Habían transcurrido exactamente ocho días desde que habían salido y Tiffany se encontraba pegada al teléfono esperando que Taeyeon la llamara o le escribiera algo, pero ni una cosa ni la otra había transcurrido en los ocho días, de hecho, había faltado toda la semana y cuando habló con Heechul, ni sabía de ella ya que la vez que fue a visitarla el portero del edificio no lo dejó seguir con un montón de excusas baratas que no creyó, le dijo que el teléfono de su casa siempre se iba a la contestadora y que el móvil lo tenía apagado, cosa que hizo que la chica se preocupara más.

Mientras tanto en la casa de Taeyeon, no había ni un alma a excepción de la mencionada anteriormente, había llamado a su madre para que se llevara a su perro unos días y con la ida de Ginger, no quedaba nadie en ese apartamento tan grande, tan lleno pero que se sentía mucho más que vacío. Por lo general sucedía eso cuando visitaba a su familia, no porque no la quisiera, simplemente porque le tocaba ser algo que en el fondo odiaba, ser la hija perfecta, el orgullo del empresario Kim; por eso, al regresar a casa de ese tipo de reuniones y encontrarse con lo desgraciada que era su vida, entraba en una de las tantas depresiones que le daban al año. Y a pesar de que se había librado de estar todo el evento gracias a Tiffany y la salida a aquel bar, no podía igual quitar ese sentimiento que se apoderaba poco a poco de su vida entera. Miró nuevamente el reloj y vio que marcaba las tres y media de la tarde, seguía tendida en su cama con una ropa demasiado holgada, ojos hinchados y ojeras, las cortinas permanecían cerradas, decidió prender su celular y al comienzo el brillo de este le lastimó los ojos.

-   Mierda – Susurró al encontrar llamadas perdidas y mensajes de su madre, Heechul, su terapeuta, Yuri y sus ojos se ampliaron al ver que acababa de llegar un mensaje – Tiffany…

Se quedó estática mirando la pantalla del celular, dudando en si responder o dejar que ese mensaje se acumulara con los del resto, igual, en el fondo no quería arrastrarla al infierno de vida que llevaba. Se dio cuenta de eso luego de llegar a casa, precisamente hacía ocho días, cuando se esfumó hasta el último trazo de felicidad, se dio cuenta que no podía ni siquiera intentar algo con Tiffany, que era imposible como lo había sido antes, que realmente no podría ni siquiera ir en contra de lo que dictaba su padre, de lo contrario, correría la misma suerte que su hermano mayor,  y que si eso sucedía, la siguiente afectada sería Hayeon, a pesar de que solo fuera una niña. Así que por más que le doliera, intentaría hasta lo último por reprimir cualquier sentimiento por Tiffany, lo que la llevaba a una simple conclusión, la depresión no sólo era por su familia y su asquerosa vida, también era porque una vez más iba a renunciar a cualquier sentimiento por una chica hermosa que valía la pena, como siempre. Esto la llevo a realizar la primera llamada, a su terapeuta.

- ¿Hola?

- Taeyeon, ¿Qué sucede? ¿Quieres que vaya a tu casa? ¿Visitaste a tu padre?

- Respira, estoy bien, estoy bien.

- Ambas sabemos que no lo estás. ¿Qué ha sucedido?

La voz de Taeyeon comenzó a quebrarse.

- Mi vida – Guardó silencio, su terapeuta al otro lado de la línea sabía que se encontraba en ese instante llorando – Yo no quisiera dejarla ir, no…

- ¿A quién, Taeyeon?

- Doctora Kwon, ¿Recuerda a Tiffany?

- Claro Taeyeon, la recuerdo muy bien.

- Bueno – Sonó su nariz y volvió a guardar silencio – Yo siento cosas por ella, algo que va más allá de la amistad.

- ¿Y por qué quieres dejarla ir?

- Mi familia. Todo. Simplemente no puedo permitírmelo.

- Puedes, sólo que no quieres.

Taeyeon volvió a quedarse en silencio, esta vez, meditando lo que había dicho la terapeuta.

- ¿Puedes decirle a tu hermana que estoy bien?

