CAPITULO 6

Te amo , luego existes

 CAPITULO VI

 

 A veces olvidamos que los demás también dudan y sienten miedo ante lo desconocido. Creemos ser los únicos dotados de esa sensibilidad especial que te hace andar con pies de plomo y asomarte tímidamente a los aspectos novedosos de la vida, y no nos damos cuenta de la incertidumbre que corroe a los que tenemos más cerca.

Supongo que tal falta de perspicacia se acrecienta con las personas que más nos importan.

Después de tu rechazo pasé la noche sin dormir, me sentí perdida y, lo que es peor, justamente castigada por no haber sido honesta contigo desde el primer momento. Por si te lo estás preguntado, también recuerdo lo que llevabas puesto al día siguiente, cuando al regresar a casa te encontré esperándome en la calle, con ese aire entre asustado y resuelto que tanto me costó interpretar: una sencilla blusa de flores, una falda ligera que dejaba a la vista tus preciosas piernas, y unas zapatillas blancas que te hacían parecer una chiquilla.

Al verte, pensé que nunca me habías parecido tan bonita.

                                                                                     ***

Último día de curso. Después de pasar la noche dando vueltas, me levanté tan abatida que no conseguía ver las cosas con claridad. Mi amiga había puesto tal cara de sorpresa cuando la besé, que cada vez que lo recordaba no podía evitar tener la sensación de haber abusado de su confianza. Ella siempre creyó en mi amistad, había buscado en mí un apoyo desinteresado y, sin saberlo, se había encontrado con una loba en celo dispuesta a devorarla.

Sí, yo había buscado su compañía con intenciones poco honradas, aprovechándome de mi privilegiada situación y viviendo en un estado de sensualidad creciente cuando ella,inocentemente, me rozaba con sus álidas manos de pianista o me abrazaba, ajena a lo que eso provocaba en mi cuerpo. ¡Y qué decir de la ya mítica en mi memoria escena de la ducha! Pocas veces en mi vida recordaba haber estado tan excitada.

Tiffany me parecia ser el maravilloso que jamás conocería… y lo había echado todo a perder por mi torpeza.

Con el estómago encogido me puse unos vaqueros y una camiseta y salí hacia el instituto sin desayunar siquiera.

Ansiaba volver a verla, merecer al menos una sonrisa de comprensión por su parte. No podía soportar la idea de separarnos de un modo frío e mpersonal; si me veía obligada a buscar otro puesto de trabajo, necesitaba al menos dejar tras de mí un recuerdo afectuoso al que aferrarme en las noches solitarias que sin duda me esperaban.

Pasé toda la mañana en el departamento de literatura rellenando los últimos boletines de notas y ordenando a toda prisa la multitud de  papeles se habia acumulado durante el  curso. Cuando por fin pude dar por  concluida mi tarea, me dirigí sin aliento a la sala de profesores, donde era habitual tomar un pequeño refrigerio para celebrar la llegada de las ansiadas vacaciones.

Allí estaba Luis, el profesor de Historia, hablando con Jae Joong director; en otra esquina pude ver a la profesora de Química charlando con la de Geografía; ¡¿dónde se había metido Tiffany?! sólo entonces me di cuenta de que, sin su presencia, la compañía del resto de mis colegas me resultaba incómoda y terriblemente desprovista de interés.

—¿Una cerveza?

Lo que me faltaba. Junho el profesor de Educación Física, me había visto entrar y ya estaba allí, dispuesto a no dejarme en paz durante el resto de la mañana. Desde luego, a él nadie podría reprocharle nunca el no ir con la verdad por delante.

—No, gracias. Es temprano para mí.

—¿Qué tal el final de curso?

—Cansada de corregir exámenes, ya sabes.

¿Había sido yo tan torpe al leer las señales que Tiffany me transmitia como lo era Junho con las mias? Apenas le prestaba atención, le contestaba maquinalmente mientras oteaba en todas las direcciones buscando a mi amiga pero él, lejos de desanimarse, porfiaba a mi lado sin desfallecer:

—¿Has hecho ya planes para estas vacaciones?

—No, todavía no.

—Yo voy a pasar una semana con unos amigos en un chalecito en la playa.

Oye, podrías apuntarte, hay sitio de sobra.

Resultaba agotador, y lo peor era que no se veía a Ángela por ningún sitio.

¿Se habría marchado ya? Si eso era lo que había sucedido, no podía esperarse nada bueno: ella era más sociable que yo y su ausencia me hacía temer que estuviera mucho más dolida de lo que imaginaba.

—Creo que voy a marcharme

Junho… me duele un poco la cabeza.

