Prefacio
Pᴇʀᴅɪᴅᴀ; 𝙾𝚜𝚌𝚞𝚛𝚘 𝚛𝚎𝚐𝚛𝚎𝚜𝚘
Estaba oscuro cuando abrió los ojos, olía a humedad y humo; entonces se dio cuenta de que sus manos estaban fuertemente atadas detrás de su espalda. Un quejido bajo y rasposo abandonó sus labios resecos a través de la mordaza dentro de su boca. Le escocia la parte trasera de la nuca y apenas si podía recordar qué había sido de ella mucho antes de encontrase en esa precaria situación.
Trató de levantarse, pero solo pudo retorcerse un poco y caer sobre su costilla izquierda; la tierra le picó en la mejilla.
¿Dónde estaba? ¿Por qué no había luz?
Alzó el cuello lo suficiente para dar un vistazo en la oscuridad hasta encontrar la ventana que era tapada por periódico, eso era la razón por la que la luz del exterior no se filtraba. Inhaló profundo y esperó por una respuesta fiable.
Si no mal recordaba, había estado en casa de Tiffany la mayor parte de la noche hasta que se levantó para orinar, erróneamente miró su teléfono celular y se percató de los mensajes en el buzón de voz.
El primero que escuchó fue una respiración pesada y pausada que terminaba con una risa escalofriante. El segundo la hizo tensar la mandíbula con fuerza y mirar a la cama donde su corderito dormía plácidamente desnuda; Yuqi la llamaba con desesperación y evidente llanto. No quiso escuchar el resto, sabía que cada uno de ellos sería una tortura para ella misma.
Apresurada recogió sus cosas para vestirse y antes de marcharse observó una vez más en la penumbra a la joven mujer que le había dado todo en una noche. Quizás esa sería la última vez que ambas se volverían a ver.
—También te amo, corderito —musitó al aire y sonrió apesadumbrada.
Lo siguiente que le esperaba no iba a ser fácil de enfrentar, lo sabía a la perfección y quizás no saldría airosa del inminente encuentro.
Se lamentó muchas cosas que pudo haber hecho y que no hizo; Jessica se enojaría con ella por esfumarse sin despedirse, Yuri gritaría y se pondría agresiva, Jackson buscaría respuestas en los archivos de la policía mediante su padre y enfurecería por no haberla ayudado. Al final se resignarían y quedarían vacíos por dentro.
Pero Tiffany, su amada Tiffany… ella no aceptaría su destino.
—Luces tan patética.
Su cuello crujió tan pronto sintió la presencia en la habitación ahora iluminada por una vela. El rostro de Jaeho resaltó con las sombras, mostrando la cicatriz. Llevaba una sonrisa fanfarrona y en las manos un arma de fuego cargada.
Taeyeon tragó en seco, preguntándose dónde estaban su abuela y su hermana.
—No creí que podría atraparte con tanta facilidad —alardeó caminando alrededor de ella—. Jugar al gato y al ratón me cansó
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