¿En qué creo? En aquello que puedo ver. ¿En qué creo? En lo que vive y respira. ¿En qué creo? En mí.

Sus pasos resonaban en la vacía callezuela. El agua saltaba al hacer contacto con su pie. A pesar de ser las siete de la tarde, la oscuridad ya había envuelto a la ciudad en un manto de ensueño y protección. Taeyeon prefería trasladarse de esta manera, cuando su cuerpo enclenque y pequeño pasaba desapercibido por cualquier mirada que pudiera persistir en la noche. No había necesidad de esconderse. Paró un poco, olfateando el aroma que apenas acababa de percibir e hizo una mueca de satisfacción. Si no se equivocaba, estaba cerca una panadería. Eso significaba comida. Se relamió los labios y siguió el olor. 

Buscando calles menos transitadas y caminando por ellas, la castaña llegó al lugar que sus elevados sentidos le habían predicho. Las luces de la tienda brillaban, indicando que el lugar aún no cerraba, lo cual sería normal en lugares donde se vende comida. Taeyeon debatió en su mente si siquiera debía torturarse con el olor y vista de comida verdaderamente comestible o no. Desde hacía varias semanas no había tenido el placer de ver algo tan esencial, pero algo tan tomado a la ligera por la estúpida y típica persona citadina. Sus pies se movían en su lugar, impacientes por responder a los impulsos que llevarían la decisión que ella tomase. Al fin suspiró y entró.

Cerró por un momento los ojos, sorprendida por la luz, que resultó ser más brillante adentro. Los volvió a abrir, y se encontró con lo que ella denominaría un paraíso. Dio pasos pequeños mientras inspeccionaba las golosinas que alguna vez vió en las vitrinas de una panadería cuando era niña, pero que jamás tuvo el privilegio de probar. Tenían tantos tamaños, formas y nombres que al final del día su hambriento ser clasificaba todo como pan. Deseaba tomar uno, pero sabía que era arriesgado robar, pues traería atención innecesaria a su persona.

-Disculpa, ¿te puedo ayudar con algo?- dijo una voz, haciéndola sobresaltar. Dio la vuelta para encontrarse con una chica más alta que ella, probablemente acercándose a su edad. Maldijo dentro de sí al notar que estaba un poco agachada, como si le estuviese hablando a un niño. 

-No, sólo buscaba un regalo para una amiga.- respondió Taeyeon tranquilamente. La chica arqueó una ceja, como si no le creyera, pero luego sonrió.

-Ok, sientete libre de seguir viendo, estaré en aquella barra.- dijo la chica mientras apuntaba la barra al fondo de la tienda. Taeyeon asintió, deseando que se fuera para que la dejase fantasear en paz. Después de irse, Taeyeon se quedó un rato mirando un poco más lo que sabía que no probaría y salió de la tienda lo más silenciosamente posible.

Ahora si empezaba su misión de buscar su cena. Buscó en el pequeño espacio a la derecha de la dicha panadería y con rapidez encontró lo que estaba buscando. Se puso de puntillas y miró la superficie del contenedor. No se veía pan a la vista. 

¿Debería sumergirme en el contenedor? Si lo hago, quizá no podré entrar en niguna otra tienda hasta que vuelva a conseguir un lugar para ducharme.

Su estómago ya no rugía desde hace unos días, pero las repercusiones del hambre continuaban haciendo estragos en su cuerpo. Sus huesos, que antes estarían bien cubiertos por una capa de piel y grasa ahora eran algo más prominentes.

Movió sus muñecas en forma circular, como preparándose para una batalla y se metió al contenedor verde. Con sus manos apartó montones de basura pegados por algo pegajoso y húmedo, buscando algo que pudiera tener una semblanza de comestibilidad. 

¡Bingo!

Tomó con su mano izquierda algo que parecía pan, aunque muy aplastado y sucio mientras que con la mano derecha trataba de hacerse paso por los montones de tierra que había tocado para encontrar el pan.

