y femeninas,  me hacían temer perder el control. ¡Hubiera sido tan fácil bajar un poco más, asir sus nalgas, extender por allí la crema fingiendo indiferencia y simple amistad! O besar sus hombros, tan cerca de mis labios que podía aspirar su aroma, imaginar su sabor, anhelar su contacto… No hice nada de eso. Tal vez me sentía una intrusa que abusaba de la inocencia de Tiffany, ignorante sin duda del volcán que me consumía por dentro. Tal vez, tan solo temía dar un paso que,  irremediablemente, impediría que aquello pudiera repetirse nunca.

 —Muchas gracias. Tienes unas manos muy suaves, ojalá Nichkhun fuera tan hábil para dar la crema como tú. No fui capaz de contestar nada. Saliendo del cuarto de baño, me refugié en mi dormitorio y cerré los ojos durante unos minutos hasta que sentí que poco a poco recuperaba la compostura. Cuando eso sucedió, Tiffany ya se había vestido y me esperaba para salir a cenar.

                                                                                         ***

 Si la noche anterior me había costado conciliar el sueño, aquella la pasé completamente en vela. ¿Cómo podíamos estar tan cerca la una de la otra, en una casita perdida en la montaña, y a la vez tan monstruosamente separadas? No conseguía dejar de pensar en ello: Tiffany dormía a escasos cinco metros de mí, Nichkhun se había ido, y sin embargo me faltaba el valor para tomar la iniciativa. El menor ruido, cada crujido de la madera, me parecían avisarme de su llegada. En cualquier momento, mi amiga recorrería el pequeño pasillo que separaba nuestros dormitorios, levantaría las sábanas de mi cama sin decir nada y… No, enseguida comprobaba decepcionada que sólo había sido una falsa alarma, el gemir de una vieja casona frecuentemente deshabitada. ¿No debería ser yo la que fuese hacia ella sin pedir permiso? La tentación era tan fuerte que no podía dejar de preguntármelo, pero los minutos pasaban sin que terminara de decidirme. Reprendiéndome por mi cobardía pero sin hacer nada para superarla, los primeros rayos de Sol me encontraron abatida, cansada y enojada con el mundo entero.

 

 

Hola!!!!!!! Vengo con la actualizacion , espero les guste 

Se viene los solos de Jessica y Tiffany , siento que el fandom va a estar en una guerra las 2 son mis favoritas apoyare a las 2 como se debe ademas de que tambien hacen su debut las de I.O.I no se si habran escuchado Produce 101 , asi que mi corazon esta partido en 3 lados keke .

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Comments

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czankx #1
Chapter 12: It's weird, is this base on someone's real life story? That was. Sudden death, Tiffany just finally decided to be with Taeyeon and was about to talk to Nickhun about choosing her, but ends up dying, it's unfortunate event.. It's supposed to be Taeny ending but ends up TaengSic, whoever has this true story, it's very unfortunate huhuhae
Janamm #2
Chapter 12: Hi you author. Usually I don't write any comments for any story. But here I m writing to you. Sorry but ending story was poorly very bad.. I want to say lots of things to u. But I can't. Ur writing skills are amazing. But I just don't like story ending. In real life mostly things happen negatively. But atleast in fiction we should get nice ending. Bye bye
Judithp
#3
Chapter 12: T_T ya decía yo que esto pintaba con un final triste <\3
Judithp
#4
Chapter 10: Porque la dejas asi!!! T_T esto es tan hilirantee :c pobre tetee <\3
leyling22
#5
Chapter 10: La uni consume mucho tiempo, espero te valla bien...
Me la relei de nuevo para agarrar el hilo de la historia, gracias por volver y actulizar. Esperando la proxima actualizacion :)
Luaniita #6
Chapter 8: Hola!!! , Si lose desaparecí no tengo excusas pero la u me consume por completo , pero ya estoy aquí dispuesta a darles los capítulos que faltan , hoy en la noche estare actualizando esperenlo con ansias
sone009_ #7
Por favor actualiza!
pilargutierrez #8
Chapter 8: Actualiza pronto por fabor
TaenyCol22 #9
Chapter 8: Espero que todo termine bien :(