Park Chanyeol llevaba una vida simple. Gracias al avance de la tecnología y la urbanización tenía un trabajo honesto en obras de construcción, un techo sobre la cabeza y pan en la mesa. Con su modesto salario le alcanzaba y sobraba para vivir con comodidad, costearse los arreglos y mejoras de su computadora y mantener un perfil bajo.

Todos los que lo conocían dirían que era un muchacho amable, al que le gustaba bromear cuando entraba en confianza, pero callado, solitario y que se mantenía las cosas para sí mismo la mayoría del tiempo. Lo que muy pocos sabían era que Chanyeol tenía otro lado que solía mantener oculto: de noche tenía un segundo trabajo como uno de los mejores hackers del mundo.

La cantidad de personas que conocían su otra identidad podía contarlas con los dedos de la mano, y él prefería que quedara así. No tenía intenciones de meterse en grandes problemas, pero hacía algunos trabajos que le permitieran recibir un poco más de ingresos. Ya que tenía el conocimiento, le parecía que estaba mal desaprovecharlo.

Pero hacía un tiempo, hasta dos años atrás, donde utilizaba sus conocimientos como hacker diariamente junto con su grupo de amigos, cuando solía visitar el mundo virtual de EXO.

EXO era un videojuego de realidad virtual creado hacía bastantes años ya, pero siempre actualizándose y añadiendo mejoras y misiones nuevas. Era un mundo virtual que había arrasado mundialmente, con grandes servidores completos de personas que buscaban refugiarse de la dura realidad y pasar buenos momentos, conocer gente y olvidar las penas.

Lo cierto era que la sociedad se encontraba muy corrompida; dividida en clases sociales, donde las diferencias eran abismales, la discriminación reinaba todo y el mal trato era normal. En EXO todo eso quedaba fuera, uno podía ser quien quisiera ser, crear una nueva vida y nuevas relaciones. Casi como si fuera una utopía.

Chanyeol y sus amigos habían sido jugadores de EXO casi desde el primer día, cuando salían de la escuela y se iban corriendo a sus casas solo para volver a encontrarse en el mundo virtual. La pobreza, las casas venidas abajo y las calles sucias desaparecían en ese mundo donde todo parecía estar bien. Hasta que ya no lo estuvieron.

Solían ser un grupo muy unido, pero hacía dos años habían tenido una gran pelea donde gritos y portazos se habían dado y desde entonces Chanyeol había cortado toda relación con ellos. Incluso con aquellos que no se habían entrometido, y con una persona que había sido muy especial para él. Creyó que cortar por lo sano con todos sería mejor.

Ahora llevaba una vida tranquila, no había entrado al mundo de EXO por dos años y no planeaba hacerlo. Pero el destino lo llevó por otro camino.

Una fresca tarde de trabajo, Chanyeol terminó sus deberes y se encaminó hacia su casa. Con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta y un pañuelo tapándole la boca, caminó decidido por las sucias calles de los barrios bajos que debía atravesar para llegar a su pequeña vivienda. Se detuvo en la panadería del barrio a comprar algo de pan mientras repasaba mentalmente qué haría el resto del día. Comería algo al llegar, tal vez dormiría una siesta y luego revisaría su e-mail antes de ocuparse de encargos que tenía en su segundo trabajo.

Chanyeol dobló la última esquina que lo llevaba hasta su casa y avanzó por el pequeño sendero de tierra con la llave de la puerta en la mano cuando escuchó unos pasos detrás de él.

-Park Chanyeol.

La voz parecía haber dudado al comienzo, como si temiera que el aludido siguiera de largo y no fuera a responderle a pesar de haberlo oído. Pero Chanyeol se detuvo y giró la cabeza sabiendo exactamente de quién se trataba.

-Kim Jongin.

Tal como esperaba, el muchacho conocido como “Kai” cuando solían ser amigos y pasar el rato en el mundo virtual de EXO se encontraba allí de pie, enfundado en una chaqueta color beige y pantalones oscuros. Sonrió tímidamente.

-Es bueno verte.

-¿Qué haces aquí?- Chanyeol hizo caso omiso a la cortesía del chico, aun recordando cómo habían quedado las cosas entre ellos. Jongin levantó las palmas en son de paz.

-Tranquilo, no vengo a pelear.- Mostró los blancos dientes en una sonrisa. - Necesito hablar contigo.

Chanyeol se mostró incrédulo y reacio a ceder. Hacía dos años que se había alejado de esa vida y no pretendía regresar; le gustaba su tranquilo perfil bajo.

-No tengo nada de lo que hablar contigo.- Se propuso a seguir su camino, pero no alcanzó a dar un paso sin que el otro muchacho se adelantara estirando un brazo que planeaba aferrarse a él, pero que eventualmente volvió a pegar al costado del cuerpo.

-Necesitamos tu ayuda.- Jongin dejó entrever cierta desesperación en su voz, lo que logró que Chanyeol volviera a girarse para enfrentarlo. El verbo en plural lo alertó e hizo que lo mirara alentándolo a que soltara unas palabras más.

-Cosas extrañas están sucediendo en EXO. Desapariciones, errores… muertes.- Jongin frunció el ceño y sacudió un poco la cabeza, como intentando olvidar ciertos recuerdos. -No podemos hacerlo sin ti, te necesitamos.

A pesar de la actitud de Jongin, con desesperación y horror en su voz, Chanyeol se mostró impasible. Aun no lograba conectar esos hechos con esta visita. Su antiguo amigo largó un suspiro.

-…Valía la pena intentarlo.- Dijo casi en un murmullo pero que aun así llegó a los oídos de Chanyeol. -Si llegas a cambiar de idea, mañana nos reuniremos a las siete de la tarde en el lugar de siempre.

Con esa última oración Jongin dio unos pasos hacia atrás y luego giró, metiendo las manos en los bolsillos de la chaqueta y desapareciendo por la esquina.

Chanyeol se quedó con los pies en el suelo y la vista clavada en el fantasma de su antiguo compañero. Repasó mentalmente la corta conversación, analizando la actitud del muchacho y la situación. Volver a ver a alguien de ese grupo le causó un gran impacto, ya que hacía dos años que no tenían contacto alguno. Viejos recuerdos afloraron en su mente; tanto sonrisas y carcajadas, como llantos y gritos. Bajó la vista, cerró los ojos y suspiró.

Finalmente giró y se adentró en su casa.