Los ojos de Tiffany casi se salen de sus orbitas al ver a Taeyeon entrar en su despacho de aquella guisa. Tenía la nariz de un color negruzco que asustaba, y tan hinchada que todo se había extendido hasta los pómulos y ni siquiera dejaban que su paciente abriera bien los ojos, todo eso añadido justamente al ojo que ya tenía echo polvo, aunque se notaba que aquel hematoma más viejo ya tenía un color mucho mejor.

Observó como Taeyeon respiraba por la boca, pero no tenía nada que le hubieran puesto en la nariz a parte de una solitaria tirita en el puente.

De manera automática se levantó de su silla y la ayudó a sentarse, estaba tan concentrada en las lesiones de la pequeña chica que apenas notó la presencia del guardia que la escoltaba, tanto fue así que en el momento en que Taeyeon se sentó, este salió sin mediar palabra.

Después de Tiffany preguntarle, Taeyeon empezó a explicar lo que había pasado, hoy se la notaba mucho más lenta de lo normal, tardaba en encontrar las palabras y no podía gesticular demasiado porque se resentía. Además de que, estaba claramente avergonzada del accidente, y se reía cada poco rato, haciendo gestos de dolor cada vez que lo hacía.

La psicóloga le dijo que debía hacer un esfuerzo por comer, si aquello se alargaba tendría que pedir que un guardia la vigilase a la hora de comer para que no dejara nada en el plato, y eso no le gusta a nadie.

También se interesó por si le habían dado medicación. La negativa de Taeyeon le hizo sentirse aún peor por ella, pensando en el dolor que tenía que aguantar sin ninguna pastilla.

—Me dieron algo cuando me llevaron a la enfermería—explicó despacio—. Pero como no está rota, aunque juro—enfatizó—que se siente como si lo estuviera. Pues no me dan nada—en su voz se escuchaba la congestión de su nariz. Tiffany se imaginó la sangre coagulada junto a los mocos, Taeyeon probablemente también sufría de un agudo dolor de cabeza.

—Si no te encuentras bien, no tenemos por qué realizar la sesión hoy.

Taeyeon abrió los ojos todo lo que sus lesiones le permitían.

—¡No! —alzó la voz—por favor, este fin de semana… no lo he pasado bien. Necesito esto.

A Tiffany le alegró muchísimo escuchar eso. No que lo hubiera pasado mal, por supuesto, a pesar de que era algo totalmente normal para una recién llegada a la cárcel. Sino que pensara que necesitaba la terapia. Si una persona cree necesitar ayuda profesional, estará mucho más receptivo, será más fácil llegar a ella, y también ayudarla.

Durante la sesión Taeyeon le contó a Tiffany todo lo que pudo recordar haber hecho esos días. Ella sabía que hoy iba un poco más lenta pero no se daba cuenta de que a veces decía alguna cosa sin sentido, o cambiaba de un tema a otro sin ninguna conexión aparente.

Al terminar la hora, Tiffany solo había sacado en claro que necesitaba mucha más adaptación y terapia y que por ahora necesitaba reposo, cosa en la que le insistió fervientemente. Necesitaba meditar sobre si necesitaba medicación. En sus notas también había apuntado que Luna podría ser un apoyo para Taeyeon.

Todavía tenía que ver a una paciente más, pero aprovechó el poco tiempo que tenía para consultar con Sooyoung. Se la encontró antes de llegar a su despacho, estaba en el pasillo, charlando con una mujer y un hombre más de bata blanca, también eran psicólogos. Tiffany ya conocía bien las caras y los nombres, la mujer era Yoona, y el hombre era el Sr. Young, desconocía el nombre de pila ya que él se hacía llamar así. La primera era una mujer relativamente joven, probablemente le sacaba algunos años a Tiffany, pero no alcanzaba los 40. El último sin embargo, superaba los sesenta. No tenía ninguna cana en el pelo porque se teñía, también llevaba siempre la barba afeitada, pero las canas de sus cejas lo delataban. Unas pequeñas gafas en su redondeado rostro le daban aspecto afable. Tiffany recordaba que en su primera semana él se había presentado ante ella, ofreciéndose por si tenía algún problema. No le costó darse cuenta de que era pura fachada como el resto de psicólogos allí, Yuri le había dejado caer que era había tenido algunas llamadas de atención por sobrepasarse con las presas.

