-¡Yul! ¡Amor!... Debo decirte algo… -Comenzó a decir Gongchan – Hace como una hora una persona me contacto, me dijo que te había buscado temprano en la mañana y que debía decirte algo muy importante, resulta que es amigo de tus padres y... - Hizo un breve silencio - Y... ahora mismo estoy en... ¡Por favor trata de tranquilizarte y escucha bien! - Al decirme esto comencé a agitarme pensando en lo que estaba a punto de escuchar esperando que nada malo hubiese ocurrido - ¡Tu madre fue hospitalizada de emergencia!

Mis peores temores se habían hecho realidad, mis manos comenzaron a temblar, sentí como los colores se iban de mi rostro y mi boca comenzaba a secarse, trague saliva con la intensión de pasarme esa sensación de amargues y preocupación pero un nudo se formó en mi garganta.

- ¡Yul escúchame! Ahora mismo estoy en el hospital, pero por más que pido informes sobre tu madre se niegan a dármelos argumentando que no soy familiar, así que no se con exactitud cómo se encuentra - Dijo Gongchan tratando de no sonar desesperado pero el tono de su voz denotaba frustración.

De un salto me levante de la silla y tome mis cosas dejando unos billetes sobre la mesa, salí a toda prisa a la calle en busca de un taxi que me llevará al hospital.

-¿En dónde está? - Pregunte alarmada al abordar el taxi.

-En el Yonsei University Medical Center, ¡Yul no me cuelgues, háblame de cualquier cosa! –Dijo Gongchan a través de la bocina del teléfono.

-Yo no… No sé qué decirte… Yo estoy… - Trate de articular mis pensamientos pero ninguna frase salía por mi boca.

-¡Yul, por favor trata de tranquilizarte un poco! – Gongchan manifestó serenamente y añadió - Sé que esta no es una situación fácil pero por favor…

-¡Estoy bien! – Dije fuertemente interrumpiéndolo - ¡Estoy... Bien! - Me repetía en voz alta tratando de calmarme un poco.

El taxi se enfrasco en el tráfico y dejo de moverse, entonces la desesperación regreso a mí, mire hacia todos lados esperando que los malditos autos frente a nosotros se movieran pero no ocurrió, aun escuchaba la voz de un Gongchan a punto de la locura. Colgué el teléfono saque unos billetes y se los di al chófer.

-¡Quédese con el cambio! - le dije al taxista mientras me bajaba del auto y comenzaba a correr entre los coches.

Corrí los más rápido que pude sobre las grises calles de Seúl usando las incomodas zapatillas que había decidido ponerme más temprano. Después de atravesar algunos puentes y calles llegue al hospital. Al entrar reconocí a lo lejos la figura de aquel hombre que había tenido que darme tan mala noticia, con una mano sostenía el teléfono celular cerca de su oído mientras que conversaba acaloradamente con la recepcionista del hospital. Al recibir nuevamente una negativa ante su petición de información giro hacia la puerta principal y entonces me vio, me miro de pies a cabeza como inspeccionando un cadáver, después camino rápidamente hacia mí y en un instante me rodeo con los brazos.

-¡Gracias! – Exclamé, el me observo un momento y después me libero al notar mi aparente tranquilidad.

Camine hacia la recepción e interactúe con la persona que estaba a cargo.

-¡Buenas noches! ¿Podría darme información sobre Han Sun Hee? ¡Soy su hija! – Dije fuerte y claro.

-Ya veo, ¡Buenas noches! – Dijo la recepcionista, después tecleo el nombre de mi madre en el ordenador y entonces habló - ¡Esta en la habitación 359, en el noveno piso!

- ¿Podria decirme como se encuentra? – Pregunte con la voz entrecortada.

-Lo lamento, pero esa información solo puede dársela el doctor a cargo del paciente, a los de 10 de la noche hará su siguiente ronda, entonces podrá preguntarle – Aseguró la recepcionista.

-¡Bien, gracias! - Dije haciendo una reverencia, enseguida mire el reloj que colgaba de la pared, marcaba apenas las 8:15 de la noche - ¡Subamos! – Dije dirigiéndome a Gongchan, él se limitó a asentir con la cabeza.

