Al día siguiente se preparó para ir en busca de la señora Hwang, era mediodía y ella aún no la localizaba para acordar un encuentro, por lo del dinero. Entonces, si ella no le llamaba la buscaria de todas formas, ahora la paga no era el único asunto que tenían en común. 
La curiosidad le ganaba a Jessica y necesitaba saber acerca del rollo en el que su familia estaba metida, más aún sospechando de que su hermana ignoraba todo esto y que tal vez así corría más peligro que cualquier otro miembro de la familia.
Pero, ¿Por qué habían decidido involucrarla a ella y a la menor no?. 

Procuró desayunar temprano, para luego salir y no tener que cruzarse con su madre. Ella parecía meter presión a la muchacha, como si despreciara su forma de ser; no lo hacía de una forma violenta, pero si alterada y directa, notoria. 
Tomó una última dona de la caja que estaba sobre la mesa de la sala, luego se dirigió hacia la puerta y al salir de la casa, hacía su auto. Antes de arrancar, le intentaría contactar a la señora Hwang a través de un número telefónico que tenía anotado, para que se encontraran en un café y así poder interrogarla acerca de cuentas pendientes y demás.

En el camino, mientras conducía rumbo al centro, su teléfono comenzó a sonar. Tenía una llamada entrante de Stephanie, para es su suerte Jessica no tendría que forzar la cosa y se reuniría con la mujer en una cafetería. Su rumbo cambio a la dirección que ella le daba, entonces cuando colgó, se dispuso a apresurarse a destino. Minutos más tarde al llegar, estacionado al cordón de la calle y al caminar hacia el interior del establecimiento, buscó a la morocha en los alrededores, una vez que la visualizó se aproximó a la mesa donde aguardaba. 

—Tardaste demasiado. —dijo bromeando sarcástica, ya que Jessica había llegado de inmediato. 

La menor se acomodó del otro lado de la mesa, ocupando el lugar vacío. 

—Bien… —musitó Stephanie. 
Ella sacó un sobre de papel madera de su cartera y lo pasó por sobre la mesa, hasta que rozó el brazo de la muchacha. 
—Ahí está lo que le debo a tus padres. Mi cuenta está saldada. 

—¿Sólo eso?. —cuestionó de forma tonta la más joven. 

—¿Qué esperas?, ¿Quieres que ruegue y pida perdón?. 

—Necesito saber en qué andan involucrados mis padres. 

—¿Qué?, ¿Para qué quieres saber?. Saber más sobre todo esto, significa arriesgar más tu vida. Créeme niña, no quieres hacerlo, sólo destruirás tu vida y yo te aconsejo que te regreses a América, es lo mejor para ti. 

Jessica se sonrió de forma burlona.
—¿Ahora vas a decirme que es lo mejor para mi?. 

—Soy mayor que tu y tengo más experiencia, no te confíes de saberlo todo cariño. 

—¡Basta ya se sermones!, ¿Vas a decirme?. 

—El problema es tu madre, ella es quién está del lado oscuro de la fuerza, es una especie de Dark Vader bien camuflado entre la resistencia. 

—Wouw, ¿En verdad te gusta Star Wars?

—No, sólo uso un método de explicación que tu cerebro de mocosa pueda procesar.

—¿Mocosa?, ¿Quien te crees que eres para tratarme así?. Yo pienso que la inmadura aquí eres tú. 

La señora Hwang chasqueó sus dientes. 
—Te trato así, porque pienso que debes ser lo suficientemente estúpida para seguirle el paso a tu madre. Escucha, te mereces una vida normal cómo la de toda chica de tu edad.
En lugar de ella, yo jamás dejaría, ni de echo dejaré a alguno de mis hijos enredarse en ese ambiente de mala muerte. 

Hwang se levantó de su asiento y antes de dirigirse hacia la salida, le dijo una última cosa a su acompañante. 
—Corres peligro aquí, huye mientras puedas. 

Jessica seguía desentendido de todo, no quedó atrás y sacó dinero de su bolso para pagar antes que la cuarentena desapareciera al cruzar la puerta. 
Le siguió.

—¡Espera!, ¡Espera por favor!. —jaló del brazo de la mayor para detenerla. Entonces ella dio media vuelta sin decir nada.
—Ayúdame, sólo quiero mantener a mi hermana a salvo de lo que sea que suceda. 

Ella mantuvo unos segundos de silencio. Stephanie, en el fondo comprendía por lo que podría pasar Jessica, en su tiempo ella cargó sola con todo el asunto del "oficio" de su esposo. 

Asintió y suspiró. 
—Dame una razón.

—Si me ayudas, yo saldré tu cuenta con mi familia.

Tenía que reconocer que el trato que le estaba ofreciendo la chica, era brillante y tentador.

—Está bien, te contaré lo que sé. Pero debes prometer que me pondrás al tanto de todo lo que puedas llegar a descubrir, no podré ayudarte si me ocultas cosas. ¿Entendido?. 

—Si. —respondió la menor.

—Sígueme.