—Vaya, ¿a ti también? Tiffany se ha marchado hace cinco minutos diciendo lo mismo. No puedo creerme que vayáis a dejarme solo con los vejestorios, no es justo.

Tal vez no fuera justo, pero cinco minutos después yo estaba en el autobús, tratando de localizar a Tiffany y preguntándome si de verdad no oía mis llamadas o si simplemente no deseaba volver a hablar conmigo nunca más.

                                                                                ***

No sé si experimenté alegría o espanto cuando me encontré con ella en el portal de mi casa. Al menos, me concedía la posibilidad de una explicación, y con pasos cortos y nerviosos me acerqué a ella precipitadamente. Si en aquel momento los edificios se hubieran derrumbado a nuestro alrededor, yo ni siquiera habría oído un leve murmullo.

—Llevo todo el día buscándote.

—He terminado pronto y no me apetecía quedarme en el instituto, ¡Junho es tan pesado! Un júbilo indescriptible me invadió cuando comprobé que, más que enfadada, Tiffany parecía triste y desorientada.

—¿Quieres… subir a tomar un café?

—Claro —contestó sin atreverse a mirarme a los ojos.

Entramos en el portal en un silencio nada habitual entre nosotras. Nunca me había parecido que el ascensor de mi casa tardara tanto en subir tres míseros pisos, ¿estaría estropeado?

—Siéntate mientras pongo la cafetera. Enseguida estoy contigo. 

¡Qué extraño resultaba todo! Hasta el día anterior, éramos las mejores amigas del mundo y siempre teníamos miles de cosas de las que hablar. Ahora, sin embargo, estábamos cohibidas como si no nos conociéramos de nada, o como… como dos personas a punto de tener una conversación trascendental.

Tiffany ya había estado una vez en mi casa antes. Una tarde del mes anterior fuimos las dos juntas al cine, y al volver yo la había invitado a subir y ella se sentó en el mismo sofá donde ahora me aguardaba, tensa y en silencio.

Aquella noche, yo había lamentado mi falta de arrojo, que me había impedido intentar seducirla. Cuando se marchó me juré a mí misma que, si alguna vez volvía a estar en mi apartamento, las cosas serían muy diferentes. Ahora, la tenía allí de nuevo, pero las perspectivas no parecían mucho más halagüeñas. Sentándome a su lado, puse la bandeja con el café sobre una mesa y, respirando profundamente, intenté romper el hielo que se había instalado entre nosotras:

—Escucha, siento lo de ayer… o mejor dicho, no lo siento, llevo deseando hacerlo desde hace siglos. Lo que quiero decir es que…

Toda la noche planeando palabra por palabra lo que iba a decirle y cuando llegaba el momento me metía yo sola en un bucle del que no sabía cómo salir. Por su parte, Tiffany me escuchaba en silencio, con la mirada obstinadamente fija en sus zapatillas y sin mover un músculo de su cuerpo.

—… sé que debería haberlo hecho de otra forma. Viniste a mí buscando una amiga y yo no fui sincera contigo. Comprendo que estés molesta, te pido perdón y te aseguro que…

—Creo que me gustó que me besaras.

Sin duda, mis oídos me estaban engañando para que escuchara lo que quería oír, y no la cruda realidad.

—¿Qué?

Por primera vez aquella mañana, Tiffany se atrevió a mirarme abiertamente antes de volver a hablar.

—Estoy… tan confundida. Creo que lo deseaba y lo temía a un tiempo, ¿te parece que estoy loca?

Ahora sí que me temblaban las piernas. Cinco minutos antes me sentía la persona más desgraciada del universo y, de repente… ¿sería posible un cambio tan radical de las circunstancias? No quería hacerme ilusiones, pero era imposible evitarlo: delante de mí tenía a la mujer que amaba, encogida y asustada pero pidiéndome a gritos ayuda para dar un paso que ella sola no se atrevía a dar, y lo último que podía hacer era no tratar de aprovechar la ocasión.

—Claro que no estás loca —susurré al tiempo que me aproximaba a ella, pero teniendo especial cuidado en no rozarla siquiera con mi cuerpo—. Es natural sentir dudas…

—De algún modo, lo de ayer no me sorprendió.

De pronto fui yo la que necesitaba el silencio para asimilar lo que sucedía.

Entonces, sus palabras ambiguas en el restaurante, su invitación a entrar con ella en el probador… ¡era tan bonito que no parecía posible! Que Tiffany hubiera estado flirteando conmigo, incluso sin ser tal vez plenamente consciente de ello, me parecía tan perfecto que apenas podía esconder mi satisfacción.