Subimos por el elevador hasta el temido noveno piso, caminamos por un reducido pasillo que desembocaba en una pequeña pero acogedora sala de espera, frente a ella se hallaba la puerta de las escaleras de emergencia y justamente a un costado colgando de la puerta se veía la placa dorada que marcaba el número 359. Me detuve frente a la puerta, y respire un poco mientras Gongchan se mantenía firme a mi lado, entonces no pude contenerme más, comencé a temblar y me rendí ante la idea de ver a mi madre postrada en una cama y a mi padre, a ese padre que vería después de tanto tiempo, perdí mi compostura e impulsivamente corrí hacia las escaleras de emergencia.

Me senté sobre las frías escaleras y comencé a llorar. Tan pronto como las lágrimas se asomaron por mis ojos escuché el fuerte sonido de la puerta de las escaleras de emergencia cerrarse y entonces Gongchan se acercó a mí. Las lágrimas recorrían mis mejillas y no se detenían.

-¡Sabia que no estabas bien! – Dijo Gongchan.

Tenía una expresión de preocupación descomunal, se sentó a mi lado y tomo mis manos. Me miro y pude notar la tristeza de su mirada, acaricio mi rostro con sus nudillos y seco mis lágrimas con sus pulgares.

-¡Ya verás que todo estará bien! - Dijo Gongchan para tratar de calmarme. Repentinamente se puso de pie, me tomo de la mano y agregó - ¡Anda, vamos! Tu madre estará feliz de verte.

Me puse de pie, seque bien mis lágrimas y camine nuevamente frente a esa puerta y a continuación pose mi mano sobre la perilla, Gongchan se acercó a mí por la espalda y tomo mis hombros.

-¡Tranquila, yo estaré aquí, no me iré! ¿De acuerdo? - Susurro Gongchan en mi oído.

-¡De acuerdo! – Dije y asentí con la cabeza.

Sus palabras fortalecieron mi espíritu, tome una bocanada de aire y gire la perilla. Al entrar pude ver a mi padre sentado sobre una silla de madera mirando al piso, parecía que había envejecido 30 años, su pelo estaba completamente teñido de gris y su rostro lleno de arrugas, tenía unas profundas ojeras que advertían que llevaba varios días sin dormir. Frente a él había una cortina que rodeaba lo que parecía la cama de mi madre. Camine hacia mi padre, sentía que mis piernas tambaleaban, pero sabía que no estaba sola y eso me animaba. Llegue a donde mi padre estaba y solo hasta ese momento pude ver a mi madre que dormía recostada boca arriba, sus manos descansaban a sus costados, una máscara de oxígeno cubría su rostro y en uno de sus brazos una aguja inyectaba lo que al parecer era suero, su hermoso cabello que antes ondeaba al viento ahora ya no estaba, y la viveza de su espirito se había esfumado, ahora su semblante era casi cadavérico. Mi voz se quebró al ver el precario estado de mi madre, sin embargo tome coraje y trague saliva.

-¿Co… como esta mamá? – dije de golpe.

Mi padre regreso en sí, me miro de pies a cabeza como si se tratara de un fantasma y en seguida se puso de pie transformando la expresión de su rostro. Se veía furioso, yo sabía que esto ocurriría.

-¡Tú! ¿Qué haces aquí? ¿Que no entendiste lo que te dije la última vez? – Dijo mi padre colérico mientras me tomaba fuertemente del brazo y me empujaba fuera de aquel cuarto -¡Tu estas muerta para mí! ¡Lárgate ahora mismo, antes de que!…

En ese momento sentí como el corazón se me partía en mil pedazos, mis ojos comenzaron a empañarse y pensé, se fuerte no debes darle el gusto, pero por más que intentaba no podía continuar sosteniendo el llanto. Repentinamente sentí que una mano me tomo por el brazo y me condujo a la puerta del elevador, alejándome de mi padre.

-¡Toma las llaves del auto! - Dijo Gongchan depositándolas en mis manos - ¡Espérame en el estacionamiento, te alcanzo en 15 minutos!

Al entrar en el elevador y ver que las puertas se cerraban frente a mis ojos me di cuenta de que aquel hombre que se alejaba por el pasillo, se transformaba ante mis ojos en el hombre de mi vida…