Tiffany se paró en seco antes de alcanzarles, y sin quererlo demasiado, pero sin retroceder, escuchó su conversación. Hablaban de sus pacientes, y no anónimamente, cosa que era ilegal, por mucho que fueran psicólogos los tres.

Decidió darse media vuelta y consultar sus dudas con cualquier otra persona antes que con ellos.

En la enfermería un chico muy joven para estar trabajando, colocaba material en cajones mientras estaba solo, supuso que sería un estudiante en prácticas.

Disculpándose por entrar sin ser invitada, Tiffany le preguntó si estaba solo. Él asintió y explicó que el enfermero y el médico habían salido a fumar. No le dijo que podía esperarles allí, pero Tiffany igualmente lo hizo quedándose plantada con las manos en los bolsillos mientras observaba al joven.

Tras 10 minutos bastante incómodos el chico le dijo que lo sentía y que a veces hacían descansos bastante largos. Tiffany resopló.

—¿Podrías decirme dónde están?

Negó con la cabeza.

—Si no es una emergencia no puedo llamarles al busca, lo siento.

—¿Eres enfermero? —se acercó entrecerrando sus ojos para leer la placa que colgaba de su pijama, su nombre era Minho.

—Auxiliar en prácticas.

—¿Podría preguntarte algo? —procedió sin esperar respuesta—Taeyeon, una paciente mía, ha estado aquí, y tiene-

—Ah, sí—le interrumpió—yo estaba aquí.

—Bien, me ha dicho que no le habéis recetado nada, y tiene un dolor terrible ¿tienes aquí el informe?

Minho vaciló antes de mirar al armario que tenía detrás lleno de archivadores.

—¿Perdona pero tu eres? —dijo con voz suave, tratando de ser respetuoso.

—Lo siento, soy la psicóloga Tiffany Hwang, y estoy autorizada a acceder a este tipo de información de la paciente.

Mintió, no era así de fácil, debía solicitar esos datos mediante un formulario, pero temía que el papeleo tomase tanto tiempo que incluso Taeyeon ya se hubiese recuperado. Y Tiffany no pensaba que fuera tan grave saltarse ese paso, además, con suerte aquel chaval llevaba aun menos tiempo que ella en la cárcel y no sabía como funcionaba todo.

—Eh… —dudó, pero Tiffany sonó tan convincente que se acercó al mueble que contenía los ficheros.

La psicóloga le recordó el nombre y apellido de su paciente, fue algo torpe en la búsqueda pero en cuestión de un minuto el auxiliar le dio lo que buscaba.

Lo ojeó allí mismo de pie, solo eran dos páginas, la primera con su primera visita que hizo Taeyeon por su ojo, y la segunda especificaba que para su último incidente se le dio un analgésico en el momento de la consulta, que la inflamación no indicaba rotura y que no necesitaba ningún medicamento.

—¿No creéis que podría necesitar algo para calmar el dolor?

—Bueno—Minho alzó los hombros—, el doctor Kim no receta nada a no ser que sea estrictamente necesario, al menos eso tengo entendido.

—Y que se haya partido la cara no es un caso extremo asumo…

Minho miro a los lados para asegurarse de que no le escuchaba nadie y susurró—yo también creo que esa chica necesita unos analgésicos.

Tiffany se resignó y le devolvió los documentos al chico que poco podía hacer su paciente, y tras agradecerle con una amable sonrisa salió de allí.

Solo hizo falta que pasaran unos pocos días para que la psicóloga se diera cuenta de que había muchas presas que no tenían sus dolencias cubiertas.

La siguiente vez que vio a Taeyeon se sintió extremadamente mal, viendo a la joven todavía con mucho dolor, sabiendo que en su casa tenía una caja de pastillas que podrían ayudarla a pasar el mal rato, pero ella no podía hacer nada. Por lo menos ya parecía más despejada, si continuaba intentando comer mejor, se recuperaría pronto.