- Yuri se ha preocupado mucho a decir verdad, Taeyeon.

- Gracias, Boa, dile que también me he preocupado por ella.

-  Cuídate, Taeyeon.

Luego de finalizar la llamada con esta decidió responderle a Heechul quien inmediatamente le respondió y le dijo que iría a visitarla por la noche y que le debía una aclaración muy grande respecto a la echada que le había metido el portero días atrás. También le dejó un mensaje a su madre, por último y quizás lo más importante para ella, el mensaje de Tiffany demandaba una respuesta, y aún no sabía cómo empezar.

 Tiffany, en serio lamento no llamarte ni haber mandado un mensaje es sólo que no me encuentro bien. Espero que estés bien.

Y luego de aquella respuesta se quedó mirando hacia el techo hasta quedarse dormida.

El teléfono de Tiffany sonó, esta sonrió ampliamente al ver que era quien esperaba que le hablara, después del mensaje que le había enviado era obvio que iba a recibir una respuesta pero al encontrarse con algo no tan agradable decidió ir a la casa de Taeyeon. Era arriesgado sin embargo ella sabía que si la chica que le gustaba se sentía mal debía hacer algo por ella, al menos por su amistad tenía que ir.

Subió a su moto y condujo lo más rápido que pudo hacia el edificio donde vivía la mayor, luego de estacionar e ingresar al edificio sin ningún problema (ya que Taeyeon desde que se había vuelto su amiga cercana dejó clara la orden de que podía ingresar cuantas veces quisiera) se encontró frente a la puerta de esta, tocó el timbre y llamó suavemente el nombre de su amiga por si se encontraba en la sala, llamó un par de veces más hasta que la puerta se abrió, una Taeyeon ojerosa y de ojos como pelotas la miraba fijamente, tenía su nariz roja y una media sonrisa.

- Fany – Susurró – Pasa.

La menor sintió su corazón romperse al verla así.

- Taeyeon – Se tiró a abrazar a la contraria atrayéndole como si no pensara soltarla – Dime ¿Qué ha sucedido? No me digas que nada, sería una mentira y no estoy dispuesta a irme sin conocer las razones por las que estás así. Esto no es un resfriado ni nada de esas cosas que le dijiste al portero que le dijera a Heechul.

- Lo sé – Continuó aferrada a la contraria – No es nada de eso.

- ¿Qué es, Tae? – Se separó de la contraria al mismo tiempo que cerraba la puerta recostándose en ella – Estoy para escucharte.

La castaña miró fijamente a la mayor esperando una respuesta, la contraria sin embargo, simplemente se le aguaron los ojos y comenzó a llorar, cubriendo su rostro ya que le apenaba que la vieran en ese estado.

- No puedo seguir con esto, con todo esto – Susurró – No puedo, me asfixia. Odio mi vida, la odio.

- ¿Quieres explicarte? No puedo ayudarte simplemente porque sí, no sé nada Tae, sé que llevas una relación un tanto extraña con tu padre pero no sabía que hasta ese punto llegaba.

Levantó la vista y tomó la mano de esta, guiándole hacia su cuarto, el agujero negro en este momento porque no entraba ni una gota de luz. Se sentó en una esquina de la cama apoyando su cuerpo hacia la pared y se acurrucó, Tiffany permaneció inmóvil en la mitad de la habitación, miraba su comportamiento y sabía que la historia que le esperaba no era tan sencilla si requería que Taeyeon tomara esa posición.

- ¿No piensas sentarte?

- Lo siento, ya voy – Dijo retirándose sus zapatillas y subiendo a la cama, sentándose al lado de la contraria y rodeándola con un brazo atrayéndole hacia ella – Dime…

- Yo solía ser una niña como las demás – Comenzó carraspeando un poco – Recuerdo que mis padres eran personas demasiado ocupadas, sin embargo, ellos tenían tiempo para mí, así como para Jiwoong…

- ¿Jiwoong?

- Mi hermano mayor – Aclaró para luego continuar con su historia – Jiwoong y yo estudiábamos artes, él estudiaba pintura y yo música. Recuerdo que Jiwoo