Después de unos minutos y varios intentos, por fin fue capaz de salir del contenedor maloliente. Se posicionó enseguida del contenedor, en un lugar donde no sería vista con facilidad e inspeccionó el pan. Estaba más incomible que lo que pensaba, cubierto por una capa verde que probablemente era del mismo material pegajoso que unía la basura, unas cuantas partes pequeñas de papel, envolturas rotas y grapas. ¿Era eso cabello? 

Hizo una mueca y lanzó el pan hacía la pared frente a ella. Todo había sido para nada. 

Sabiendo que no había nada más que hacer, pues entrar de nuevo a la panadería era un rotundo no, volvió a caminar.

No parece haber lugares abiertos. Oh, bueno. Supongo que tendré que seguir a la ciudad siguiente. Aunque, ¿resistiré hasta llegar allá? No he comido por 2 semanas, y quién sabe si mi cuerpo pueda resistir hasta la ciudad contigua. ¿Quizá debería caminar un poco? Según había escuchado, hay lugares de descanso donde hay baños, mapas y la ocasional maquinita que da comida. ¿Cómo se llamaba? Oppa me lo había dicho, pero no me acuerdo...

Sus oídos escucharon el sonido de sus zapatos contra la tierra del suelo. Se percató que ya estaba saliendo de la ciudad. Eso era lo malo de no traer ningún mapa.

Paró de caminar un poco, pensando en si quizá debía quedarse en la ciudad esa noche o seguir caminando. Gracias a eso, pudo notar que había algo raro. Las luces que eran brillantes cerca del centro de la ciudad ahora eran inexistentes. Todavía había cierta luz que se reflejaba por el camino que ya había caminado, pero no era lo suficiente para que Taeyeon pudiese ver el camino frente a ella.

Afinó sus sentidos, tratando de encontrar otra pista acerca de la extraña falta de luz en ese camino. Había un extraño zumbido cuya dirección no podía trazar. Se le pararon los cabellos de la nuca al sentir una (¿unas?) presencia cerca de allí. Se acercaba. ¿De qué lado? No lo sabía. Se quedó congelada un rato mientras que la adrenalina comenzaba a correr por sus venas. ¿A qué lado corría? ¿Podría defenderse si no podía escapar?

Miró a todos lados, buscando cualquier silueta. No se veía nada. 

¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer?

Se quedó lo que ella sintió minutos parada; pero al sentir esa presencia acercarse mucho más, sus instintos de supervivencia se activaron y corrió en la misma dirección que caminaba hace unos minutos. 

Su vista se nublaba mientras que sus piernas daban grandes zancadas tratando de compensar la velocidad que estas, por ser cortas, no tenían. Sus brazos se movían al compás de estas, frenéticas, mientras que en sus pulmones crecía un fuego que la sofocaba. Nunca había tenido que correr de esta manera. 
Sentía que la presencia le seguía los talones, cada vez más envolviéndola en un manto de pánico.

Las hierbas estaban creciendo en tamaño, al grado que comenzaron a chocar con los muslos de Taeyeon. 

Luz. Necesito luz.

Pensó en la zona de descanso de la cual le había hablado él hacía tiempo.

¿Cuán lejos estará? ¿Llegaré a tiempo?

Sus ojos se empezaron a ajustar a la oscuridad que le rodeaba. Era suficiente para saber hacía donde iba, pero no lo suficiente para enfrentar a su perseguidor. Sentía cada vez más que el fuego en sus pulmones se esparcia en todo su torso. Sus piernas comenzaban a doler. Sin embargo, cerró sus ojos y redobló sus esfuerzos en huír de la presencia misteriosa.

No era suficiente. La presencia seguía su paso, ni siquiera pudiéndose separar de Taeyeon ni una sola vez. El dolor en su cuerpo se propagaba mientras que una lágrima bajaba por su mejilla. Abrió los ojos de golpe.

¡No!

Y así como pronunciaba la palabra en su mente y en su boca, tropezó, cayendo hondo. Sintió resbalar por el camino de tierra. No pudo usar sus manos, por lo que su rostro comenzó a hacer fricción contra el suelo. Ella soltó un grito de dolor cuando por fin hubo parado de rodar.

La presencia de inmediato la envolvió, ahogándola en un frenesí de oscuridad, que acabó por completo con sus sentidos y razón, dejándola inconsciente.