( conversación telefónica )

"Hola mamá"

"Jessica, ¿Dónde estás?. Hace más de una hora que estoy esperándote en el aeropuerto."

"Mamá, te he dicho que no me esperes. Ya estoy llegando a casa, regresa por favor."

"¡Siempre es lo mismo contigo!, ¿No podías haberme avisado? (…)"

( fin de la llamada )

El tiempo fuera de Corea había terminado. Jessica, quién era ahora toda una mujer, con veintiséis años de edad bien puestos, se había recibido hacía unos días, de abogada tal cuál su madre.
Con el tiempo la primogénita había comprendido que mientras estaba más lejos de sus padres, todo iba mejor; sin embargo la insistencia de su madre terminó por ganarle en cansancio, que decidió regresar a Corea y tomarse unas mini vacaciones de descanso, tal vez un mes, no más. 
Al llegar a la casa, se encontró en la entrada de la misma a su hermana menor, quién se besuqueaba con un muchacho recargados en su auto. Al bajar del taxi, Jessica se detuvo a verlos seria y movió sus lentes de sol, para observarlos mejor. En ese entonces la mirada de su hermana se desvió hacia ella y al notarla, comenzó a gritar emocionada. 
Soltó al chico y corrió hacia Jessica. 

—¡Hermanaaa!, ¡Hermanaaa!. —gritaba excitada. 

La mayor se aproximó a la joven y la abrazó. 

—Soojung, ¿Cómo estás boba?. 

—Felicidades, ya eres oficialmente parte del club de abogados Jung. —bromeó. 

Era cierto que, en la familia, por lo menos de la parte de su madre, todos eran grandes abogado respetados. 
La felicitación de su hermana no le desvió de tema, hizo su vista a un lado, dirigiendola hacia el muchacho que esperaba algo avergonzado; que al notar que Jess le veía alzó la mano en forma de saludo.

—¿Y ese quién es?... 

Anulando su voz, una bocina insoportable sonaba desde algunos metros de distancia de la residencia. Pronto se oyó una frenada brusca.
Volteó a ver que sucedía, su madre descendía del vehículo y parecía molesta. 
La mujer caminó en dirección a las dos chicas. 

—Hola Jessica. ¿Entramos?. —musitó en tono serio. 

Krystal sólo puso los ojos en blanco, antes de que su hermana mayor siguiera tras los pasos de su madre. 
Ambas ingresaron a la casa y se dirigieron hacia la sala de estar. La señora Jung se acercó a su mini bar y sirvió dos whisky's. 

—Ten. Siéntate por favor. —mencionó luego de dejar el vaso sobre la mesita ubicada en medio de la sala. 

La atemorizada Jessica hizo lo que la mayor le pidió, ¿Cuál era el gran misterio?. 

—Hija, sabes bien que si te vas a quedar, tendrás que cooperar. Y por ende deberás iniciarte e involucrarte en los negocios familiares. 
Tu padre y yo hemos trabajo muy duro, toda la vida para darles lo mejor a tu hermana y a ti. Creo que ahora es tu turno de hacer una devolución en forma de agradecimiento. 

Observaba a la mayor, aún sin entender a qué iba con todo ese discurso. 

—Ve al grano mejor.

—Sabes que para conseguir lo que uno quiere, muchas veces se requiere de sacrificios, de tomar atajos por callejones oscuros y sucios. 

—Creo que entiendo… —respondió pensativa y con cara poco amistosa.

—Tendrás que encargarte.de un asunto en particular. Hay una persona que nos debe dinero, el problema es que está muerta, así que tenemos que cobrárselo a su cónyuge. —ella hizo una pausa y luego aclaró. —Tu, tienes que ir a reclamarlo. Y cómo ahora eres una abogada recibida, tómalo como tu primer caso. 

—¿Y quién es esa persona?.