Stephenie la guió hasta la esquina del café dónde se habían reunido previamente. Allí había estacionado su auto, entonces al llegar junto a este, abrió la puerta del lado de acompañante para que Jessica subiera. 

—¿A dónde vamos?. —preguntó dudosa.

—No preguntes y sube. —respondió la morocha, mientras le daba la vuelta al vehículo y subía a su lado correspondiente. 

Mientras que la menor quedó sin opción alguna, quería saber que tenía para contarle o mostrarle, así que debería ir con ella. 
Se aproximó y metió dentro del auto; una vez lista, partieron. 

Resultaba ser que la mujer la llevaba a su casa. Al darse cuenta de que estaban entrando en un barrio privado, Jessica comenzó a interrogarse internamente. 
¿Acaso sus hijos no vivían con ella?. 
Cuando se detuvieron en lo que parecía ser el garage, la señora Hwang bajó del auto y así mismo Jessica lo repitió, después caminó hasta la parte trasera y siguió a la mayor hasta la puerta de entrada de la casa. Ella la abrió e invitó a la joven a pasar.

Dentro todo estaba muy bien ordenado, prolijo y limpio. Jessica empezaba a creer que Stephanie era una perfeccionista. 

—¿Estás sola?. 

—Si, mis hijos no viven conmigo. —respondió, despertando la curiosidad sorpresiva de la castaña. 

—¿Y eso por qué?. —cuestionó desinteresada la más chica. 

—Temas familiares. 

Sospechó que Hwang no quería hablar sobre ello y menos que menos, darle explicaciones a alguien que no significa nada, no era nadie, ni pertenecía a su círculo íntimo de amigos. 
Luego le pidió a la muchacha que tomará asiento, indicándole el sofá en la sala; mientras que por su lado, Stephanie subió las escaleras de su casa, que llevaban al pasillo de las habitaciones en un segundo piso. Había ido en busca de una menuda caja, llena de papeles, carpetas, archivos, fotos. 
Al regresar junto a Jessica, dejó la caja sobre la mesita enana que yacía en medio de aquel espacio. 

—¿Quieres café?, esto nos tomará bastante tiempo. 

Jessica confundida contemplaba los papeles amontonados dentro de la caja. 
—¿Qué es todo esto?. 

—Lo que querías, todo lo que necesitas saber sobre tu familia, tus padres y cómo es que estoy involucrada en esto... 
¿Quieres café?. —volvió a preguntar.

—Si, por favor. —contestó Jung. 

Stephanie se perdió camino a la cocina, mientras que Jessica sacaba varios archivos de la caja. Encontrando fotografías de sus padres y el difunto esposo de la dueña de casa. También había páginas sueltas de lo que parecía un diario, se sorprendió al leer lo que confesaban y cuán profundo era el señor Xiang. 
Desde le principio, cuándo tuvo que leer el perfil de Stephanie, Jessica no podía creer como una mujer podía valorarse tan poco para dejarse enredar en los problemas de su esposo, tal vez ahora creía entenderlo. Ella estaba enamorada y una mujer enamorada es capaz de hacer cualquier estupidez por aquella persona a la que ama. Por otro lado, el señor Xiang habría aprovechado esa ventaja para obtener lo que deseaba, utilizando a su esposa cuándo lo necesitaba y luego dejándola abandonada; la típica historia de una relación enferma. 

Pasados varios minutos, Stephanie regresó con el café listo. Arrimó una taza hacia el lado de la menor, a medida que observaba sus gestos faciales al leer, quizás buscaba alguna reacción por parte suya al enterarse de las atrocidades que se habían cometido con su apellido etiquetado y que a fin de cuentas fueron cubiertas por otros corruptos. Y había muchos más... 

—¿Y?. 

—Si pensaba que mis padres podían ser capaz de hacer cosas terribles, ahora estoy segura de ello. —comentó la joven. 

Continuó cambiando de página, en un libro dónde estaban los perfiles de varios delincuentes y gente con poder, corrupta, que estaba aliada a sus padres. Pero pronto una de las imágenes hizo que se detuviera en seco
Era un rostro con el cuál había luchado por años para olvidar, pero al verlo fue tan fácil recuperar los malos recuerdos de su infancia. Él era su "tío", en realidad un amigo de la familia, que solía ir constantemente a su casa a cenar junto a sus padres. 

De pronro cerró el libro bruscamente y se levantó algo nerviosa, intentando disimularlo. 

—Ya es un poco tarde, creo que podemos seguir otro día. 

Stephanie la notó rara y sin duda se dio cuenta que le sucedía algo. 

—¿Qué pasa?. —echo un vistazo a su taza. —Ni siquiera haz probado el café, ¿Qué sucede?, ¿Qué viste?. 

Al oír la última pregunta, los ojos de Jessica no le permitieron mentir. Revalzsron en lágrimas, ella agachó su cabeza y cubrió su rostro para evitar que su acompañante le viera de esa forma. Pero Stephanie no dudó en aproximarse a la chica y abrazarla. 
A pesar de no comprender la situación, pensaba que quizás fue demasiada información y le había pegado duro el echo de reconocer que sus padres eran un par de basuras. 
Sobó la espalda de Jessica lentamente, dejando que lo soltara todo, que se desahogara. 

—Ya… tranquila. Todo estará bien, te ayudare a salir de todo esto, no lo mereces. Eres demasiado buena como para que tus padres te utilicen de ésta forma. 

—Si, lo sé. Y gracias, pero prefiero seguir sola desde ahora, es algo de lo que me tengo que encargar yo. —le dijo, mientras se separaba de la cuarentona y quitaba sus lágrimas restregando su mano bajo los ojos. 
—Ya debo irme. 

Stephanie la contempló insegura de su estado, pero terminó asintiendo. 

—¿Quieres que te lleve?

—No, yo… prefiero caminar. 

—Está bien, te acompaño a la salida. —respondió la mujer. 

Ambas se dirigieron a la reja que dividía el ingreso del barrio privado, entonces allí se despidieron. 
Al regresar a la casa, Hwang apresuró sus pasos y encaminó a la sala, tomó el libro que Jessica había dejado sobre todo lo demás y busco la página marcada, esa que ella veía anteriormente, vio la foto se aquel sujeto. Algo raro había con él y aunque la chica decidiera dejarla fuera de sus planes, ella haría su propia investigación y averiguaría quién era este tipo. 

Marcó un número de inmediato y se comunicó con un colega a quién le pidió que le consiguiera, todo acerca de este desconocido. Ahora sólo quedaría esperar y ver los resultados.