La vida de Jessica siempre había sido un enredo de situaciones, primero estaba la mudanza. Dejar Los Ángeles atrás había sido devastador, no sólo tenía que soltar aquel hogar en el que había crecido durante su infancia, debía dejar a sus amigos de siempre; cambiar de escuela, aprender un idioma del cuál conocía poco, al igual que las costumbres del país. 
A pesar de que sus padres eran Surcoreanos inmigrantes, ella era de un lugar demasiado diferente, estaba acostumbrada a otro ritmo de vida y a la despreocupación. 

El viaje en avión no duraba muchas horas, pero lo suficiente cómo para pensar en todo lo que se aproximaba. Días atrás había investigado sobre las escuelas en Seúl, obviamente era lo que esperaba y tal vez peor. 
El bullying en las escuelas del otro lado del mundo, era la misma mierda que en su ciudad natal.  
Sólo era una adolescente de quince años que no tenía la menor idea de lo que significaban estos cambios o cómo podrían modificar su futuro. 

La familia Jung se instaló muy cerca del centro, dónde su padre ya poseía una casa, heredada de sus propios padres, dónde él mismo había crecido. El sitio se notaba agradable y lleno de esperanza. 
La razón por la que se había hecho ésta mudanza, justamente se debía al trabajo del señor Jung, quién era un empresario importante y al ser originario de nacionalidad Coreana, a sus jefes les convenía tenerlo en la sede de dicho país a cargo de todo. Si, el señor Jung había sido ascendido al aceptar la propuesta, eran sacrificios que debía hacer para mantener a su familia.
Y a pesar de que se molestara una y otra vez, Jessica en el fondo lo comprendía. 

Ese mismo día en el que llegaron, la adolescente se ocupó de acomodar el inmobiliario nuevo y sus cosas en su habitación. Todo se sentía extraño, incluso en el vecindario, la gente salía o se asomaba a ver quiénes habían llegado a irrumpir su paz, o eso pensaba ella.
Dentro de unos días, después que pasara el fin de semana, iniciaría las clases en su nueva escuela y éste echo le tenía de los pelos de punta. 
Llegado el lunes, Jessica se levantó temprano, su ropa ya se encontraba lista e igual que su mochila; sólo debía cambiarse y cargar sus cosas, bajar a desayunar y luego su madre la dejaría marchar, era bastante exigente. 

Aquella mañana, sólo estuvieron las dos. Su padre ya había marchado rumbo al trabajo y su hermana aún dormía, la señora Jung se plantó frente a su hija y le aconsejó sobre cómo socializar, en el fondo a Jess le causaba mucha gracia, los métodos que le brindaba su madre eran anticuados. Sin embargo la joven era consciente de que prefería ante todo estar sola. 

El chofer de la familia, quién sólo se encargaba de trasladar a las hijas Jung, llevaría a la mayor a su nueva escuela. 
Cuando llegaron a destino, a medida que se acercaban más a la institucion, Jessica le pidió que la dejara a dos calles de la misma, haciendo un comentario para que el hombre se sintiera tranquilo de que no le pasaría nada.
Todo esto, era porque disfrutaba de caminar; a veces pensaba que era demasiado tener un chofer. Deseaba ser normal, cómo las personas de clase estándar. Salir con amigos sin tener que sentir incomodidad por el dinero que poseía su padre.
Jessica era una chica de corazón noble, siempre con un bajo perfil, manteniéndose al margen de los escándalos, pero eso no evitaba que los escándalos la atraparan de vez en cuándo. 

En cuánto descendió del auto, inicio su camino tomando direccion por dónde iba el auto previamente. Llegando a la esquina debía cruzar una avenida, la cuál era bastante transitada. El semáforo cambió dándole pasó a los peatones y Jessica apresuró sus pies, apenas prestaba atención, su mente volaba en otra parte; una mujer se acercaba de frente, también estaba distraída, pero era porque discutía con alguien por teléfono. Ambas se chocaron y el móvil cayó al suelo, Jessica se agachó rápido a recoger las partes desarmadas, más la mujer se quejaba regañando a la adolescente. 

—¡¿Por qué no te fijas por dónde caminas?!.

—Lo siento mucho señora, no fue mi intención. —se disculpó rápido y salió casi corriendo, ya que el semáforo volví a cambiar.

La mujer volteó a ver a Jessica cuando salió huyendo, luego continuó su camino. Mientras que la menor, después de cruzar, siguió rumbo a la escuela.