Por escasos segundos me sentí en el cuerpo de aquella Taeyeon de piedra, dándole cara a la que una vez había sido la chiquilla que molestaba. No supe poner en palabras las sensaciones que recorrieron mi cuerpo; Su mirada había perdido la fiereza que suele darme y sus muros se derrumbaron. Al igual que ella me sentí vulnerable y abrazada por su deseo oculto. Se sintió tan eterno y efímero a partes iguales…

La realidad golpeó la ventana de nuestra fugaz juventud y se diluyó como el azúcar en el agua. Se quedó una sensación amarga en mi pecho, insatisfecho por el vacío que ha dejado. Pero sonreí a la única personita que verdaderamente merecía ser recompensado por la ausencia de sus madres.

Lo vi, percibí el cambio en sus facciones, el odio acrecentando a pasos agigantados y la amargura en su falsa sonrisa. Sin embargo, mantuvo su formalismo en toda la reunión y al marcharse, me dirigió una última mirada cargada de mil cosas que quería gritarme a la cara. Quise detenerla y abrazarla.

Quería consolarla de alguna manera, porque siento que yo soy la culpable de matar a mi dulce corderito.

—¿Sigues en el trabajo o ya tendremos la atención de mamá?

Despejo mis pensamientos con pesar y la culpa se incrusta en mi pecho. Unos iris claros e inocentes me miran fijamente. El dulce angelito de mamá no tiene la culpa de que en el fondo siga siendo el mismo demonio atormentado.

—Lo siento… —apuro a decir.

Shuhua no me quita el ojo.

—¿Sucedió algo después de que nos marcharamos? Porque estabas muy contenta cuando estuvimos ahí.

Tensiono la mandíbula. Sí que sucedió algo con nombre y apellido: Stephanie Hwang.

—No. Es el cansancio —aseguro.

Ella no luce convencida, pero decide dejarlo pasar. El silencio vuelve y me complazco en observarlos. Shuhua ha sido de mucha ayuda desde que mi esposa falleció y ha estado a mi lado silenciosamente.

Mi madre estaba preocupada por mi salud y por el niño. Yo estaba tan deprimida que olvidé mi responsabilidad como madre y dejé a mi hijo sin mi consuelo. Soy la peor y me odio por no ser la persona que Ji Eun me ayudó a ser. Pero entonces Shuhua entró en acción sin que nadie se lo pidiera y cuando me di cuenta de lo que sucedía supe que debía tomar acción.

Nuestra relación es extraña. No somos una pareja en realidad y tampoco estamos comprometidas de verdad, pero las etiquetas no importan si ella puede ayudar a que mi hijo sea feliz.

—Deberías quedarte un poco en la bañera. —Su mano presiona suavemente la mía.

No debería darle falsas ilusiones a una buena chica como ella, es muy joven para tener una responsabilidad que no le compete. Debería estar saliendo con chicos de su edad, ir de fiestas con sus amigas o disfrutar más de su vida universitaria.

Soy egoísta al conformarme con su compañía.

—Lo haré.

Sonríe y trato de responderle, pero no puedo.

¿Qué se supone debo hacer? ¿Cómo debo actuar? Estar los tres juntos es como si fuéramos una verdadera familia, claro, si alguien lo ve desde el otro lado de la ventana.

—Tus padres creyeron que si Ioane estuviera aquí contigo, te sentirías mejor —dice, llamando mi atención. Sigue en su labor de ayudar al niño a comer—. Yuqi me lo comentó, pero no tenían manera de traerlo. —Me sonríe apenada—. Les dije que lo haría yo y estuvieron pensándolo por varios días. Ioane ha sido un buen niño en la ausencia de su mami y estaba emocionado con la idea de volver a verte. Tus padres no pudieron negarles ese placer.

—¿Qué hay de tus estudios?

—No te preocupes por eso, cariño. Está todo cubierto —afirma.

Yo dudo que pueda fugarse de la universidad de un día a otro y eso no me hace muy feliz. No me agrada la idea de que deje de lado sus deberes por estar con nosotros.

—No deberías hacer eso —refuto.

Shuhua niega con la cabeza y deja que Ioane tome el cubierto. Aventuro a ver su forma tierna de comer por sí mismo y me entristece saber que me estoy perdiendo mucho de él.

—Ustedes son muy importantes para mí, Tae. —Bebo de mi copa para disimular estar bien con su comentario.

No busco un reemplazo de mi esposa, no quiero complicarme la existencia en busca de alguien que pueda entenderme de la misma manera que ella lo hizo y no deseo que mi hijo sufra de alguna manera por ello. Sé que Shuhua es una mujer increíble. Me consta que puede ser una esposa devota y entregada y una madre inigualable. Ahí es donde recae la razón de que Ioane se sienta cómodo con ella. La conoce desde el instante en que Yuqi la invitó a su primera navidad.

También fue la última navidad para Ji Eun…

—Te agradezco todo lo que haces por nosotros. —Digo y permito que su mano tome la mía. Esto es un consuelo…

¿Esta bien si permito que ella siga a mi lado, Ji Eun?

El desayuno estuvo dispuesto a la hora en que salí de mi habitación y el ambiente se sentí