—Vaya… —dije soltando un suspiro eterno.

—Sí… vaya —cabeceó ella de un modo enternecedor.

Con la misma cautela que emplearíamos para acercarnos a un animalito asustado, cogí una de sus manos y entrelacé mis dedos con los

suyos. Luego, las dos estuvimos así unos minutos, mirándonos en silencio y como calibrando las sensaciones que aquel contacto nos producía.

—Los científicos siempre decís que hay que apoyarse en la experiencia para encontrar la verdad, ¿no es así?

—Sí, claro —contestó mi amiga arrugando la naricilla con ese gesto que tanto me gustaba.

—Pues me parece que voy a besarte otra vez, a ver qué sucede.

—Creo que será lo mejor.

                                                                                        ***

No podía creerlo. Tenía a mi lado a Tiffany, podía notar su calor, podía oler su embriagadora fragancia y sentir sus dedos enredados dulcemente entre los míos… ¡y ella estaba esperando que la besara!

Esta vez, no fue un beso furtivo y precipitado. Ahora, poniendo toda mi sabiduría, junté mis labios con los suyos, degusté su sabor y su textura y, poco a poco, introduje mi lengua en la calidez de su boca. Su saliva me pareció un manjar propio de dioses, y mientras repasaba uno a uno sus dientes tratando de fijar en mi memoria hasta el más mínimo detalle, me sentí plenamente recompensada por los sinsabores de los días pasados.

—¿Qué tal? —pregunté retirándome momentáneamente tras la primera escaramuza.

—No está mal —contestó ella con una sonrisa traviesa y fingiendo cavilar muy concienzudamente sobre la cuestión

—. ¿Podrías probar otra vez, por favor?

—Por supuesto.

Con creciente excitación, repetí sin hacerme de rogar el encantador experimento. Ahora, la lengua de Tiffany salió a encontrarse con la mía, y fue delicioso mezclarnos en un lento y apasionado intercambio de fluidos. Más decidida de lo esperado, de pronto fue mi amiga la que se atrevió a investigar mi boca, ejerciendo un papel activo que yo no esperaba pero que de ningún modo me desagradó.

—Pues… creo… creo que sí me gusta.

Por primera vez en mucho tiempo, reí al mismo tiempo que ella sin sentirme culpable y disfrutando plenamente del momento. ¿Estaría Tiffany preparada para dar un pasito más? Aunque yo era ya una caldera a punto de explotar, dudaba del ritmo que debía seguir, y desde luego prefería reprimir mi ansiedad antes que dar algún paso en falso del que pudiera arrepentirme. Sin embargo, sus siguientes palabras me sorprendieron y agradaron en igual medida:

—Desde un punto de vista estrictamente científico… tal vez debería quitarme la blusa.

Definitivamente, me consideraba incapaz de anticiparme a los deseos de Tiffany. Tenía tanto miedo de estropearlo todo que a veces me parecía ir demasiado rápido con ella, pero otros temía estar comportándome de un modo pueril y excesivamente cauteloso. De cualquier modo, ahora mi respuesta sólo podía ser una: la de asistir en silencio al majestuoso momento en el que mi amada se desprendió de su blusa y, tras forcejear un instante con el automático de su sujetador, dejó una vez más a mi alcance la visión de sus generosos y bellísimos pechos.

—Estás muy guapa.

Mi voz empezaba a sonar alterada, y mi ardor creció al comprobar que un ligero rubor cubría las mejillas de Tiffany. Esta vez no había excusa; aquello no podía disfrazarse de amistad, mi invitada quería que yo apreciara sus encantos, que los admirara, que los…

¡Fue increíble alargar una mano temblorosa y asir uno de sus pechos delicadamente! Las dos parecíamos observar absortas y concentradas lo que sucedía, como si realmente estuviéramos efectuando un experimento científico del que hubiera que anotar hasta el último detalle. Pero yo no estaba en absoluto en condiciones de explicar lo que sentía.

La piel de Tiffany era suave, sedosa y acogedora. Liberando la mano que tenía ocupada entre las suyas, me dediqué exclusivamente a sus senos, amasándolos, acariciándolos y recorriéndolos de un lado a otro sin prisa alguna. Fue sublime notar cómo se endurecían sus pezones al pellizcarlos con ternura mientras su propietaria, entre sonrisas cohibidas, suspiraba sin poder reprimir su excitación creciente.

No podía seguir conteniendo mi deseo. Con la mayor delicadeza de la que fui capaz, hice que Tiffany se recostara en el sofá y traté de encontrar la cremallera de su falda.

—No sé… no sé si estoy preparada para esto.

Una leve decepción que supe controlar me hizo recobrar la cautela original. Los senos de mi amiga eran premio más que suficiente como para tenerme entretenida durante un tiempo eterno, así que recostándome a su lado probé a besarlos, y así pude constatar lo que ya sabía: que eran la fruta más deliciosa que había degustado nunca.

Creí desmayarme de placer al tener sus pezones entre mis labios, al acariciarlos con la lengua y succionarlos con atenta dedicación. Más arriba, Ángela emitía pequeños suspiros que no hacían sino encandilarme aún más, avisándome de lo maravilloso que sin duda sería hacer el amor con ella cuando finalmente estuviera decidida.

—¿Va bien el experimento? — pregunté sabiendo la respuesta y tratando de hacerla sentir lo más cómoda posible.

—Ajá…

Súbitamente, recordé el piercing de su ombligo, algo que nunca hubiera sospechado encontrar en una seria y responsable profesora de Matemáticas.

Abandonando por unos segundos sus pechos, descendí sobre su vientre centímetro a centímetro hasta enterrar mi lengua en la pequeña y encantadora oquedad.

—No me puedo creer que te hicieras este piercing.

—¿No te gusta?

—¿Bromeas? Me encanta, me costó mucho no saltar sobre ti el otro día, cuando lo descubrí mientras te duchabas.

—¿Sabes? No fui del todo inocente, cuando te pedí que te quedaras conmigo aquella tarde…

Las dos nos miramos en silencio. Podía leer el deseo en su mirada, la suerte estaba echada. De sus pupilas saltaban chispas, las aletas de su hermosa naricilla estaban dilatadas, tenía la piel de gallina y respiraba aceleradamente. Incorporándome hacia ella, me situé de costado al lado de su cuerpo, que permanecía tendido boca arriba. Entonces, volví a besarla en los labios concienzudamente, al tiempo que mi mano derecha, furtiva, se deslizaba despacio por debajo de su falda.

—No… espera…

—Chisst —susurré en su oído—, confía en mí.

Me llenaba de gozo avanzar centímetro a centímetro sobre la piel de Tiffany. Su falda dejaba la holgura suficiente como para permitir mi pequeña invasión, y sólo el elástico de sus braguitas fue capaz de detener durante unos segundos mi asalto. Pero no fue por mucho tiempo; con habilidad, introduje por allí la punta de mis dedos.

Cuando sentí los primeros rizos de vello púbico de mi amada pensé que ya no había nada más que pudiera pedirle a la vida, y para contener su leve respingo de sorpresa volví a besarla una vez más en sus carnosos y anhelantes labios.

Durante unos minutos, porfié en mi doble ataque, besándola con atenta dedicación mientras mis dedos, ahí abajo, se dedicaban a hacer caracolillos con la abundante mata de pelo que ya no estaban dispuestos a abandonar. Luego, liberando un instante su boca, con la mano libre retiré su melena y acaricié tiernamente sus palpitantes sienes.

Tiffany abrió mucho los ojos cuando, sin avisar, acomodé mi mano entre sus piernas y apoyé toda la palma abierta sobre su o. Por un instante, sus muslos se cerraron como un cepo sobre mi muñeca, pero yo ya sabía lo que debía hacer y estaba segura de salir victoriosa, así que sonriendo la besé en las mejillas antes de continuar:

—Relájate cariño, déjate llevar.

—No sé si…

—¿Te cuento un secreto? No es la primera vez que hago esto, estás en buenas manos.

Una ligera sonrisa pudorosa hizo que la viera más deseable que nunca.

Despacio, consiguiendo poco a poco que Tiffany relajara los músculos de sus muslos, inicié un lento movimiento con mi brazo derecho que trataba de poner en contacto la palma de mi mano con su . Podía notar su humedad sobre mi piel, sabía que Tiifany estaba tan excitada como yo, pero no quería ir deprisa. Necesitaba proporcionarle un o imperial, majestuoso, un o que no pudiera compararse a ninguno que hubiera tenido antes y que la hiciera caer rendida a mí eternamente.

—¿Recuerdas la tarde en la que te probaste aquella minifalda delante de mí?

—…

Tiffany tenía los ojos cerrados, apenas podía contestar y su respiración aumentaba poco a poco de cadencia. Sin dejar de frotar mi mano sobre su o, yo la besaba en las mejillas, en los labios, en el cuello, al tiempo que susurraba en su oído las sensaciones que durante tanto tiempo había tenido que reprimir a su lado.

—Hasta ese día lo tenía más o menos controlado, ¿sabes? Pero cuando te vi en braguitas, pensé que no había visto un trasero más bonito en toda mi vida…

—¡Uff!

El gemido de mi amiga se produjo en el instante en que, al fin, insinué uno de mis dedos entre los labios de su . Una cálida humedad rebosante me franqueó el paso sin oponer la mínima resistencia, y despacio pero sin perder un instante fui penetrando poco a poco aquella tierra que poco antes había creído completamente prohibida para mí.

—… esa tarde supe que ya no había vuelta atrás: o conseguía seducirte o nunca volvería a recuperar la calma.

Un segundo dedo había ido en ayuda del primero, pero antes de continuar adelante los dos buscaron con calma el pequeño botoncito, que palpitante recibió mis caricias al tiempo que Tiffany se mordía los labios en una mueca que redobló mi excitación.

—Y ahora estás aquí —jadeé, yo también con problemas para seguir hablando con normalidad— a mi merced… y todo lo que quiero es

hacerte feliz.

Ya no podía retrasarlo más. Casi con violencia mis dedos se deslizaron dentro de mi amada, que con los ojos cerrados ponía una de sus manos, desde fuera de su falda, presionando sobre la mía. Sus pechos se agitaban debajo de mí, temblorosos, y yo me debatía entre el deseo imposible de besarlos al tiempo que me ocupaba también de su boca suplicante.

Me dolía la muñeca y la presión de sus braguitas me obligaba a adoptar una postura incómoda, pero de ningún modo estaba dispuesta a desfallecer.

Incorporándome junto a ella, mi mano derecha taladró incansable y amorosa mientras la izquierda, celosa, se contentó con juguetear con los exuberantes senos que se le ofrecían.

Los hipidos de Tiffany ganaban en intensidad, su cuerpo se tensaba como un arco, su pubis se alzaba para facilitarme la entrada y permitirme así llegar más lejos en mi exploración.

Finalmente, mi amante se retorció bajo mis caricias, mordiéndose los labios casi con crueldad mientras sofocaba un sollozo. Con sorpresa descubrí que, mientras Tiffany se diluía en la dulce agonía del o, mi propio cuerpo me premió con un pequeño pero delicioso éxtasis, antesala de lo que sin duda estaba por venir. Por unos instantes todo fue perfecto, no existía Nichkhun y no había amenaza alguna, sencillamente éramos dos cuerpos que parecían destinados a unirse para siempre de modo exquisito y embriagador.

Luego, las dos quedamos sudorosas, jadeantes, mirando al techo en silencio y disfrutando de lo que acababa de suceder. Mi mano derecha estaba impregnaba del maravilloso olor íntimo de Ángela, y para mí era un orgullo indescriptible saber sin necesidad de que ella lo corroborara que el experimento había sido un éxito.

Cuando poco a poco mi amiga recuperó la calma y empezó a forcejear con los botones de mis vaqueros, cerré los ojos y me dejé llevar por una dicha completa 

 

 

Hola !!! 

Les dejo otra actualizacion , talvez mas tarde les de otra , compensando los meses de desaparicion , ser estudiante es duro pero bueno disfruten 

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Comments

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czankx #1
Chapter 12: It's weird, is this base on someone's real life story? That was. Sudden death, Tiffany just finally decided to be with Taeyeon and was about to talk to Nickhun about choosing her, but ends up dying, it's unfortunate event.. It's supposed to be Taeny ending but ends up TaengSic, whoever has this true story, it's very unfortunate huhuhae
Janamm #2
Chapter 12: Hi you author. Usually I don't write any comments for any story. But here I m writing to you. Sorry but ending story was poorly very bad.. I want to say lots of things to u. But I can't. Ur writing skills are amazing. But I just don't like story ending. In real life mostly things happen negatively. But atleast in fiction we should get nice ending. Bye bye
Judithp
#3
Chapter 12: T_T ya decía yo que esto pintaba con un final triste <\3
Judithp
#4
Chapter 10: Porque la dejas asi!!! T_T esto es tan hilirantee :c pobre tetee <\3
leyling22
#5
Chapter 10: La uni consume mucho tiempo, espero te valla bien...
Me la relei de nuevo para agarrar el hilo de la historia, gracias por volver y actulizar. Esperando la proxima actualizacion :)
Luaniita #6
Chapter 8: Hola!!! , Si lose desaparecí no tengo excusas pero la u me consume por completo , pero ya estoy aquí dispuesta a darles los capítulos que faltan , hoy en la noche estare actualizando esperenlo con ansias
sone009_ #7
Por favor actualiza!
pilargutierrez #8
Chapter 8: Actualiza pronto por fabor
TaenyCol22 #9
Chapter 8: Espero que todo termine bien :(